Cuando el 4 de noviembre de 1922, a eso de las diez de la mañana, los obreros de Howard Carter –y no el niño encargado de llevarles agua, como dice una leyenda apócrifa– se toparon con el comienzo de una escalera casi bajo la tumba de Ramsés VI, no sabían que estaban apenas a unas semanas de realizar uno de los mayores descubrimientos arqueológicos de todos los tiempos. Por fin, el 26 de noviembre, tras esperar dos semanas la llegada de lord Carnarvon (que patrocinaba la excavación), Carter hizo una apertura en una segunda puerta sellada al final del corredor y al asomarse comprobó asombrado que, pese a que la tumba había sido saqueada, el ajuar que se atisbaba a la luz de las velas era de una riqueza extrema y de una abundancia nunca vista. «¿Puedes ver algo?», preguntó un impaciente lord Carnarvon mientras Carter no dejaba de mirar por la pequeña abertura. «Sí, es maravilloso», le respondió el arqueólogo.

Collar de oro con representación de la diosa buitre Nekhbet. Museo Egipcio, El Cairo.
Collar de oro con representación de la diosa buitre Nekhbet. Museo Egipcio, El Cairo.
Foto: Bridgeman / ACI
Cronología
Historia de un tesoro
1341 a.C.
Nace Tutankhatón en Amarna, hijo del faraón Akhenatón y de una reina desconocida.
1334 a.C.
Tutankhatón es coronado y cambia su nombre por el de Tutankhamón, "Imagen viva de Amón".
Nov. 1922
Howard Carter descubrelos primeros escalones de la tumba de Tutankhamón.
Feb. 1932
Carter lleva al Museo de El Cairo las últimas piezas del ajuar y finaliza la excavación de la tumba.
Feb. 1967
El ajuar de Tutankhamón viaja fuera de Egipto, a una exposición en París.
Ene. 2011
Durante la Primavera Árabe desaparecen varias piezas del tesoro, recuperadas poco después.
Ene. 2020
El Gran Museo Egipcio recibe las primeras piezas de la tumba de Tutankhamón.
La hora del análisis
Diez años tardó Carter en vaciar el hipogeo de Tutankhamón. Cada objeto era fotografiado in situ acompañado de un número de identificación y luego embalado ligeramente antes de ser sacado de la tumba del faraón y llevado a la de Seti II (KV 15), que servía al equipo de improvisado taller de restauración. Desde allí, al final de cada campaña salía un largo convoy de porteadores que, custodiado por la policía, llevaba las piezas del ajuar hasta el barco que las esperaba a orillas del río. Su destino final eran los almacenes y las vitrinas del Museo Egipcio de El Cairo.

1923. Mace y Lucas, colaboradores de Carter, observan la caja de uno de los carros, en el exterior del laboratorio instalado en la tumba de Seti II.
1923. Mace y Lucas, colaboradores de Carter, observan la caja de uno de los carros, en el exterior del laboratorio instalado en la tumba de Seti II.
Foto: Bridgeman / ACI
Antes de enviarlas a la capital, Carter no tuvo tiempo material para estudiar las piezas en detalle; tuvo que limitarse a rellenar, para todas ellas, una ficha con su descripción y un minucioso dibujo con anotaciones y medidas, acompañadas por las numerosas fotografías desde todos los ángulos realizadas por Harry Burton. Su intención era dedicar el resto de su vida a estudiarlas y escribir una monografía científica exhaustiva. Por desgracia, no pudo completar su trabajo, pues murió de cáncer en 1939. Desde entonces sólo se han publicado estudios de algunos de los conjuntos de objetos del ajuar funerario, como los arcos, los arcos compuestos, las maquetas de barcos, los instrumentos musicales, las cajas con juegos de mesa, los carros... dejando de lado una parte significativa del conjunto.
Debido a la limitación de espacio, el Museo de El Cairo, situado en la plaza Tahrir de la capital egipcia, sólo podía exhibir una pequeña parte de los 5.398 objetos de la tumba, pero la construcción del Gran Museo Egipcio cerca de las pirámides de Gizeh lo ha cambiado todo, y ahora las autoridades egipcias han decidido exponer el tesoro completo en esta nueva sede. Esto implica una ambiciosa operación de traslado. Todas y cada una de las piezas han sido limpiadas, conservadas y estudiadas con el mayor detalle, lo cual ha proporcionado datos que están permitiendo plantear y dilucidar algunas cuestiones de enorme interés; entre ellas, si algunas de las piezas más destacadas del tesoro de Tutankhamón pertenecieron en realidad a su hermana, Meritatón, o si el faraón niño ejerció en la práctica el rol de comandante militar.

2020. Un grupo de restauradores trabaja en los carros descubiertos en la tumba de Tutankhamón, en las nuevas instalaciones del Gran Museo Egipcio de El Cairo.
2020. Un grupo de restauradores trabaja en los carros descubiertos en la tumba de Tutankhamón, en las nuevas instalaciones del Gran Museo Egipcio de El Cairo.
Foto: Amr Abdallah Dalsh / Reuters / Gtres
La coraza real
Parece ser que Tutankhamón no lanzó sus ejércitos al combate en Siria-Palestina hasta casi el último año de su reinado, en un nuevo intento por recuperar definitivamente la ciudadela de Kadesh de manos hititas. Dados sus pocos años al llegar al trono, y que apenas había salido de la adolescencia cuando falleció, parece muy poco probable que el faraón llegara a participar personalmente en esta campaña, de la cual sabemos muy poco. Puede que llamarlo faraón guerrero sea exagerado; pero, pese a sus limitaciones para desplazarse (sufría de cojera), al parecer el rey recibió la necesaria formación militar para poder cumplir con su obligación de mantener la maat, el orden, en el valle del Nilo.

Una coraza para el rey
En la caja catalogada como número 587 apareció embutida una coraza formada por gruesas escamas de cuero teñido de rojo, dispuestas en filas horizontales mantenidas en su sitio mediante un pequeño cordón de cuero. Las hileras superiores van cubriendo parcialmente las hileras inferiores y todas están cosidas a una base sin mangas compuesta por seis capas consecutivas de lino.
Foto: Philippe Bourseiller / Getty Images

Fragmentos
Fragmentos de la armadura de cuero de Tutankhamón en el laboratorio de restauración del Gran Museo Egipcio de El Cairo.
Foto: Philippe Bourseiller / Getty Images
Así se ha podido comprobar recientemente al estudiar mediante Reflectance Transformation Imaging (RTI) la coraza de cuero de su ajuar, la cual se creía que no había sido utilizada nunca. Con este método, los conservadores del museo han comprobado que los bordes de las escamas de cuero están desgastados de un modo que sólo es achacable al hecho de utilizarla, lo que significaría que Tutankhamón la vistió cuando lo iniciaron en la milicia o cuando participaba en maniobras militares.

Un puñal de hierro meteórico
Entre las vendas que cubrían la momia, sobre su muslo derecho, apareció una daga de casi 35 cm de longitud con empuñadura de oro y pomo de cristal de roca, probablemente el regalo diplomático de un soberano extranjero. El elemento más sorprendente de esta arma es su hoja: de hierro con un 11 % de níquel y un 0,6 % de cobalto, lo que significa que el metal procedía de un meteorito. Las piedras caídas del cielo tenían para los egipcios un gran significado simbólico.
Foto: Bridgeman / ACI
El carro de combate del rey

El faraón guerrero
Únicamente se podía representar a los faraones como vencedores. Poco importaba que no hubieran participado nunca en una batalla; su imagen sólo podía ser la de un triunfador. Durante el Reino Nuevo se muestra al rey sobre su carro aplastando enemigos para imponer el orden en el mundo, como se observa en la decoración de este cofre de madera estucada y pintada, hallado en la antecámara de la tumba.
Foto: Scala / Firenze
Los primeros textos egipcios que mencionan carros de combate datan de la dinastía XVII. Este medio de transporte acabó convirtiéndose en un símbolo de prestigio y categoría social a partir de la dinastía siguiente, la XVIII, cuando toda persona de calidad que se preciara debía hacer alarde de uno. No sólo porque con ello imitaba al rey, que lo utilizaba para ir a la guerra y aplastar a sus enemigos (como vemos en multitud de escenas decorativas), sino porque conducir un carro no era fácil; requería un duro entrenamiento y mucha práctica, y porque mantener a los caballos que lo arrastraban era un dispendio sólo al alcance de los más pudientes, ya que conllevaba numerosos gastos: el forraje y el pienso para los animales, los establos, los palafreneros...

El carro de combate
Cada carro era único, por eso las varas de los carros, decoradas con láminas de oro, tenían diferentes medidas (de 2,43 a 2,60 m). Los carros poseen unas juntas flexibles hechas mediante complejas envolturas de cuero, con las que se creaba un avanzado sistema de amortiguación. Las ruedas, de casi un metro de diámetro, tienen un total de seis radios y están hechas con maderas de varios tipos para darles más resistencia.
Foto: Getty Images
En la tumba de Tutankhamón se hallaron seis carros intactos, aunque desmantelados. Como los ejes eran demasiado anchos para el pasillo de entrada fueron serrados, y las ruedas, desmontadas. Como estaban decorados con hojas de oro repujado, cuando los ladrones de la tumba arrancaron el metal quedaron bastante maltrechos. Recientemente, Christian Eckmann ha conseguido reconstruir varias placas de arnés destrozadas por los saqueadores.
La cojera congénita del joven monarca

Bastón real
Uno de los bastones tiene la imagen tallada de un sirio y de un nubio en la zona curva que se apoya en el suelo, para así aplastarlos simbólicamente al ir caminando apoyado en él.
Foto: Scala / Firenze

Sandalias
Uno de los pares de sandalias descubiertos en la tumba de Tutankhamón y recientemente restaurados para su próxima exhibición.
Foto: Philippe Bourseiller / Getty Images
Después de conseguir despegar la momia del fondo del ataúd (al que había quedado adherida a causa de la gran cantidad de resinas aromáticas vertidas en el funeral), en 1925 Howard Carter procedió al desvendado de la momia de Tutankhamón. En 2005 ésta fue sometida a un TAC que permitió averiguar muchos detalles sobre el estado de salud del faraón.
El estudio puso de relieve varias anomalías en sus pies: el izquierdo es zambo, es decir, está torcido hacia el interior, con lo cual al caminar el rey apoyaba el exterior y no la planta del pie; además, su dedo índice es más corto de lo normal porque le falta la falange media. Esto significa que el rey era cojo y explica que sus sandalias (algunas reconstruidas recientemente a partir de minúsculos fragmentos de cuero hallados en la tumba) tengan una tira transversal añadida para que no se salieran de su pie al caminar.

Sentado
La cojera congénita le hacía difícil al faraón mantenerse demasiado tiempo en pie. Por eso, en otra escena del mismo cofre Tutankhamón tira con arco sentado en un sillón.
Foto: UIG / Album

Cofre
En un cofre con placas de marfil y decoraciones pintadas, Tutankhamón no sujeta un bastón como símbolo de autoridad, sino que apoya la mano en uno para así liberar de peso su pierna zamba.
Foto: AKG / Album
El magnífico tesoro de... Meritatón

Meritatón
Como resulta evidente por las bajas caderas y el volumen de los pechos de esta estatuilla, nos encontramos anta la representación de una mujer, Meritatón, y no la de un hombre.
Foto: Getty Images
Tutankhamón subió al trono con unos ocho años y murió apenas salido de la adolescencia,diez años después. Su muerte debió de ser tan repentina e inesperada que para completar su ajuar funerario se ordenó que se añadieran algunos objetos que tal vez habían pertenecido a otras personas, incluida su hermana mayor y posible antecesora en el trono, Meritatón, como sugiere Marc Gabolde. Los artesanos egipcios hicieron un gran trabajo al sustituir en cada pieza los nombres de la una por los del otro, pero en varias aún es posible ver restos del nombre borrado.
Se trata de objetos tan conocidos como una de las capillas doradas, el cofre para los vasos canopos o la máscara funeraria. La importancia de los objetos del ajuar de Meritatón también queda señalada porque en la tumba aparecieron varios donde su nombre no se había alterado. Es el caso de un brazalete encontrado entre otras muchas joyas con este epíteto intacto: «Aquella que es benéfica para su esposo», referido, sin duda, a la hermana mayor del faraón adolescente.

Ataúd
Dentro de la tapa de uno de los ataúdes-canopos, en el cartucho de Tutankhamón se aprecian los restos casi desaparecidos del nombre de la reina: «Aquélla que es benéfica para su esposo».
Foto: E. Miller / Getty Images

Vasos canopos
En un lado del exterior de la caja de alabastro que contiene los vasos canopos se ve que los dos cartuchos con el nombre del rey se escribieron sobre otros borrados casi a la perfección.
Foto: A. Guilleux / AGE Fotostock
El nombre borrado

Capilla
Detalle de la parte externa de la capilla dorada que ocultaba el segundo sepulcro de Tutankhamón. Museo Egipcio, El Cairo.
Foto: Alamy / ACI
Los ataúdes y el sarcófago de Tutankhamón fueron cubiertos por cuatro capillas de madera revestidas de oro profusamente decoradas con textos e imágenes funerarias. En una de ellas aparecen algunos indicios de que, originalmente, no fue construida para el soberano, sino para una mujer. En esta ocasión se trata de un hueco sospechoso entre varios signos jeroglíficos que por su culpa no quedan correctamente alineados, como sí lo están todos los demás.
A ojos del especialista Marc Gabolde, resulta evidente que el espacio vacío estuvo ocupado por una terminación de femenino, que fue borrada rellenándola con yeso y revistiéndola después con una nueva hoja de oro que ocultó su existencia. En el interior de la capilla, el oro vuelve a destacar las correcciones, porque el metal que cubre todos los cartuchos con el nombre del faraón es de un color distinto al del resto de la capilla, un indicio muy evidente de que todos los nombres fueron borrados y escritos de nuevo.

Capilla
Cuarta capilla de madera dorada que protegía el sarcófago y los tres ataúdes del faraón, conservada en el Museo Egipcio de El Cairo.
Foto: Bridgeman / ACI
¿De quién era la máscara?
Uno de los objetos donde se ha creído ver de forma más evidente la reutilización de parte del ajuar de Meritatón para enterrar a su hermano es la máscara de oro. Se trata de un objeto compuesto de varias partes: el rostro, las orejas, la barba, el pañuelo rayado... Como el rostro aparece con un color ligeramente distinto al resto de la máscara, se ha sugerido que fue desmontado y sustituido por otro con rasgos masculinos. En contra de esta teoría se encuentra el hecho (recientemente descubierto gracias a un estudio de rayos X) de que todas sus partes tienen la misma composición metálica.
Esto, sin embargo, no termina de despejar la incógnita, porque en el borde de la máscara, cerca del hombro izquierdo, aparece el nombre del soberano escrito sobre unos mínimos restos de un nombre anterior. Ahora bien, no todos los egiptólogos reconstruyen del mismo modo el texto desaparecido. Nicholas Reeves considera que se trataría del nombre de Nefertiti; mientras que para el experto Marc Gabolde estaría enmascarando el de Meritatón.
El trono de un rey maldito

El trono del rey
Dos cobras aladas tocadas con la Doble corona componen los brazos del trono. En los extremos, dos cartuchos continenen el nombre del rey. Las tráqueas de madera desnudas que formaron parte de los símbolos sema-tawy que sujetaban la estructura del trono. Dos cabezas de león adornan el frontal del trono y las patas representan las extremidades de este felino.
Uno de los elementos más importantes del ajuar de Tutankhamón es el trono, una elaborada silla de madera revestida con hoja de oro que le da un espectacular fulgor dorado. Es posible que no fuera el asiento usado en su coronación, pero sí pudo ser una silla ceremonial en la que el faraón pasó mucho tiempo siendo un niño. Una hipótesis que, según Marc Gabolde, podrían confirmar ciertos elementos de la decoración o, más bien, la ausencia de ellos; porque, si nos fijamos, vemos que en la parte inferior de la silla faltan casi todos los elementos de un símbolo imprescindible en un escaño real: el sema-tawi.
Se trata de las flores dinásticas de Egipto, el loto y el papiro, anudadas en torno al jeroglífico de una tráquea, que significa «la unión de las Dos Tierras». Su ausencia puede explicarse porque el trono se construyó para un adulto y Tutankhamón se sentó en el mismo cuando tenía siete u ocho años. Y cuando un niño de esa edad pasa demasiado tiempo sentado se siente intranquilo, comienza a mover las piernas y dar con los talones en la silla, es decir, justo en el sema-tawi tallado en frágil madera. Una vez rotos los elementos frontales del trono alguien decidió que, por motivos estéticos, era mejor quitarlos todos y dejarlo sin ninguna decoración inferior, excepto la tráquea de madera.

Vestigios de Amarna
La decoración del trono dorado es del estilo del reinado de Akhenatón, quien sustituyó el culto al dios Amón por el del dios solar Atón. De ahí los rayos solares acabados en manos que bañan a la pareja real (un símbolo del dios Atón). Este hecho, sumado a la modificación de varios nombres escritos en el trono para que dejaran de incluir el nombre de Atón e incorporasen el de Amón, ha llevado al egiptólogo Marc Gabolde a sugerir que, en realidad, el trono fue construido para Akhenatón, que es quien aparecería originalmente en el respaldo siendo ungido por su esposa Nefertiti. Años después, los nombres de ambos se corrigieron para convertirlos en los de Ankhesenamón y Tutankhamón, recién ascendido al trono.
Foto: DEA / Getty Images
Este artículo pertenece al número 201 de la revista Historia National Geographic.