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Un río que discurre por un desierto africano. Una isla gigantesca que surge del océano Atlántico. Un fuerte que se alza en los brumosos confines del Imperio romano. Un reino subterráneo cuyos habitantes sufren castigos atroces. Los desolados parajes de Nuevo México. Estos son nuestros destinos ahora que el verano casi ha terminado, pero no nuestras ganas de viajar, de contemplar nuevos paisajes, de pisar otros lugares. Porque eso es la historia: un viaje al continente más fabuloso, el pasado, en el que siempre encontraremos nuevos senderos que explorar, en el que siempre asoman nuevos horizontes que cruzar.
Allí descubriremos al bonachón Hapy, el dios de la crecida del Nilo, empujando las aguas del gran río para mayor felicidad de los antiguos egipcios. A los orgullosos habitantes de la Atlántida, engullidos por un gigantesco cataclismo. A la guarnición romana de Vindolanda, junto al muro de Adriano, llevando una tranquila vida de frontera en las lindes de Escocia. A los condenados que gimen, se queman o hielan en el Infierno de Dante. A Billy el Niño cobrándose sangrientas venganzas, huyendo y, por fin, muriendo acribillado. A esos destinos tenemos que añadir otro muy singular: la maravillosa mente de un hombre, la de Leonardo da Vinci, el gran genio florentino. Les invitamos a descubrir todos esos mundos de la mano de los mejores guías: nuestros autores, a los que se acaba de sumar el escritor Adrian Goldsworthy, magnífico conocedor del ejército romano.
Feliz lectura, feliz viaje.
Este artículo pertenece al número 213 de la revista Historia National Geographic.