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El mausoleo de Augusto fue reutilizado de múltiples maneras desde la Edad Media. En el siglo XII, la familia Colonna lo convirtió en una fortaleza. En el siglo XVI, siendo propiedad de los Orsini, fue transformado en el Hospital de San Rocco. Un siglo más tarde, sus nuevos propietarios, los Soderini, instalaron sobre las ruinas un jardín a la italiana.
A mediados del siglo XVIII lo compró un noble de origen portugués, Vicente Correa. Éste lo alquiló en 1780 a un empresario español, Bernardo Matas, quien lo acondicionó como hotel y creó sobre los antiguos jardines una plaza de toros en la que actuaron toreros españoles. La empresa de Matas duró sólo tres años, pero Correa, al recuperarlo, siguió organizando espectáculos taurinos, las llamadas giostre alla bufala, así como fuegos artificiales y otras diversiones. Ya en el siglo XIX, el mausoleo se transformó en teatro y en un auditorio con aforo para 3.500 espectadores.

Jardín renacentista en el mausoleo de Augusto. Siglo XVII.
Jardín renacentista en el mausoleo de Augusto. Siglo XVII.
Foto: Aurimages
En la década de 1930, Benito Mussolini impulsó la restauración del mausoleo de Augusto como monumento central de la nueva plaza Augusto Emperador, en la que el líder fascista deseaba ser enterrado. Tras decenios de abandono, en años recientes se ha puesto en marcha un proyecto de restauración con criterios científicos.
Este artículo pertenece al número 201 de la revista Historia National Geographic.