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Harriet Tubman, nacida Araminta Ross. Su nombre es una leyenda en Estados Unidos. Esclava desde que nació hacia 1820, y cruelmente maltratada durante su infancia, huyó al Norte en 1849, cuando pensó que iba a ser vendida y separada de su familia. La dejó atrás, pero no la olvidó, y volvió al Sur esclavista hasta en 19 ocasiones para rescatar a los suyos y a más de 300 esclavos a través de la red de evasión conocida como Ferrocarril Subterráneo. No hay palabras para describir el peligro que entrañaban semejantes acciones, y no es extraño que su gente la llamara Moisés. Durante la guerra de Secesión, Tubman sirvió como exploradora para el ejército de la Unión, y tras la contienda dedicó todos sus esfuerzos a mejorar la situación de los más desvalidos entre los antiguos esclavos. En abril de 2016 se anunció que su rostro aparecería en los nuevos billetes de 20 dólares que iban a entrar en circulación en 2020, al cumplirse un siglo de la obtención del derecho al voto de la mujer en Estados Unidos; Tubman había sido elegida en una amplia votación popular (por detrás suyo quedaron Eleanor Roosevelt y Rosa Parks), y su rostro iba a ser el primero de una mujer y una persona negra impreso en un billete estadounidense. Esto sucedía durante el mandato de Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, cuya esposa, Michelle Obama, desciende de un antiguo esclavo. Siete meses después, Donald Trump fue elegido presidente, y en junio de 2019 se anunció (alegando inverosímiles cuestiones de seguridad) que el billete dedicado a Tubman no se imprimiría, lo que algo dice sobre la visión del mandatario acerca de la esclavitud en su país. Para acercarse a lo que supuso esta abominable institución les invito a leer el artículo que le dedicamos en el presente número de nuestra revista.
Este artículo pertenece al número 205 de la revista Historia National Geographic.