Ramsés II, el faraón constructor

Los templos de Nubia

Ramsés II erigió cinco templos en la lejana Nubia para afianzar el poder egipcio en la región y a la vez mostrarse a sí mismo como un dios.

Abu Simbel

Abu Simbel

En la ribera occidental del lago Nasser, a 230 kilómetros de Asuán, en la primera catarata del Nilo, se alza el gran templo que Ramsés II levantó dedicado a él mismo y al dios Re Haractes, el Sol en su cénit. Cuatro monumentales colosos del faraón observan impasibles el paso del tiempo.

Foto: Peter de clercq / ALAMY / ACI

Una de las tareas principales que debía realizar el faraón cuando ascendía al trono era honrar a los dioses, ya fuese construyendo un nuevo templo o ampliando alguno de los muchos que se alzaban en Egipto. Durante el Reino Nuevo, la época en que el país del Nilo fue una de las mayores potencia del Próximo Oriente, hubo faraones que eligieron Nubia para este fin, con un doble propósito: dejar su huella en esas tierras lejanas (que se extendían desde el sur del actual Egipto hasta el norte de Sudán) e iniciar un proceso de divinización de sí mismos lejos del clero del dios Amón, cuyo centro era Tebas, la capital egipcia.

Cronología

TEMPLOS PARA LOS DIOSES

1279 a.C.

Ramsés II sube al trono. Concluye la construcción de su primer templo en Nubia en Beit el-Wali, empezado durante la corregencia con su padre, el rey Seti I.

1265 a.C.

En Abu Simbel, Ramsés inaugura su gran templo, dedicado a Re Haractes y a él mismo, y el pequeño templo, dedicado a la diosa Hathor y a su esposa, la reina Nefertari.

1240-1235 a.C.

Se completa el templo de Derr coincidiendo con el jubileo real. En 1235 a.C. se inaugura el de Wadi el-Sebua, edificado en parte por prisioneros libios.

1224 a.C.

Acaba la construcción del templo hipogeo de Gerf Hussein, que el soberano había ordenado iniciar en el año 38 de su reinado (1241 a.C.).

Aunque los sacerdotes tebanos tenían mucho poder, el rey era el único que ostentaba el privilegio de representarse a sí mismo
en el interior de los templos
. En éstos, el faraón aparece en actitud de honrar a las divinidades o de darles ofrendas y recibir de ellas el abrazo divino o el signo de la vida. Sin embargo, aunque nos pueda parecer que el rey se halla casi en pie de igualdad con los dioses, lo cierto es que se lo representa a una escala sensiblemente inferior a ellos e incluso en posición de sumisión.

Pero esta situción cambiaba cuando el soberano fallecía, pues entonces se asimilaba a Osiris, el dios del inframundo, de modo que también él se convertía en una divinidad. Por ello, en los templos funerarios (dedicados al culto del rey difunto) éste aparece con la barba trenzada, con los brazos cruzados sobre el pecho (la llamada posición osiríaca) y recibiendo ofrendas junto al resto de divinidades.

Ofrenda faraón

Ofrenda faraón

Este relieve del templo de Seti I en Abydos muestra al padre de Ramsés II realizando una ofrenda ante los dioses.

Foto: DEA/Album

Pero en Nubia, lejos de las miradas inquisidoras del clero egipcio, los reyes comenzaron un proceso de divinización en vida. Así lo advertimos en detalles como las representaciones del faraón a igual escala que otras divinidades, o recibiendo ofrendas sentado junto a ellas. En las primeras salas de los templos nubios, el monarca aparece en los pilares con la vestimenta de los vivos, sin la barba trenzada y ataviado con la típica falda en lugar de estar envuelto en el sudario de Osiris, señor del mundo de ultratumba. Y en el santuario, el lugar más sagrado y reservado a los dioses, se representa al monarca dentro del nicho junto con otras divinidades, dejando claro que el templo está dedicado a su persona, como si se tratara de un dios.

Quizás el soberano que más templos erigió a las divinidades fue Ramsés II. Durante sus 66 años de reinado construyó todo tipo de templos, desde el delta del Nilo hasta las entrañas de Nubia. Después de pacificar los territorios situados más al sur, inició allí un programa arquitectónico muy ambicioso: la construcción de cinco templos dedicados a varias divinidades.

Colosos Ramsés

Colosos Ramsés

Ocho colosos que representan a Ramsés II como Osiris flanquean el pasillo que lleva al interior de su templo en Abu Simbel.

Foto: Juergen Ritterbech / ALAMY / ACI

Excavados en la roca

Como elemento de propaganda política, Ramsés decoró sus templos con escenas relativas a las gestas militares de su reinado. Tales victorias se debían a la participación divina, y por ello los dioses aparecen representados junto al rey. Pero, además, este triunfo sobre el enemigo era el reflejo de la lucha cósmica entre el orden (maat) y el caos (isfet), personificados respectivamente en el pueblo egipcio y los extranjeros. De esta pugna dependía el equilibrio del universo, y mantenerlo fue la tarea que los dioses encomendaron a Ramsés II.

La originalidad de los templos construidos en Nubia por Ramsés II residió en el tipo de edificio: eran speos o hemispeos, es decir, templos construidos en todo o en parte excavando sus salas en el interior de la montaña; un modelo que ya habían elegido faraones como Hatshepsut o Horemheb. Generalmente se accedía a ellos a través de pilonos (una especie de grandes puertas monumentales) construidos con adobe o excavados directamente en la roca. Una avenida de esfinges precedía el pilono de entrada y en ocasiones continuaba en el patio que se abría después del pilono. Tras los patios se llegaba a una sala hipóstila, sustentada por columnas o pilares y situada en el interior de la tierra. Finalmente se alcanzaba el santuario, formado por una o varias capillas con nichos horadados en la piedra, que albergaban las estatuas de las divinidades.

Estatua Ramsés II

Estatua Ramsés II

Ramsés II. Estatua sedente del faraón, tocado con la corona azul jeperesh. Museo Egipcio, Turín.

Foto: DEA / Album
Ptah

Ptah

Estatuilla de bronce del dios Ptah, divinidad creadora de Menfis. período tardío (664-525 a.C.).

Foto: Heritage / Album

Un ejemplo de este tipo de templos es el de Gerf Hussein, edificado después de la primera catarata, en la orilla oeste del Nilo. Como en el caso de Abu Simbel, este santuario fue trasladado a raí

z de la construcción de la presa de Asuán, en 1964, y se reconstruyó en la isla
de New Kalabsha. Los egipcios lo conocían como la Casa de Ptah, ya que estaba dedicado al dios Ptah-Tenen de Menfis, una de las divinidades protectoras de los ejércitos del faraón.

Gerf Hussein

Gerf Hussein

El templo de Gerf Hussein. Las partes exentas se llevaron a New Kalabsha en la década de 1960; el templo en la roca se halla sumergido. 

Foto: ALAMI/ACY

Ramsés el dios

La estructura de este hemispeos, orientado de este a oeste, era bastante clásica: una avenida de esfinges conducía a un patio a cielo abierto bordeado por un pórtico en tres de sus lados. El pórtico tenía columnas con capiteles en forma de flor de loto y pilares con estatuas osiríacas del faraón (es decir, con la imagen del rey como Osiris). El cuarto lado del patio, al oeste, tomaba la forma de un pilono a través del cual se accedía a la parte del templo excavada en la roca. En su primera sala, cuyo techo se sostiene mediante seis pilares osiríacos, se excavaron cuatro nichos con imágenes de Ramsés flanqueado por dos divinidades.

Tras este recinto, otra sala conduce a tres capillas, de las cuales la de en medio se destinaba a la barca sagrada, en la que se portaba ritualmente a los dioses. En su nicho central hay cuatro divinidades: Ptah, Ptah-Tenen, Hathor y el propio Ramsés II, que aparece con el nombre de Pa-necher , «Ramsés el dios».

Colosos en Gerf Hussein

Colosos en Gerf Hussein

Este grabado en color de 1840 muestra el interior del templo de Gerf Hussein, con sus colosos osiríacos.

Foto: Alamy / ACI

Los templos del sur

Más allá de Gerf Hussein, río arriba, el faraón levantó la Casa de Amón: un templo dedicado a Amón, dios de los caminos, pues el lugar donde se construyó, Wadi el-Sebua, era el punto de llegada de las caravanas procedentes del desierto occidental. Como Abu Simbel, se trasladó en 1964 para evitar su destrucción.

Se entraba a él atravesando dos pilonos de adobe (hoy desaparecidos) decorados con estatuas del faraón, y un tercer pilono de piedra situado en una terraza más elevada. Esta última construcción, de veinte metros de altura, incluía cuatro estatuas colosales de Ramsés, de las cuales sólo queda una en pie. Seguía un patio flanqueado por dos pórticos, con cinco pilares osiríacos cada uno, y una escalera que conducía a la parte excavada: una sala hipóstila con doce pilares osiríacos, otra sala usada como cámara de ofrendas y el santuario central con dos capillas. Esta zona más sagrada, con el nicho central decorado con un grupo escultórico de Amón-Re, Ramsés y Re Haractes, fue convertida en iglesia en época copta.

Relieves de Wadi el-Sebua

Relieves de Wadi el-Sebua

Los relieves de Wadi el-Sebua. El interior del templo de Ramsés está decorado con relieves pintados que muestran al soberano haciendo ofrendas a las divinidades.

 

Foto: Sylvain Grandadam / Age Fotostock
Avenida de esfinges

Avenida de esfinges

Al templo de Ramsés II se llegaba por una avenida de esfinges. De ahíel nombre de este lugar, que significa Valle de los Leones.

 

Foto: Sylvain Grandadam / Age Fotostock

El templo más meridional de Ramsés fue el de Derr, edificado en la zona de donde partían las pistas de caravanas que se dirigían hacia el sur. El llamado Templo de Ramsés en la Casa de Re se edificó en el año 30 de reinado para celebrar el festival sed o jubileo del faraón. Sólo se conserva la parte excavada en la roca: en el nicho central del sanctasanctórum, donde están las capillas, aparece un grupo escultórico con Ptah, Amón-Re, Ramsés y Re Haractes.

Sabemos que en el año 7 de reinado, Ramsés y su esposa Nefertari viajaron a Nubia para que el monarca se mostrara a aquellos súbditos tan lejanos. Sin duda, ambos también deseaban contemplar las obras de unos templos que han dejado en esta región una huella indeleble, a juzgar por el número de turistas que los visitan, sobrecogidos ante la majestuosidad de las construcciones que Ramsés II dedicó a los dioses... y a sí mismo.

Hipogeo de Derr

Hipogeo de Derr

Dedicado al dios Re Haractes, el interior del speos de Derr es muy elaborado. Está decorado con magníficos relieves pintados que muestran al rey con los dioses.

 

Foto: Bertrand Rieger / Age Fotostock
Templo de Derr

Templo de Derr

En 1964, el templo de Derr fue desmantelado y reconstruido en una nueva ubicación, que se muestra en la imagen.

 

Foto: DEA / Age Fotostock

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Ramsés amamantado

Ramsés amamantado

Ramsés II es amamantado por la diosa Isis en este relieve que decora un muro del templo nubio de Beit el-Wali.

Foto: AKG / Album

El primer templo nubio de Ramsés II

Beit el-Wali fue el primer templo erigido por Ramsés. Rescatado de las aguas durante la campaña de salvamento de Nubia, presenta dos características diferenciales: sus pequeñas dimensiones y su apartada localización. Su estructura era la de los llamados hemispeos: se accedía a él través de un pilono de adobe, del cual no quedan vestigios, y luego se pasaba a un patio decorado con relieves de las campañas militares de Ramsés II. Una sala dispuesta transversalmente (como el brazo de una cruz) tenía en cada extremo un nicho con la imagen del rey junto a dos dioses. En el eje central del santuario hay un nicho con tres estatuas: Ramsés junto a dos dioses, uno de ellos Amón, a quien estaba dedicado el templo.

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Ramsés con los dioses

Ramsés con los dioses

El sanctasanctórum del gran templo de Abu Simbel, donde se muestra al rey con los dioses.

Foto: Alamy / ACI

Ramsés II, el faraón igual a los dioses

De todos los templos levantados por Ramsés II en Nubia, el más espectacular fue el de Abu Simbel. Dedicado a Re Haractes y a sí mismo, se excavó en un promontorio sagrado donde ya existía una gruta dedicada al culto de dioses locales. La imponente fachada con cuatro colosos del faraón venía precedida por un patio con estelas y estatuas rodeado por un muro de adobe. Tras el acceso, el templo se adentraba en la montaña a través de dos salas de pilares y un vestíbulo transversal hasta llegar al santuario. En el eje central, un nicho excavado en la roca muestra a los dioses Amón, Re Haractes, Ptah y el propio Ramsés. Junto a su templo, Ramsés levantó otro menor dedicado a su esposa Nefertari.

Este artículo pertenece al número 197 de la revista Historia National Geographic.