La siembra «Se realiza en los meses de marzo y abril». Se empleaban «dos mulas, tres esclavos, un arado y una rastra para plantar una hilera de algodón». Los meses siguientes había que mantener el surco en buen estado para regar las plantas, siempre bajo la vigilancia del capataz, cuyo látigo «se pasa el día por los aires». En la imagen esclavos trabajando en ula plantacion de Thomas J. Fripp (Carolina del Sur) en 1863. La recogida Se iniciaba a finales de agosto: «Cada esclavo recibe un saco y una canasta donde poner el algodón cuando se llena el saco». La jornada comenzaba «con el primer rayo de luz» y se extendía «hasta que es demasiado oscuro para ver», con una única parada «de diez o quince minutos para engullir una ración de tocino frío». En la foto niños recogiendo algodón en una plantación del estado de Misisipi, en el siglo XIX. El transporte de Fardos «Terminada la jornada de trabajo en el campo, las cestas se llevan a la desmotadora. El trabajo de un día normal es de 200 libras [90 kg]». La poca destreza de Northup impedía «que se me tratase como a un negro recolector» y se le encomendó «cortar y apilar leña y transportar el algodón desde el campo a la desmotadora». En la imagen varios carros cargados con la recolección del día en la plantación de Nogales Richardson (Carolina del Sur), en 1891. Tras la abolición de la esclavitud, la mayoría de los jornaleros de las plantaciones seguían siendo negros. El desmotado Una vez en el barracón de la desmotadora, se pesaba el algodón: el esclavo «es castigado si trae una cantidad menor», y si se excede, su amo le exigirá al día siguiente que recolecte la misma cantidad. «Tras el pesaje, vienen los latigazos; y luego las cestas se llevan a la desmotadora», que separaba las fibras de la suciedad. En la foto vemos como los trabajadores de una plantación de Carolina del Sur procesan el algodón mediante una desmotadora en 1874. El prensado «Se llevan las cestas al almacén y su contenido se acumula como heno, pues se envía a todos los braceros a pisarlo [...]. El embalaje se completa a la luz de las velas». Después, «uno da de comer a las mulas, otro a los cerdos [...]. Los esclavos llegan a las cabañas somnolientos y derrotados». En la foto la máquina prensadora en una factoría de algodón en Dahomey, Misisipi, hacia 1890. Este artículo pertenece al número 205 de la revista Historia National Geographic.