Actualizado a
· Lectura:
En octubre de 2021, el submarinista Shlomi Katzin se llevó una grata sorpresa mientras buceaba cerca de la ciudad de Atlit, en la costa norte del Carmelo, en Israel: sobre el lecho arenoso del fondo marino, que las tormentas habían removido, vio lo que le pareció una antigua espada. Una vez recuperada, y a pesar de estar cubierta de conchas y otros detritos marinos, los expertos de la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA) tuvieron suficiente con ver su forma para extraer algunas conclusiones: aunque se encuentran a la espera de recabar más información, todo parece respaldar la procedencia cruzada de esta arma, como afirma Koby Sharvit, director de la Unidad de Arqueología Marina de la IAA.

La costa del Carmelo, en Israel, es rica en sitios de la época de las cruzadas, incluida la fortaleza de Atlit. La antigua ciudad de Acre fue el puerto principal de los cruzados en tiempos del reino de Jerusalén, nacido en 1099 y desaparecido en 1291.
Para entusiasmo de los arqueólogos, una radiografía inicial reveló un mango y una hoja de hierro completamente intactos; aunque se han recuperado alrededor de diez espadas muy similares en la costa del Carmelo, ésta se halla en un excelente estado de conservación.
Se calcula que puede pesar algo más de un kilo (la cifra exacta se determinará después de limpiarla) y su longitud es de un poco más de un metro; el pomo, de 30 centímetros, sugiere un origen europeo. A menudo, los expertos se basan en las características del mango para identificar su origen, y un estudio más detallado podría revelar que, casi con toda certeza, ésta fue empuñada por un guerrero europeo que luchó en Tierra Santa en tiempos de las cruzadas (1099-1291 d.C.).

La espada yace en el lecho marino. la imagen, tomada por su descubridor, corresponde al momento en que se halló.
Foto: Shlomi Katzin
De un caballero
Una espada de este tipo era una propiedad de gran valor. De hecho, no podía poseerla cualquiera: requería patrimonio para comprarla y un buen entrenamiento para blandirla, lo que convierte a un caballero en su más que probable propietario. El estudio de la empuñadura ofrece más pistas. Algunos pomos están hechos con aleación de cobre, pero éste en concreto es de hierro, lo que lleva a Sharvit a sugerir que tal vez perteneció a un caballero común y no a un noble.
Sharvit señala que el lugar del hallazgo también ofrece una conexión con los cruzados. Localizada a unos 200 metros de la costa, y a una profundidad de unos cinco metros, la espada quizá se cayó de un barco o se hundió durante un naufragio. El lugar está a dos millas de la fortaleza de Atlit, uno de los bastiones cruzados más importantes de Tierra Santa. Pero lo que más emociona a Sharvit es la riqueza arqueológica del lugar: un área de 300 metros cuadrados donde se han localizado objetos que abarcan un período de cuatro mil años. «Todo el espectro de nuestra historia está ahí, desde la Edad del Bronce hasta el período medieval», explica Sharvit. Un verdadero tesoro histórico podría estar esperando a los arqueólogos en ese punto, bajo las cambiantes arenas del fondo del mar.

Ilustración del salterio de Westminster que muestra a un cruzado con su espada. 1250.
Foto: British Library / Bridgeman
---
Un punto clave en la costa
En Atlit, cerca de donde se halló la espada en 2021, se encuentra una de las pocas calas de la costa del Carmelo que constituyen un fondeadero natural. Ezra Marcus, arqueólogo de la Universidad de Haifa, señala que Atlit ofrecía un refugio seguro para los barcos durante las tormentas de invierno. En tiempos de la quinta cruzada, a principios del siglo XIII, los templarios reconocieron su importancia estratégica y construyeron frente al puerto la fortaleza que vemos bajo estas líneas. Al final, los musulmanes expulsaron a los cruzados de Tierra Santa, pero nunca pudieron tomar el castillo de Atlit. Sus defensores cristianos lo abandonaron en 1291, y entonces los mamelucos se apoderaron de él.

Fortaleza construida frente al puerto de Atlit.
Foto: Duby Tal / Albatross / Alamy
Este artículo pertenece al número 219 de la revista Historia National Geographic.