Cristianismo Primitivo

Pablo de Tarso, el apóstol viajero

Una visión mientras viajaba hacia Damasco convirtió a Pablo de Tarso, hasta entonces un fiero perseguidor de cristianos, en el apóstol que llevó la nueva religión a todos los rincones del Imperio romano

El apóstol de los gentiles

El apóstol de los gentiles

En Éfeso (la actual Turquía) se conserva la más antigua  representación de Pablo de Tarso, del siglo VI. Está en una cueva que, según la tradición, fue cedida por santa Tecla a san Pablo, y que este usó como lugar de estudio y plegaria.

Marco Ansaloni

Saulo Pablo, más conocido como Pablo de Tarso, es uno de los personajes más influyentes en la historia del cristianismo primitivo. Sus orígenes, su conversión y las circunstancias que envuelven su predicación le dieron un perfil único y lo convirtieron en un referente para las primeras comunidades cristianas, en pleno proceso de creación y expansión tras la muerte de Jesús.

 

Crismón

Crismón

Mosaico con la representación de un crismón. Museo de Historia de la Ciudad, Barcelona.

Album

Hasta llegar ahí el camino no fue fácil. Pablo nació en la ciudad de Tarso, en Cilicia, al sur de Anatolia, en el seno de una familia judía helenizada. Los habitantes de Tarso gozaban del privilegio de la ciudadanía romana desde la época de Marco Antonio, a mediados del siglo I a.C., lo que explica que el futuro apóstol tuviera un nombre romano –compuesto por un praenomen (Saulo) y un cognomen (Pablo)– con el que se referiría a sí mismo y firmaría sus epístolas. No obstante, su familia debió de ser relativamente humilde, pues durante su niñez y juventud aprendió el oficio de fabricante de tiendas, que siguió practicando incluso cuando se convirtió en apóstol cristiano. Se ha sugerido que esta habilidad explica sus largos viajes de apostolado, en los que portaría trozos de tela para montar una tienda en cada etapa.

Cronología

Las misiones de Pablo

35-36

Tiene lugar la conversión de Pablo, seguramente un año después de la muerte del protomártir Esteban. Hacia el año 48 emprende un viaje de predicación a Chipre, centro y este de Asia Menor y Siria.

49-56

Durante estos años se producen el segundo y el tercer viaje de predicación de Pablo de Tarso, en los que atraviesa Asia Menor de este a oeste y llega a varias ciudades de Grecia y de Macedonia.

60-62

Cuarto viaje de predicación de Pablo de Tarso, que acaba con su estancia final en Roma. Algunas tradiciones indican que Pablo quería llegar más al oeste, a tierras de Hispania.

64-67

Pablo es condenado a muerte en Roma durante el reinado del emperador Nerón (54-68). Al tener la ciudadanía romana, es ejecutado mediante la decapitación.

Vidrio pintado

Vidrio pintado

Vidrio pintado con el retrato de una pareja rodeada de santos. Museo Nacional del Bargello, Florencia.

Scala, Firenze

Probablemente cuando todavía era un niño, se trasladó a Jerusalén para completar su formación religiosa. Allí tuvo como maestro a Gamaliel I, miembro destacado del Sanedrín de la ciudad santa, el consejo de gobierno de los judíos. Esta educación lo llevó a unirse a los fariseos, judíos que se caracterizaban por exigir una observancia estricta de la ley mosaica (las reglas religiosas que guiaban la vida de los judíos) y de determinadas tradiciones.

Muro de las lamentaciones, Jerusalén

Muro de las lamentaciones, Jerusalén

La formación de Saulo

Siendo un niño, el joven Saulo se trasladó desde Tarso a Jerusalén, donde fue formado por el maestro Gamaliel, miembro del Sanedrín. En la imagen, el Muro de las Lamentaciones, en Jerusalén.

Richard T. Nowitz / AWL Images

Enemigo de los cristianos

Como judío ortodoxo, Pablo rechazó de plano el nuevo movimiento de Jesús de Nazaret, que se había desarrollado como una alternativa popular al judaísmo del Templo. Tras la muerte de Jesús en la cruz, en el año 30 o en el 33, sus seguidores habían mantenido viva la fe en la resurrección del Mesías y en la pronta llegada del fin del mundo. Pablo reprochaba a los cristianos que no observaran la ley mosaica y que se relacionaran libremente con los no judíos, adoradores de ídolos. Como estos primeros cristianos eran en su mayoría judíos y participaban en la vida de la sinagoga, Pablo consideró que su deber era identificarlos y detenerlos para que fueran castigados. En la tradición, Pablo será presentado como un despiadado perseguidor de los cristianos. En los Hechos de los apóstoles, el futuro apóstol es citado por primera vez a propósito de la muerte de Esteban, un joven seguidor de Jesús y el primer mártir de la tradición cristiana. Tras una discusión con unos judíos, Esteban fue detenido por blasfemia y juzgado por el Sanedrín, que lo condenó a ser lapidado. En los Hechos se dice que Saulo se ocupó de guardar los mantos de los acusadores que iban a lapidar al cristiano y aprobó esta muerte, y que, durante la persecución que aconteció después, se dedicaba a registrar casas y sacar de ellas a rastras a los cristianos que encontraba.

Lapidación de san Esteban

Lapidación de san Esteban

Detalle de La lapidación de san Esteban. Óleo por Annibale Carracci. Museo del Louvre, París.

Hervé Lewandowski / RMN-Grand Palais

Pero las creencias de Pablo cambiaron de manera radical poco después. Durante un viaje que hizo a la ciudad siria de Damasco, de repente se vio arrojado a tierra y experimentó una revelación en la forma de una voz procedente de una luz venida del cielo que le dijo: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». La voz, identificada como la de Jesús, lo instó a entrar en la ciudad de  Damasco y hacer allí lo que se le ordenara. La intervención divina lo dejó ciego tres días (el mismo lapso de tiempo que se creía que transcurrió entre la muerte y la resurrección de Jesús). Una vez en Damasco, un cristiano llamado Ananías lo visitó por orden de Jesús –que entretanto se había aparecido a Pablo–, e imponiéndole las manos hizo caer de sus ojos las escamas que le impedían ver. Tras recuperar la vista, Pablo fue bautizado. Así, el antiguo perseguidor de cristianos comenzó a vivir de nuevo, abandonando su conducta y su vida anteriores. 

Cruz cristiana y menorá

Cruz cristiana y menorá

Cruz cristiana sobre una menorá en una inscripción del siglo IV perteneciente a una iglesia de Laodicea, en la actual Turquía.

Marco Ansaloni

La conexión con el Mesías

Más allá del cariz legendario de esta escena de la conversión, lo importante es que servía para justificar el protagonismo que tendría Pablo en la expansión del cristianismo. En términos rigurosos, Pablo no cumplía con todos los requisitos para ser considerado un apóstol, pues no había sido uno de los discípulos que estuvieron con Jesús desde su bautismo hasta su resurrección y ascensión a los cielos. Pablo, en cambio, reclamó en sus epístolas ese título con insistencia, argumentando que eran apóstoles quienes habían tenido una visión de Jesús resucitado, como la que él tuvo en el camino de Damasco.

En el trayecto a Damasco, Pablo fue lanzado al suelo por una voz que le preguntó: «¿Por qué me persigues?» 

Tras su conversión, Pablo desarrolló el mismo tipo de actividad que los apóstoles que habían sido discípulos de Jesús. Durante casi treinta años, hasta su muerte en torno a 64-67, Pablo se dedicó incansablemente a predicar la doctrina cristiana. Hizo cuatro grandes viajes por buena parte de los territorios del Imperio romano, con el fin de contactar directamente con los primeros grupos de cristianos que se iban estableciendo en localidades de cierta importancia. Además, su mensaje quedó plasmado en una serie de cartas dirigidas a esas comunidades –como las de Tesalónica, Roma, Atenas o Éfeso–, en las que formulaba los preceptos básicos de la doctrina cristiana y de la vida que debían llevar los fieles.

Ruinas de una basílica en Kourion, Chipre

Ruinas de una basílica en Kourion, Chipre

Chipre cristiana

Cuando Pablo llegó a Chipre ya existía un pequeño grupo de judíos cristianos. En la imagen, ruinas de una basílica del siglo V en Kourion, en el suroeste de Chipre.

Georgios Tsichlis / Getty Images

Un mensaje universal

Lo que distinguió a Pablo de los primeros seguidores de Jesús fue su decidida apuesta por difundir el mensaje cristiano entre toda la población, y no únicamente entre el pueblo judío. Pablo se opuso con fuerza a los cristianos de Jerusalén, que exigían a los no judíos que se circuncidaran como signo de su aceptación de la alianza entre Dios y Abraham. En su visión, la ley judía había quedado superada por la nueva fe en Jesucristo. «No hay ya judío ni griego, no hay esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, puesto que todos vosotros sois uno en el Mesías, Jesús», declaró en un célebre pasaje de la Carta a los gálatas.

Quema de libros

Quema de libros

Quema de libros en Éfeso

En Éfeso, los nuevos cristianos recién convertidos se disponen a quemar sus antiguos libros y manuscritos ante Pablo. Óleo por Eustache Le Sueur. 1649. Galería Nacional, Londres. 

AKG / Album

Aunque en sus misiones Pablo convirtió a algunos judíos, la mayoría de los nuevos prosélitos fueron gentiles (es decir, no judíos). Durante su segundo y tercer viaje de predicación, Pablo visitó diferentes ciudades de Asia Menor y de la Grecia continental con un largo pasado de cultura pagana, como Éfeso, Tesalónica o Atenas, en las que introdujo la doctrina cristiana. En Tesalónica logró que parte de los habitantes abandonara «los ídolos», los dioses del panteón grecorromano, para reconocer al «Dios vivo y verdadero» y a «su Hijo», Jesucristo. 

«No hay ya judío ni griego, no hay esclavo ni libre, ni hombre ni mujer», dijo Pablo, afirmando que todos eran iguales ante Dios

En el capítulo 17 de los Hechos de los apóstoles se cuenta la larga estancia que Pablo hizo en Atenas, centro y símbolo de la cultura griega antigua. La ciudad se describe como un enclave lleno de ídolos, por lo que Pablo pasa los días acudiendo a la sinagoga para discutir con los judíos atenienses, pero también acude al ágora para debatir con filósofos epicúreos y estoicos. Estos «armaban con él disputas; y unos decían: “¿Qué quiere decir este charlatán?” y otros: “Este parece que viene a anunciarnos nuevos dioses”, porque les hablaba de Jesús y de la resurrección». 

El episodio más destacado de la estancia de Pablo en Atenas tuvo lugar en el Areópago, colina en la que se ubicaba un importante tribunal. En este lugar emblemático, Pablo pronunció un discurso en el que destacó la naturaleza única y exclusiva del dios cristiano y la resurrección de los muertos. Aunque muchos se burlaron, Pablo logró la conversión de parte de los presentes. Entre ellos se encontraba un importante miembro del Areópago, conocido como Dionisio el Areopagita, que a la postre se convertiría en primer obispo de la ciudad de Atenas, y una mujer llamada Dámaris. El episodio ejemplifica el camino a la conversión que en aquella época emprendieron numerosas personas, seguidoras de otras creencias.

La mujer exorcizada

La mujer exorcizada

La mujer exorcizada

En la ciudad macedonia de Filipos, Pablo se encontró con una joven adivina a la que trató como si estuviera poseída por el diablo. Grabado holandés del siglo XVII.

Alamy / ACI

La doctrina paulina

Después, Pablo marchó a Corinto. Su estancia allí, que se prolongó durante un año y medio, ilustra cómo se desarrollaba su actividad predicadora. Se alojó en casa de una pareja de judíos cristianos, «y como era del mismo oficio se quedó con ellos y trabajaba, pues eran de oficio fabricantes de tiendas. Discutía cada sábado en la sinagoga y trataba de convencer a judíos y a griegos». Luego se mudó a una casa contigua a la sinagoga de Corinto. El jefe de esta «creyó con toda su familia, y muchos corintios, al enterarse, creían y recibían el bautismo». Los demás judíos acusaron a Pablo ante el procónsul o gobernador de la provincia de Acaya, pero este decidió no intervenir y el apóstol pudo partir libremente hacia Siria.

«Es indecoroso para la mujer hablar en la asamblea», escribió Pablo en la Primera carta a los corintios

Las cartas de Pablo ilustran lo que debió de ser una de sus principales tareas como apóstol: solventar las dudas de carácter ético o práctico que surgían en el seno de las primeras comunidades cristianas. En la mayoría de casos, Pablo intentó encontrar un equilibrio entre las enseñanzas y los valores transmitidos por el cristianismo y los usos sociales ya establecidos. Es el caso de la cuestión de la posición de la mujer en la sociedad. Aunque en términos generales Pablo afirmaba que en el cristianismo no hay diferencia entre el hombre y la mujer –«no hay ni hombre ni mujer», decía en el pasaje antes citado de la Carta a los gálatas–, en la práctica defendía una posición conservadora según la cual la mujer estaba subordinada al hombre y se le impedía participar activamente en los asuntos públicos de las comunidades. «Las mujeres cállense en las asambleas –escribía en la Primera carta a los corintios–, pues no les está permitido hablar; estén sumisas, como también dice la Ley. Y si quieren aprender algo, pregúntenlo a sus propios maridos en casa, pues es indecoroso para la mujer hablar en la asamblea». 

Pablo también discutió el papel de la sexualidad en la vida de los cristianos. Por un lado, defendía la superioridad de la virginidad y la castidad, pero, al mismo tiempo, consideraba el matrimonio como un refugio ante las asechanzas del demonio y la lascivia. En definitiva, el cristiano debía abstenerse de toda actividad sexual, pero, si no podía, sería mejor que estuviera casado y pudiera satisfacer sus deseos con su cónyuge sin caer en la lujuria o el adulterio. De esta manera, Pablo, como en muchos otros aspectos, integró la esencia de los valores más importantes del mensaje cristiano en las estructuras sociales establecidas. 

San Pablo Extramuros

San Pablo Extramuros

San Pablo Extramuros

Edificada en el lugar donde fue enterrado Pablo, la basílica debe su nombre a que estaba fuera de las murallas Aurelianas, que en aquel entonces protegían Roma.

Wiskerke / Alamy / ACI

La mayoría de los relatos sitúan los últimos días de Pablo en Roma, adonde llegó en su último viaje. Aunque los Hechos de los apóstoles no llegan a relatar su fin, se cree que murió como un mártir, víctima de las persecuciones contra los cristianos por parte de las autoridades romanas. En los Hechos de Pablo, un texto apócrifo de mediados del siglo II, se relata su muerte por decapitación por orden del emperador Nerón (54-68). El texto cuenta cómo, al cortarle el verdugo la cabeza, brotó del cuello leche en lugar de sangre y cómo Pablo resucitó al día siguiente y ascendió a los cielos, como su maestro Jesús.

Otra versión liga su martirio al del apóstol Pedro, una tradición que se basa en la estrecha relación entre ambos y en el culto conjunto que recibieron desde la época del primer cristianismo. Esta leyenda aparece relatada en otro texto apócrifo, los llamados Hechos de Pedro y Pablo. En él, Pablo es decapitado al tiempo que se produce el milagro de una mujer tuerta que recupera la vista. Además, unos cristianos piadosos recuperan las reliquias del apóstol con la intención de llevárselas a Oriente, pero son detenidos por un prodigioso terremoto que sugiere que sus restos no deben salir de la ciudad. De esa manera, Pablo quedó enterrado en la vía Ostiense, en el lugar sobre el que hoy en día se levanta la basílica de San Pablo Extramuros, cuya primera edificación data de la época de Constantino, el emperador que concedió libertad de culto a los cristianos.

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¿se cayó pablo de un caballo?

Un punto de inflexión

Un punto de inflexión

Un punto de inflexión

Este óleo de Scarsellino recrea el episodio de la caída del caballo que precedió a la conversión de Pablo al cristianismo durante su viaje a Damasco. 1590-1595. Museos Capitolinos, Roma.

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La conversión de Pablo en el camino de Damasco ha dado lugar a la expresión popular «caerse del caballo», que tiene normalmente el sentido de «darse cuenta de algo evidente» o «tener una revelación». Sin embargo, en los tres pasajes de los Hechos de los apóstoles (cap. 9, 22 y 26) donde se cuenta que Jesús se le apareció como una luz cegadora y le hizo caer al suelo no se hace ninguna referencia a que Pablo fuera montado en un caballo. Fue la tradición posterior la que introdujo ese elemento.

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la victoria de pablo sobre el mago elimas

Apóstol Pablo

Apóstol Pablo

El apóstol Pablo, por Claude Vignon. Siglo XVII. Galería Sabauda, Turín.

Scala, Firenze

En los Hechos de los apóstoles (cap. 13) se cuenta que, en su primer viaje de predicación, Pablo llegó a Chipre con un judío chipiotra converso, Bernabé, y el primo de este, Marcos, autor del segundo evangelio. En Pafos fueron recibidos por el procónsul romano Sergio Paulo, que estaba «deseoso de escuchar la palabra de Dios». Con él se hallaba un enemigo del cristianismo, un «mago» y «falso profeta judío» llamado Barjesús o Elimas. Pablo lo miró, lo llamó «hijo del diablo» y le anunció que se quedaría ciego por un tiempo. En efecto, «inmediatamente cayeron sobre él la oscuridad y las tinieblas». Impresionado por el milagro, Sergio Paulo se convirtió.

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así era pablo: calvo y con nariz alargada

Retrato de san Pablo

Retrato de san Pablo

Retrato de san Pablo (derecha) en la obra del Greco titulada San Pedro y san Pablo. 1587-1592. Museo del Hermitage, San Petersburgo.

Album

Resulta curioso que la imagen física de Pablo se haya mantenido estable a lo largo de los siglos. Una primera descripción de su aspecto figura en los Hechos de Pablo y Tecla, una sección de los Hechos de Pablo apócrifos que pronto comenzó a circular en solitario. Al principio de la narración se describe a Pablo como «un hombre de pequeña estatura, calvo, de piernas arqueadas, aspecto saludable, cejijunto, pequeña nariz alargada y lleno de gracia». Este retrato de Pablo se ha relacionado con la fisiognomía, teoría que establecía la relación entre la apariencia física del individuo y su carácter, aunque también se ha destacado su semejanza con la representación de filósofos en la Antigüedad.

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el apóstol al que querían las mujeres

Biblioteca de Celso, Éfeso

Biblioteca de Celso, Éfeso

Pablo estuvo en Éfeso, en Asia Menor, en su segundo y tercer viajes. En la imagen, la biblioteca de Celso, en Éfeso.

Ivan Vdovin / AWL Images

En la literatura apócrifa, Pablo gozó de un importante protagonismo como evangelizador de mujeres. En los Hechos de Pablo, el apóstol convierte a Tecla de Iconio, una joven que pasó tres días escuchándolo desde la ventana de su casa, así como a Artemila y Eubula. En los Hechos de Jantipa y Polixena, las dos hermanas mencionadas en el título atraen a Pablo a Hispania. Jantipa, «cuando vio al bienaventurado Pablo avanzando [hacia ella], se llenó de mucho regocijo y su corazón se puso a palpitar y dijo para sí misma: “¿Por qué muy inestablemente se agita mi corazón ante la visión de aquel hombre? ¿Por qué es su caminar dulce y proporcionado, como cuando uno espera abrazar a un perseguido?”».

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Los viajes de san Pablo

Los viajes de san Pablo

Este artículo pertenece al número 236 de la revista Historia National Geographic.