Editorial del Número 236 de Historia National Geographic

Tapa de sarcófago

Tapa de sarcófago

Tapa de sarcófago con la representación simbólica de Pablo a bordo de un barco llamado Tecla.

Bridgeman / ACI

Tarso? ¿Dónde está Tarso? Es probable que nunca hayas oído hablar de esta ciudad, que por azar une a dos de nuestros protagonistas de este mes. Su gloria pasó, y ahora es una tranquila localidad turca de provincias, lejos de la orilla de un mar que antes tenía muy cerca, cuando el río Cidno -que la atravesaba- desembocaba en él. Los sedimentos han alejado el Mediterráneo una quincena de kilómetros, y de la Tarso antigua quedan escasos restos, entre ellos una supuesta puerta de Cleopatra por la que nunca pasó la reina de Egipto, aunque sí estuvo en la ciudad. Tarso cambió la historia. Allí se encontraron por primera vez Cleopatra y Marco Antonio, en lo que fue el inicio de una relación que culminaría en una devastadora guerra civil en Roma y en el comienzo del Imperio. Allí nació Saulo o Pablo de Tarso, el hombre que hizo del cristianismo una religión abierta a todos los creyentes, no solo a los judíos. Tarso pudo haber cambiado aún más la historia. Allí contrajo una grave enfermedad Alejandro Magno, justo al comienzo de su conquista de Asia, que habría terminado en ese mismo punto si el macedonio hubiera muerto. Y allí Casio estuvo a punto de asesinar a Julio César –tres años antes de lograrlo en los idus de marzo–, cuando este aún no había asumido plenos poderes como dictador. César se salvó porque su barco no atracó en la orilla donde lo esperaba Casio, sino en la opuesta. Si hubiera muerto entonces, Octavio Augusto no habría sido su heredero y el Imperio romano no habría existido como lo conocemos. Al parecer, Tarso también nos dejó un recuerdo insospechado: el león alado de San Marcos que se yergue sobre su columna veneciana. El autor de esta antigua escultura, hecha entre los siglos IV
y III a.C., que originalmente representaba a un grifo, se habría inspirado en el león alado y cornudo que era la divinidad tutelar de nuestra hoy desconocida Tarso...

Este artículo pertenece al número 236 de la revista Historia National Geographic.