Grandes Descubrimientos

Las naves de Pisa, un cementerio naval romano

En 1998, unas obras sacaron a la luz un excepcional conjunto de embarcaciones romanas que naufragaron en un canal de Pisa.

La nave 'Alkedo'

La nave 'Alkedo'

Tal como puede verse hoy en día en el Museo de las Naves de Pisa. Es la única de todas las descubiertas que tuvo funciones militares.

Foto: Le navi antiche di Pisa

En 1998, cuando se construía un centro de control ferroviario en las afueras de Pisa, cerca de la estación de tren de San Rossore, la pala de una excavadora topó con lo que parecía un objeto de madera. Inmediatamente se interrumpió la actividad, a la espera de saber de qué se trataba. La suerte quiso que uno de los primeros arqueólogos que acudió al lugar, Stefano Bruni, que más tarde sería el encargado de dirigir los trabajos de excavación, se diera cuenta enseguida de que la madera pertenecía al casco de una antigua embarcación.

No sería la única encontrada allí: hasta el año 2016, período en que la excavación permaneció abierta, se localizaron los restos de una treintena de barcos de distintas épocas, desde el siglo II a.C. hasta los siglos VI-VII d.C., así como considerables cantidades de cerámica, vidrio, metal y materiales perecederos como la propia madera, cuerdas, cestas o útiles de pesca.

Cronología

Antiguos navíos

S. II a.C.-VII d.C.

En un antiguo canal de Pisa naufragan al menos una treintena de naves romanas y de la Antigüedad tardía que transportaban grandes cantidades de objetos.

1998

Durante unas obras en una línea ferroviaria se hallan los restos de las naves.

1999-2016

La excavación de las naves de Pisa permite determinar su procedencia y la carga que llevaban.

2019

Se inaugura el Museo de las Naves de Pisa, donde se exhiben los restos.

Un antiguo canal

¿Cómo se formó un yacimiento tan importante? ¿Y por qué motivo aparecieron restos de épocas tan distintas? La teoría inicial de que se trataba de un puerto de escala se descartó muy pronto, ya que el análisis de los sedimentos determinó que la zona descubierta era el lecho de un antiguo canal, hoy desaparecido, conectado a un brazo del río Serchio (uno de los más importantes de la Toscana, entonces llamado Auser), que fluía próximo a la ciudad y que ahora discurre más al norte. El mar no quedaba lejos de ese punto del canal, que para los barcos que llegaban a la costa de Pisa era una cómoda vía fluvial, ya que sus tripulaciones podían anclar muy cerca de la ciudad y descargar la mercancía en aguas relativamente tranquilas.

No se trataba, pues, de un puerto, sino de un fondeadero natural. Pero ¿por qué habían naufragado aquellas naves? La respuesta provino del estudio de los sedimentos. Los sucesivos naufragios fueron causados por una serie de terribles crecidas del Arno, el río que atraviesa Pisa, acaecidas entre los siglos II a.C. y VII d.C., el período al que correspondían los hallazgos. Como escribió Pasquino Pallecchi, geólogo que participó en la excavación: «Durante esos acontecimientos excepcionales […] se vertían sobre la llanura enormes cantidades de sedimentos arenosos que reiteradamente arrastraron y sepultaron las naves romanas que pasaban por el canal o que se detenían allí, hasta que el antiguo cauce quedó totalmente cubierto». La ausencia de oxígeno en aquella acumulación de sedimentos facilitó la conservación del material orgánico de los pecios, como se denominan los restos de naves naufragadas.

Casi todos los hallazgos pertenecen a buques de transporte y a embarcaciones de aguas interiores. La más antigua de ellas, que se hundió durante los primeros decenios del siglo II a.C., es conocida como la «nave helenística» y se conserva sólo en parte. Sin embargo, lo que queda es suficiente para determinar sus dimensiones: medía unos 14 metros de largo y 4,5 metros de ancho, y a plena carga movía casi 42 toneladas. Muchos indicios hacen pensar que se trataba de una embarcación destinada a la navegación costera. Entre los restos de la nave se hallaron unas trescientas ánforas grecoitálicas que representan aproximadamente la mitad del volumen de la carga. No sabemos qué contenían, pero dado que junto con los fragmentos de cerámica afloraron paletillas delanteras de cerdo se cree que la embarcación transportaba paletas en salmuera, un producto semejante al que consumimos hoy en día. Dado que muchos objetos pertenecientes a la tripulación –como envases de conservas y quemadores de perfume– son de origen ibérico, se piensa que la embarcación zarpó de un puerto hispano.

La «nave helenística» medía unos 14 metros de largo y 4,5 metros de ancho, y a plena carga movía casi 42 toneladas. Entre sus restos se hallaron unas trescientas ánforas grecoitálicas

Otra embarcación que naufragó en el siglo I d.C. también se dedicaba al transporte de víveres. Su viaje, que se inició en un puerto de la Campania (la región de Nápoles) con una carga de ánforas, terminó justo a las puertas de Pisa. Al parecer, la crecida que la hizo naufragar fue tan repentina y destructiva que la tripulación no pudo escapar; así lo demuestra el hecho de que los arqueólogos hallaran debajo de la carga los esqueletos de un pobre marinero y su perro.

Comida y bebida

Los restos más numerosos del yacimiento pertenecen a embarcaciones fluviales. En tal sentido resulta muy interesante el hallazgo de un lintres. Estas embarcaciones de aguas poco profundas tenían casco redondeado y carecían de quilla, puente y vela, lo que las hacía poco estables; su forma, semejante a la de las góndolas modernas, permitía remar por un solo lado.

Ánfora de pequeño tamaño

Ánfora de pequeño tamaño

Hallada en los restos de un naufragio. siglo II d.C.

Foto: Le Navi Antiche di Pisa

Sólo una de las naves descubiertas desempeñó funciones militares. La tripulación quizá la llamaba Alkedo, «gaviota», porque los arqueólogos hallaron grabada en el primer banco de los remeros esta palabra latina escrita en caracteres griegos. Era una esbelta nave de unos doce metros de eslora, posiblemente destinada a tareas de vigilancia fluvial, que fue sacada a la luz en el mismo lugar donde se hundió a finales de la época de Augusto (hacia 14 d.C.) con una cuerda que la ataba a un poste. Teniendo en cuenta sus dos mil años de antigüedad, se encontraba en un excelente estado de conservación. Como escribió la arqueóloga Debora Barbagli, se pueden «reconocer todos los elementos constructivos principales: la quilla, la sobrequilla, las cuadernas, los largueros, la brazola y la carlinga del mástil, la borda y los postes de proa». En el casco se conservan cinco bancos de los remeros y los agujeros por donde salían los remos.

A una época posterior pertenece una gran barcaza destinada al transporte de arena que se hundió entre 580 y 640 d.C., el naufragio de fecha más tardía. Tenía velas, pero cuando no soplaba el viento podía ser arrastrada desde la orilla por animales de tiro; el esqueleto de uno de ellos apareció bajo los restos de la nave. Ésta volcó al hundirse, de forma que se ha conservado íntegramente casi toda la cubierta superior, incluidos el mástil y la verga.

La Pompeya del mar

Estos sensacionales descubrimientos han llevado a hablar de Pisa como la «Pompeya del mar», y, en efecto, los hallazgos nos instruyen sobre muchos aspectos de la vida de esta próspera ciudad durante la época de dominio romano, así como en los siglos inmediatamente posteriores a la caída del Imperio romano de Occidente. Pero, sobre todo, el estudio de los restos de estas embarcaciones se ha convertido en una verdadera mina de información para los especialistas en construcción naval.

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Atrapados

Un hombre y su perro exhumados en Pisa.

Foto: Le Navi Antiche di Pisa

Bajo el cargamento de un barco del siglo I d.C., los arqueólogos hallaron los esqueletos bien conservados de un hombre y un perro, uno junto al otro, en una especie de último abrazo. Es un claro indicio de la violencia con que las aguas arrollaron la nave, sin dejar a la tripulación posibilidad de huida.

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Pisa, base naval de Roma

Un aluvión provoca el naufragio de una nave de San Rossore hacia el año 10 d.C.

Ilustración: Simone Boni - INKLINK

Habitada desde los siglos VI-V a.C., Pisa devino entre los siglos III y II a.C. una base de operaciones para la flota de Roma durante las guerras púnicas y las que tuvieron lugar contra el pueblo de los ligures, en el área del golfo de Génova. Entre los años 41 y 27 a.C., Pisa se convirtió en la Colonia Opsequens Iulia Pisana, con una población que los historiadores sitúan entre 1.200 y 2.400 personas. El hallazgo de herramientas para realizar trabajos de carpintería, como mazos y cinceles, además de clavos y remaches, parece indicar que el canal donde se han descubierto las naves albergó los astilleros en los que se reparaban las embarcaciones.

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Anzuelos, dados y monedas

Las excavaciones en el yacimiento de San Rossore han permitido rescatar un gran número de efectos personales y objetos de valor que los tripulantes de las naves llevaban consigo.

Olla decorada con grabados, datada en el siglo VII d.C.

Foto: Le Navi Antiche di Pisa

Anzuelos y plomos utilizados en labores de pesca.

Foto: Le Navi Antiche di Pisa

Puñado de monedas, quizá la paga de un marinero.

Foto: Le Navi Antiche di Pisa

Dado hecho en hueso con el interior hueco.

Foto: Le Navi Antiche di Pisa

Cuerda hecha de fibra vegetal perfectamente conservada.

Foto: Le Navi Antiche di Pisa

Este artículo pertenece al número 215 de la revista Historia National Geographic.

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