En el año 40 a.C., Herodes obtuvo una gran victoria sobre Antígono II, su adversario en la lucha por el trono de los judíos. Años más tarde, para conmemorar su triunfo, mandó levantar el Herodión en el sitio donde había tenido lugar esa batalla. Herodes construyó aquel imponente palacio-fortaleza cuando ya tenía la corona asegurada, después de ocupar Jerusalén con la ayuda romana y desbancar a la dinastía asmonea: su rival Antígono, el último rey asmoneo, murió degollado, y Herodes –que no era judío (su padre era idumeo y su madre, nabatea)– se casó con la princesa asmonea Mariamne para legitimar su ascenso al trono.
Cronología
Guerras, palacios y conjuras
40 a.C.
Herodes, nombrado rey de los judíos por el Senado romano, vence al asmoneo Antígono II, su rival por el trono, y a sus aliados partos.
37 a.C.
Con ayuda de Roma, entra en Jerusalén y depone a Antígono II, a quien Marco Antonio degüella. Se casa con la asmonea Mariamne.
29 a.C.
Herodes ejecuta a su esposa Mariamne tras acusarla de adulterio, temiendo que conspirase contra él, y a la madre de ésta, Alejandra.
22 a.C.
El rey reconstruye el Templo de Jerusalén y funda la ciudad de Cesarea Marítima en honor del nuevo señor de Roma, Augusto.
24-15 a.C.
En el lugar donde derrotó a Antígono II en 40 a.C., Herodes edifica el Herodión, residencia real y capital de una toparquía o distrito.
7 a.C.
El rey ejecuta por traición a Alejandro y Aristóbulo, hijos suyos y de Mariamne. Antes de morir mandará matar a su heredero Antípatro.
4 a.C.
Víctima de una dolorosa enfermedad, el rey fallece en Jericó y es sepultado en el Herodión.
La más antigua descripción del Herodión, edificado para conmemorar aquella victoria, es obra de Flavio Josefo, historiador y sacerdote judío que escribió sobre el rey un siglo más tarde. En su libro Antigüedades judías cuenta que la fortaleza «ocupa un lugar seguro y sumamente adecuado para una fortificación». En ese punto «se levanta una colina construida por la mano del hombre, de forma sinuosa y que a trechos está ocupada por torres redondas. La subida a su cima, que es empinada, está construida con peldaños de piedra pulida en número de doscientos. Y en la parte más interior de la colina había estancias regias y suntuosas, dotadas al mismo tiempo de seguridad y ornato. Y al pie del montículo había asimismo viviendas de construcción admirable, entre otras cosas y principalmente por la traída de aguas (puesto que el lugar en cuestión no disponía de ella), una obra de gran longitud y sólo lograda a costa de unos gastos sumamente elevados. Y ya en el terreno llano y alrededor de la colina está edificada la ciudad, no inferior a ninguna otra y en la que el montículo cumple la función de acrópolis de las demás viviendas».

Reino de Herodes el Grande.
NG Maps

Lujo en el desierto. Del jardín porticado del interior del palacio resta el espacio abierto y rodeado de columnas que se aprecia a la derecha.
Foto: Alamy / ACI
Aún hoy la silueta del Herodión resulta inconfundible para el viajero, pues la llanura que desciende hacia el sur de Jerusalén se ve interrumpida por una cima con aspecto de volcán en la que asoman unas estructuras redondas, que no son sino las torres mencionadas por Flavio Josefo y excavadas por los arqueólogos. Desde el punto más alto de esta elevación hay una espléndida vista del desierto de Judea, junto al que se levanta.
Palacio, ciudad y mausoleo
Como indica Flavio Josefo, el Herodión constaba de dos partes: el palacio-fortaleza, que dominaba la cima de la colina artificial, y el llamado Herodión Inferior, un conjunto de edificios que se extendía al pie de esa elevación.
La fortaleza, de forma circular y con un diámetro de 62 metros, estaba protegida por dos muros concéntricos separados por 3,5 metros (un espacio lo bastante ancho como para desplazar tropas con agilidad), reforzados por cuatro grandes torres situadas en los puntos cardinales. Murallas y torres se levantaban sobre bóvedas construidas en la roca del lugar, y el aspecto de colina que tiene el Herodion se debe a las rampas de piedra que se construyeron para sostener las torres, de las cuales sólo quedaba al descubierto la mitad superior.
La entrada al recinto palaciego se encontraba dentro de esta mole artificial: tras subir una escalinata de doscientos peldaños de mármol y atravesar un túnel de cinco metros de altura se llegaba al jardín del palacio. Y es que, pese a su ubicación en un entorno árido, el Herodión tenía bellos jardines que disfrutaban el rey y sus invitados; se sabe, por ejemplo, que en el año 15 a.C. Herodes agasajó aquí por todo lo alto a Agripa, yerno del emperador Augusto.

Amigo de los romanos. Herodes cultivó una estrecha relación con los gobernantes romanos, cuyo apoyo le aseguraba la corona. No es extraño que colmara de atenciones a Agripa (arriba) cuando éste visitó Judea.
Foto: Granger / Album
En cuanto al Herodión Inferior, comprendía diversos edificios destinados al servicio y administración de la parte palaciega, incluyendo unas termas al estilo romano y una gran piscina rodeada de un jardín para deleite del rey, tan inclinado a vivir la vida con belleza a pesar de su (justificada) reputación de sanguinario.
Herodes gozó en este palacio de momentos placenteros y de tranquilidad, pero hacia el final de su vida las desgracias se multiplicaron. Conspiraciones familiares, asesinatos y revueltas se sumaron al deterioro mental y físico que iba agotando su espíritu. No es extraño que, sintiéndose enfermo, el rey volcara su atención en su tumba, que decidió edificar en este palacio-fortaleza, aislado en una zona inhóspita, pero a tan sólo una docena de kilómetros de Jerusalén, lo que le permitía seguir los progresos de las obras a la vez que controlaba los asuntos de Estado.

Vino para Herodes. El texto en latín de este fragmento de ánfora indica que la compró el rey. Proviene del Herodión, donde se ha hallado la única bodega real del soberano.
Foto: Alamy / ACI

El Templo de Jerusalén. Moneda acuñada por Bar Kojba. 133 d.C.
Foto: AKG / Album
Se estima que el mausoleo fue construido en el año 10 a.C. por los obreros que habían levantado el Templo de Jerusalén, a los que se añadieron los de Cesarea Marítima, la otra gran residencia del monarca en la costa del Mediterráneo; se trataba de operarios cualificados, como lo indica el cuidadoso trabajo de la tumba.
En el Herodión también trabajaron los operarios de las obras del Templo
El rey falleció en la primavera del año 4 a.C., en la cercana ciudad de Jericó, después de sufrimientos indecibles de los que informa Flavio Josefo: intensos picores, dolores intestinales fortísimos, falta de aire, convulsiones generalizadas y gangrena en los genitales con presencia de gusanos (tal vez debida a una enfermedad de transmisión sexual). Por ello, el tratamiento del cuerpo del rey para su entierro consistió en llenarlo de aceites perfumados, que camuflaban la podredumbre del cadáver.
Según Josefo, Herodes ordenó que formasen su séquito funerario notables judíos que debían ser ejecutados al final del entierro, y así se aseguraba de que Israel lamentara su muerte, pues sabía que no era amado por su pueblo y que nadie vertería una lágrima por él. Sin embargo, su hijo Arquelao y la hermana del rey, Salomé, impidieron que aquella inicua orden se cumpliera.

La comitiva fúnebre. Recreación del cortejo fúnebre de Herodes. El rey, portado a hombros, está ataviado con la púrpura y lleva las insignias reales.
Foto: Hong Nian Zhang / National Geographic Image Collection
El Herodión fue destruido por las legiones romanas en el año 71 d.C., cuando se había convertido en una de las tres fortalezas donde los rebeldes judíos resistían a las legiones después de que éstas tomaran Jerusalén. Con el paso del tiempo, aquel fastuoso complejo se convirtió en una montaña de ruinas y su naturaleza cayó en el olvido, hasta el punto de que un erudito del siglo XV, Felix Fabbri, dio al lugar el nombre del Monte de los Francos porque creía que allí se había establecido el campamento cruzado después de la conquista árabe de Jerusalén. Se lo conoció con este nombre hasta el siglo XIX, cuando diversos estudiosos lo visitaron y estudiaron, identificándolo como la residencia de Herodes el Grande.
Las excavaciones científicas del Herodión comenzaron en la década de 1960, y desde 1970 estuvieron dirigidas por el arqueólogo Ehud Netzer, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, quien resolvió uno de los enigmas que planteaba la lectura de Flavio Josefo, quien afirmaba que el mausoleo de Herodes estaba en el Herodión. Pero ¿dónde? La respuesta se hizo esperar hasta que, en mayo de 2007, Netzer anunció el hallazgo del mausoleo y del sarcófago al término de una campaña de excavaciones iniciada en agosto del año anterior. Todo ello se había localizado en la colina, unos metros más abajo del palacio-fortaleza. Para acceder al sepulcro del rey se utilizaba la escalinata monumental que conducía al interior de la fortaleza, y que fue sellada tras la muerte de Herodes.
La tumba de un rey
Con una altura total de 25 metros, el mausoleo constaba de dos partes: un podio y una cubierta cónica. El podio contenía dos estancias, una sobre otra, y encima se levantó un tholos, un edificio circular de 7,4 metros de diámetro y 7,2 metros de altura rodeado de columnas. Dentro había una cámara cubierta con una cúpula, y se cree que el sarcófago de Herodes se encontraba en este espacio, coronado por el tejado cónico.
El sarcófago atribuido al rey, hecho con piedra caliza rosada típica de Jerusalén, era de gran tamaño (medía 2,5 metros de largo) y estaba decorado con rosetas; dadas sus dimensiones y su estilo rico y elaborado, los arqueólogos no dudaron en afirmar que pertenecía al monarca. Pero no estaba intacto: había sido roto en varios pedazos de manera intencionada, lo que confirma que durante las guerras que los rebeldes judíos mantuvieron contra los romanos entre los años 66 y 72 d.C., aquéllos ocuparon el Herodión, tal como narra Flavio Josefo, quien fue testigo y parte de tales contiendas. Los judíos sublevados odiaban al rey Herodes porque lo consideraban una marioneta del emperador romano, y en su furia arrasaron con todo lo relacionado con él, empezando por su mausoleo.

Los otros sarcófagos. Junto al sarcófago del rey se hallaron otros dos, quizás el de su esposa Maltace, con quien tuvo a Arquelao, y de una esposa de éste, Glafira. ¿Estaríamos ante el mausoleo de la dinastía herodiana?
Foto: Hanan Isachar / Alamy / ACI
Dado el tamaño del mausoleo, mucho mayor que otros de su tiempo, se piensa que se proyectó para ser visto desde Jerusalén y que probablemente Herodes quiso que otras personas fueran enterradas allí, como lo demostraría el hallazgo de dos sarcófagos más junto al del rey. En opinión de los arqueólogos, es probable que uno de ellos contuviera los restos de Maltace, la sexta esposa de Herodes y madre de su sucesor Arquelao, fallecida en Roma unos meses después de su marido. En cuanto al otro sarcófago, se cree que perteneció a Glafira, la segunda esposa de Arquelao, muerta en el año 6 d.C. Como parece que ambos sarcófagos fueron arrojados desde cierta altura y se rompieron en pedazos al chocar contra el suelo, se cree que los rebeldes judíos fueron los responsables de su destrucción.
Como hemos señalado, el Herodión se construyó en el lugar donde Herodes había vencido a su rival asmoneo Antígono II, un triunfo que le valdría el reino. No es extraño que ese acontecimiento, tan relevante para el monarca, lo llevara a decidir que el Herodión sería también el lugar donde partiría de este mundo y no la cercana Jericó, su capital de invierno, donde había construido tres palacios y donde murió. El rey descansaría para siempre junto a aquella fortaleza construida sobre una montaña surgida de la nada, en aquel palacio donde verdeaban los jardines, aunque no había una sola fuente. En la vida y en la muerte, Herodes siempre fue grande.

Herodes, rey cruel. Los crímenes de Herodes le dieron fama de tirano cruel, pero la Biblia le atribuye sin base la matanza de los Inocentes, que el rey ordena en este altar de Pistoia.
Foto: Fine Art / Album
---
El Herodión, un palacio junto al desierto
Esta fabulosa construcción, que los arqueólogos siguen excavando, se encuentra en la actual Cisjordania, que integra las antiguas regiones
bíblicas de Judea y Samaria.
El palacio-fortaleza estaba protegido por una gran torre circular, al este, de 18 m de diámetro; las otras tres torres eran semicirculares y miraban al norte, el sur y el oeste; las torres medirían entre 40 y 50 m de altura. El doble recinto amurallado albergaba un jardín (de unos 12 x 33 m) rodeado de una columnata a la que se abrían, entre otras estancias, un gran triclinio o comedor (de 15 x 10 m) y unas termas. Las torres y la doble muralla, ésta de entre 20 y 30 m de altura, albergaban las habitaciones en los niveles superiores y las áreas de almacenamiento en los pisos inferiores.
La construcción identificada como mausoleo real se levantaba al sureste, y los restos de material orgánico hallados a su alrededor indican que estaba rodeada por un jardín organizado en terrazas debido a la inclinación de la colina. Bajo la fortaleza se extendía el Herodión Inferior, donde un palacio de 150 x 120 m se organizaba alrededor de un gran estanque de 46 x 70 m, con un edificio circular en su centro del que por un tiempo se creyó que podía ser el mausoleo de Herodes. Un largo espacio abierto de 350 m de longitud y 30 de ancho se consideró un hipódromo, como refleja la ilustración, pero hoy se ve en él la vía procesional usada en el entierro del rey, al detectarse que partía de un triclinio, y un mikvé o baño ritual. Sobre esta vía se situaba otro palacio de 130 x 55 m, que contaba con un palco y miraba a Jerusalén.
Este era el aspecto y las partes principales del complejo:
---
El último adiós
Se cree que el cortejo fúnebre de Herodes partió de un edificio considerado un triclinio o comedor, donde se habría celebrado un ágape ritual en honor del rey difunto, y junto al cual había un mikvé, un baño ritual en el que se habrían efectuado las abluciones exigidas en un funeral. La comitiva habría seguido por la avenida procesional hasta el mausoleo, su destino final.
---
Un teatro para el rey
En el año 2008, los arqueólogos hallaron en la ladera del Herodión un teatro cuya cavea o gradería, de 30 m de diámetro, miraba a Jerusalén; entre otras estancias, contaba con un palco real espléndidamente decorado con pinturas sobre estuco. Se construyó para la visita de Agripa al Herodión en el año 15 a.C., y se desmontó antes de la muerte del rey, para consolidar la colina artificial.

El teatro del Herodión, excavado a los pies del palacio-fortaleza.
Foto: Bertrand Rieger / Gtres

El palco del rey. En el suelo se ven los muros de la cocina y los hornos construidos para alimentar a los obreros.
Foto: Bertrand Rieger / Gtres
Este artículo pertenece al número 215 de la revista Historia National Geographic.