Venecia, el espectáculo de la ópera barroca

En el siglo XVII, la ópera saltó de los palacios a los teatros públicos con montajes que deslumbraban al público

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Recreación del acto 2, escenas 8 y 9 de La Venere gelosa, con el equipamiento escénico diseñado por Giacomo Torelli. Pinacoteca Civica, Fano.

Scala, Firenze

Aquella noche fuimos a la ópera, donde se representan comedias y otras piezas de música recitativa a cargo de los más excelentes cantantes y músicos, con gran variedad de decorados pintados y artificiales, así como máquinas para volar por los aires y otrosmaravillosos ingenios […]. Ésta es una de las más magníficas y costosas diversiones que el ingenio humano pueda inventar». 

El escritor inglés John Evelyn dejaba este testimonio de sus impresiones tras ver una representación de ópera en el Teatro Novissimo de Venecia, en 1645. Nunca había visto una obra teatral musical de este tipo, lo que no resulta extraño. Aunque la ópera existía desde finales del siglo XVI, durante décadas sólo se representó en los palacios privados de los príncipes y aristócratas italianos. Hasta 1637 no se ejecutó por primera vez una ópera en un teatro público, abierto a todo tipo de espectadores. Y sucedió en el único escenario preparado para la ocasión, en la República de Venecia.

Anna Renzi

Anna Renzi

Anna Renzi, cantante, actriz y estrella de ópera italiana en la Venecia del siglo XVII.

AGE Fotostock

Nace un negocio

En las primeras décadas del siglo XVII, Venecia acogía una gran actividad teatral, en especial durante el Carnaval, cuando numerosas compañías ambulantes se instalaban en la ciudad. En 1637, los músicos Benedetto Ferrari y Francesco Manelli llegaron a la ciudad para probar suerte con una obra totalmente cantada. Alquilaron a la familia Tron el teatro San Cassiano y estrenaron allí la ópera titulada L’Andromeda, con libreto de Ferrari y música de Manelli. 

El éxito de L’Andromeda supuso la explosión de la ópera comercial en Venecia. Nobles y aristócratas se disputaban terrenos para levantar teatros dedicados al nuevo género. En 1639, la familia Grimani abrió el Santi Giovanni e Paolo (llamado así por la iglesia adyacente). Al año siguiente, los Giustinian reconstruyeron el San Moisè para adaptarlo al género de moda, y repusieron L’Arianna de Monteverdi. En 1641 se inauguró el Teatro Novissimo, el primero construido expresamente para la ópera. En ese momento coexistían en Venecia cerca de veinte teatros públicos, cuatro de los cuales se dedicaban al género lírico.

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El éxito de la ópera dependía en gran parte de la vistosidad de su puesta en escena

La organización de este tipo de espectáculos descansaba en el empresario, que se encargaba de contratar al compositor, el libretista, el escenógrafo, los cantantes, músicos y bailarines. El trato con los cantantes fue siempre la tarea más ardua para los empresarios. Marco Faustini, el primero registrado, se quejaba de que los mejores cantantes estaban dispersos por toda la península itálica y había que convencer a sus protectores de que les dejaran trabajar en Venecia. Para atraer el máximo número de espectadores, los empresarios anunciaban las funciones mediante voceadores callejeros y contaban con la publicidad que les hacían las gacetas de la época, aunque los ingresos rara vez compensaban los gastos. 

Libreto de L’incoronazione di Poppea, de Monteverdi.

Libreto de L’incoronazione di Poppea, de Monteverdi.

Libreto de L’incoronazione di Poppea, de Monteverdi.

Library of Congress, Music Division

Diversión de Carnaval

Al principio, la ópera se representaba en Carnaval, que en Venecia iba del 26 de diciembre hasta el miércoles de ceniza, normalmente a finales de
febrero, aunque más tarde la temporada lírica se amplió a octubre, noviembre, junio y julio. En consonancia con el ambiente carnavalesco, los espectadores asistían al teatro con máscara (sólo las prostitutas entraban sin ella).

Un teatro de ópera en Venecia

Un teatro de ópera en Venecia

Un teatro de ópera en Venecia, en el siglo XVIII. Óleo por Giuseppe de Albertis. Museo del Teatro alla Scala, Milán.

Scala, Firenze

El precio de la entrada más barata era el equivalente al jornal de un operario, lo que permitía el acceso de todo tipo de espectadores. Las localidades más económicas eran las de platea –donde se permanecía de pie o en sillas de tijera–, las del primer piso cercanas al escenario y las del último. Los palcos centrales solían estar arrendados a familias ricas, príncipes y embajadores. La sala estaba iluminada por velas y durante la función se servían comidas y bebidas. No era raro que a lo largo de las funciones hubiera risas, gritos, ovaciones y abucheos.

El argumento de las óperas solía tomarse de la mitología o la historia de
la Antigüedad
. A veces, el público de a pie tenía dificultades para conocer los personajes e identificarse con ellos, lo que hizo que se introdujeran escenas cómicas que aliviaran la tensión argumental. Así, por ejemplo, en la ópera de Monteverdi L’incoronazione di Poppea, Arnalta, la nodriza de Popea, era interpretada por un tenor travestido que protagonizaba las mejores escenas cómicas y encarnaba la sabiduría popular. 

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Antonio Canal, Canaletto. Grabado de A. Moureau, 1892.

Canaletto, el pintor por excelencia de Venecia

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Espectáculo para la vista

El éxito fulgurante de la ópera en Venecia tuvo varias claves. Una fueron los compositores de gran talento que escribieron para el nuevo género, como Monteverdi y Francesco Cavalli. Los cantantes también eran fundamentales, ya fuesen los castrati –como Giuseppe Maria Donati– o las sopranos, como Anna Renzi o Caterina Botteghi. De un cantante que intervino en La finta pazza, el gran éxito de la temporada de 1641, se decía que cantaba «tan delicadamente que las almas de los oyentes se elevaban por sí mismas al cielo para disfrutar de tal dulzura». 

El teatro de La Fenice

El teatro de La Fenice

El teatro de La Fenice, en Venecia, inaugurado en 1792, está considerado uno de los templos de la ópera.

AKG / Album

Una figura no menos importante para el éxito de una ópera era el escenógrafo, pues cuanto más espectacular era la puesta en escena mayor era la afluencia de público. El gran pionero en la escenografía operística fue Giacomo Torelli, un ingeniero naval que llegó a Venecia en 1639. Apasionado por el teatro, Torelli se especializó en la maquinaria para escenarios. Sus famosas «glorias» suspendían en el aire a los cantantes, causando el estupor de los espectadores. Igualmente, mediante un sistema de cabrestante y contrapeso accionados por ruedas, Torelli era capaz de cambiar los decorados a toda velocidad. De este modo, en una sola ópera los espectadores veían una sucesión de decorados espectaculares que, según Torelli, debían representar los cuatro elementos: el cielo para el aire, un jardín o un bosque para la tierra, el mar o una fuente para el agua y el infierno o una gruta para el fuego.

La complejidad de estos aparejos llevó a Torelli a construir en 1641, con el apoyo financiero de los nobles de la Accademia degli Incogniti, el Teatro Novissimo, el primero edificado expresamente para la ópera, que disponía de un impresionante escenario de dieciséis metros de profundidad, nueve de anchura y siete de altura. 

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Una máquina memorable

Las escenografías de Torelli causaban sensación. Giulio del Colle escribió a propósito de una representación de Il Bellerofonte, ópera estrenada en el Novissimo en 1642: «De entre las nubes aparecieron Palas Atenea y Diana con una sofisticada maquinaria, sin verse cómo se manejaba y sin entenderse cómo se movía ante el estupor de los espectadores [...] aparecieron con improvisada velocidad el patio y todo el cielo con indecible maravilla, representando la escena de la gruta de los vientos en Eolia. Después, dos personajes se alzaron por los aires con el vuelo en dirección opuesta de forma transversal, desaparecieron por los laterales y aparecieron otros tres que volaron unidos y dividiéndose después de forma maravillosa. Surgió Belerofonte a lomos de Pegaso […]. El héroe hirió con un hacha a la Quimera y ella dio grandes saltos, vomitando espantosas llamas de la boca […]. Esta memorable máquina y acción fueron estimadas, y no de fácil imitación». 

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Portada

Portada

Portada e inicio del libreto de Germanico sul Reno (Germánico en el Rin), escrito por Giulio Cesare Corradi.

Library of Congress, Music division

Escenas con truco

El teatro San Salvatore (actual teatro Goldoni) fue inaugurado en 1622 como teatro de comedia. Tras un incendio en 1652, sus propietarios, los Vendramin (una rica familia de patricios venecianos), decidieron reconvertirlo en teatro operístico para aumentar su prestigio y poder. El grabado de la derecha muestra la espectacular escena con la que se iniciaba la ópera Germanico sul Reno, representada en el San Salvatore en 1676, con música de Giovanni Legrenzi. Si el grabado es fiel a la realidad, en la escena participaban casi un centenar de personas, la mayoría comparsas, sostenidas por la sofisticada tramoya representada en el grabado bajo estas líneas. El grabado también muestra cuatro caballos, y, en efecto, se sabe que el escenario disponía de una entrada especial para los équidos.

1 Máquina circular suspendida de la armazón del techo, sobre la cual se colocaban los símbolos del tiempo. La rueda giraba mediante un cabrestante.

Gradas colgadas del techo. Sobre ellas se colocaban decenas de figurantes.

3 Máquina rodante en forma de globo terráqueo para el Tiempo.

4 Otra máquina rodante para la Gloria Militar.

Carro practicable que avanza desde el fondo del escenario después de que se suban las gradas y se retiren las máquinas rodantes.

 

 

Diseños de la ópera Germanico sul Reno. 1676. Biblioteca de la Ópera Garnier, París.

Germanico sul Reno cuenta la historia de Germánico, el sobrino de Tiberio, que guerreó contra los germanos en el Rin en 14-16 d.C. y moriría tres años después.

En la introducción de la ópera se muestra al Tiempo 1 que ordena girar continuamente a las Horas, los Días, los Meses y los Años, colocados en
una rueda 2. Aparece la Gloria Militar 3. Deseosa de detener el curso del tiempo para celebrar la victoria de Germánico en el Rin, lanza una flecha contra el Tiempo, que cae abatido 4. El grabado representa también la escena siguiente de la ópera, la entrada de Germánico en un carro triunfal tirado por cuatro unicornios 5, acompañado por caballeros y soldados con banderas 6.

 

 

Este artículo pertenece al número 231 de la revista Historia National Geographic.