A menos de media hora de Islamabad, la capital de Pakistán, se encuentran las ruinas de Taxila, un conjunto de áreas residenciales y edificios religiosos que desde el siglo VI a.C., y a lo largo de un milenio, fue uno de los núcleos de civilización urbana más brillantes del Asia central. Saqueada por los hunos en el siglo V d.C., Taxila cayó en el abandono y sus edificios fueron arruinándose. Se olvidó incluso el antiguo nombre del lugar, que pasó a llamarse Saraikhala. El redescubrimiento de Taxila tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIX, de la mano de estudiosos británicos que se lanzaron a catalogar las riquezas arqueológicas y artísticas en los dominios del Imperio británico en la India.
Cronología
El trabajo de una vida
1902
John H. Marshall es nombrado director general del Servicio Arqueológico de la India.
1913
Marshall empieza sus trabajos arqueológicos en Taxila, que durarán veintiún años.
1928
El arqueólogo renuncia a su cargo. Ese mismo año se inaugura el Museo de Taxila.
1934
John H. Marshall regresa al Reino Unido. Su informe sobre Taxila se publicará en 1951.
La institución encargada de este trabajo fue el Servicio Arqueológico de la India (Archaeological Survey of India), fundado en 1861. Su director, Alexander Cunningham, miembro del cuerpo de ingenieros de Bengala, fue el primero que identificó las ruinas de Saraikhala con la antigua Taxila e hizo dos breves campañas de exploración, en 1863-1864 y 1872-1873. Tras su jubilación en 1885, el Servicio Arqueológico se quedó sin fondos y estuvo a punto de cerrar en 1898 tras un escándalo de falsificaciones y contrabando de piezas arqueológicas. Por suerte, el nuevo virrey de la India, lord Curzon, envió un requerimiento a Londres en 1901 para que se nombrara a un nuevo director. Y fue el director del Museo Británico quien sugirió el nombre de John Hubert Marshall para ocupar ese puesto.
De Creta a Pakistán
Marshall era un filólogo clásico formado en la Universidad de Cambridge. Había empezado su carrera excavando en Cnosos y otros yacimientos de Creta bajo la supervisión de sir Arthur Evans. En 1901 tenía tan sólo 25 años, pero no dudó en asumir el puesto que le ofrecían.

Panorámica de la estupa Dharmarajika, en el yacimiento indio de Taxila.
Panorámica de la estupa Dharmarajika, en el yacimiento indio de Taxila.
Foto: Album
Marshall zarpó desde Marsella rumbo a la India el 6 de febrero de 1902, con la sola compañía de su mujer (con la que se casó antes de partir) y un escaso bagaje de conocimientos sobre el subcontinente indio. Nada más llegar puso manos a la obra. Ante la evidente falta de recursos y personal que se encontró, propuso la creación de una biblioteca especializada en arqueología y la puesta en marcha de un programa de formación para jóvenes estudiantes indios. Con esos equipos locales (y el apoyo de lord Curzon), en las siguientes décadas Marshall se ocuparía de la restauración de monumentos tan emblemáticos como el Taj Mahal e iniciaría excavaciones por todo el territorio del Raj, el Imperio británico en la India, incluyendo los dos centros más importantes de la civilización del valle del Indo: Harappa y Mohenjo-Daro (en lo que hoy es Pakistán).
Alguien llegado de Creta y entusiasmado por todo lo griego no podía dejar de visitar Taxila, pues por allí había pasado Alejandro Magno con su ejército antes de seguir adelante para luchar contra el rey Poro; y fue también allí, en ese lejano rincón del Punjab, donde reyes griegos gobernaron cien años después, dejando un legado perdurable de cultura helenística. Marshall partió de las notas de Cunningham para sus excavaciones en Taxila, que empezaron en 1913 y se prolongaron durante 21 años. Con ellas sacó a la luz monumentos decorados con figuras de Buda (en las que se reconocía la influencia clásica occidental) y recuperó joyas de oro y plata, útiles domésticos y armas que se guardaron en el museo de Taxila, construido a iniciativa del propio Marshall.

Pendiente de oro decorado con erotes sobre criaturas marinas. Gandhara.
Pendiente de oro decorado con erotes sobre criaturas marinas. Gandhara.
Foto: AKG / Album
Las campañas de excavación sólo se suspendieron durante la primera guerra mundial, ya que el ejército británico alistó a unos 800 trabajadores indios de los casi 1.200 que estuvieron empleados en el yacimiento. Como recordaría un agradecido Marshall años después: «No podría haber deseado un equipo de excavadores más estable y de carácter tan agradable como los que trabajaron conmigo en Taxila».
Tres ciudades
En las sucesivas campañas se sacaron a la luz extensos restos de calles y edificios que pertenecieron a tres ciudades sucesivas situadas a escasa distancia entre sí. La primera ciudad, alzada en el montículo de Bhir, era la más antigua –Marshall creía que se había fundado bajo el reinado del rey persa Darío I– y, por ello, las calles y casas formaban un entramado irregular, como los de algunos pueblos de Pakistán y el noroeste de la India. En cambio, en la ciudad fundada en el monte de Sirkap, a orillas del río Tamra Nala, en el siglo II a.C., se siguió un trazado regular típico de las urbes griegas –el trazado hipodámico o en damero–, con calles rectas que se cortaban entre sí en ángulo recto. Ésta fue la población más importante hasta que los belicosos guerreros kushán fundaron una nueva ciudad rodeada de gruesas murallas en el valle de Sirsukh, a finales del siglo I d.C.
Marshall recuperó en Taxila una variada colección de joyas de oro y plata, útiles domésticos y armas
Lo más notable, sin embargo, fueron los numerosos templos y santuarios que Marshall y su equipo excavaron fuera de estas ciudades, como la estupa Dharmarajika, edificada por el rey Ashoka para preservar reliquias de Buda; el templo zoroastriano de Jandial, con un pórtico de columnas jónicas de clara inspiración griega, o los monasterios budistas de época kushán de Mohra Moradu y Jaulian, profusamente decorados con relieves de estuco. La riqueza de estos edificios religiosos atrajo el interés de notables visitantes: el príncipe de Gales, el futuro rey Eduardo VIII, estuvo de visita oficial en Taxila el 9 de marzo de 1922 y el mismo Marshall fue su cicerone en el lugar, agasajándole luego con un almuerzo y una partida de croquet en el jardín de su bungaló.
Labor determinante
Marshall se retiró del servicio activo en 1928, pero permaneció en la India hasta 1934, ocupado en escribir guías y monografías de los yacimientos que había excavado hasta entonces. Con todo, la publicación de los tres volúmenes con las memorias arqueológicas de Taxila tuvo que esperar a 1951. Posteriores campañas han podido matizar algunas de las ideas de Marshall sobre Taxila y su historia (se han descubierto restos de un poblado neolítico, por ejemplo), pero su labor fue determinante para que hoy podamos contemplar unas ruinas que ilustran un milenio de brillante civilización en Asia central y que en 1980 fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
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Haciendo méritos
En creta, Marshall exploró yacimientos sin autorización en busca de piezas para el museo de la Universidad de Cambridge. Sus superiores censuraron estos «actos de piratería», pero a lord Curzon, el virrey de la India, le parecieron una prueba de que Marshall era el hombre enérgico que buscaba.

Marshall, su esposa y miembros del Servicio Arqueológico indio.
Marshall, su esposa y miembros del Servicio Arqueológico indio.
Foto: British Library / Album
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Budismo con rasgos griegos
Tras la conquista del Imperio persa por parte de Alejandro Magno, Taxila se vio influenciada por el helenismo de reinos vecinos como Bactria, y adoptó asimismo influencias culturales de pueblos como los escitas o los partos, o de imperios como los kushán y los gupta. Esta confluencia de diferentes tradiciones culturales se manifiesta en las numerosas esculturas y relieves que se han hallado en el yacimiento.

El bodhisattva Maitreya
El bodhisattva Maitreya. Esta estatua hallada en Taxila muestra características indias y griegas. Museo Guimet, París.
Foto: RMN-Grand Palais

Hoja de vid cincelada en hierro procedente de Taxila. Estilo Gandhara. Siglo I. Museo de Taxila.
Hoja de vid cincelada en hierro procedente de Taxila. Estilo Gandhara. Siglo I. Museo de Taxila.
Foto: Album

Estatua femenina.
Estatua femenina. La figura viste una túnica de estilo griego, aunque su estilo recuerda a las bailarinas celestiales del arte indio. Taxila.
Foto: Album

Patera con escena erótica, algo muy típico del arte indio. En este caso, los personajes muestran aspectos griegos.
Patera con escena erótica, algo muy típico del arte indio. En este caso, los personajes muestran aspectos griegos.
Foto: Getty Images
Este artículo pertenece al número 227 de la revista Historia National Geographic.