Las armas secretas del ejército más poderoso de la antigüedad

Guerreros de Esparta

Los hoplitas espartanos eran los más valientes y temidos de Grecia. Su superioridad en el campo de batalla se basaba en la disciplina de sus soldados, pero también en los engaños.

Espartanos en combate

Espartanos en combate

Espartanos en combate. 

Rava / Bridgeman / ACI. Hidria: Scala, Firenze

En la Antigüedad, los ejércitos espartanos fueron imbatibles en el campo de batalla. Sus soldados tenían fama de ser los más valientes y preparados de todos los griegos. Nunca rehuían un combate y se guiaban por un sencillo código de conducta: vencer o morir. No es de extrañar que fueran temidos y admirados, a partes iguales, por sus enemigos. Sin embargo, su éxito militar no se construyó solo con valor y disciplina.
Los espartanos contaban con otros recursos, tal vez menos heroicos pero muy efectivos: el secreto, la sorpresa y el engaño. 

Espartanos en combate

Espartanos en combate

Espartanos en combate

Guerreros griegos en un motivo decorativo de una hidria de bronce. Museo Oliveriano, Pésaro.

Rava / Bridgeman / ACI. Hidria: Scala, Firenze

Los espartanos sabían ocultar a sus enemigos todo conocimiento sobre técnicas militares y número de efectivos. Uno de los medios para conseguirlo era impedir la presencia de extranjeros en sus dominios. Con frecuencia se hacían expulsiones de forasteros (xenelasía) con el pretexto de mantener a sus jóvenes a salvo de las relajadas costumbres extranjeras. Tucídides, el gran historiador ateniense, reconoce en su obra que no pudo informarse del número exacto de los espartanos que lucharon en la batalla de Mantinea (418 a.C.) «por el secreto que rodea todas sus actuaciones».
Y explicaba que antes de esa batalla el rey Agis salió de Esparta con su ejército hasta la frontera donde había convocado a sus aliados «y nadie sabía a dónde ni contra quién se dirigían». 

Un siglo de combates

Un siglo de combates

Un siglo de combates

Sobre estas líneas, mapa de la antigua Grecia con algunas de las principales batallas libradas por Esparta durante los siglos V y IV a.C.

Cartografía: Eosgis.com

Igualmente, los espartanos ocultaban sistemáticamente el número de sus bajas para mantener su reputación de invencibilidad. Esto llevó al tebano Epaminondas, tras infligir a los espartanos una aplastante derrota en la batalla de Leuctra (371 a.C.), a recurrir a una argucia: obligó a los espartanos a recoger a sus muertos después que sus aliados, lo que permitió comprobar el número real de bajas lacedemonias por el número de cadáveres restantes. A veces la ocultación de los reveses militares se hacía para mantener la moral de las tropas. El historiador Jenofonte recordaba que Eteónico, cuando le informaron de la derrota de su armada frente a Atenas en la batalla de las Arginusas (406 a.C.), ordenó a los mensajeros que volvieran a entrar al campamento coronados y gritando que las naves espartanas habían vencido en la batalla y que todos los atenienses habían perecido. Por su parte, el rey Agesilao, antes de la batalla de Coronea (394 a.C.), aunque había sido informado de que la flota espartana había sido destrozada en aguas cercanas a Cnido por los atenienses, comunicó a su tropa que habían logrado una gran victoria y realizó un sacrificio a los dioses por las buenas nuevas para animar a su ejército.

Casco espartano de bronce

Casco espartano de bronce

Casco espartano de bronce.

Bridgeman / ACI

Cronología

Auge y caída de Esparta

Siglo VIII a.C.

Las reformas del mítico legislador Licurgo introducen en Esparta una constitución y unas leyes que darán lugar a una polis o ciudad-estado de carácter militarista.

479 a.C.

Pausanias organiza un ejército de 5.000 hoplitasespartanos que resulta decisivo para derrotar al Imperio persa en la batalla de Platea y poner fin a las guerras médicas.

405 a.C.

La victoria de Esparta en la batalla de Egospótamos pone fin a la guerra del Peloponeso. Los espartanos invaden Atenas, derriban sus murallas y establecen un gobierno títere.

396 a.C.

Durante su campaña en Asia Menor, el rey espartano Agesilao aplasta a los ejércitos del sátrapa Tisafernes, superiores en número, gracias a sus tretas y engaños.

371 a.C.

Tras la derrota de Esparta frente a Tebas en la batalla de Leuctra, la hegemonía espartana en Grecia entra en declive; Macedonia la sustituirá como potencia griega.

Estatuilla de bronce de un oficial espartano

Estatuilla de bronce de un oficial espartano

Estatuilla de bronce de un oficial espartano

Oficial espartano envuelto en un manto militar y con casco corintio. Siglo VI a.C. Museo de Hartfort.

Bridgeman / ACI

El factor sorpresa fue otra clave de los éxitos militares de los lacedemonios. Los soldados espartanos eran capaces de hacer largas y rápidas marchas que les permitían coger desprevenidos a sus enemigos. Se entrenaban para ello desde pequeños, como una parte de la agogé, el sistema educativo espartano; según Jenofonte, los jóvenes «realizaban descalzos marchas por terrenos abruptos con mucha facilidad y corrían seguros por las pendientes». Esto les permitía seguir rutas consideradas imposibles por los demás griegos. El rey Cleómbroto, en 378 a.C., emprendió la retirada de Beocia por un camino que pasaba por un acantilado. Un viento huracanado los sorprendió. Los asnos que llevaban los bagajes se despeñaron y muchos soldados, incapaces de avanzar con todas sus armas, se vieron obligados a dejar sus escudos boca arriba llenos de piedras.

Ruinas de Esparta

Ruinas de Esparta

Ruinas de Esparta

Esparta era una polis atípica ya que no contaba con murallas. En la imagen los restos del teatro de Esparta, de época romana.

Marchas nocturnas

Más asombrosa aún era la capacidad de los espartanos de realizar marchas nocturnas. También para eso se los adiestraba desde niños. En Esparta estaba prohibido andar con lámparas por ningún camino, con el fin de que los hombres se acostumbrasen a caminar de noche con confianza y sin miedo. Además, en los últimos años de la agogé los jóvenes debían superar una prueba de hombría que consistía en ocultarse por los campos con un puñal y la comida indispensable, y de noche acechar a algún esclavo para «cazarlo». Otro motivo para salir en campaña tras la puesta del sol era el de ocultar en lo posible su ausencia a los esclavos que dejaban en sus dominios. 

Soldados espartanos marchan a través de las montañas

Soldados espartanos marchan a través de las montañas

Soldados espartanos marchan a través de las montañas

Grabado del siglo XIX.

Look and Learn / Bridgeman / ACI

Gracias a estas marchas nocturnas, el general espartano Brásidas obtuvo grandes éxitos durante la guerra del Peloponeso. Así fue como, en 423 a.C., tomó Torona, en la Calcídica, al norte de Grecia. La ciudad estaba ocupada por los atenienses, pero un grupo de ciudadanos descontentos deseaba entregarla a los espartanos. En cuanto Brásidas tuvo conocimiento de eso movió su ejército rápidamente aprovechando la noche, y al alba acampó junto a la ciudad sin que nadie lo advirtiera. Los traidores introdujeron en Torona un pequeño grupo de espartanos armados a la ligera, que se encargaron de matar a los guardias y abrir una de las puertas. El resto del ejército entró en la ciudad a la carrera, causando tal espanto que fue tomada sin problemas. 

Los espartanos practicaban lo que hoy llamaríamos guerra psicológica, haciendo demostraciones de poder que socavaban la moral de sus enemigos. Brásidas era consciente de la importancia de este factor cuando decía a sus soldados, señalando al adversario antes de una batalla: «No podrán resistir nuestro empuje; es evidente por el movimiento de sus cabezas y sus lanzas». 

La caza mítica del jabalí de Calidón

La caza mítica del jabalí de Calidón

La caza mítica del jabalí de Calidón

Bajo estas líneas, caza del jabalí de Calidón por dos héroes griegos. Escena pintada en una copa de procedencia lacedemonia. Siglo VI a.C. Museo del Louvre, París.

Bridgeman / ACI

 

Impresionar al enemigo

Para dar una impresión de seguridad y tranquilidad, los espartanos sacrificaban en primera línea, a la vista del enemigo, una cabrita a Ártemis, diosa de la caza, y avanzaban lentamente y en silencio al son de las flautas.
Su apariencia debía de ser imponente. Todos los guerreros se equipaban con túnicas rojas que servían para ocultar la sangre de las heridas y tenían largas cabelleras que, según Jenofonte, los hacían «más altos, distinguidos y terribles». 

Desde finales del siglo V a.C. todos los escudos de los espartanos llevaban pintada la letra lambda, inicial del nombre de su tierra, Lacedemonia. Esta costumbre fue imitada muy pronto por las demás ciudades, lo que dio pie a que en 393 a.C., durante la guerra de Corinto, un oficial de caballería espartano ideara una ingeniosa treta. Viendo que los sicionios, aliados de los espartanos, estaban en serias dificultades frente a las tropas de Argos, ordenó a sus hombres que tomaran los escudos de los sicionios –adornados con la letra sigma, inicial de su ciudad, Sición– para atacar a los argivos. Estos, al ver las sigmas en los escudos, pensaron que eran los débiles sicionios y buscaron el choque. El oficial espartano dijo entonces: «Sí, por los dioses, os engañarán estas sigmas».
En efecto, gracias a la intervención de los espartanos, la batalla cambió de signo y los aliados de Esparta vencieron. Sin duda, los argivos no habrían atacado con tanta ligereza si hubieran visto la letra lambda pintada en los escudos de sus adversarios.

Hoplitas espartanos

Hoplitas espartanos

Hoplitas espartanos

Tras sus escudos con la letra lambda, los hoplitas espartanos resisten la carga de la caballería tesalia.

Bridgeman / ACI

Este último episodio es un ejemplo de la estratagema quizá más característica y eficaz de los espartanos: el engaño. Los espartanos eran célebres en Grecia por cómo ganaban batallas o escaramuzas por medio de astutas artimañas. También para esto se les adiestraba en la agogé. A los niños se les daba escasa comida para empujarlos a robar por pura necesidad de calmar su hambre. Era un modo de obligarlos a desarrollar el ingenio preparando trucos para robar por los huertos. Se exponían a un buen castigo, pues cuando pillaban a algún muchacho robando le imponían numerosos azotes con el látigo, no por el mismo hecho de robar, sino por hacerlo mal. Este hábito adquirido en la infancia hacía que los generales espartanos practicaran el engaño contra sus enemigos sin ningún tipo de escrúpulo.

Estatua conmemorativa de Leónidas erigida en la actual ciudad griega de Esparta

Estatua conmemorativa de Leónidas erigida en la actual ciudad griega de Esparta

Estatua conmemorativa de Leónidas erigida en la actual ciudad griega de Esparta

Héroe y ejemplo de valentía. Encabezados por su rey Leónidas, los soldados espartanos decidieron luchar hasta la muerte frente a los persas en las Termópilas, en el año 480 a.C.

Fototeca 9x12

Las tretas de Agesilao

En su campaña en Asia contra los persas en 395 a.C., Agesilao se sirvió del engaño y la astucia para imponerse a un enemigo que lo superaba en efectivos. Según Jenofonte, «empleaba la noche como el día y el día como la noche; no se sabía muchas veces donde estaba, a dónde iba ni qué hacía». En una ocasión dejó que circulara el rumor de que tenía intención de atacar la región de Caria. Los persas movieron entonces todas sus tropas para defender esa región, pero, cuando Agesilao puso en movimiento su ejército, se dirigió en dirección contraria y penetró en la región de Frigia, que había quedado desprotegida, tomando sus ciudades y apoderándose de sus riquezas. 

Igualmente, cuando se enteró de que las tropas persas al mando de Tisafernes le seguían de cerca, Agesilao envió por delante, de noche, un destacamento de 1.400 hombres e hizo que se ocultaran en una zona boscosa. A la mañana siguiente se puso en camino, y cuando hubo rebasado el bosque en cuestión presentó batalla a los persas. Luego, en pleno choque, dio la señal convenida a los soldados escondidos en el bosque, que salieron a la carrera y se abalanzaron por detrás contra el enemigo. Los persas, al verse cogidos entre dos frentes, fueron presa del pánico y emprendieron la fuga. Los espartanos dieron muerte a 6.000 hombres e hicieron numerosos prisioneros. Tisafernes logró escapar, pero sufrió la ira del rey persa, que ordenó su ejecución.

Los atenienses conocían muy bien esta forma de actuar de los espartanos; según Heródoto, se referían a ellos como «unas personas que piensan unas cosas y dicen otras». Por eso se mostraban muy cautos, a veces en exceso. Cuenta Jenofonte que cuando al general Ifícrates le llegó la noticia de que el comandante espartano Mnasipo había muerto sospechó que se trataba de un típico engaño de los espartanos para que sus tropas se confiaran y bajaran la guardia, por lo que mantuvo a sus hombres formados y preparados para entrar en combate. En este caso, la noticia era cierta.

Acrópolis de Atenas

Acrópolis de Atenas

Acrópolis de Atenas

En el año 405 a.C., los espartanos ocuparon Atenas. En la imagen, el Partenón y, a la derecha, el Erecteion.  

Michele Falzone / Cordon Press

El fin justifica los medios

Brásidas proclamaba las virtudes del ataque por sorpresa y animaba a explotar los errores de los enemigos. Según Tucídides, decía: «Estas estratagemas con las que se puede engañar al enemigo y proporcionar a los amigos el mayor servicio procuran la fama más gloriosa». En las décadas posteriores fueron muchos los jefes espartanos que siguieron su ejemplo. En 382 a.C., el oficial espartano Fébidas, de camino al norte, pasó cerca de Tebas y acampó a las afueras. La ciudad estaba alterada por luchas políticas y una de las facciones era favorable a Esparta. Su cabecilla Leontíades salió de la ciudad para ver a Fébidas y le propuso que ocupara la ciudadela, conocida como la Cadmea. 

Pese a no tener autorización para hacerlo, Fébidas aceptó el ofrecimiento y con ayuda de Leontíades se hizo con el control de la Cadmea, a lo que siguió una sangrienta persecución de todos los elementos antiespartanos de la ciudad. Tebas pasó así a convertirse en aliada de Esparta.

Los demás griegos protestaron por esta acción, pero en Esparta el rey Agesilao aseguró que no había que valorar la moralidad de la acción de Fébidas, sino si era provechosa para Esparta

Hoplita griego en la decoración de una crátera de bronce hallada en la tumba celta de Vix

Hoplita griego en la decoración de una crátera de bronce hallada en la tumba celta de Vix

Hoplita griego en la decoración de una crátera de bronce hallada en la tumba celta de Vix.

 

Poco tiempo después, en 378 a.C., otro oficial espartano planeó un golpe aún más audaz: hacerse con el control del Pireo, el puerto de Atenas. Como en esos momentos Esparta y Atenas estaban oficialmente en paz, Esfodrias, que estaba al frente de la guarnición espartana de la ciudad de Tespias, en la frontera del Ática, pensaba que sería fácil tomar por sorpresa el puerto, ya que los atenienses se encontrarían desprevenidos. Salió de noche con la intención de hacer una marcha nocturna y llegar al Pireo antes del amanecer. Pero se retrasó por el camino y le sorprendió el día en la llanura antes de alcanzar el puerto. En vista de la situación se dedicó a saquear los campos y haciendas de aquella región y se volvió a Tespias. 

Para calmar el enfado de los atenienses, los embajadores espartanos les aseguraron que Esfodrias sería juzgado en Esparta por su actuación y con seguridad recibiría como castigo la muerte. No obstante, salió absuelto en el juicio que se celebró. Incluso Jenofonte, que era un gran admirador de los espartanos, tuvo que reconocer que «ese juicio fue para muchos el más injusto de los fallados en Esparta».

Ánfora con hoplita y anciano

Ánfora con hoplita y anciano

Ánfora con hoplita y anciano

Una vida de servicio militar. Todo espartano de entre 20 y 60 años tenía la obligación de participar en el ejército cuando los éforos o magistrados procedían al reclutamiento. Museo Arqueológico, Fiesole.

Scala, Firenze

Por este tipo de actuaciones oportunistas y engañosas los espartanos fueron muy criticados por los demás griegos, quienes decían que tales tretas no eran dignas de quienes se consideraban descendientes de Heracles. En la tragedia de Eurípides Andrómaca, estrenada en 425 a.C., en plena guerra del Peloponeso, un personaje declama: «Oh, habitantes de Esparta, los más odiosos de los mortales para todos los hombres, consejeros de engaños, reyes de la mentira, maquinadores de males». Pero los espartanos lo tenían muy claro; pensaban que, en tiempo de guerra, cualquier mal que se pudiera hacer al enemigo estaba justificado. Lisandro, un famoso general espartano, lo resumió con esa forma breve y sentenciosa que era típica de Esparta: «Cuando no llega la piel del león, hay que añadir la de la zorra». 

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SOLDADOS PROFESIONALES

nacidos para la guerra

Detalle del Vaso de Chigi

Detalle del Vaso de Chigi

Detalle del Vaso de Chigi

En él los hoplitas que se van a enfrentar en una batalla avanzan al son de la flauta. Siglo VII a.C. Museo de Villa Giulia, Roma.

Scala, Firenze

Los espartanos tenían prohibido por ley realizar cualquier oficio. Dedicaban su vida por completo a la guerra. Esto era posible porque existían unas clases inferiores que trabajaban para su mantenimiento. Cuenta Plutarco que durante la campaña del rey Agesilao contra Tebas en 376 a.C., los aliados se quejaron de que los espartanos contribuían con pocos soldados a la guerra. Entonces Agesilao ordenó que los aliados se sentaran juntos y puso a los espartanos en otro lado. A continuación, «a la voz del heraldo», pidió que se levantaran los alfareros; «puestos estos en pie, llamó en segundo lugar a los herreros, después a los carpinteros, luego a los albañiles, y así a los de los otros oficios. Levantáronse, pues, casi todos los aliados, y de los lacedemonios [los espartanos] ninguno». Agesilao, entonces, dijo riendo: «Ya veis que contribuimos con muchos más soldados que vosotros».

LA AGOGÉ ESPARTANA

una dura educación

Guerreros espartanos

Guerreros espartanos

Guerreros espartanos

Se ejercitan en el dromos o estadio de Lacedemonia. Grabado del siglo XIX. 

Granger / Album

La agogé o educación espartana estaba dirigida a crear fieros soldados que no tuvieran miedo a morir en combate. Los jóvenes vivían descalzos y mal alimentados, sufrían los rigores del clima y dormían en camastros que se hacían ellos mismos con cañas. Espoleados por los mayores, estaban siempre peleándose entre sí. Aristóteles resumía con estas palabras aquel tipo de educación: «Los embrutecen a costa de trabajos creyendo que esto es muy conveniente para el valor». Estas peleas juveniles tenían en ocasiones terribles consecuencias: sabemos que un tal Dracontio se tuvo que exiliar de Esparta porque había matado a otro niño con la piedra de afilar las espadas.

BRÁSIDAS

un héroe de guerra

La defensa de Metone

La defensa de Metone

La defensa de Metone

Brásidas logró su primer éxito militar al repeler el asedio ateniense al puerto de Metone en 431 a.C. El grabado muestra la resistencia espartana al ataque de la flota ateniense.

Al comienzo de la guerra del Peloponeso, Brásidas se reveló como un militar excepcional al mando de los ejércitos espartanos. Era audaz e inteligente, e incluso no era mal orador para ser espartano, como escribe Tucídides. Destacó en todos los escenarios de la contienda. Al principio fue consejero del jefe de la flota espartana y actuó con valor contra los desembarcos atenienses en las costas del Peloponeso. Por estos hechos fue elegido éforo (la más importante magistratura de Esparta). Pensaba que la mejor estrategia era atacar a los atenienses en su imperio al norte del Egeo, en la Calcídica, una zona rica en oro, plata y madera. Tomó las principales ciudades de la región, pero murió en batalla defendiendo Anfípolis en 422 a.C. Fue enterrado en el ágora de esa ciudad con honores de héroe, pues con sus dotes políticas se había ganado las simpatías de todos los ciudadanos.

Este artículo pertenece al número 234 de la revista Historia National Geographic.