La pasión de los griegos

El teatro en Atenas

Miles de atenienses seguían con expectación, a veces emocionándose hasta las lágrimas, las funciones teatrales de las fiestas de Dioniso.

Disfrutando de una tragedia en el teatro. El público sigue con atención la representación de la tragedia 'Agamenón', de Esquilo, en un teatro situado frente a la Acrópolis de Atenas. Óleo por William Blake Richmond. 1884.

Disfrutando de una tragedia en el teatro. El público sigue con atención la representación de la tragedia 'Agamenón', de Esquilo, en un teatro situado frente a la Acrópolis de Atenas. Óleo por William Blake Richmond. 1884.

Foto: UHA / Getty Images

No hay duda de que una de las aportaciones más destacadas de Grecia a la cultura universal ha sido el teatro. Autores como Esquilo, Sófocles, Eurípides o Aristófanes crearon obras que hoy siguen siendo consideradas clásicos en sus géneros. Los recintos teatrales que se conservan, numerosísimos y a menudo de dimensiones imponentes, dan prueba de la gran difusión que alcanzaron los espectáculos teatrales. Siglos después, en la Europa del Renacimiento, los dramaturgos miraron al modelo griego para revivir un arte que había caído en el olvido.

Cronología

Autores trágicos y cómicos

536-533 a.C.

Se celebran las primeras Grandes Dionisias en Atenas. La tradición dice que Tespis fue el vencedor del primer concurso de tragedias.

472 a.C.

Estreno de Los persas, de Esquilo, la tragedia más antigua que se ha conservado de forma íntegra hasta nuestros días.

456 a.C.

Muere Esquilo. En su epitafio es recordado por su participación en las guerras médicas, no como autor de tragedias.

444 a.C.

Nace Aristófanes en Atenas. A mediados del siglo V a.C. comienzan a construirse los primeros teatros de piedra.

406 a.C.

Mueren los autores trágicos Eurípides y Sófocles. Se cierra así la época de mayor esplendor de la tragedia griega.

Sin embargo, el teatro en la antigua Grecia era muy distinto del espectáculo que hoy conocemos. Una primera diferencia es que las funciones se realizaban en un determinado momento del año, coincidiendo con las Grandes Dionisias, fiestas en honor de Dioniso que se celebraban en el mes de elafebolión (marzo-abril). Esto no era casual. Se cree que el teatro griego fue una derivación de las celebraciones y rituales religiosos consagrados a esta divinidad. En estas fiestas, Dioniso era agasajado con procesiones y comparsas festivas que se prolongaban durante varios días. Cuenta la tradición que fue a mediados del siglo VI a.C. cuando un dramaturgo llamado Tespis, natural de Icaria, decidió dar la palabra a uno de los integrantes de las agrupaciones corales que participaban en las Grandes Dionisias. Así nació un nuevo género poético, en el que partes cantadas se alternaban con partes recitadas, mimos y bailes. Testimonio de este origen era la presencia, en todas las funciones teatrales, de una imagen de Dioniso sobre un altar frente al escenario.

El dios del teatro. Sobre estas líneas, Dioniso y una ménade en un vaso de figuras rojas procedente de Chiusi. Museos Estatales, Berlín.

El dios del teatro. Sobre estas líneas, Dioniso y una ménade en un vaso de figuras rojas procedente de Chiusi. Museos Estatales, Berlín.

Foto: DEA / Album

Espectáculo de masas

Otra particularidad del teatro griego era que se trataba de un espectáculo de masas que congregaba a toda la comunidad. En efecto, las representaciones de las Grandes Dionisias tenían un considerable poder de convocatoria, a juzgar por el aforo del espacio escénico. Se cree que las gradas del teatro de Epidauro podían albergar unos 13.000 espectadores, mientras que las del teatro de Dioniso, en Atenas, daban cabida a más de 15.000. Nada que ver, por tanto, con el espectáculo más restringido que conocemos hoy en día. Semejante capacidad de reunión permitía aprovechar las funciones para tratar asuntos de la comunidad, como la rendición de cuentas de los aliados de los atenienses, cuyos embajadores también acudían a las representaciones, o el desfile de los huérfanos de los caídos en defensa de Atenas, que eran mantenidos con fondos públicos. Así pues, además de su dimensión religiosa y literaria, el teatro griego tenía también una vertiente política.

Teatro de Epidauro. Es uno de los teatros mejor conservados de Grecia y el que posee una acústica más precisa. Fue erigido en el siglo IV a.C. para acoger las Asclepeia, representaciones en honor del dios de la medicina Asclepio.

Teatro de Epidauro. Es uno de los teatros mejor conservados de Grecia y el que posee una acústica más precisa. Fue erigido en el siglo IV a.C. para acoger las Asclepeia, representaciones en honor del dios de la medicina Asclepio.

Foto: S. Kyriazis / Alamy / ACI

También es singular el hecho de que las obras que se representaban durante las Grandes Dionisias de Atenas formaran parte de un concurso dramático. De su organización se encargaba el arconte epónimo, un magistrado que seleccionaba a tres poetas trágicos y cinco autores cómicos. También designaba a un corego, elegido entre la élite de la ciudad para reclutar a los miembros del coro y asumir todos los costes.

Personajes trágicos

Antes del certamen, en el proagón, los autores anticipaban el contenido de las obras que presentaban a concurso. Del veredicto final se encargaban diez jueces elegidos por sorteo, uno por cada una de las tribus en las que se dividía la población del Ática, la región a la que pertenecía Atenas. El triunfador era galardonado con una corona de hiedra y otros premios.

Esquilo, el trágico. Este busto de mármol representa al autor que fue considerado desde la Antigüedad como el «padre de la tragedia». Museo Arqueológico Nacional, Nápoles.

Esquilo, el trágico. Este busto de mármol representa al autor que fue considerado desde la Antigüedad como el «padre de la tragedia». Museo Arqueológico Nacional, Nápoles.

Foto: Scala / Firenze

Los temas que se trataban en las tragedias procedían generalmente del imaginario mítico que circulaba entre los griegos desde hacía siglos. Una de las fuentes más importantes era la guerra de Troya. Así, Sófocles dedicó una tragedia a Filoctetes, héroe que contrajo una repugnante enfermedad cuando se dirigía a Troya y al que sus compañeros abandonaron en la isla de Lemnos.

Escena de 'las Euménides', tragedia de Esquilo que forma parte de la trilogía conocida como 'la Orestíada'. Crátera de figuras rojas. Siglo V a.C. Museo Arqueológico Nacional, Nápoles.

Escena de 'las Euménides', tragedia de Esquilo que forma parte de la trilogía conocida como 'la Orestíada'. Crátera de figuras rojas. Siglo V a.C. Museo Arqueológico Nacional, Nápoles.

Foto: DEA / Scala, Firenze

La casa reinante de Micenas inspiró, entre otras obras, la Orestíada, trilogía de Esquilo en la que se narra sucesivamente el asesinato de Agamenón a manos de su esposa Clitemnestra y de su amante Egisto, la venganza de su hijo Orestes y la exoneración definitiva del joven por intercesión de la diosa Atenea. Eurípides logró el tercer premio en las Dionisias de 431 a.C. con una obra en torno a Medea, mujer de origen «bárbaro» que se venga de su marido infiel, Jasón, matando a sus hijos comunes. En general, las tragedias planteaban situaciones extremas que ilustraban a los espectadores sobre la realidad del crimen y la culpa, el poder del destino y la insignificancia de los humanos frente a los dioses.

Heroína vengativa. Esta escena de una crátera ática de figuras rojas recrea el momento de la tragedia de Eurípides 'Medea' en que la protagonista regala una túnica envenenada a Creúsa, su rival en el amor de Jasón. Siglo V a.C. Museo del Louvre, París.

Heroína vengativa. Esta escena de una crátera ática de figuras rojas recrea el momento de la tragedia de Eurípides 'Medea' en que la protagonista regala una túnica envenenada a Creúsa, su rival en el amor de Jasón. Siglo V a.C. Museo del Louvre, París.

Foto: DEA / Album

La comedia, por su parte, también se originó en los ritos dionisíacos, que incluían cantos de contenido burlesco y festivo, pero con el tiempo evolucionó hacia la sátira social y política. La Lisístrata de Aristófanes, por ejemplo, trataba de una huelga de sexo de las mujeres atenienses contra la guerra.

Teatro de Taormina. Con una capacidad de 10.000 espectadores, es el segundo mayor teatro antiguo de Sicilia tras el de Siracusa. De origen helenístico, fue modificado durante la época romana.

Teatro de Taormina. Con una capacidad de 10.000 espectadores, es el segundo mayor teatro antiguo de Sicilia tras el de Siracusa. De origen helenístico, fue modificado durante la época romana.

Foto: Antonino Bartuccio / Fototeca 9x12

Los actores recibían el nombre de hypocrités, derivado de la palabra hypocrinomai, «interpretar» o «contestar». Eran los encargados de dar la réplica al coro. En los primeros tiempos sólo había un actor; Esquilo introdujo un segundo y Sófocles incluyó en total tres «actores de acompañamiento» o synagonistaí. Existían también los personajes mudos o figurantes, llamados kopháprósopa, que significa «máscara sorda». Un mismo actor podía interpretar a diferentes personajes en la misma obra, lo que requería una importante preparación, no sólo mental, sino también física. Dado que las mujeres tenían prohibido actuar, los hombres se veían obligados a representar papeles femeninos. Llegaron a conocerse dinastías de actores, como los Calipo, y según los testimonios históricos, las ciudades les reconocieron derechos de inmunidad y libre circulación.

Máscara trágica. Los actores llevaban máscaras de cuero o lona, pero sólo se han conservado las representaciones escultóricas, como esta máscara de bronce.

Máscara trágica. Los actores llevaban máscaras de cuero o lona, pero sólo se han conservado las representaciones escultóricas, como esta máscara de bronce.

Foto: Granger / Album

El coro apela al espectador

El coro tenía doce integrantes hasta que Sófocles lo aumentó a quince. Su función dependía de cada obra y del papel que le otorgaba el autor. Al frente de este grupo estaba el corifeo, que era el miembro más destacado. Se situaba en el centro de la fila más próxima al graderío buscando la proximidad –y complicidad– del público, y solía encargarse de las partes recitadas y de dialogar con los actores, mientras que el resto del coro se ocupaba de los fragmentos líricos. En las comedias, el número de miembros del coro podía incrementarse y su vestuario era más colorista.

Melpómene, musa del canto y de la tragedia, coronada con uvas y portando una máscara trágica. Gliptoteca Carlsberg, Copenhague.

Melpómene, musa del canto y de la tragedia, coronada con uvas y portando una máscara trágica. Gliptoteca Carlsberg, Copenhague.

Foto: Prisma / Album

Los griegos practicaban ya lo que hoy llamaríamos «puesta en escena». Había cosas que estaba prohibido mostrar, por ejemplo una muerte, de la que se informaba por un mensajero que traía la noticia o por la disimulada aparición del cadáver en segundo plano. Pero también existían recursos que buscaban sorprender al espectador. Así, se usaban grúas para que algunos personajes se movieran por el aire en el escenario, ya fuera para aparecer súbitamente o para desvanecerse. Se dice que fue Eurípides el primero en utilizar este recurso en su obra Medea, cuando la protagonista se elevó en el cielo sobre un carro de fuego.

Varios actores conversan durante la pausa de una representación teatral. Mosaico en el 'tablinum' de la casa del poeta trágico, en Pompeya.

Varios actores conversan durante la pausa de una representación teatral. Mosaico en el 'tablinum' de la casa del poeta trágico, en Pompeya.

Foto: Luciano Pedicini / RMN-Grand Palais

Espectadores ruidosos

El público estaba integrado, básicamente, por ciudadanos. Sabemos que los niños asistían a todas las representaciones, incluidas las tragedias, a pesar de sus enrevesadas tramas. Respecto a la presencia de las mujeres en época clásica, el testimonio de las fuentes es contradictorio, pero sí parece claro que en época helenística tenían autorizada la entrada.

No debemos imaginarnos una audiencia silenciosa, como la que hoy asiste a los teatros. A veces, la emoción se desbordaba. Se cuenta que cuando Frínico estrenó La toma de Mileto, una obra que narraba la conquista de esta ciudad de Asia Menor por los persas, se tuvo que suspender la representación por los sollozos del público. Otras veces los asistentes reaccionaban con abucheos, gritos o silbidos que interrumpían el ritmo de la representación; incluso tiraban higos secos u otras viandas que introducían en las gradas como refrigerio para hacer frente a la larga duración de los certámenes.

Durante el estreno de La toma de Mileto, se tuvo que suspender la obra debido a los sollozos del público

En las pendientes meridionales de la Acrópolis ateniense se han hallado unas fichas en las que se representan motivos teatrales, y que han sido interpretadas como una especie de billetes de entrada al recinto. El precio de la entrada en época clásica era de dos óbolos, más o menos la mitad de lo que un ateniense podía ganar en un día de trabajo. Se cree que Pericles creó un fondo público, llamado theorikón, para subvencionar la asistencia a los espectáculos de los ciudadanos con menos recursos, pero es una cuestión que todavía no tiene una respuesta definitiva. Tras el certamen, al caer la noche, los espectadores abandonaban el graderío de forma más bien tumultuosa a juzgar por testimonios como el de Jenofonte, quien instaba a los miembros de un escuadrón de caballería a moverse con orden, y no «estorbándose unos a otros como la gente a la salida del teatro».

Los privilegiados. Las autoridades y los personajes importantes de cada ciudad tenían reservados los mejores asientos en la primera fila del teatro, para seguir más cómodamente la representación. Sobre estas líneas, teatro de Dioniso en Atenas.

Los privilegiados. Las autoridades y los personajes importantes de cada ciudad tenían reservados los mejores asientos en la primera fila del teatro, para seguir más cómodamente la representación. Sobre estas líneas, teatro de Dioniso en Atenas.

Foto: Álvaro Germán Vilela / Alamy / ACI

Opiniones encontradas

El teatro tenía una importante función pedagógica, puesto que las obras que se llevaban a escena invitaban a la reflexión sobre los aspectos más conflictivos de la naturaleza humana. Sus versos eran, además, un fabuloso escaparate en el que se deslizaban los valores cívicos de la democracia. Pericles llegó al convencimiento de que el ciudadano ateniense podía ser educado a través del teatro. La propaganda del nuevo sistema político afloraba en los versos de los grandes dramaturgos, que profundizaban en conceptos como el deber ciudadano o la libertad, pero también en el propio funcionamiento del espectáculo, organizado por y para la comunidad.

La era de Pericles. El siglo V a.C. fue el período de auge del teatro en Atenas. Pericles impulsó una serie de medidas para promocionarlo y favorecerlo. Busto. Museo Británico.

La era de Pericles. El siglo V a.C. fue el período de auge del teatro en Atenas. Pericles impulsó una serie de medidas para promocionarlo y favorecerlo. Busto. Museo Británico.

Foto: Scala / Firenze

Sin embargo, el teatro en Atenas no siempre se ajustó a estas elevadas exigencias. Con el tiempo, la inspiración religiosa original se olvidó y el teatro se convirtió en una simple diversión para la gente común. Así al menos lo creía el filósofo Platón: «Al componer esta clase de obras y añadirles letras del mismo jaez, imbuyeron en la gente la transgresión de las leyes referidas a la música y el atrevimiento de considerarse capaces de juzgarla. El resultado de ello fue que el teatro, antes silencioso, se llenó de gritos, como si el público entendiese de lo que es buena o mala música; así que en vez de aristocracia se produjo una terrible teatrocracia».

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Actores siempre con máscara

Los testimonios sobre el vestuario de los actores dramáticos son tardíos, así que es difícil aventurar cómo salían a escena en época clásica. Sí sabemos que era esencial el uso de la máscara, en griego prósopon. En el fondo, ésta conservaba parte del carácter mágico que la caracterizaba en su origen, y su portador podía adquirir simbólicamente las cualidades de lo representado. A veces se les añadía una peluca y se exageraban los rasgos casi hasta la caricatura, siempre dentro de una proporción que no dejaba de ser naturalista. La forma triangular del arranque del pelo, conocida como oncos, servía para agudizar el carácter heroico de ciertos personajes. Otra función de la máscara era aumentar la resonancia de la voz: entre el actor y la última fila de espectadores podía haber de 75 a 100 metros.

Un actor se quita su máscara tras una representación teatral. Pintura del siglo IV a.C.

Un actor se quita su máscara tras una representación teatral. Pintura del siglo IV a.C.

Foto: Bridgeman / ACI

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La comunión de actores y público

En el siglo V a.C., las obras de Esquilo, Sófocles o Eurípides se representaron sobre simples tablados de madera. Sería ya en el siglo siguiente cuando surgieron teatros de dimensiones monumentales, como el teatro de Dioniso en Atenas, a la vez que se introdujeron otras modificaciones en el espacio escénico que definirían el modelo griego de teatro. En esas construcciones podían distinguirse tres grandes partes: el graderío, la orchestra y el escenario.

Gradas. El teatro se basaba en un graderío, llamado koilón, dividido en sectores (kerkis), separados por klimakes, escaleras que permitían el acceso a las partes altas. La primera fila, reservada a las autoridades, se llamaba proedria.

Orchestra. Enfrente de las gradas se encontraba la orchestra, un espacio circular o semicircular de tierra compacta, en cuyo centro se alzaba el altar de Dioniso. Era el espacio en el que actuaba el coro , encabezado por el corifeo. Sus miembros accedían a él desde sendos corredores laterales (párodoi). En la orchestra también estaban situados los músicos.

Escenario. Los actores, que eran únicamente hombres, se ubicaban en el logeion, un espacio elevado situado delante del proskenion o parte delantera de la skené. La skené era una plataforma que soportaba los escenarios y permitía, a través de tres accesos, que los actores entraran y salieran durante la actuación.

Episkenion. Sobre la skené podía elevarse el episkenion, una especie de tribuna desde la que intervenían, en caso de que fuera necesario, los actores que representaban a los dioses. También allí se situaban las grúas usadas para las apariciones de dioses, un recurso que se conoce como deus ex machina.

Actores travestidos. Un actor interpreta un papel femenino. Para ello se viste con un 'peplo' que le cubre completamente. Figurita de terracota. Museo Metropolitano, Nueva York.

Actores travestidos. Un actor interpreta un papel femenino. Para ello se viste con un 'peplo' que le cubre completamente. Figurita de terracota. Museo Metropolitano, Nueva York.

Foto: MMA / RMN-Grand Palais

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El vaso de los actores de Dioniso

El vasoprónomos, llamado así por el artista beocio que lo pintó hacia 410 a.C., es una crátera ática de volutas, decorada con figuras rojas. Esta decoración forma una escena en la que, en torno a Dioniso y su esposa Ariadna, recostados en una kliné y con Eros revoloteando cerca, aparecen numerosos actores preparándose para una representación teatral, antes de ponerse las máscaras que sostienen en las manos. Uno hace el papel de Heracles, provisto de una clava; otro es un Paposileno que sujeta una máscara de Sileno, el ebrio compañero de Dioniso, y lleva la nébride (una piel de animal) sobre los hombros. En la franja inferior, varios músicos se disponen a tocar, entre ellos un flautista sentado que toca una flauta doble o aulós.

Este artículo pertenece al número 208 de la revista Historia National Geographic.

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