Hacia el año 300 a.C., Seleuco I Nicátor fundó dos ciudades gemelas a ambas orillas del río Éufrates, en un punto estratégico para el Imperio seléucida, que él mismo acababa de crear. La ciudad de Seleucia, en la orilla occidental del río, y la de Apamea, en la oriental, estaban unidas por un puente que garantizaba su comunicación. Desde la Antigüedad, ambas ciudades fueron conocidas como Zeugma, término griego que significa «puente» o «cruce». Hoy se denomina Zeugma a la ciudad localizada sobre la orilla occidental del Éufrates (la antigua Seleucia).
Desde entonces, las dos ciudades tuvieron un papel clave en la región. A comienzos del siglo I d.C. se incorporaron al Imperio romano y se convirtieron en un próspero enclave comercial. La mejor muestra de esta prosperidad son justamente los numerosos mosaicos con los que los ciudadanos ricos de ambas urbes decoraron sus villas.
Cronología
Arte de Zeugma
Siglos II-III
Era de esplendor de las ciudades grecorromanas de Seleucia y Apamea, fundada a orillas del río Éufrates por Seleuco I Nicátor alrededor del años 300 a.C.
1992
Comienzan las excavaciones para salvar los mosaicos de las villas de Zeugma.
2000
Culminan las labores de rescate de los mosaicos antes de que se inunde la presa.
2011
Se inaugura el Museo de los Mosaicos de Zeugma, en Gaziantep.
Del saqueo al rescate
El final de Seleucia y Apamea llegó en 252-253 d.C., cuando el Imperio sasánida las atacó y arrasó, borrándolas prácticamente del mapa. Durante siglos, el emplazamiento exacto de Zeugma fue una incógnita, a pesar de que aparecía en numerosos mapas. Hubo que esperar a la década de 1970 para confirmar su localización cerca de la actual ciudad de Belkis, en la provincia turca de Gaziantep. Sin embargo, el yacimiento y sus riquezas arqueológicas eran ya conocidos a nivel local. Desde finales del siglo XIX, viajeros occidentales vieron en los montículos cercanos al río un lugar potencial para poder encontrar antigüedades de valor. Las poblaciones vecinas, considerando las grandes cantidades de dinero que podían lograr vendiendo los objetos hallados, se organizaron y delimitaron zonas para llevar a cabo excavaciones furtivas. Éstas se realizaron por medio de túneles subterráneos, de más de cien metros de longitud, excavados en un terreno arcilloso, que ofrecía escasa resistencia. Así, Zeugma fue expoliada durante décadas, sin ningún control por parte de las autoridades.
La situación cambió a partir de 1986, cuando el gobierno turco anunció la construcción de varias presas en los ríos Éufrates y Tigris para responder a una creciente crisis energética. En 1988, el arqueólogo estadounidense Guillermo Algaze obtuvo un permiso del gobierno turco para prospectar la zona y determinar el impacto de la construcción de la presa de Birecik sobre el patrimonio arqueológico a orillas del Éufrates. En total, se estimó que unos 20 yacimientos arqueológicos se perderían bajo las aguas del embalse, entre ellos el de Zeugma. Pero nadie atendió las denuncias que Algaze formuló ante instituciones académicas y gubernamentales.

Marte. Estatua de bronce hallada en el año 2000 en una villa de Zeugma.
Foto: AGE Fotostock
Aunque en 1987 se estudiaron algunas tumbas que habían sido expoliadas y dejadas a la intemperie, fue en 1992 cuando se emprendieron las primeras excavaciones de salvamento en Zeugma, ante la inminente construcción de la presa de Birecik. Ese mismo año, el director del Museo de Gaziantep, Rifat Ergeç, descubrió una majestuosa villa a orillas del Éufrates, decorada con un espléndido mosaico que representaba la boda de Dioniso y Ariadna. Un año después, en 1993, el arqueólogo británico David Kennedy excavó otra villa cuyos mosaicos habían sido expoliados en el pasado. Hallazgos similares se produjeron al año siguiente.
Labor a contrarreloj
Ante el inicio inminente de la construcción de la presa, el equipo del Museo de Gaziantep hizo un llamamiento internacional para investigar y excavar las zonas que quedarían sumergidas bajo las aguas, tanto en Seleucia como en Apamea. En 1996 llegaron Catherine Abadie-Reynal y su equipo de la Universidad de Nantes (Francia). Más tarde se les unirían un equipo suizo y otro alemán dirigido por Martin Hartmann.
En 1997, iniciada ya la construcción de la presa, aparecieron los restos espectaculares de un mosaico y partes de unas termas privadas. Las obras se paralizaron un tiempo para extraer 36 fragmentos del mosaico, pero pronto se reanudaron. Para los arqueólogos la situación era cada vez más acuciante puesto que se acercaba el momento en que las zonas de interés arqueológico quedarían totalmente anegadas. Las puntuales y meticulosas excavaciones arqueológicas de años pasados se convirtieron ahora en una excavación mecánica y con maquinaria pesada para rescatar la máxima cantidad de material posible.
Los arqueólogos trabajaban en 13 yacimientos mientras el agua del embalse subía más de 10 cm al día
En el año 2000, terminada la presa, empezó la fase de llenado del embalse. Durante los cinco primeros meses de ese año se extrajeron unos 900 metros cuadrados de mosaicos, justo antes de que el agua sumergiese los yacimientos. Con un incremento diario de entre 10 y 25 cm en el nivel del agua, aquel tramo de la cuenca del Éufrates quedó transformado por completo en octubre de 2000. En este tiempo, el Packard Humanities Institute, una institución estadounidense radicada en California, sufragó trece nuevas zonas de excavación. Más de 200 personas trabajaron sin cesar en un complejo proyecto que, aunque no consiguió salvar el antiguo yacimiento, sí permitió rescatar un legado arqueológico único.

Mujeres desayunando. El texto griego que acompaña la escena principal indica que este mosaico corresponde a una obra teatral perdida de Menandro.
Foto: AGE Fotostock
Un nuevo museo
Inicialmente, los mosaicos y los variados restos y objetos arqueológicos recuperados durante las excavaciones de salvamento –entre los que se incluían diversas estructuras arquitectónicas de las villas– fueron depositados en el Museo Arqueológico de Gaziantep. Pero la cantidad y calidad de las obras rescatadas era tal que se decidió construir el Museo de los Mosaicos de Zeugma, adonde fueron trasladados los fondos en 2011; desde entonces ha ido acogiendo nuevos hallazgos, debidamente restaurados y protegidos. En su interior se exponen casi 2.500 metros cuadrados de mosaicos y 140 metros cuadrados de frescos, además de columnas, esculturas –entre ellas una emblemática estatua de bronce del dios Marte–, estelas funerarias y decoración arquitectónica.
Concluida la operación de salvamento, las excavaciones han proseguido en las zonas no sumergidas de Zeugma, particularmente en las grandes mansiones de la parte alta de la ciudad. Fue en una de esas villas donde un equipo de la Universidad de Ankara descubrió en 2014 un sensacional mosaico en pasta vítrea en el cual se representaron las nueve Musas de la Antigüedad.
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Bajo las aguas
El llenado de la presa de Birecik hizo subir el nivel del agua 50 metros, hasta cubrir enteramente la ladera en la que se encontraba la aldea de Belkis. La totalidad de la antigua Apamea quedó sumergida por las aguas. En el caso de Seleucia, se estima que quedó afectado el 30 por ciento de su superficie.

Aldea de Belkis cubierta por la presa de Birecik.
Foto: AGE Fotostock
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Retorno de un icono
En 2012, un arqueólogo turco denunció que un fragmento de un mosaico de Zeugma hallado en 1992, y saqueado poco después, estaba expuesto en una universidad estadounidense, que lo había comprado por 35.000 dólares a un comerciante de antigüedades. Tras las correspondientes gestiones, el mosaico retornó a Gaziantep en 2018. Se cree que la figura, popularmente conocida como «La gitana», es una ménade o seguidora del dios del vino Dioniso.
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El mosaico de Océano y Tetis
A unos quince metros sobre el nivel del Éufrates se encontraba una lujosa villa romana hoy conocida como la villa de Océano y Tetis, por los personajes con los que fue decorado el mosaico que adornaba la fuente central del peristilo (jardín porticado de la casa). La parte figurada del mosaico la ocupan los bustos de Océano y su esposa Tetis, que aparecen acompañados por tres amorcillos cabalgando sobre delfines y por una figura, quizá Pan, pescando desde una roca (arriba a la izquierda). El resto del campo lo componen peces y moluscos. La elección de este motivo se explica tal vez porque, según la mitología, Éufrates, como personificación del río mesopotámico, fue uno de los hijos de Océano y Tetis.

Mosaico de Oceáno y Tetis.
Foto: Images & Stories / AGE Fotostock
Este artículo pertenece al número 222 de la revista Historia National Geographic.