Editorial del Número 235 de Historia National Geographic

Samurái

Samurái

Samurái. Xilografía. Siglo XIX. Biblioteca de las Artes Decorativas, París.

DEA / Album

En las páginas que siguen encontraremos dos historias orientales fascinantes: la apertura de un mundo y la clausura de otro. La primera tuvo como protagonistas a los mongoles, cuyas brutales conquistas a sangre y fuego tuvieron un efecto paradójico: al dar un poder colosal sobre Eurasia a los grandes khanes, estos fueron capaces de garantizar a viajeros occidentales como Marco Polo la seguridad necesaria para que pudieran recorrer miles de kilómetros a través de las estepas y alcanzar China. Los mongoles apreciaban los conocimientos y las habilidades de los mercaderes y artesanos europeos, así como el poder de sus reyes, con quienes deseaban establecer alianzas. Si la epopeya de Marco Polo nos sigue deslumbrando es porque la plasmó en su Libro de las maravillas, un compendio de prodigios y riquezas del Lejano Oriente que doscientos años después impulsaría a Colón a buscar una ruta oceánica directa para llegar a tan fabulosas tierras. La segunda historia es la del encierro de Japón. El shogun o dictador militar Iemitsu Tokugawa decidió que lo mejor para preservar su dominio sobre el archipiélago era cerrarlo a cal y canto a toda injerencia extranjera, en especial de los occidentales (cristianos y bien armados). El resultado de esta clausura fue el afianzamiento del poder del shogun sobre los señores feudales, que dejaron de guerrear entre sí y ya no necesitaron a sus soldados, los samuráis. Estos hombres, que vivían para combatir, tuvieron que hallar otras maneras de ganarse el sustento, desde el crimen hasta el arte. Y aunque en ese tránsito hacia la oscuridad desaparecieron como grupo social, su ética de servicio y entrega aún impregna el Japón actual.

Este artículo pertenece al número 235 de la revista Historia National Geographic.