Los neandertales, Homo neanderthalensis, son la especie humana que mayor atención ha recibido desde que en 1863 se describieron los primeros fósiles de nuestros parientes evolutivos más cercanos. No es de extrañar, ya que durante mucho tiempo fueron el modelo de eslabón perdido entre nuestra propia especie, Homo sapiens, y los primeros y simiescos ancestros prehumanos. Además, los neandertales eran genuinamente europeos y, sobre todo, habían fracasado y desaparecido sin dejar rastro. Su «inferioridad» física, intelectual y tecnológica los había llevado a la extinción, siendo reemplazados por los cromañones, de la especie Homo sapiens, también genuinamente europeos. Ello encajaba en las ideas de la época sobre la evolución, entendida como un proceso ascendente coronado por nosotros mismos. Éramos la especie que había completado con éxito el proceso evolutivo iniciado millones de años atrás.

Secuencia de reconstrucciones de homininos u homínidos, creadas en 1951 por Maurice Wilson para el Museo de Historia Natural de Londres y ordenadas del más antiguo al más moderno. De derecha a izquierda, un australopiteco, dos Homo erectus, el hombre de Java y el de Pekín, un Homo heidelbergensis hallado en Rodesia (antiguo Homo rodhesiensis), un neandertal y, finalmente, un cromañón, término con el que se designó en un principio a los primeros Homo sapiens que se establecieron en Europa.
Foto: Science Photo Library / Age Fotostock
Hoy sabemos que la evolución humana fue mucho más compleja. Los avances en la investigación han derribado una parte importante de la antigua visión peyorativa sobre los neandertales y también han rebajado las expectativas de que Europa fuese clave en la evolución humana: sabemos que los humanos modernos y los neandertales compartimos un ancestro común africano hace menos de 500.000 años, lo que en términos evolutivos es un pequeño suspiro.
Cronología
Neandertales y humanos modernos
Hace 550.000 años
Llegada a Europa de Homo heidelbergensis, considerado el ancestro de los neandertales o bien el primer neandertal. Es portador de la cultura achelense, característica del Paleolítico Inferior.
Hace 450.000- 350.000 años
La glaciación Mindel obliga a Homo heidelbergensis a refugiarse en las costas mediterráneas y el Próximo Oriente, donde bolsas de población aisladas genéticamente siguen su evolución.
Hace 350.000- 300.000 años
Durante la mejoría climática que sigue a la glaciación, poblaciones con rasgos ya neandertales recolonizan los territorios que habían abandonado sus ancestros.
Hace 140.000- 115.000 años
Las condiciones del período interglacial Riss-Würm favorecen la expansión de los neandertales y de su cultura, la musteriense, que caracteriza el Paleolítico Medio.
Hace 40.000- 37.000 años
Hacia estas fechas desaparecen los neandertales, al tiempo que Homo sapiens, llegado de África o Asia y con quien se cruzan genéticamente, se disemina por Europa.

250.000-45.000 años atrás. Los neandertales antes de la llegada de los humanos modernos (sapiens) a Eurasia.
Mapa: Charles W. Berry / NGS Maps

45.000-37.000 años atrás. En torno a estas fechas, los neandertales y los humanos modernos conviven en Europa.
Mapa: Charles W. Berry / NGS Maps
Durante buena parte de la existencia de Homo sapiens, las diferencias físicas con los neandertales fueron ínfimas, del mismo modo que las diferencias culturales resultan arqueológicamente imperceptibles. Hemos constatado que nuestros primos lejanos eran tan complejos como nosotros desde un punto de vista cognitivo. Durante un tiempo incluso nos mezclamos, reproduciéndonos con éxito y dando lugar a individuos híbridos que, a su vez, se reprodujeron más tarde. La herencia de esa interacción es perceptible hoy en día, ya que todos los humanos actuales llevamos entre un 1 y un 4 por ciento de ADN neandertal en nuestro genoma.

Representación simiesca de un neandertal realizada hacia 1920.
Foto: Everett Collection / Alamy / ACI
Tantas similitudes y la capacidad de hibridación han generado debates durante décadas. Algunos investigadores plantean que sapiens y neandertales fuimos en realidad miembros de una única especie, que la taxonomía o clasificación de los seres vivos define como un conjunto de poblaciones naturales capaces de entrecruzarse y producir descendencia fértil. Desde este punto de vista, los neandertales serían una subespecie que evolucionó en Europa antes de volver a ser reabsorbidos por las poblaciones llegadas de África al final del Pleistoceno (el dilatado período de casi dos millones de años que se cierra con el fin de la última glaciación). Otros académicos defienden que las diferencias físicas y genéticas entre los neandertales clásicos, aquéllos que vivieron desde hace 200.000 años hasta su extinción, y los sapiens del mismo período siguen siendo suficientes para mantener cada una de las especies en su cajón taxonómico.
Pero hay algo sobre la historia de los neandertales que ha resistido el embate del tiempo y nos sigue fascinando. Se extinguieron. Los neandertales desaparecieron sin dejar rastro y fueron completamente reemplazados por Homo sapiens en todos los lugares en los que habían habitado durante cientos de miles de años. Ésta es la historia de una extinción.
Un proceso natural
La extinción forma parte natural de la evolución biológica. Se calcula que el 99,9 por ciento de todas las especies que han existido en algún momento han desaparecido. Por ello debemos entender la extinción de los neandertales como un proceso histórico natural y no como una excepción o rareza.

Un hallazgo polémico. En 1908 se hallaron en La Chapelle-aux-Saints (Francia) los fósiles en que se basaron las recreaciones menos humanizadas de los neandertales; luego se dijo que esos rasgos eran fruto de una osteoartritis.
Foto: DEA / Age Fotostock
Los factores que intervienen en la extinción natural son muy variados, siendo los más habituales la competencia entre especies y los cambios en los ecosistemas. Estos factores pueden ser determinantes en la extinción de los taxones o especies cuando sus poblaciones presentan problemas demográficos y genéticos, o pueden no afectarlas en absoluto cuando las poblaciones gozan de buena salud.
¿Cuándo se extinguieron los neandertales? Al hablar de evolución humana los números son difíciles de manejar, pero aquí va una fecha: los neandertales se extinguieron hace 40.000 años. Con los datos de que disponemos actualmente podríamos decir sin temor a equivocarnos que no hay pruebas sólidas de que superasen ese umbral. Ahora que tenemos una certeza, vamos con los matices.
En primer lugar, para conocer cuándo vivió un individuo o una población neandertal y, por tanto, cuándo desapareció, siempre que podemos utilizamos dataciones por radiocarbono. Como consecuencia de la mejora de estas técnicas, algunos neandertales datados en fechas excepcionalmente recientes, como los de Vindija (Croacia), con 28.000 años, o los de Spy (Bélgica), con 30.000, muestran ahora edades más acordes con ese límite de 40.000 años. No obstante, algunas poblaciones aisladas pudieron sobrevivir varios milenios más en ciertas regiones. En definitiva, la propia naturaleza de las dataciones radiométricas nunca nos permitirá tener una fecha para la extinción de los neandertales, sino un rango de probabilidad.

Marcas en un hueso de garra de águila imperial trabajado para convertirlo en adorno. 40.000 años. Cova Foradada (Tarragona).
Foto: Antonio Rodríguez-Hidalgo
En segundo lugar, desde el punto de vista de la biología y la ecología, se considera que una especie se extingue cuando muere el último de sus individuos. La imagen popular presenta el final de los neandertales como una secuencia en la que un individuo errante y melancólico exhala su último aliento en una grieta en la montaña mientras recuerda a sus congéneres caídos antes que él. Es evidente que para que se diese la extinción de una especie tuvo que haber un último individuo, pero la naturaleza funciona de un modo mucho más complejo. La afinidad entre neandertales y sapiens pudo hacer que los últimos individuos se mezclasen, por lo que, más que desaparecer, los neandertales se habrían diluido entre los nuevos emigrantes africanos.
Antes de que un taxón o especie se extinga puede haber sido extirpado o erradicado de una de sus áreas de distribución naturales (por ejemplo, a causa de cambios en el clima), reduciéndose tremendamente el territorio en el que podemos encontrarlo. Las especies pueden presentar incluso un estado de extinción funcional, en el que las poblaciones no serían viables a largo plazo debido a su pequeño tamaño. Así debió de suceder en el caso de los neandertales. Antes de que se produjese su extinción definitiva, probablemente sus poblaciones fueron extirpadas en gran parte de sus áreas de distribución, y debieron de quedar aislados en poblaciones separadas entre las que no había flujo genético.

Denny. Posible aspecto del fósil Denisova 11, con una antigüedad de entre 90.000 y 50.000 años.
Foto: Maayan Harel
Los estudios genómicos de los neandertales de las cuevas de El Sidrón (Asturias), Vindija (Croacia), Mezmaiskaya (Cáucaso) y Altai (Siberia) nos indican que las últimas poblaciones presentaban una diversidad genética muy baja, lo que significa que eran grupos pequeños y muy cerrados sobre sí mismos, con casos de consanguinidad. Así pues, aunque algunos individuos pudieron mezclarse con otras especies humanas, antes del final la mayor parte de las poblaciones y subpoblaciones de neandertales quedaron aisladas física y genéticamente, y, por tanto, extintas desde un punto de vista funcional. Se calcula que este proceso pudo durar hasta cinco milenios, entre hace 42.000 y 37.000 años.
Retiro dorado en el Mediterráneo
Aunque se suele pensar que los neandertales fueron exclusivamente europeos, se han encontrado fósiles suyos en lugares tan orientales como las cuevas de Chagyrskaya y Denisova en Altai (Siberia), o en el abrigo de Bawan Yawan, en los montes Zagros de Irán. Ciertas herramientas de piedra nos permiten suponer que pudieron extenderse hasta el Lejano Oriente y fueron muy comunes en Asia Central. Por tanto, sería más correcto hablar de un taxón euroasiático.

Una pequeña comunidad. Reconstrucciones de neandertales: mujer (a partir del fósil 'Saint-Césaire 1'), niño (a partir del fósil de Roc de Marsal) y hombre (a partir del fósil 'La Ferrassie 1'), por Elisabeth Daynes.
Foto: S. Plailly / E. Daynes / Science Photo Library / Age Fotostock
No obstante, los últimos fósiles de neandertales o de yacimientos arqueológicos musterienses, que es como se denomina la cultura típica de los neandertales, proceden de la mitad sur de Europa, y aquí la península ibérica juega un papel fundamental. Inicialmente, algunos yacimientos como la cueva del Boquete de Zafarraya en Málaga y la cueva de Gorham en Gibraltar arrojaron fechas muy recientes, de entre 33.000 y 28.000 años. Parecía que los neandertales habían decidido extinguirse pasando sus últimos días en la soleada Andalucía. Como en el caso de otros restos europeos, nuevas dataciones de aquellos fósiles ofrecieron fechas más antiguas o bien señalaron problemas con las muestras usadas para las dataciones, lo que no permite afirmar sin debate que estos yacimientos tengan menos de 40.000 años.

Herramienta musteriense. Los neandertales usaron un innovador método de talla de la piedra: la técnica Levallois. La piedra se preparaba para extraer lascas con forma preconcebida, que se retocaban a fin de obtener útiles para distintas tareas.
Foto: Alfred Pasieka / SPL / Age Fotostock
Sin embargo, otros yacimientos peninsulares al sur del río Ebro, como Cueva Antón y la Sima de las Palomas (Murcia), la Gruta da Oliveira (Portugal) o algunos niveles de la cueva de Gorham siguen ofreciendo datos relevantes para defender que si la Península no fue el último de los lugares en que los neandertales perduraron, al menos fue el último de Europa occidental, hasta hace alrededor de 37.000 años. Éstos son los datos con los que contamos para responder a la pregunta de si Iberia, y quizás alguna otra península del Mediterráneo, fueron el último reducto de los neandertales. Pero no sería extraño que en un futuro próximo encontrásemos en Siberia e incluso más al este diferentes últimas poblaciones como las de la península ibérica.
Una de las preguntas más importantes que se hace la paleoantropología es la de por qué se extinguieron los neandertales. La realidad es que no lo sabemos con certeza, pero existen varias hipótesis.
Cambio y caos climáticos
La cantidad de tiempo transcurrida desde el surgimiento de los neandertales hasta su extinción es inmensa: durante los aproximadamente 350.000 años de existencia de esta especie humana, el clima cambió drásticamente decenas de veces y lo hizo a escala global. Esto supone que durante las más de 13.000 generaciones de neandertales que se sucedieron, lugares como las islas británicas pasaron de tener veranos soleados e inviernos suaves a estar sepultados permanentemente bajo toneladas de hielo. Sabemos que los neandertales sufrieron al menos diez grandes oscilaciones climáticas conocidas como períodos glaciales (o estadiales) e interglaciales (interestadiales). Las investigaciones locales indican que el sur de Europa, especialmente las penínsulas mediterráneas, pero también la orilla norte del mar Negro y el Cáucaso, no se vieron afectados por condiciones extremas en los momentos más fríos. Estas áreas geográficas actuaron como refugios y reservorios donde subsistían la flora y la fauna que habían retrocedido ante el avance de los hielos, y que tras amainar el temporal volvían a colonizar sus antiguas áreas de distribución con renovada plenitud.

Molar de niño, pinilla del valle.
Este molar infantil de neandertal procede de Pinilla del Valle (Madrid), en el área del valle alto del río Lozoya, donde se registra la presencia de neandertales hace más de 80.000 años.
Foto: Javier Trueba / SPL / Age Fotostock
Los neandertales fueron una pieza más en el gran tablero de los ecosistemas, y su distribución se expandió y replegó al ritmo de los cambios climáticos. Los datos moleculares y arqueológicos nos dicen que hubo varios momentos de esplendor en los que los neandertales colonizaron territorios muy al norte y al este, adentrándose quizás hasta Mongolia y China. Hace entre 130.000 y 115.000 años, y de nuevo entre 60.000 y 40.000 años, las poblaciones europeas de neandertales estaban en expansión gracias en parte a períodos climáticamente dulces. Pero a partir de hace 55.000 años se sucedieron una serie de eventos climáticos extremos, erráticos y extremadamente cortos que hicieron el clima completamente imprevisible. A veces los cambios se sucedieron a escala humana, lo que se cree que afectó terriblemente a las poblaciones neandertales, que se adentraron en una etapa de gran incertidumbre.
Un frigorífico vacío
Si los neandertales se habían adaptado a períodos climáticos más o menos crudos decenas de veces, ¿los hizo desaparecer un clima imprevisible? Quizá no por sí solo, pero se cree que fue uno de los principales factores que empujaron a esta especie hacia la extinción, no sólo porque durante las oscilaciones el clima fuese caótico, sino porque además se produjeron algunas pulsaciones tremendamente frías y sucesivas ocasionadas por los eventos climáticos Heinrich y Dansgaard-Oeschger. Hasta donde sabemos, estos homininos no desarrollaron la tecnología que les permitiese sobrevivir en biomas árticos: nunca hubo nada parecido a neandertales-esquimales, rasgo que puede ser de vital importancia para entender su extinción en el marco de aquellas épocas de frío extremo.

Cráneo de neandertal procedente de la cantera de Forbes, en Gibraltar.
Foto: DEA / Scala, Firenze
Mientras que diferentes poblaciones neandertales se adaptaron a ecosistemas mediterráneos, donde parece que diversificaron su dieta incluyendo una parte importante de vegetales, pequeños animales como aves, conejos y tortugas, e incluso explotaron recursos marinos, en la Europa septentrional predominó una forma de vida mucho más austera y dependiente de los grandes herbívoros, que con aquellos ciclos glaciales fueron mermando. Muchas veces, especialmente en los períodos fríos, los neandertales de las llanuras europeas dependían tremendamente de la carne de una o dos presas principales, como los bisontes en Mauran o los renos en el abrigo de Jonzac, ambos en Francia. Los restos de los animales consumidos en los yacimientos no nos indican que en las ocupaciones más recientes de estas áreas hubiera hambrunas o escasez, pero cuanto más especialista es un depredador, y los neandertales lo eran, más fácil es deslizarse por la pendiente de la extinción cuando las cosas se ponen feas y el número de posibles presas disminuye.
¿Coexistencia o confrontación?
A mediados del interglaciar MIS3 (hace unos 45.000 años), en medio de un clima errático que empeoraba por momentos, con poblaciones neandertales divididas en pequeños grupos aislados, un nuevo linaje humano de origen africano más reciente comenzaba a establecerse tímidamente en la cuenca baja del Danubio, procedente de África o Asia. No era la primera vez que neandertales y sapiens coexistían, ya que hace entre 100.000 y 55.000 años ambas especies convivieron sin aparentes conflictos en el Próximo Oriente.
Muchos investigadores sostienen que la competencia por los recursos y el territorio entre los antiguos pobladores de Europa y los recién llegados fue el elemento fundamental para inclinar la balanza en contra de los neandertales. Aunque en cuanto a tecnología, dieta o forma de ocupar el territorio los arqueólogos no ven demasiadas diferencias entre neandertales y sapiens, es cierto que los primeros emigrantes sapiens que llegaron a Europa ya portaban culturas del Paleolítico Superior. Éstas incluían elementos que pudieron tener gran importancia para adaptarse a un mundo en crisis, desde agujas para coser ropas elaboradas hasta arpones para pescar y cazar animales acuáticos, propulsores para cazar a larga distancia y, sobre todo, una impresionante panoplia de adornos que nos indica la existencia de complejas redes de intercambio a larga distancia entre grupos.

Las mayores presas. Aunque la dieta de los neandertales fue variada, en las latitudes medias de Europa se basaba en los grandes herbívoros.
Bisonte tallado en asta de reno por 'Homo sapiens' hace 15.000 años.
Foto: Alamy / ACI
La coexistencia no sólo se ha documentado a través de fósiles híbridos como Oase1, procedente de la cueva de Pestera cu Oase (Rumanía), una mandíbula con una mezcla de rasgos sapiens y neandertales, o los de Bacho Kiro (Bulgaria), que tuvieron uno de sus abuelos de cada especie sólo entre 6 y 10 generaciones antes de su nacimiento. También se ha propuesto que las culturas de transición entre el Paleolítico Medio y el Superior, como el chatelperroniense, pudieron ser producto del intercambio de ideas entre ambos grupos humanos, que convivieron al menos tres milenios en la mayor parte de Europa.
Quizá la estrategia reproductiva bastó para que los humanos modernos desplazasen ecológicamente a los neandertales. Se cree que los neandertales pudieron dedicar muchos esfuerzos a sacar adelante a pocas crías, una estrategia ecológica que favorece a depredadores especializados que viven en equilibrio con el medio. Los sapiens recién llegados tendrían estrategias ecológicas más oportunistas, en las que se invierte poco esfuerzo en sacar adelante a un gran número de crías, aunque estas tengan una probabilidad relativamente baja de sobrevivir hasta la edad adulta. Dado que pequeñas diferencias en las tasas de mortalidad de las poblaciones en competencia conducen a la extinción de la menos competitiva, los sapiens podrían haber desplazado a otros homininos en su expansión global. Lo que parece descartable es que hubiera una confrontación agresiva: no hay una sola prueba de que los sapiens «exterminasen» a los neandertales deliberadamente.

Arpones en asta de reno. Tallados hace unos 13.000 años, en tiempos de la cultura magdaleniense.
La talla de útiles en hueso y asta es característica de las culturas del Paleolítico Superior, obra de 'Homo sapiens'.
Foto: Loïc Hamon / RMN-Grand Palais
No se trata de una dicotomía entre dos especies humanas homogéneas y diferenciadas. Ambos grupos fueron diversos tanto culturalmente como (con gran probabilidad) fenotípicamente, es decir, en su aspecto externo. En algunos lugares y algunas poblaciones no debieron de diferenciarse demasiado, pese a lo cual los contactos entre ambas poblaciones en Europa debieron de ser esporádicos.
El proceso de extinción de los neandertales europeos se extendió más de 5.000 años. La estructura de las poblaciones neandertales (grupos pequeños, con mucha consanguinidad), sus estrategias reproductivas, su lugar en los ecosistemas, el caos climático y la reducción efectiva de sus presas principales generaron un panorama desalentador. Incluso se han propuesto grandes erupciones volcánicas y la caída de meteoritos como acontecimientos que vinieron a complicar las cosas.

Adornos y vestimenta sobre la reconstrucción de una sapiens que vivió en el Abri Pataud (Dordoña) hace entre 47.000 y 17.000 años, por Elisabeth Daynes.
Foto: S. Entressangle / E. Daynes / Science Photo Library / Age Fotostock
Quizá si los sapiens no se hubiesen encontrado en expansión fuera de África, en el siguiente período interglacial las poblaciones de neandertales habrían recolonizado toda Eurasia por enésima vez desde sus refugios en el sur de Europa y habrían perdurado muchos milenios más. Nunca lo sabremos.
Nuestra especie se expandió por todo el globo a una velocidad nunca vista y hasta rincones que jamás habían pisado otros homininos. Además de los neandertales, en su camino los sapiens encontraron otros humanos de distintas especies: denisovanos en Asia Central, Homo luzonensis en el Pacífico, Homo floresiensis en el Sureste Asiático y seguramente otras aún por descubrir. Si tras 150 años de estudios sobre los neandertales aún no tenemos una respuesta definitiva para su extinción, el camino por recorrer para entender la desaparición de las otras especies humanas aparece igualmente largo y apasionante.
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El encuentro. Neandertales y sapiens se mezclaron genéticamente. La ilustración recrea un encuentro entre miembros de ambos grupos; los sapiens llevan los adornos que les caracterizaron.
Foto: Science Photo Library / Age Fotostock
El collar del último neandertal
Durante un tiempo se pensó que los neandertales carecían de capacidades simbólicas. Tan sólo en algunos conjuntos arqueológicos del final de su existencia se habían encontrado colgantes y pendientes, por lo que se pensaba que los habían «copiado» de sus vecinos sapiens que ya caminaban por Europa. En las últimas décadas se ha comprobado que los neandertales desarrollaron una cultura simbólica propia que incluyó el uso cosmético de pigmento rojo, el adorno con plumas y la realización de objetos simbólicos con garras de águila. Aún se discute sobre si dichos elementos eran o no parte de adornos personales, pero no cabe duda de que el mundo simbólico de los neandertales era rico y hundía sus raíces en su propia cultura, la musteriense.
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Hace cuarenta mil años. Los neandertales clásicos eran más bajos, robustos y musculosos que nosotros; tenían grandes arcos superciliares (los rebordes óseos sobre los ojos); la frente inclinada hacia atrás, y carecían de barbilla. Los paleoartistas Adrie y Alfons Kennis realizaron esta reconstrucción de una hembra neandertal de 1,50 m de altura.
Foto: Joe McNally / National Geographic Image Collection
Semejanzas y diferencias físicas
Hoy en día se considera que los neandertales y los sapiens, nuestra especie, comenzaron a surgir hace unos 400.000 años; los primeros en Europa y los segundos en África. Pero durante unos 200.000 años, las diferencias físicas –es decir, óseas– entre ambos fueron muy específicas, y sólo son perceptibles para los expertos. Desde hace 200.000 años, y sobre todo desde hace 120.000, las características anatómicas de los neandertales –las que se pueden apreciar en los huesos– ya son muy evidentes. Sin embargo, no sabemos cuál era su aspecto externo, que debía depender de la latitud o de una población en concreto. Sabemos que seguramente los sapiens eran de piel oscura, pero no tendrían el mismo aspecto en el trópico que en el norte de África. Y los neandertales siberianos probablemente tendrían un aspecto muy diferente al de los mediterráneos.
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Cueva de Denisova. Ocupada desde 280.000 años atrás hasta la Edad Media, los fósiles hallados en este lugar de los montes Altai revelaron la existencia de una especie humana desconocida, los denisovanos.
Foto: Eddie Gerald / Alamy / ACI
Un híbrido llamado Denny
Los denisovanos son un grupo humano diferenciado genéticamente de neandertales y sapiens. Fue descubierto en 2010, cuando se logró secuenciar ADN antiguo procedente de un pequeño hueso de la mano de una hembra hallado en la cueva de Denisova, en los montes Altai de Siberia. Denisovanos y neandertales compartieron un ancestro común hace como mínimo 390.000 años. El estudio del genoma de otro fósil, Denisova 11, perteneciente a una hembra joven apodada Denny por los investigadores, demostró que era un híbrido: su padre era un denisovano con algo de sangre neandertal en sus venas y su madre, una neandertal con origen en las poblaciones occidentales de Francia y España. Los neandertales, por tanto, no sólo se mezclaron con los sapiens, sino con otros homininos que hallaron en su camino.
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Boquete de Zafarraya. Los primeros fósiles de neandertales en esta cueva de Málaga se hallaron en 1982 y 1983; los investigadores han descubierto huellas de canibalismo en restos de neandertales hallados aquí.
Foto: Alamy / ACI
¿Incluidos en la sexta extinción?
Sólo los eventos catastróficos pueden desencadenar extinciones entre poblaciones saludables. Estos eventos de extinción suelen ser masivos, afectan a gran cantidad de taxones o especies, y en la actualidad nos encontramos ante uno de ellos: la llamada sexta extinción. De toda la historia de la vida en el planeta, es la única que no tiene causas naturales: su origen se encuentra en la actividad de la especie humana y su capacidad de alterar el medio natural. Algunos investigadores piensan que podemos incluir a los neandertales en la sexta extinción, en cuanto su desaparición se debería al éxito de los sapiens –gracias a su tecnología y a una organización social más compleja– a la hora de hacerse con el control de los recursos naturales y del espacio.
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Neandertal tallando piedra, por Elisabeth Daynes. Reconstrucción basada en 'La Ferrassie 1', el esqueleto neandertal más completo hallado hasta hoy, con una antigüedad de entre 54.000 y 40.000 años.
Foto: S. Plailly / E. Daynes / Science Photo Library / Age Fotostock
Las huellas de una transición
La sustitución o asimilación de los neandertales por los sapiens en Europa se refleja en el paso del Paleolítico Medio (120.000 a 50.000 años), caracterizado por la cultura musteriense neandertal, al Paleolítico Superior (50.000 a 11.000 años), con culturas como el auriñaciense, el solutrense y el magdaleniense, obra de los sapiens. Entre ambos períodos, hace entre 50.000 y 40.000 años, se desarrollaron culturas de transición como el chatelperroniense, el uluzziense o el bohuniciense, que presentan innovaciones propias del Paleolítico Superior, pero en pocos casos están asociadas claramente a restos humanos. Parece cada vez más claro que algunas de estas innovaciones fueron producto de los neandertales y otras, de los primeros sapiens. El aumento de la conexión entre poblaciones pudo ser el detonante de la aparición de estas culturas.

Industria musteriense, del Paleolítico Medio.
Foto: Alamy / ACI

Industrias del Paleolítico Superior.
Foto: Alamy / ACI
La industria lítica (la producción de útiles de piedra) es una manifestación material de las distintas culturas paleolíticas.
Este artículo pertenece al número 214 de la revista Historia National Geographic.