Novedades editoriales

Libros del mes del número 220 de Historia National Geographic

Cada mes seleccionamos las novedades editoriales más interesantes que han llegado a las librerías.

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Tarás Bulba

Texto: Jesús Villanueva. Historiador.

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Tarás Bulba

En el siglo XVII, un cosaco zaporogo, Tarás Bulba, se une con sus dos hijos a un ejército cosaco para hacer la guerra al rey de Polonia. La visión que se da de polacos, turcos, judíos y ucranios (llamados «pequeños rusos») trasluce los prejuicios rusos del siglo XIX.

Tarás Bulba. Nikolai Gogol. Alianza, Madrid, 2010. 200 pp., 11,95 €

El reparador

Texto: Jesús Villanueva. Historiador.

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El reparador

En 1913, un judío de Kiev fue acusado injustamente por la muerte de un niño. El caso Beilis, revelador del feroz antisemitismo que campaba en el Imperio ruso en esos años, tuvo gran repercusión. En 1968, Bernard Malamud ofreció una versión novelada de gran éxito.

El reparador. Bernard Malamud. Sexto Piso, Madrid, 2007. 328 pp., 19 €

La guardia blanca

Texto: Jesús Villanueva. Historiador.

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La guardia blanca

Kiev, 1918. Dos hermanos y una hermana, simpatizantes del zarismo, viven la ocupación de la ciudad por los nacionalistas ucranios de Simon Petliura, y al final se adhieren al nuevo régimen bolchevique. Una novela de gran humanidad que paradójicamente gustó a Stalin.

La guardia blanca. Mijaíl Bulgákov. DeBolsillo, Barcelona, 2014. 352 pp., 10,95 €

Hambruna roja

Texto: Jesús Villanueva. Historiador.

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Hambruna roja

«La guerra de Stalin contra Ucrania», se subtitula este libro que demuestra la responsabilidad directa del dictador soviético en la hambruna que en 1933 destruyó la clase campesina ucrania, culpable de haberse resistido a la colectivización. Una historia estremecedora.

Hambruna roja. Anne Applebaum. Debate, Madrid, 2021. 592 pp., 26,90 €

Los reyes del río

Texto: Enrique Meseguer. Historiador.

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Los reyes del río

Si en los últimos años se ha publicado un libro que vaya a cambiar nuestra percepción de los vikingos, es éste de la arqueóloga noruega Cat Jarman, anfitriona de un viaje extraordinario que nos conduce desde una cuenta de cornalina hallada en el cementerio vikingo de Repton, en Gran Bretaña –muy lejos del mar, y cuyos restos óseos (que Jarman estudió) probablemente pertenecen al Gran Ejército Vikingo que invadió Inglaterra–, hasta la lejana India, de donde posiblemente provenga esa cuenta roja y traslúcida. Resulta fascinante la forma en que Jarman combina el empleo de las técnicas arqueológicas más novedosas (el análisis de isótopos o de ADN, por ejemplo, explicados de forma tan clara como amena) con el estudio de las piezas que abren cada capítulo (monedas árabes, estatuillas de valquirias, piezas de juegos de mesa escandinavos, el «Buda» de Oseberg...) y los datos que aportan las sagas y otras fuentes literarias, entrelazando toda esta información con su propia experiencia personal, que incluye el hallazgo decisivo de otra cuenta de cornalina en el emporio vikingo de Vypovziv (Ucrania). El resultado es un libro que se lee como un relato de aventuras y que cambia nuestra visión de los nórdicos: la era vikinga no empieza con el famoso ataque a Lindisfarne en 793, sino en el este, con las expediciones comerciales por los ríos de Rusia y Ucrania hacia Constantinopla y más allá. Un relato en el que los vikingos –¡y las vikingas!–adquieren dimensiones muy distintas a la de guerreros sanguinarios a la que los han reducido las novelas, el cine y la televisión.

Los reyes del río. Cat Jarman. Ático de los Libros, Barcelona, 2022. 336 pp., 23,90 €

Templarios, soldados de Dios

Texto: Alfonso López. Historiador.

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Templarios, soldados de Dios

La caballería templaria fue una de las formaciones militares más temibles y singulares de la Edad Media, y este libro del croata Zvonimir Grbasic nos permite comprender por qué. Mediante una detallada descripción de su rutina, su jerarquía y organización y sus métodos militares, Grbasic muestra hasta qué extremo todo en la vida de aquellos caballeros cruzados estaba marcado por la disciplina y por la obediencia absoluta.

La austeridad radical marcaba el atuendo –de un solo color, blanco para los que tenían rango de caballeros, negro o marrón oscuro para los demás–, la comida –carne sólo tres días a la semana– y hasta el sueño, pues los caballeros dormían en un lugar iluminado para evitar que «sus enemigos en la oscuridad les conduzcan a las debilidades que Dios les ha prohibido». Todo afecto que no estuviera dirigido a la guerra y la defensa de la fe debía ser reprimido. Toda infracción de la disciplina comportaba castigos expeditivos. Las excelentes ilustraciones del libro, obra del mismo Grbasic, reflejan de forma muy convincente el aspecto que tendrían estos monjes soldados durante sus correrías por Tierra Santa, con sus vestiduras cubiertas de polvo, turbantes en torno al casco y empuñando sus espadas en el fragor de la batalla. En suma, una obra que nos permite palpar la realidad de la guerra en los siglos XII y XIII y que, sin duda, merece sobresalir entre la bibliografía sobre el Temple y las cruzadas.  

Templarios. soldados de Dios. Zvonimir Grbasic. Desperta Ferro, Madrid, 2022, 224 pp., 29,95 €

Un imperio de ingenieros

Texto: Alfonso López. Historiador.

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Un imperio de ingenieros

Del mismo modo que el Imperio romano dejó la huella de sus calzadas, puentes y acueductos, el Imperio español en América creó estructuras que permanecen como vestigios de su dominio y que testimonian que la obra española en el Nuevo Mundo no se limitó a la conquista militar. Dos reconocidos historiadores, Felipe Fernández Armesto y Manuel Lucena Giraldo, revelan en este libro una dimensión esencial del Imperio español sobre la que generalmente no se repara: las obras públicas que a lo largo de tres siglos permitieron defender, articular y desarrollar un territorio extensísimo, en el que la población europea fue siempre una minoría. Los autores destacan la red de caminos reales en cada virreinato, los nuevos puentes y canales, la cadena de fortalezas construidas desde finales del siglo XVI, los fuertes o presidios de frontera, los puertos y astilleros, acueductos, minas, hospitales...

Es cierto que hubo obras que se quedaron en meros proyectos, como el del canal a través de Panamá, y otras cayeron pronto en el abandono, como el canal del Dique en Cartagena.
Y muchas se realizaron únicamente en los últimos años del dominio español. Por ejemplo, el puerto de Acapulco consistió en una simple playa que obligaba a desembarcar mercancías y personas en botes, y sólo en 1782 se construyó un muelle. Pero los logros fueron notables, sobre todo en el siglo XVIII, la gran época del «imperio de ingenieros» que se reivindica con justicia en este libro riguroso y lleno de historias desconocidas.

Un imperio de ingenieros. Felipe Fernández Armesto y Manuel Lucena. Debate, Madrid, 2022. 480 pp., 24,90 €

La alegría del exceso

Texto: Jesús Villanueva. Historiador.

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La alegría del exceso

El inglés Samuel Pepys (1633-1703) era un hombre que sabía disfrutar de la vida. Le gustaba ir al teatro, escuchar música (él mismo tocaba la flauta), leer libros, coquetear con mujeres en ausencia de su esposa... Hasta un buen sermón en la iglesia le parecía entretenido. Y también le encantaba comer y beber a todas horas y en cualquier lugar.

Todo esto lo sabemos por el diario que escribió en la década de 1660, una obra única en la literatura inglesa. De los varios volúmenes que la componen se entresaca aquí una selección centrada en los aspectos gastronómicos. Vemos a Pepys tomar vino del Rin o un «buen vino inglés», a veces con moderación, más a menudo hasta quedar con la cabeza embotada o con una borrachera que le deja resaca. Pepys bebe en la taberna por la noche, pero también en pleno día, pese a que trabajaba en una oficina del gobierno: «Bebí tanto que no estaba en condiciones de trabajar», anota. Tiene también ocasión de descubrir el té, «una bebida china que no había probado nunca». En cuanto a la comida, le gustaban los melones, las aceitunas o los pepinillos, pero lo suyo era comer hasta hartarse, ya fuese una cabeza de jabalí, un barril de ostras, lenguas de vaca empanadas o un pastel de carne, en casa o en la taberna, siempre con amigos igual de festivos que él, y sin importarle las indigestiones. El pescado quedaba para la Cuaresma, de la que decía: «A ver si soy capaz de respetarla».

La alegría del exceso. Nórdica, Madrid, 2022. 128 pp., 16,50 €

Este artículo pertenece al número 220 de la revista Historia National Geographic.