En el año 79, antes de que se desatara la furia del Vesubio, Pompeya era una ciudad viva y en transformación. Unos años atrás, en 62, la colonia había sufrido un terrible terremoto que produjo muchos daños materiales, pero se había recuperado progresivamente gracias al esfuerzo de los pompeyanos de todas las clases sociales. Los pórticos del foro –el centro comercial, político y religioso de la ciudad– estaban en reconstrucción, y el templo de Júpiter se había convertido en un almacén, sin que eso impidiera que la plaza acogiera cada día los puestos de venta de mercancías, a los ciudadanos que iban allí a comentar los anuncios y las leyes expuestas en carteles públicos, o a los patricios que se paseaban con su séquito de acompañantes buscando ser vistos y apreciados.

Vía de la Abundancia, Pompeya
Vía de la Abundancia, Pompeya
Recreación de la vida de los pompeyanos en la vía de la Abundancia, una de las calles más concurridas de la ciudad.
Peter Connolly / AKG / Album
El foro de Pompeya limitaba por uno de sus extremos con la vía de la Abundancia, una de las arterias más animadas y concurridas de la ciudad. Las viviendas, establecimientos comerciales y lugares de recreo que han aparecido bajo las cenizas de la erupción a lo largo de esta vía permiten imaginar la que reinaba en Pompeya justo antes de la catástrofe.

Vía de Mercurio
Vía de Mercurio
Era una calle céntrica que se dirigía al foro de Pompeya. Al fondo de la imagen se ve el arco de Calígula.
Buena Vista Images / Getty Images
Paseando por Pompeya
Quienes iban a pasear al foro podían continuar por esa calle hasta las grandes termas Estabianas, que también se estaban reparando y remodelando. Los espacios termales no solo aliviaban la fatiga de los cuerpos y contribuían a la higiene, sino que también permitían continuar con las relaciones sociales en un ambiente distendido.
Las termas Estabianas no eran las únicas; había otras cercanas al foro en funcionamiento y se estaba edificando un nuevo complejo que hoy llamamos termas Centrales.

Reconstrucción de las termas Estabianas de Pompeya
Reconstrucción de las termas Estabianas de Pompeya.
El dibujo muestra, a la izquierda, una palestra para entrenarse, y a la derecha, los diferentes ámbitos termales.
Scala, Firenze.
Se piensa que tras el terremoto del año 62 algunos pompeyanos de las capas más altas de la sociedad se habían marchado de Pompeya, dejando a sus libertos a cargo de la restauración y gestión de sus mansiones. Pero otros se quedaron y continuaron con sus actividades habituales, recibiendo a la gente en sus despachos domésticos para atender a quienes se acercaban a pedir favores.
En una casa de la vía de la Abundancia residía posiblemente Gayo Julio Polibio, un pompeyano culto y quizá dueño de una panadería cercana. Ya había sido edil, magistrado encargado de los edificios públicos y del orden, e incluso se había presentado a duunviro, la máxima autoridad de la colonia, aunque no sabemos si finalmente obtuvo el cargo. Su familia no era de mucho abolengo, puesto que, según opinan algunos, su abuelo había sido un liberto imperial y su padre se había mudado a Pompeya.
Cronología
Pompeya, vivir bajo el volcán
424 a.C.
El pueblo itálico de los samnitas invade Campania y conquista Pompeya.
89-80 a.C.
Sila asedia Pompeya. Poco después, la ciudad se rinde y se convierte en colonia.
59 d.C.
Tras una violenta reyerta, Nerón prohíbe los juegos en Pompeya durante 10 años.
62 d.C.
Un seísmo daña gravemente la ciudad, que debe ser reconstruida.
79 d.C.
La violenta erupción del Vesubio arrasa Pompeya y la sepulta bajo un manto de cenizas.
1748
Empiezan las excavaciones que irán sacando a la luz la antigua Pompeya.
La casa de Polibio presentaba la particularidad de que tenía dos entradas independientes que daban a la fachada principal: una de servicio, que daba acceso a la cocina y habitaciones de la servidumbre, y la otra para los dueños de la casa y los visitantes. Estos, al entrar, se admirarían del elevado atrio cubierto, aunque por entonces estuviera en obras para reparar los daños del terremoto. A este atrio se abría el tablinum, el despacho de Polibio. Un poco más atrás se situaba el peristilo, un patio parcialmente rodeado de columnas alrededor del cual se ubicaban ricas estancias que servían de dormitorio, salas de estar y comedores para uso exclusivo de la familia y de los huéspedes más importantes. El peristilo de Polibio era más bien un huerto tradicional con árboles frutales en lugar del jardín ornamental de plantas, fuentes y estatuas propio de otras casas pompeyanas.

La casa de Polibio
La casa de Polibio
Las imágenes muestran dos ambientes de la casa de Julio Polibio en Pompeya. Arriba, el atrio, y abajo, el peristilo, con un jardín al que se asomaban diversas habitaciones.

La casa de Polibio
Fotos: Vittorio Sciosia / Fototeca 9x12
Tabernas por doquier
La vía de la Abundancia estaba animada por varias cauponae, establecimientos de comida y bebida característicos del mundo romano. La caupona de Aselina –llamada así por un cartel electoral en su fachada en el que figura ese nombre– contaba con un mostrador en forma de L. En la parte de este que daba a la calle había tres vasijas de barro empotradas (dolia) cubiertas con tapas de madera que contenían alimentos en su interior, como aceitunas, altramuces, garbanzos cocidos o habas en vinagre. En la parte del mostrador que se internaba en el local había una vasija empotrada para el vino y, más al fondo, un recipiente encajado de bronce con un hueco debajo para calentarlo. Una pequeña escalera permitía subir a un altillo con habitación.
Otros carteles electorales de la fachada contenían nombres de mujeres: Zmyrina (tal vez alguien procedente de Esmirna), María (de origen judío) o Aegle (griega). Igual eran camareras o prostitutas que ejercían en el piso superior. La tal Zmyrina, aunque como mujer no tenía derecho al voto, apoyaba en uno de los carteles electorales a su vecino Gayo Julio Polibio.

Pompeyano de pro
Pompeyano de pro
Este busto de bronce se atribuye al padre del banquero Lucio Cecilio Jucundo, cuya casa en Pompeya se ha conservado. Museo Arqueológico, Nápoles.
Un poco más adelante, en la misma vía, se encontraba la caupona de Lucio Vetucio Plácido, un establecimiento de más calidad. Su mostrador exterior, también con vasijas empotradas, era más grande y estaba adornado con la hermosa pintura al fresco de un larario –altar doméstico donde se adoraba a los dioses lares–, en el que se había añadido a Mercurio, el dios del comercio y la prosperidad, y a Baco, el dios del vino. Pero Vetucio ofrecía también a sus clientes varias estancias interiores: una con sillas y mesas para comer, beber e incluso jugar sentados, y otra más parecida a un triclinio, un comedor de tres lechos para comer recostados. Se cree que en Pompeya el número de este tipo de locales superó los 300 para una ciudad de unos 20.000 habitantes. Esta elevada cifra podría deberse a la necesidad de alojar y alimentar a la gran cantidad de obreros y artesanos que estaban participando en la reconstrucción de la ciudad.

Una taberna típica
Una taberna típica
La caupona de Lucio Vetucio Plácido ofrecía bebida y comida en su mostrador al exterior, dotado de vasijas para guardar los alimentos. En el interior había varias estancias para comer y beber sentados. Al fondo se aprecia el larario.
Getty Images
Lavar la ropa en Pompeya
A la vía de la Abundancia se asomaban igualmente numerosos establecimientos comerciales. Uno de ellos era la fullonica o lavandería atribuida a un tal Estéfano.
Se trataba de una antigua residencia que tras el terremoto del año 62 fue reconvertida en un negocio de lavado de ropa. A la puerta, un recipiente recogía la orina de los viandantes para emplearla como detergente. El impluvium, estanque central del patio principal de la casa, se había transformado en un gran pilón para el lavado de prendas delicadas, mientras que en la parte posterior de la vivienda se habían construido pilas más pequeñas para el pisado y el tratamiento de las prendas más difíciles de limpiar. Otras estancias nobles se usaban como oficina y almacén, mientras que la terraza se habilitó como tendedero.

Una taberna de Pompeya
Una taberna de Pompeya
Este óleo de Alma-Tadema muestra a varios hombres reunidos en una caupona o taberna en Pompeya. 1869-1874. Guildhall Art Gallery, Londres.
Bridgeman / ACI
Y al final, la destrucción
La vida de Pompeya se vio brutalmente truncada por la erupción del Vesubio el 24 de agosto (o, según otros, octubre) del año 79. Una gigantesca columna surgida del volcán avanzó sobre la ciudad, sumiéndola en la oscuridad y arrojando sobre ella una constante lluvia de rocas volcánicas y ceniza. En medio de una gran confusión, muchos optaron por huir mientras que otros decidieron refugiarse en sus casas. Fueron estos últimos quienes corrieron peor suerte. En el interior de la lavandería de Estéfano se encontró, junto a una gran cantidad de dinero, el esqueleto de una víctima, quizás el mismo Estéfano, muerto cuando intentaba salvar sus ganancias.

El pan de los pompeyanos
El pan de los pompeyanos
Esta hogaza de pan totalmente carbonizada se ha conservado completa y fue descubierta en la panadería de Modesto, en Pompeya. Museo Arqueológico Nacional, Nápoles.
Scala, Firenze.
Los habitantes de la casa de Gayo Julio Polibio también permanecieron dentro de su vivienda. La caída de piedra pómez y ceniza hizo que las cubiertas y los muros se derrumbaran en la parte anterior que daba a la vía de la Abundancia. Los residentes tuvieron que refugiarse en dos estancias del fondo del peristilo que se usaban como comedores. Allí permanecieron toda la noche. Entonces, entre las 7:30 y las 8:00, los flujos piroclásticos procedentes del volcán, una mezcla de gases tóxicos, cenizas y fragmentos de rocas a altísimas temperaturas, entraron por el jardín del peristilo y derribaron las puertas de las estancias causándoles la muerte. En uno de los comedores aparecieron siete esqueletos, cuatro de ellos de la misma familia, tal vez Polibio, su esposa y el hijo de ambos junto con su mujer embarazada. En el otro se encontraron los restos de seis personas, posiblemente los esclavos u otros miembros de la familia.

La lavandería de Estéfano
La lavandería de Estéfano
Bajo estas líneas se muestran dos de las estancias de la fullonica o lavandería de Estéfano. Arriba, la pileta construida en el atrio de la antigua residencia. Abajo, una habitación residencial del dueño de la casa, decorada con pinturas del llamado cuarto estilo pompeyano.
Manuel Cohen / Aurimages

La lavandería de Estéfano
Manuel Cohen / Aurimages
Al término de la erupción, la ciudad había quedado totalmente sepultada, y con ella los habitantes que no pudieron huir a tiempo. Pero esa tragedia sirvió para conservar los restos de la ciudad hasta que resurgió de sus cenizas gracias a la labor de los arqueólogos.

Fresco de la lavandería
Fresco de la lavandería
Fresco que representa a un pájaro revoloteando que decoró una de las paredes de la fullonica o lavandería de Estéfano, en Pompeya.
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El gusto artístico de Julio Polibio
finca para apartamentos

El foro de Pompeya
El foro de Pompeya
Detalle del fresco que decoraba un friso del atrio de entrada de la casa de Julia Félix, con escenas de la vida cotidiana en el foro de Pompeya.
Alamy / ACI
Hacia el final de la Vía de la Abundancia, en dirección a la puerta del Sarno, estaba la gran propiedad de Julia Félix, que ocupaba una manzana entera. Posiblemente su dueña se vio obligada a alquilar parte de sus amplias posesiones tras el terremoto del año 62, como consta en un cartel de su fachada que ofrecía en alquiler sus elegantes instalaciones termales, así como locales con entrepiso para negocios y también apartamentos. El atrio de entrada estaba decorado con un friso que evocaba escenas de la vida cotidiana en el foro de Pompeya. Su amplio jardín destaca por el pórtico de pilastras de mármol de orden corintio y el lujoso comedor que se abría al este, dotado de una enorme fuente interior situada entre los lechos de los comensales, y en la cual el agua manaba en cascada.
La mansión de un sibarita

El mito de Narciso
El mito de Narciso
Este fresco decora un comedor exterior de la casa de Octavio Cuartión. Representa a Narciso, cuyo rostro se refleja en el estanque.
Christian Goupi / AGE Fotostock
En la casa llamada de Octavio Cuartión, situada en la vía de la Abundancia, contrasta el poco espacio destinado a vivienda en comparación con la amplitud de su jardín. Su rico propietario había querido tener una verdadera villa de recreo en plena ciudad: quiso crear un lugar ideal en el que aislarse de los ruidos y el ajetreo de la vida diaria. La zona verde, con amplios espacios para el paseo y el descanso, presenta dos largos estanques que forman una T, dispuestos en dos niveles, provistos de estatuas y con peces en su interior. En un extremo del estanque transversal se habilitó un pequeño espacio con dos lechos para comer recostados al aire libre, decorado con frescos que evocan escenas amorosas de la mitología: Narciso contemplándose en el agua y la trágica historia de Píramo y Tisbe.
Este artículo pertenece al número 234 de la revista Historia National Geographic.