operación naval

El fracaso de la armada invencible inglesa

En respuesta a la fallida invasión española de Inglaterra en 1588, Isabel I organizó una gran operación naval contra La Coruña y Lisboa que acabó en un completo desastre.

La flota inglesa

La flota inglesa

La flota inglesa rechaza el ataque de la Gran Armada española. Pintura holandesa del siglo XVII.

Bridgeman / ACI

En 1588, la gran expedición enviada por Felipe II contra Inglaterra se saldó con la pérdida de la mayor parte de la flota española. Apenas un año después, Isabel I de Inglaterra organizó una expedición formidable, mayor aún que la Armada Invencible española, llamada por los historiadores Armada Inglesa o Contra Armada. Su objetivo era asestar un golpe definitivo al poder naval de España atacando sus bases en la península ibérica, con la esperanza de que así obligaría a Felipe II a firmar la paz en unas condiciones ventajosas para
Inglaterra. Además, los ingleses planeaban atacar Portugal y fomentar allí un levantamiento contra Felipe II, que en 1581 había anexionado el reino luso a sus dominios. 

La flota inglesa estaba compuesta por unas 180 embarcaciones de todo tipo y 23.000 hombres entre marinería y soldados. Su coste se elevaba a 90.000 libras, una cantidad que fue sufragada por la reina inglesa, los holandeses en guerra contra España desde 1568 y diversos nobles y comerciantes que confiaban obtener a cambio un suculento botín. Al mando de esta flota estaba el almirante Francis Drake, mientras que las fuerzas de desembarco debían ser dirigidas por el barón John Norreys

 

Mala preparación

La expedición, sin embargo, descansaba en unos cálculos excesivamente optimistas. Los ingleses creían que la flota española se derrumbaría nada más entrar en combate, por lo que se cuidó muy poco el adiestramiento de las tropas. Los expedicionarios tampoco reunieron suficiente caballería ni piezas de artillería para batir las defensas de las ciudades. 

Los ingleses contaban con unas tropas inexpertas y piezas de artillería insuficientes

El 13 de abril de 1589 la flota inglesa zarpó de Plymouth dividida en cinco escuadrones. Su intención era dirigirse a Santander, donde se hallaba la mayor parte de los restos de la Invencible. Pero al poco de partir, una veintena de naves la abandonaron a causa del mal tiempo y Drake decidió cambiar de rumbo y avanzar hacia La Coruña, se desconoce si por el mal tiempo reinante en el golfo de Vizcaya o por creer que en el puerto gallego habría un mayor botín. 

 

El ataque a La Coruña

El 4 de mayo, la flota inglesa llegó a las inmediaciones de La Coruña.
La situación de la ciudad no era alentadora, pues contaba con apenas 1.600 defensores entre soldados y milicias locales. Pero la población civil, llamada a la defensa por los fuegos que se encendieron en la torre de Hércules, el faro romano de la ciudad, enseguida se aprestó a repeler el ataque. Seis barcos anclados en el puerto se colocaron bajo el fuerte de San Antón, el baluarte que lo defendía. Sus disparos y los de las baterías del castillo obligaron a los atacantes a descartar un asalto directo y a desembarcar en un punto fuera del alcance de la artillería defensiva para avanzar hacia la ciudad por tierra.

Castillo de San Antón

Castillo de San Antón

El castillo de San Antón, levantado sobre un islote en medio de la bahía coruñesa, contribuyó a la defensa de La Coruña del asedio inglés.

AGE Fotostock

Los ingleses entraron fácilmente en el barrio de Pescadería, situado extramuros, y lo saquearon sin piedad. Pero cuando quisieron asaltar la parte amurallada de la ciudad se encontraron con la resistencia feroz de la población, encerrada tras las murallas y apoyada por la guarnición del castillo y la marinería. 

Galvanizada, entre otros, por María Pita –la célebre heroína coruñesa que encabezó la resistencia a un intento de asalto inglés– la ciudad resistió durante días los ataques. Temible en el mar, Inglaterra aún tenía mucho que aprender en combates en tierra. Sus tropas estaban formadas por jóvenes con mucho entusiasmo por el botín prometido, pero sin apenas experiencia de combate, y las enfermedades que comenzaron a extenderse entre los atacantes también minaron su capacidad de lucha. Ante esta situación, después de sufrir más de 1.200 bajas y perder varias naves, el 18 de mayo los invasores desistieron de su intento de tomar La Coruña y reembarcaron sus tropas, poniendo rumbo hacia el segundo objetivo de la expedición, de mayor entidad política y económica que el puerto gallego: Lisboa

 

El asedio de Lisboa

En su avance hacia el sur, el 26 de mayo la flota inglesa llegó a Peniche, 75 kilómetros al norte de Lisboa. Desde allí, la expedición se desdobló: 9.000 hombres a las órdenes de Norreys desembarcaron en la playa para dirigirse a pie hacia Lisboa, mientras que los barcos de Drake, con el resto de fuerzas, avanzaron hacia la desembocadura del Tajo para atacar Lisboa desde el mar. 

El progreso de la infantería fue penoso y duro por la escasez de alimentos y las enfermedades que arrastraban desde su partida de La Coruña. Norreys confiaba en levantar en armas a su paso a los portugueses contra el dominio español y a favor del prior de Crato, candidato portugués al trono que había partido con ellos en la expedición, pero este no encontró apoyo de la población civil. Los españoles, por su parte, organizaron rápidamente la defensa. Las guarniciones castellanas no cesaron de hostigar a los invasores en su avance hacia Lisboa, lo que les dio tiempo para preparar la defensa de la capital portuguesa, donde reunieron una guarnición de unos 6.500 hombres, entre españoles y portugueses leales a la Corona, que controlaban los puntos clave de la ciudad. Además, una flota española de sesenta naves se apostó en la desembocadura del Tajo y, apoyada por las defensas terrestres, mantuvo alejada del puerto lisboeta a la armada de Drake, lo que redujo radicalmente las posibilidades de éxito de toda la operación. 

Francis Drake

Francis Drake

Francis Drake retratado por Marcus Gheeraerts en 1590.

Cordon Press

Aun así, el 3 de junio la infantería inglesa intentó el asalto de la ciudad, pero fue repelida por los defensores. Comprendiendo que su empresa había fracasado, Norreys ordenó a sus tropas retirarse a Cascais, en la entrada del estuario del Tajo, donde estaba atracada la flota de Drake. La marcha se efectuó bajo el fuego combinado de los buques españoles y los defensores de la ciudad que salieron en su persecución, lo que provocó un gran número de bajas entre los ingleses. 

 

Un fiasco olvidado

La flota de Drake zarpó de Cascais el 20 de junio. La falta de viento facilitó la persecución por los españoles, que hundieron una decena de navíos enemigos. Una parte de la armada inglesa se vio arrastrada por una tormenta y se dirigió al archipiélago de Madeira; allí saquearon una isla antes de poner rumbo a Inglaterra. En cuanto a Drake y Norreys, su intención era dirigirse a las Azores, pero una serie de tormentas dispersaron gran parte de la escuadra. En busca de víveres para su hambrienta y enferma tripulación, Drake saqueó Vigo antes de que un destacamento español acudiera en su auxilio. En los primeros días de julio, la escuadra inglesa estaba de vuelta en Inglaterra. 

El fracaso de la Contra Armada fue de dimensiones equivalentes al de la Invencible un año antes. El 75 por ciento de los expedicionarios murieron o volvieron enfermos o mutilados. Casi la mitad de las embarcaciones se perdieron víctimas de los combates y las tormentas, por lo que la ruina económica fue total. Drake y Norreys fueron acusados de incompetencia y cayeron discretamente en desgracia, sobre todo el primero. Pero rápidamente se echó tierra encima del desastre y pronto fue olvidado por la historia oficial. 

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Objetivo, La Coruña

En el siglo XVI, el núcleo amurallado de La Coruña, la Ciudad Alta, se situaba en una pequeña península que cerraba por el oeste una amplia ensenada, defendida por el fuerte de San Antón. En el istmo que unía la ciudad al continente se desarrolló un arrabal de pescadores y marineros, la llamada Pescadería, que doblaba en población a la Ciudad Alta. El asalto inglés se inició en esa zona.

 

 

Pasa por encima de los círculos amarillos para más información.

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Un estandarte

Cuando la infantería inglesa se retiraba de Lisboa, los españoles capturaron uno de sus estandartes, que luego fue depositado como trofeo en la catedral de Sigüenza, donde aún se conserva. Aquí se muestra tras una reciente restauración.

Estandarte

Estandarte

Estandarte restaurado.

KRONOS Restaura

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Una heroína popular

María Pita se llamaba en realidad María Mayor Fernández de la Cámara y Pita. Pese a estos rimbombantes apellidos era de extracción humilde, y en 1589 estaba casada con un carnicero que murió durante el asalto inglés a La Coruña. Su actuación durante el asedio fue un tanto adornada por la leyenda posterior. En 1606, en respuesta a una petición de María, un informe del gobierno de Felipe III reconocía sus méritos en términos más sobrios: «Peleó entre los soldados con su espada, pica y morrión, haciendo traer de su casa ropa y bastimentos para el reparo de la batería y refresco de los soldados que estaban en ella». 

Relieve de la estatua de María Pita

Relieve de la estatua de María Pita

Relieve de la estatua de María Pita situada en la plaza coruñesa que lleva su nombre.

Prisma / Album

Este artículo pertenece al número 239 de la revista Historia National Geographic.