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Cómo no iba a cautivar María Teresa de Silva a tantos? Y a despertar, en la misma proporción, envidias y celos… Belleza, riqueza y poder componen la tríada infalible de ingredientes necesarios para crear una serie adictiva de televisión, y ella, la XIII duquesa de Alba, los reunía todos. Fascinó a sus contemporáneos y a la posteridad, que creyó la historia de una relación entre la aristócrata y Francisco de Goya que iba (mucho) más allá de la propia entre mecenas y artista. No menos atrayente es Leonardo da Vinci, un cofre repleto de saber, intereses, habilidades y curiosidad, la encarnación del hombre completo del Renacimiento, que resplandece como un diamante de múltiples facetas. Muchos personajes históricos han llegado hasta nosotros convertidos en mitos. Y muchas veces la historia se envuelve en la brillante capa de la leyenda o se viste con el atrayente ropaje de lo fabuloso, como sucede con la Ruta de la Seda, cuyo solo nombre evoca viajes llenos de aventuras, lugares exóticos y riquezas sin cuento. Seguro que cuando pronunciamos estas palabras nos viene a la mente Marco Polo –otro personaje mítico–, pero el viaje que proponemos en nuestras páginas nos transporta aún más lejos en el tiempo, a los siglos en que la seda china, ligera y brillante, alcanzó Roma desde su origen en una tierra incierta en el otro extremo del globo. Un año más, os invitamos a visitar juntos ese continente que es el pasado a bordo de nuestra revista, como si fuera una alfombra mágica de papel igual a la que el príncipe Hussein compra en la Bisnagar de Las mil y una noches, según la versión que el explorador británico Richard Burton hizo de este clásico oriental casi un siglo y medio atrás: «Quienquiera que se siente en esta alfombra y desee con el pensamiento que lo eleven y lo coloquen en otro sitio, será llevado allí en un abrir y cerrar de ojos, ya sea un lugar cercano o se halle
a muchos días de camino y sea de difícil acceso». ¡Feliz año, feliz viaje!