Jesús Villanueva. Historiador
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La materia de los colores
Antes de la revolución de la química en el siglo XIX, los colores que usaban los pintores o los tintoreros había que buscarlos en la naturaleza o fabricarlos a mano mediante las más insospechadas recetas. Ese antiguo saber cromático, que se remonta a la Antigüedad clásica, e incluso a la Prehistoria, fue cayendo en desuso, tanto que hoy solo es practicado por los falsificadores de arte o por los técnicos restauradores.
Hojeando por casualidad un libro sobre materiales y técnicas de pintura, la periodista británica Victoria Finlay se apasionó por todo lo que hay detrás de los pigmentos usados por los artistas y emprendió una investigación que la llevó por medio mundo, desde Australia y el noroeste de China hasta Chile e Indonesia, en busca de las materias de las que están hechos los colores.
El libro se divide en diez capítulos dedicados a otros tantos colores, pero estos en realidad son muchos más, según el material con el que se hagan. Así, el negro, en apariencia el color más banal, o el no color, podía hacerse con carboncillo de sauce, con antimonio o kohl, con el grafito usado desde el siglo XVII para los primeros lápices, con la tinta china elaborada a partir de las bugallas de los troncos de roble, con palo de Campeche o incluso con cadáveres humanos, aunque esto último era una leyenda que corría en torno a un pigmento elaborado más bien con patas de ganado vacuno. La fabricación de colores fue igualmente un sector económico muy codiciado, y Finlay explica en detalle cómo España poseyó durante varios siglos el monopolio del tinte rojo gracias al cultivo de la cochinilla, un parásito que anida en las chumberas de América, hasta que un aventurero francés logró robar unas muestras en México en 1777 y trasladó la producción a Francia, aunque con poca fortuna.
Apasionada por su tema, con espíritu siempre curioso y una reserva inagotable de buenas historias, Finlay nos brinda una fascinante historia global de los colores en la que muestra que estos no son una pura sensación visual, sino materia que se toca e incluso se huele, como bien sabían los calígrafos chinos y persas que usaban tintas hechas de miel, almizcle y humo de pinos en otoño.
Color. Historia de la paleta cromática. Victoria Finlay. Capitán Swing, Madrid, 2023, 472 pp., 26 €