Editorial del Número 238 de Historia National Geographic

Diseño de máquina voladora basada en los apuntes de Leonardo da Vinci

Diseño de máquina voladora basada en los apuntes de Leonardo da Vinci

Diseño de máquina voladora basada en los apuntes de Leonardo da Vinci.

Aurimages

Al preparar los artículos de este número y leer el dedicado a las máquinas voladoras imaginadas por Leonardo da Vinci, me vino a la memoria uno de los más conocidos poemas del escritor alemán Bertolt Brecht, El sastre de Ulm (1592). Es breve; solo tiene cuatro estrofas. En la primera, el sastre de la ciudad alemana de Ulm anuncia su idea y su propósito: «–¡Obispo, puedo volar! / –le dijo el sastre al obispo–. / ¡Fíjate, voy a probar! / Y con algo como alas / el sastre subió al lugar / más alto de la catedral. / Pero el obispo no quiso mirar». Con su idea, el sastre desafía el orden supuestamente inmutable de la Creación, según indica la segunda estrofa: «–Como el hombre no es un ave, / eso es pura falsedad / –dijo el obispo del sastre–. / Nadie volará jamás». La realidad inmutable queda sellada en la estrofa siguiente: «–El sastre ha muerto –la gente / al obispo fue a informar–. / Fue una locura. Sus alas / se tenían que desarmar. / Y ahora yace destrozado / sobre la plaza de la catedral». El obispo, que ve refrendadas sus creencias, se muestra exultante en la cuarta y última estrofa: «–¡Que repiquen las campanas! / Era pura falsedad. / ¡Como el hombre no es un ave / –dijo el obispo a la gente–, / nunca el hombre volará!». El sastre de Ulm existió realmente y se llamó Albrecht Ludwig Berblinger. En 1811 intentó cruzar el Danubio desde el Bastión del Águila, en Ulm, con las alas que había construido, pero cayó al río, quedó desacreditado y murió en la pobreza. Hoy lleva su nombre el premio anual que concede la Sociedad Alemana de Medicina Aeroespacial, y en el Ayuntamiento de Ulm se exhibe una réplica de sus alas. Brecht, perseguido por el Tercer Reich, escribió esta poesía en 1934, convirtiendo la historia de Berblinger en una parábola: la realidad social no es inmutable y se puede transformar, aunque para ello se debe ir más allá de las ideas recibidas, de lo que la mayoría cree que es posible. Y eso fue lo que hizo un genio visionario como Leonardo.

Este artículo pertenece al número 238 de la revista Historia National Geographic.