Estatuas colosales

Nemrud Dag, la octava maravilla de la antigüedad

El imponente túmulo del rey Antíoco I de Comagene está encaramado en un monte de Anatolia, donde lo custodia una serie de extraordinarias estatuas colosales de divinidades grecorromanas y persas

Dioses sin cabeza en Nemrud Dag

Dioses sin cabeza en Nemrud Dag

Varias cabezas de las estatuas colosales que en su día se levantaban en el mausoleo de Antíoco I de Comagene yacen ante sus cuerpos en la terraza oriental del monumento, en el monte Nemrud.

Yasin Akgul / Getty Images

Situada en una región montañosa del sureste de la actual Turquía, Comagene fue una provincia del reino helenístico de Siria, fundado por el general Seleuco a la muerte del conquistador macedonio Alejandro Magno en 323 a.C. Sesenta años más tarde, Samos, gobernador de la provincia, se autoproclamó rey de Comagene con el nombre de Ptolomeo, fundando así una nueva dinastía de soberanos helenísticos.

Un túmulo gigantesco  

Un túmulo gigantesco

Un túmulo gigantesco  

Detrás de las terrazas con estatuas se alza un gran montículo de 50 metros de alto, muy posiblemente la tumba del rey. 

Anadolu Agency / Getty Images

Durante el siglo I a.C., Comagene se vio envuelta en la pugna entre la República romana y el Imperio parto por el control de Asia Menor (Anatolia). Antíoco I, que ocupó el trono de Comagene aproximadamente entre 70 y 36 a.C., trató de mantener la neutralidad entre ambas potencias, pero sus sucesores no tendrían tanta fortuna y unas décadas más tarde el Imperio romano se anexionaría la provincia.

Cronología

Un reino entre dos imperios

323 a.C.

Tras la muerte de Alejandro Magno, Seleuco convierte Comagene en una región del reino helenístico de Siria.

163 a.C.

Samos, gobernador de la provincia de Comagene, se autoproclama rey con el nombre de Ptolomeo y funda una nueva dinastía.

62 a.C.

Sube al trono de Comagene Antíoco I con el beneplácito del general romano Pompeyo tras conquistar Asia Menor.

36 a.C.

Mitrídates II, hijo de Antíoco, se convierte en el nuevo rey de Comagene tras la muerte de su padre en ese año.

1881

Karl Sester localiza el santuario de Nemrud Dag y comunica su hallazgo a la Academia de Ciencias prusiana.

1954

La arqueóloga Theresa Goell y el epigrafista F. Karl Dörner comienzan las excavaciones en Nemrud Dag.

Moneda de Antíoco IV

Moneda de Antíoco IV

El soberano de Comagene

Sobre estas líneas, reverso de una moneda de Antíoco IV de Comagene, del siglo I d.C., con el símbolo de la ciudad, un escorpión. 

Album

En la actualidad, Comagene es recordado por el extraordinario monumento que este rey mandó construir en lo alto del Nemrud Dag. Se trata de un monte de 2.150 metros de altura cuyo nombre turco significa «montaña de Nemrud», en referencia al mítico rey que edificó la torre de Babel y que, según una leyenda local, iba a cazar allí. En la cima, Antíoco construyó un túmulo artificial, a cuyos pies levantó un impresionante conjunto de diez estatuas de gran tamaño, de entre tres y nueve metros de altura, compuestas por bloques de piedra ensamblados. Con el tiempo, los terremotos que regularmente azotan Anatolia dañaron gravemente las estatuas. Tenemos también constancia de que algunas fueron vandalizadas y mutiladas en algún momento de la historia. En 1881, el ingeniero alemán Karl Sester subió al monte Nemrud y quedó fascinado por los imponentes restos de las esculturas; al año siguiente, arqueólogos turcos y alemanes visitaron el lugar. Desde entonces, Nemrud Dag es uno de los yacimientos más impactantes y enigmáticos del antiguo Próximo Oriente.

Anatolia y Levante

Anatolia y Levante

Anatolia y Levante

Mapa del Mediterráneo oriental en tiempos del Imperio romano con la ubicación de Nemrud Dag.

Cartografía: Eosgis.com

La construcción de Nemrud Dag exigió una enorme inversión de medios y habilidades artísticas. Primero, Antíoco hizo terraplenar la cumbre del monte para erigir sobre él una mole de forma cónica de 150 metros de diámetro y una altura de 70 metros, aunque hoy no llega a 50. En torno a ese túmulo se crearon tres grandes terrazas en los costados norte, este y oeste, en las que se alojaron las estatuas, mientras que la vertiente sur se reservó para la vía sacra que daba acceso al recinto. 

Hoy solo se conservan las estatuas de las terrazas este y oeste, que forman dos grupos prácticamente idénticos. La terraza oriental está presidida por cinco grandes estatuas sedentes, cuyas identidades se indican en la larga inscripción grabada en el dorso de los colosos. Por esta razón sabemos que una estatua representa al propio Antíoco I y que otra es la personificación de la tierra de Comagene como una diosa nutricia, mientras que las otras tres representan diversas divinidades grecorromanas e iranias. Una es una combinación de Zeus y Oromasdes [Ahura Mazda], los dioses supremos de la mitología griega y persa, respectivamente; la siguiente estatua amalgama rasgos de Apolo, Mitra, Helios y Hermes, y la última aúna las figuras de Heracles, Ares (el dios griego de la guerra) y Artagnes (su equivalente persa, considerado protector de todos los reyes). 

Cabezas protegidas

Cabezas protegidas

Cabezas protegidas

En 2002, arqueólogos turcos y holandeses colocaron las cabezas de los colosos sobre basamentos de piedra, a fin de aislarlas de la humedad y las frecuentes heladas en invierno.

Stéphane Lemaire / Gtres

Una obra faraónica

Estas cinco estatuas principales estaban flanqueadas por dos parejas de águila y león, símbolos del poder celeste y terreno, en referencia a los ámbitos sobre los que dioses y humanos ejercían su dominio. Frente a las figuras se alzaba un gran altar piramidal, de trece metros de lado en la base. En la terraza oeste aparecen las mismas figuras, aunque más deterioradas. En cambio, aquí están mejor conservadas varias estelas en relieve en las que se representa a Antíoco I estrechando las manos de sus ancestros (un acto llamado dexiosis), tanto persas como macedonios, así como a otros personajes ataviados a la moda oriental y que efectúan libaciones, es decir, vierten ofrendas líquidas. 

Los conjuntos escultóricos limitaban por tres de sus lados con el túmulo que se construyó sobre la cumbre del monte Nemrud. Cabe pensar que el rey fue inhumado con su ajuar en el interior del túmulo, en una cámara funeraria acondicionada para ello, sobre la que se vertieron miles de toneladas de esquirlas de piedra que formaron la montaña artificial. Esta acumulación de materiales ha impedido a los arqueólogos penetrar en el túmulo y llegar hasta la cámara funeraria, por lo que el cadáver de Antíoco I, de hallarse en su interior, debe de continuar en el sitio donde fue enterrado hace más de dos mil años.

Inscripción de Antíoco I

Inscripción de Antíoco I

Inscripción de Antíoco I en Arsameia

Sobre estas líneas, parte de una inscripción en griego en Arsameia, antigua ciudad a los pies del monte Nemrud. El texto se refiere a los ritos que se llevaban a cabo en el santuario.

Martin Siepmann / ACI

Mausoleo y santuario

El monumento de Antíoco I es una obra sin equivalentes en la historia de Comagene. El padre del rey, Mitrídates I, fue enterrado en Arsameia, una ciudad a los pies del monte Nemrud, aunque no bajo un túmulo, sino en una red de túneles tallados en la roca. Otros túmulos reales de Comagene (en Karakus, Sofraz Koy y Sesönk) tienen dimensiones mucho menores. 

Posible interior de la tumba de Antíoco I

Posible interior de la tumba de Antíoco I

Reconstrucción hipotética del interior del túmulo funerario del monte Nemrud, donde se cree que se oculta la tumba de Antíoco I.

Anadolu Agency / Getty Images

Externamente, la construcción de Antíoco guarda más semejanzas con los grandes sepulcros construidos en siglos anteriores por otros monarcas de Anatolia, como los que la tradición atribuye al rey frigio Midas, en Gordion, y al rey lidio Aliates, en Sardes.

Fechados entre los siglos VIII y VI a.C., ambos mausoleos consisten en un inmenso túmulo de tierra que cubre una cámara funeraria a la que se accede por medio de un largo corredor. Para su propia tumba, pues, Antíoco I quiso partir de un modelo de clara raigambre anatólica, pero buscó superar a sus antecesores por la riqueza de la decoración escultórica de su sepultura y la vistosidad de su emplazamiento, en lo alto de un monte que ofrecía una escenografía insuperable.

Si el cadáver de Antíoco I está en el interior del túmulo, debe de yacer en el mismo sitio donde fue enterrado hace más de dos mil años 

No hay duda de que Nemrud Dag fue construido a la mayor gloria del rey de Comagene. En la larga inscripción de más de doscientas líneas grabada en la espalda de las estatuas colosales, Antíoco I proclamaba: «He erigido estas estatuas, propias de dioses, de Zeus, Oromasdes, de Apolo, Mitra, Helios, Hermes, de Artagnes, Heracles, Ares y de Comagene, mi patria nutricia. Y de una misma piedra dediqué, compartiendo trono con los espíritus que escuchan, una impronta de mi propia figura». Además, su nombre iba acompañado de rimbombantes epítetos como Theos Epífanes, «dios aparecido». Todo ello es característico de las monarquías de tipo teocrático que se desarrollaron en Oriente en la época helenística, entre la muerte de Alejandro Magno y la conquista romana. 

La diosa Comagene

La diosa Comagene

La diosa Comagene

Cabeza de la diosa Comagene en Nemrud Dag. Esta representación del territorio de Comagene divinizado era una de las esculturas colosales que se alzaban en la terraza oeste del monumento.

Alamy / ACI

Un centro ceremonial

Nemrud Dag era más que un mausoleo. Tal vez resulte más apropiado referirse al conjunto como un santuario. En la citada inscripción, el monumento recibe el nombre de hierothesion, palabra que en griego antiguo designa una construcción de carácter a la vez religioso y funerario. En efecto, la configuración del lugar indica que en él se desarrollaron ceremonias religiosas. Los tres caminos que conducían hasta la base del túmulo eran las vías procesionales empleadas por los dignatarios y el pueblo durante las ceremonias que se celebraban en ese lugar, y que también se detallan en la inscripción.

Antíoco y Comagene

Antíoco y Comagene

Antíoco y Comagene

Vista de la terraza oeste de Nemrud, con los restos de las estatuas colosales al fondo y, en primer término, tres de sus cabezas: la de un águila, la del rey Antíoco I y, junto a él, la de la diosa Comagene.

Getty Images

 

El encargado de oficiar estos ritos era un sacerdote que, ataviado según la costumbre persa, primeramente tocaba a las estatuas con una corona de oro y, habiendo recibido los tributos del pueblo, les hacía ofrendas de perfume e incienso en los altares antes de realizar cruentos sacrificios de animales.
La carne de estos se disponía en mesas para su consumo comunal en un banquete amenizado por músicos y regado con vino conservado en cráteras y servido en grandes jarras. 

De este modo, Nemrud Dag evoca un momento en la historia de la Antigüedad en el que Oriente y Occidente se dieron la mano para crear un monumento único. Su localización recóndita hizo que el lugar escapara a la atención de los autores griegos y latinos, pero desde su redescubrimiento en el siglo XIX fue reconocido como un icono del arte helenístico e incluso como la octava maravilla oculta de la Antigüedad, según ha sostenido el arqueólogo y novelista italiano Valerio Massimo Manfredi. 

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La esquiva tumba del rey 

Inscripciones rituales

Inscripciones rituales

Theresa Goell posa delante de una de las inscripciones rituales en griego grabadas en la parte trasera de los tronos sobre los que se asentaban las estatuas.

Theresa Goell Archives and the Museum of the Ancient Near East, Harvard University

Aunque la población nativa siempre supo de la existencia de las ruinas de
Nemrud, no fue hasta 1881 cuando se dieron a conocer entre el público occidental.
El primer europeo que visitó el lugar fue el ingeniero alemán Karl Sester, que creyó que se trataba de unas ruinas asirias.
Al año siguiente los turcos Osman Hamdi Bey y Osfan Efendi exploraron el lugar, seguidos por el arqueólogo Otto Puchstein y el excavador del altar de Pérgamo, Karl Humann.

Hubo que esperar a 1953 para que se emprendiera una excavación sistemática del yacimiento. Sus responsables fueron la arqueóloga norteamericana Theresa Goell y el epigrafista Friedrich Karl Dörner. Ambos pusieron todo su empeño en localizar la cámara funeraria de Antíoco I, sin éxito.

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La conjunción planetaria del león de nemrud

El león de Nemrud Dag

El león de Nemrud Dag

Relieve de la terraza oeste de Nemrud Dag en una reconstrucción hipotética de la policromía que lucía originalmente.

Alamy / ACI

En la terraza oeste de Nemrud Dag, uno de los relieves mejor conservados muestra una extraña imagen de un león. Los estudiosos creen que podría tratarse de un horóscopo o calendario astronómico. Así lo indica las diecinueve estrellas que se dispusieron en torno al felino y sobre su propio cuerpo, además de una luna creciente que el león luce a modo de pectoral. Esta disposición astral refleja, en mayor escala, la conjunción planetaria de Júpiter, Marte y Mercurio, que se produjo en una fecha precisa: el 7 de julio del año 62 a.C. Se cree que en este día Antíoco I fue entronizado con el beneplácito del general romano Pompeyo, conquistador de Asia Menor.

 

Relieve del león

Relieve del león

Relieve del león que se alzaba en la terraza oeste de Nemrud Dag. 

Bridgeman / ACI

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La amistad greco-persa

Un rey aqueménida

Un rey aqueménida

Un rey aqueménida

Este relieve de la terraza oeste de Nemrud Dag representa a Jerjes I vestido con un traje talar iranio y tocado con un gorro frigio. Este último era un atributo que daban los artistas griegos a los personajes orientales. 

Suzuki Kaku / AGE Fotostock

En la corte de Comagene convivían los linajes persas, que habían servido a los conquistadores aqueménidas en el siglo VI a.C., y los griegos que llegaron con Alejandro Magno y sus herederos en Asia Menor, los reyes seléucidas. El programa escultórico de Nemrud Dag estaba pensado para ambos grupos. Así, aunque la mayoría de los dioses representados eran griegos, llevaban un atuendo oriental. 

Las inscripciones están redactadas en griego, pero los ritos que describen están muy relacionados con la tradición religiosa persa. Por ejemplo, en estos textos se dice que el alma del difunto se presentará ante el trono de Zeus-Oromasdes [Ahura Mazda], una concepción irania que aparecerá en el Avesta, la escritura sagrada del zoroastrismo, la religión de Ahura Mazda.

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Santuario de la antigüedad

Santuario de la antigüedad

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Este artículo pertenece al número 236 de la revista Historia National Geographic.