Esclavismo en EEUU en el siglo XIX

Ellen Craft, la huida de una esclava travestida

Ataviada como un hombre y acompañada por su marido, al que hizo pasar por su esclavo, Ellen Craft logró huir en 1848 del sur esclavista de Estados Unidos.

Ellen Craft

Ellen Craft

Apariencia masculina. Éste era el aspecto que tenía Ellen Craft durante su fuga, según un grabado publicado en 1860.

Foto: Mary Evans / ACI

En el siglo XIX, muchos esclavos de Estados Unidos, particularmente aquellos que vivían en el «Sur profundo», hacían valerosos esfuerzos por escapar a la libertad que les ofrecía el Norte del país. Miles de ellos recurrieron al llamado Ferrocarril Subterráneo, una red de rutas secretas y escondites que se extendía por los estados del Norte hasta Canadá. En esos casos la huida se desarrollaba de noche para evitar las patrullas de esclavistas y las autoridades locales. Ellen Craft y su marido William optaron por un plan radicalmente distinto: escaparon a plena luz del día.

Ellen Craft había nacido en 1826, en Clinton, en el estado de Georgia, uno de los de mayor población de esclavos del país. Su padre, el mayor James Smith, era blanco y fue su primer dueño. Su madre, Maria, afroamericana, era una esclava de Smith. Ellen tenía la piel clara y un gran parecido con Smith y sus hijos legítimos, hasta el punto de que solían confundirla con ellos. Se dice que este parecido fue el que llevó a su dueño a cedérsela, con sólo once años, a otra de sus hijas –y hermana paterna de Ellen– como regalo de bodas. La joven esclava se trasladó a Macon, a unos 20 kilómetros de donde había nacido, para trabajar como criada.

Cronología

El camino hacia la libertad

1826

Ellen Craft nace en Clinton (estado de Georgia), hija de un esclavista blanco y una esclava negra.

1837

Descripción. Ellen es separada de su madre y enviada a Macon (Georgia), como regalo de boda de su padre para una de sus hermanas.

1846

Ellen se casa con William Craft, un esclavo de profesión ebanista que es propiedad de otra familia de Macon.

1848

Reacios a tener hijos que les pudieran ser arrebatados, los Craft planean su fuga hacia los estados libres del Norte.

1850

La aprobación de la Ley de esclavos fugitivos pone en peligro la vida de los Craft, que deciden trasladarse a Inglaterra.

Separados de sus familias

No hay constancia de cuándo ni cómo conoció Ellen al hombre que se convertiría en su marido, William Craft, nacido en la Georgia rural en 1824. Todos los miembros de su familia pertenecían al mismo dueño, pero éste los fue separando cruelmente a lo largo de la infancia de William. En sus memorias, éste recordaba: «Mi antiguo dueño también vendió a un hermano y una hermana muy queridos para mí, como hizo con mi padre y mi madre. La razón que dio para deshacerse de mis padres, junto a otros esclavos mayores, era que estaban envejeciendo y pronto no tendrían ningún valor en el mercado».

William fue vendido a los 16 años. De niño había trabajado como aprendiz de ebanista, y este oficio se le daba tan bien que su nuevo dueño lo alquilaba como carpintero a otros esclavistas. William cobraba por estos trabajos, aunque su dueño se quedaba con la mayor parte de sus ingresos. La pareja se casó en 1846, pero, dada la traumática experiencia infantil de ambos, les preocupaba que los separasen de los hijos que pudieran tener. La única manera de construir una familia era huir de Georgia. La empresa entrañaba importantes riesgos, pero en 1848 los Craft urdieron un plan para engañar a los esclavistas y sus patrullas: viajarían hacia los estados del Norte de día, aprovechando la piel clara de Ellen para hacer creer que era una mujer blanca cualquiera.

William Craft en un retrato de la década de 1840.

Foto: Getty Images

En un principio pensaron que Ellen fingiría ser el ama de William, pero no tardaron en comprender que la gente recelaría de una mujer blanca que viajase sola con un negro, y decidieron que se haría pasar por un joven caballero blanco. Con este propósito, Ellen se cortó el pelo y adoptó ropa de hombre, incluido un sombrero de copa. Además, se puso unas gafas oscuras para ocultar su miedo atroz a que alguien los pudiera desenmascarar durante el viaje. También se colocó una cataplasma sobre la cara a fin de disimular la ausencia de vello facial. Como ni William ni Ellen sabían leer porque en el estado de Georgia era ilegal enseñar a los esclavos a hacerlo, decidieron vendar el brazo de Ellen, para así evitar que tuviera que firmar ningún registro para el viaje o el alojamiento. Si alguien les preguntaba qué iban a hacer en el Norte, responderían que iban a visitar a un médico especialista, con los vendajes de ella como prueba de lesión o enfermedad.

El 21 de diciembre de 1848 pidieron permiso a sus amos para salir de sus casas –era uno de los pocos derechos que tenían– y de inmediato se disfrazaron, fueron hasta la estación de Macon y tomaron un tren hacia Savannah. Ya en el tren, Ellen se dio cuenta de que estaba sentada al lado de un buen amigo de su dueño. Nerviosa y asustada, no se relajó hasta que éste le dijo: «Qué buena mañana, caballero». Aunque se sintió aliviada al ver que su disfraz funcionaba, Ellen se fingió sorda para no conversar con él. Cuando llegaron a Savannah tomaron un carruaje y fueron hasta el barco de vapor que partía hacia Charleston, en Carolina del Sur.

Como los esclavos no disponían de asientos a bordo, William buscó un rincón cerca de la chimenea y se sentó allí hasta la mañana siguiente. El capitán del barco se mostró impresionado por el «atentísimo muchacho» que acompañaba al joven caballero y advirtió a Ellen sobre los «despiadados abolicionistas» de los estados del Norte, que intentarían convencer a William de que huyera.

Estados Unidos en 1855, con la ruta seguida por Ellen y William Craft en su huida a los Estados del Norte en 1848.

Foto: Getty Images

Privilegios blancos

El viaje estuvo plagado de momentos tensos. Un comerciante de esclavos hizo a Ellen una oferta por William. Un militar la regañó por decir «gracias» a su supuesto sirviente. Cuando la pareja llegó a Charleston, se pudieron alojar en el mejor hotel. Allí, los recepcionistas atendieron al «impedido» con gran cuidado, dándole una bonita habitación y una buena mesa en el comedor. Luego tomaron otro vapor hasta Wilmington y desde allí fueron hasta Richmond. Cuando llegaron a Baltimore (Maryland), el 24 de diciembre de 1848, estaban a sólo una parada de tren de la libertad, en el estado de Pennsylvania. Los Craft habían oído que los revisores prohibían que los esclavos viajasen a Filadelfia. Un revisor los retuvo momentáneamente en Baltimore, para comprobar que William realmente era «propiedad» de Ellen, pero al oír que el tren se iba y al ver los vendajes del supuesto caballero los autorizó a partir. El día de Navidad, los Craft llegaron a Filadelfia y Ellen exclamó: «¡Gracias a Dios, William, estamos a salvo!».

Tras un mes en Filadelfia, Ellen y William se trasladaron a Boston, ciudad que era un hervidero de la actividad abolicionista en Estados Unidos. Allí, el relato de su audaz huida de Georgia les granjeó mucho respeto y pronto se convirtieron en portavoces destacados del movimiento abolicionista, viajando por toda Nueva Inglaterra para denunciar los horrores de la esclavitud en el Sur.

African Meeting House, lugar de reunión de la comunidad afroamericana en Boston, donde los Craft relataron su huida.

Foto: Randy Duchaine / Alamy / ACI

Libertad en peligro

Los inicios del matrimonio en Boston parecían prometedores. William volvió a ser un ebanista cotizado y Ellen trabajó como costurera, pero la aprobación de la Ley de Esclavos Fugitivos en 1850 complicó su vida. La ley prohibía que los residentes de estados libres, como Massachusetts, albergaran o ayudaran a esclavos fugados. También autorizaba a los agentes federales a detenerlos y enviarlos de vuelta al Sur sin juicio previo. Esto provocó que se ofrecieran lucrativas recompensas por la captura de presuntos esclavos fugados. Dos cazarrecompensas de Macon intentaron detener a William y Ellen, que fueron protegidos por un grupo interracial de bostonianos conocido como Comité de Vigilancia, que los trasladó por distintas casas seguras para evitar su captura. A fin de esquivar la Ley de Fugitivos, Ellen y William se mudaron a Londres, donde se convirtieron en líderes y portavoces del movimiento abolicionista local. Tras cerca de dos décadas en Inglaterra, y siendo padres ya de cinco hijos, los Craft regresaron a Georgia. Se instalaron cerca de Savannah y abrieron una granja-escuela para educar a los esclavos liberados en virtud del acta de emancipación de 1863, emitida por el presidente Lincoln durante la guerra de Secesión.

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Un plan de fuga meticuloso

En sus memorias, William Craft recordaba cómo había urdido el plan con Ellen: «Los esclavistas tenían el privilegio de llevar a sus esclavos a cualquier parte del país que quisieran, así que se me ocurrió que, como mi mujer era casi blanca, se podía hacer pasar por un caballero impedido y mi dueño, eso nos permitiría escapar […]. Visité distintos puntos de la ciudad a distintas horas, y fui comprándolo todo, pieza a pieza (excepto los pantalones, que Ellen quiso hacer) y lo llevé a la casa donde residía mi esposa [...]. Cuando nos pareció que lo teníamos todo, fijamos el día de la fuga».

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Relatos de huidos

Durante su estancia en Londres, William Craft escribió un relato de su experiencia de fugitivo junto a su esposa: Running a Thousand Miles for Freedom, «Mil millas de huida por la libertad». Su escrito se suma a otros testimonios antiesclavistas como los de Olaudah Equiano, Frederick Douglass, Sojourner Truth o Harriet Jacobs.

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Secuestro de esclavos

La Ley de Fugitivos de 1850 permitía que comisarios federales capturaran esclavos fugitivos y castigaba con multas a quienes protegieran a los huidos. La ley suscitó una enorme oposición en los estados norteños, cuyos ciudadanos la consideraban una extralimitación federal, lo que a la postre favoreció el movimiento abolicionista. El cartel bajo estas líneas es una advertencia a la población negra de Boston para que evite tratar con vigilantes y oficiales de policía de la ciudad, dado que el alcalde los había autorizado a actuar como «secuestradores y apresadores de esclavos. [...] Si apreciáis vuestra libertad y el bienestar de los fugitivos entre vosotros, evitadlos de todas las maneras».

Foto: Alamy / ACI

Este artículo pertenece al número 216 de la revista Historia National Geographic.

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