Fulvia, la romana que dirigió un ejército

Tras la muerte de Julio César, la esposa de Marco Antonio fue acusada de provocar la guerra civil en Italia, poniéndose ella misma al frente de las tropas contra Octavio.

Óleo por Pavel Svedomsky

Óleo por Pavel Svedomsky

Fulvia contempla la cabeza de su enemigo Cicerón. Óleo por Pavel Svedomsky. Siglo XIX. Museo de Historia, Arquitectura y Arte, Pereslavl-Zalesky.

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La compleja situación política y social de finales de la República romana propició que ciertas mujeres alcanzasen cotas de poder nunca vistas hasta entonces. Algunas influyeron en importantes decisiones políticas; otras hicieron de mediadoras para que se firmasen tratados, pero sólo una se atrevió a liderar una guerra: Fulvia.

Perteneciente a una importante familia de la élite romana y única heredera de una gran fortuna, Fulvia se casó cuando tenía unos 18 años con un miembro de la clase patricia romana, Publio Clodio Pulcro. Tribuno de la plebe y senador, Clodio estuvo implicado activamente en las luchas por el poder en Roma a mediados del siglo I a.C., al frente de una banda de matones a sueldo que llenaba las calles de Roma de sangre y violencia. 

 

El Foro de Roma

El Foro de Roma

El Foro de Roma, centro de la vida social y política de la ciudad. Desde la tribuna de oradores, Cicerón lanzó sus invectivas contra Antonio y Fulvia.

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En el año 52 a.C., Clodio fue asesinado por Milón, otro político romano y jefe de otra banda. Temiendo que los enemigos de su esposo tomaran represalias contra ella o sus hijos, la viuda se erigió en defensora de la memoria de Clodio para atraerse el respaldo de los seguidores de su marido y, sobre todo, su protección. Una fuente explica que Fulvia mostró al pueblo el cadáver de su marido, con las heridas mortales bien visibles, y la multitud lo llevó hasta la entrada del Senado para erigir allí la pira fúnebre. Poco después, ella y su madre prestaron testimonio en el juicio contra el asesino de su marido y «con sus lágrimas consiguieron conmover al tribunal». Milón fue condenado, pese a que su defensa estuvo a cargo de Cicerón. El famoso orador, de carácter bastante vengativo, nunca perdonó a Fulvia por esta derrota.

Entonces Fulvia se casó con Cayo Escribonio Curión, con quien tuvo un hijo. Este matrimonio fue breve y terminó, de nuevo, de manera sangrienta ya que Escribonio murió en el campo de batalla mientras luchaba en África.

 

Cronología

Una mujer apasionada por la política

80-78 a.C.

Nace Fulvia, la única hija de Marco Fulvio, miembro de una ilustre familia romana, y de su esposa Sempronia.

61 a.C

Fulvia se casa con Clodio, un famoso político perteneciente a la poderosa gens Claudia, asesinado en 52 a.C.

47-46 a.C

En su tercer matrimonio, Fulvia se casa con Marco Antonio, principal aliado de Julio César. Tienen dos hijos: Antilo y Julo.

41-40 a.C

Como líder del bando antoniano, junto a su cuñado Lucio Antonio Fulvia lanza la guerra de Perusia contra Octavio.

40 a.C

Fulvia huye a Sición, en Grecia, donde muere poco tiempo después.

La muerte de César

El tercer y último matrimonio de Fulvia fue con el famoso político y militar Marco Antonio, el principal aliado de Julio César desde el año 49 a.C., cuando el dictador pasó el Rubicón. Con este enlace, Fulvia se encontró dentro de la élite del poder romano, en el círculo más íntimo de César. 

Pero tras el asesinato del dictador en las idus de marzo de 44 a.C., Roma se sumió en una vorágine de maniobras políticas y guerras que al final acabó en un duelo entre los dos hombres que aspiraban a suceder a César: Marco Antonio
y Octavio, hijo adoptivo del dictador y futuro emperador Augusto. En apoyo de su marido Antonio, Fulvia tendría en esos años un protagonismo político inaudito para una mujer romana.

En diciembre de 44 a.C., Cicerón acusó a Marco Antonio de querer convertirse en un déspota y propuso al Senado que lo declarara enemigo del Estado. Fulvia decidió pasar a la acción en defensa de su marido, que se había refugiado en la Galia Cisalpina. Según el historiador Apiano, Fulvia estuvo toda la noche yendo a casa de los senadores más influyentes con la madre de Antonio y el hijo que tuvo con éste, y a la mañana siguiente, cuando se debía votar la moción, se plantó en la entrada del Senado vestida de riguroso luto, suplicando y llorando. Su acción logró conmover a los duros senadores romanos y finalmente Antonio no fue condenado.

Para defender a Antonio, Fulvia fue al Senado vestida de riguroso luto, suplicando y llorando

Un año más tarde, Antonio recuperó su posición al formar con Octavio y Lépido el llamado segundo triunvirato. Los tres se repartieron el poder y los territorios romanos al tiempo que emprendían una implacable persecución de sus rivales a través de las proscripciones, listas de ciudadanos a los que se declaraba fuera de la ley: eran ejecutados y sus propiedades, confiscadas. Según los historiadores antiguos, Fulvia participó activamente en esta persecución. Dion Casio escribe que se aprovechó de las circunstancias para hacer «matar a muchos, por odio o por dinero, entre los que se encontraban hombres que ni siquiera eran conocidos por su marido. Pues al menos una vez dijo él al ver la cabeza de uno de ellos: “A ese no lo conozco”». En este período se sitúa también el asesinato de Cicerón por esbirros de Antonio. Según el mismo Dion Casio, Fulvia deshonró la cabeza del orador antes de que Antonio ordenara exponerla en la tribuna del Foro junto con sus manos cortadas.

Finalmente, Marco Antonio marchó con Octavio hacia Oriente. Lépido permaneció en Roma y Marco Antonio dejó a Lucio, su hermano, y a Fulvia para que administraran sus asuntos privados. Tras derrotar a los asesinos de César en la batalla de Filipos, Octavio volvió a Italia y Antonio se quedó en Oriente. Pero Lucio y Fulvia se opusieron a la campaña de expropiaciones de Octavio para asentar a los veteranos y ello desembocó en la guerra de Perusia en el año 41 a.C.

 

Una mujer en el frente

Varios historiadores antiguos culpan a Fulvia del inicio de la guerra, e incluso apuntan como causa los celos por la relación que mantenía Antonio con Cleopatra en Egipto. Según Apiano, Manio convenció a Fulvia de que «mientras Italia estuviera en paz Antonio se quedaría con Cleopatra, pero que una guerra lo traería de vuelta rápidamente». Sin duda es una explicación tendenciosa. Lo que es seguro es que Fulvia asumió un papel activo en el conflicto. Reclutó senadores para su causa y también se hizo con recursos y efectivos militares para la guerra. 

Fulvia y sus colaboradores tomaron la ciudad de Preneste, que se convirtió en el cuartel general de las tropas de Antonio. Dion Casio asegura que allí Fulvia «planeaba todo con los senadores y caballeros, y enviaba instrucciones a todas partes donde era necesario». Y añade que la esposa de Antonio «llevaba una espada ceñida a la cintura, daba consignas a los soldados y muchas veces les dirigía arengas». 

Busto de Marco Antonio

Busto de Marco Antonio

Busto de Marco Antonio, tercer marido de Fulvia. Museos Vaticanos.

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Aunque estos últimos detalles son quizá legendarios, existe una prueba de que Fulvia era vista como la auténtica líder del bando antoniano junto con Lucio. Los soldados romanos lanzaban con sus hondas unos proyectiles con forma de bellota, llamados glandes, en los que solían tallar inscripciones destinadas a sus enemigos. Se han hallado algunos de estos proyectiles arrojados por los soldados de Octavio con textos vejatorios y de carácter sexual dedicados a Fulvia y a Lucio. Uno de ellos dice: «Lucio Antonio, calvo, y Fulvia, abrid el culo». Esto indica que la consideraban, junto con Lucio, la líder del bando rival. 

 

Más allá de su papel

Los proyectiles se hallaron en Perusia (la actual Perugia), donde las tropas de Lucio fueron sitiadas. Lucio se rindió y con su caída acabó la guerra. En cuanto a Fulvia, para evitar las represalias de Octavio huyó de Italia con sus hijos. Antonio, que se había enterado de lo ocurrido mientras pasaba el invierno en Alejandría con Cleopatra, acudió a su encuentro en Grecia. Pero en lugar de recibir el agradecimiento de su esposo por defender sus intereses mientras él estaba en Oriente, Fulvia tuvo que aguantar fuertes reproches. Luego Antonio volvió a Italia para intentar arreglar las cosas, dejando a Fulvia abandonada en Grecia. 

Poco después, en el año 40 a.C., Fulvia cayó enferma y murió en la ciudad griega de Sición. Antonio y Octavio aprovecharon su muerte para responsabilizarla del inicio de la guerra de Perusia y así quedar libres para poder sellar un nuevo pacto

Además de los reproches de Antonio y Octavio, Fulvia también fue duramente atacada por los autores antiguos. La acusaron de haber ido más allá del papel de esposa y madre que la sociedad romana tenía destinado para ella y no le perdonaron haber tenido la osadía de intervenir en asuntos militares y políticos.

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La cruel venganza de Fulvia

Viejo enemigo de Antonio y de Fulvia, Cicerón fue ejecutado por los soldados de Antonio en el año 43 a.C. cuando se encontraba en su villa en Formia. Según Dion Casio, los asesinos le llevaron su cabeza a Fulvia: «Fulvia cogió la cabeza con las manos, antes de que se la llevaran, y, enfurecida con ella y escupiéndole, la colocó sobre las rodillas, y abriéndole la boca le sacó la lengua y la atravesó con las agujas que utilizaba para el pelo, al tiempo que se mofaba con muchas y crueles burlas». Esta famosa escena, a pesar de que su veracidad ha sido puesta en entredicho, ha marcado para siempre la imagen de Fulvia.

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Moneda de bronce

Moneda de bronce

Moneda de bronce con la efigie de Victoria, quizá Fulvia. 

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Fulvia en efigie

Antonio hizo acuñar una serie de monedas con la efigie de la diosa Victoria en el anverso. Esta imagen podría ser un retrato de la propia Fulvia, a la que Antonio habría honrado de este modo. Eso la convertiría en la primera mujer romana no mitológica representada en una moneda.

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Julia y Fulvia

Julia y Fulvia

Julia y Fulvia, escena de una obra de Voltaire. N. Abildgaard. 1800. Galería Nacional, Oslo.

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Mujer contra natura

Los historiadores antiguos transmiten una imagen de Fulvia teñida de prejuicios misóginos. La tildan de cruel, colérica y codiciosa, pero el principal reproche es que no actúa como debería hacerlo una mujer. En su Vida de Antonio, Plutarco dice que «era una mujer que no circunscribía sus pensamientos a las simples tareas del hogar, como cardar la lana» y que quería casarse con un hombre débil como Antonio al que pudiera gobernar. Veleyo Patérculo, en su Historia romana, afirma que Fulvia «no tenía de mujer más que el cuerpo», y la acusa de provocar la guerra de Perusia: «Promovía en todo la violencia alentando el descontento».

Este artículo pertenece al número 233 de la revista Historia National Geographic.