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Antes del cine y la televisión, el gran espectáculo de masas era el teatro, y la capital mundial de ese arte era París. Sarah Bernhardt fue la estrella indiscutible de la escena teatral parisina durante más de medio siglo, hasta su muerte en 1923. La Divina Sarah fue una estrella global que allí donde iba provocaba emoción, admiración y, con frecuencia, escándalo.
Este artículo pertenece al número 236 de la revista Historia National Geographic.