El templo de Hatshepsut

Deir el-Bahari

Construido en un majestuoso escenario natural frente a Tebas, el templo de Millones de Años de la reina Hatshepsut fue escenario de fastuosas ceremonias religiosas, como la Bella Fiesta del Valle.

Bajo la montaña tebana

Bajo la montaña tebana

Bajo la montaña tebana. En el circo rocoso de Deir el-Bahari, el arquitecto Senenmut levantó el templo conmemorativo de su señora, la reina Hatshepsut. El edificio se compone de una sucesión de terrazas y pórticos unidos mediante rampas.

Foto: Ratnakorn Piyasirisorost / Getty Images

En tiempos del Reino Nuevo, la época más gloriosa de Egipto, los faraones de las dinastías XVIII, XIX y XX construyeron los llamados templos de Millones de Años en la orilla occidental del Nilo, frente a la ciudad de Tebas. En estos santuarios se rendía culto a los faraones después de muertos, pese a que sus momias no estaban enterradas allí, sino en tumbas excavadas en la roca del Valle de los Reyes, un pequeño valle oculto al pie de la montaña tebana. Además de acoger las ceremonias funerarias, los templos de Millones de Años también se usaron en rituales relacionados con la realeza y con el dios tebano Amón, así como con el dios solar en sus distintas formas y con otras divinidades. Dado que la función de estos recintos iba más allá del ámbito funerario, parece más apropiado referirnos a ellos como templos conmemorativos.

Mapa Deir el-Bahari

Mapa Deir el-Bahari

Cronología

Un lugar sagrado

2009-1959 a.C.

Mentuhotep II se hace construir un templo mausoleo con terrazas conectadas por rampas en el circo de Deir el-Bahari.

1479-1458 a.C.

Corregencia de Hatshepsut con su sobrino Tutmosis III, que la reina aprovecha para coronarse como faraón.

H. 1471-1470 a.C.

Entre los años 8 y 9 del reinado de la soberana Hatshepsut se lleva a cabo la expedición comercial con destino final al país del Punt (quizá Somalia o alguna región próxima).

H. 1472-1458 a.C.

Durante este periodo de tiempo, Senenmut, arquitecto y favorito de la soberana, dirige los trabajos de construcción de su templo en Deir el-Bahari.

Siglo VII d.C.

Los coptos construyen el monasterio de Apa Phoibamon en una de las terrazas superiores del templo abandonado.

Desde 1961

El Centro Polaco de Arqueología Mediterránea y el Servicio de Antigüedades egipcio excavan en el templo.

Esfinge de Hatshepsut

Esfinge de Hatshepsut

Esfinge de Hatshepsut. La soberana fue representada en esta escultura como una esfinge en forma de león. En su frente ciñe el ureo (la cobra real) y porta la barba postiza propia de los faraones. Museo Egipcio, El Cairo.

Foto: Kenneth Garrett

Uno de los primeros reyes que se hizo erigir un templo conmemorativo fue Hatshepsut, la única mujer que llegó a reinar como faraón durante el Reino Nuevo. Se construyó al pie de los acantilados del circo rocoso de Deir el-Bahari, el actual nombre árabe del lugar. Aquél era un espacio sagrado desde muy antiguo, pues estaba consagrado a la diosa Hathor, protectora de los difuntos e importante divinidad funeraria en la región de Tebas. Cinco siglos antes, en tiempos del Reino Medio, el faraón Mentuhotep II había erigido allí un primer templo funerario. El de Hatshepsut acabaría eclipsando a todos los demás y se convertiría en el principal templo de culto de la necrópolis tebana.

Senenmut y la hija de Hatshepsut

Senenmut y la hija de Hatshepsut

Senenmut y la hija de Hatshepsut. Esta estatua cubo representa al arquitecto real con su pupila, la princesa Neferure. Museo Egipcio, Berlín.

FOTO: BPK / Scala, Firenze

La construcción requirió quince años de trabajo y se llevó a cabo bajo la supervisión del arquitecto y favorito de la reina, Senenmut. El edificio se inspiró en la disposición en terrazas y rampas del cercano templo de Mentuhotep, pero Senenmut introdujo una serie de innovaciones que dieron lugar a un edificio de características singulares y de magnificencia inigualada; no en vano fue bautizado como Djeser Djeseru, «El más sagrado de los sagrados».

Camino de ascenso

La mayoría de la treintena de templos conmemorativos que hubo en la orilla occidental de Tebas siguieron el esquema clásico de los templos del Reino Nuevo, con salas separadas por pilonos, como las de Luxor y Karnak. El de Hatshepsut, en cambio, ya fuera por la influencia del cercano templo de Montuhotep II o por la necesidad de adaptarse al terreno, se dispuso en torno a una calzada central que dividía el edificio en dos mitades simétricas. A lo largo de esta vía se sucedían tres grandes terrazas a distinta altura, conectadas entre sí mediante rampas ascendentes.

Rampas y jardines

Rampas y jardines

Rampas y jardines. Tras la segunda terraza del templo de Hatshepsut, con la rampa que lleva al santuario de Amón, se ven los templos de Mentuhotep II y de Tutmosis III. Ilustración por Balage Balogh.

Foto: Balage Balogh / RMN-Grand Palais

La disposición del templo de Hatshepsut no era casual. Por un lado, el santuario estaba perfectamente alineado con el templo de Amón en Karnak, en la orilla opuesta del Nilo. Además, su eje central evoca el trayecto diario del Sol, el dios Re, al estar orientado de este (donde nace el astro) a oeste (por donde se pone). Y aunque a simple vista parece menos evidente, también estaba conectado con el Valle de los Reyes, la necrópolis real que había inaugurado Tutmosis I, padre de Hatshepsut. En efecto, la tumba KV20 del valle, atribuida a la reina y a su padre Tutmosis I, se sitúa justo detrás del acantilado de Deir el-Bahari, a escasa distancia en línea recta del santuario de Amón, la estancia situada más al interior del templo y excavada en el circo rocoso. Según algunos autores, la tumba debería de haber conectado con la parte inferior del recinto de Amón a través del subsuelo de la montaña, pero la mala calidad de la roca lo impidió.

De Tebas a Deir el-Bahari

De Tebas a Deir el-Bahari

De Tebas a Deir el-Bahari. El templo de Hatshepsut, erigido a los pies del acantilado de Deir el-Bahari, estaba perfectamente alineado con el templo de Amón, construido en el centro de la ciudad de Tebas, en la orilla oriental del Nilo. Reconstitución artística por Jean-Claude Golvin.

Foto: Acuarela de Jean-Claude Golvin. Musée départemental Arles Antique. © Éditions Errance

En época faraónica, los muros y patios del templo de Hatshepsut, que hoy vemos casi desnudos, estaban llenos de color, con jardines, estanques, gran número de esculturas, relieves y llamativas policromías. Cada elemento decorativo transmitía un mensaje religioso o político, en consonancia con el uso ceremonial de la construcción. Así, la calzada central, asimilada al horizonte y al recorrido del dios solar, tenía una baranda de piedra en cuyos extremos aparecían representados dos leones. En la columnata que separa la primera de la segunda terraza, encontramos los relieves que representan el traslado de dos obeliscos destinados al templo de Amón en Karnak, una forma de evocar la piedad de la reina Hatshepsut.

Ofrendas funerarias

Ofrendas funerarias

Conjunto de ofrendas funerarias representado en los muros de la capilla de Anubis, en el interior del templo de Deir el-Bahari.

Foto: Album

En la segunda terraza se conservan los célebres relieves de la expedición comercial enviada por Hatshepsut al país del Punt (quizá Somalia o alguna región próxima). De allí se trajeron los árboles de mirra que luego se plantaron en el templo, y cuya resina se utilizaba en los rituales. Otros relieves representan el nacimiento divino de Hatshepsut, hija a la vez de Tutmosis I y del dios Amón-Re, que visitó a la esposa de aquél, Ahmose, dejándola embarazada. Este origen divino legitimó a Hatshepsut para gobernar Egipto. En esta terraza hay también dos capillas: una dedicada a Hathor, la gran diosa protectora del lugar, y otra a Anubis, dios funerario que también desempeñó un papel muy importante en la necrópolis.

Deir el-Bahari a vista de pájaro

Deir el-Bahari a vista de pájaro

Deir el-Bahari a vista de pájaro. En esta imagen aérea se puede apreciar la estructura en terrazas del edificio y su integración en el paisaje. En la fotografía se observa el camino procesional que conduce desde el Nilo hasta el santuario.

Foto: Jack Maguire/ Alamy / ACI

Al recorrer los patios y las rampas se efectuaba un ascenso simbólico que culminaba en la tercera terraza. Se accedía a ella por un pórtico flanqueado por veinticuatro estatuas colosales de la reina ataviada como Osiris, el dios del más allá, con la barba sagrada y la doble corona del Alto y el Bajo Egipto, sujetando sobre su pecho los símbolos de la realeza. En la última terraza había varias capillas dedicadas al culto real, al dios solar Re-Horakhty y de nuevo a Anubis.

El templo de Millones de Años

El templo de Millones de Años

El templo de Millones de Años. El Sol surge tras el circo rocoso que acoge el templo funerario de la reina Hatshepsut en Deir el-Bahari, que se abre al fondo de esta imagen. En primer término se aprecia la rampa de acceso que conduce a las terrazas superiores del templo, decoradas con estatuas osiríacas de la soberana.

Foto: Alfredo García Saz / Alamy / ACI

En la parte central del último patio se encontraba el santuario dedicado a Amón, verdadero sanctasanctórum del templo. Se componía de tres estancias sucesivas que fueron decoradas con escenas de la reina y el dios Amón. En una de ellas se observa cómo establecen los límites del templo antes de que se inicie su construcción.

La Bella Fiesta del Valle

El santuario de Amón-Re era el principal escenario de una ceremonia que se celebraba cada año en Tebas: la Bella Fiesta del Valle. De hecho, en los muros del patio de la tercera terraza del templo había relieves, hoy muy deteriorados, que representaban esta fiesta y la otra gran celebración anual, la Fiesta de Opet, en la que la imagen de Amón se desplazaba del santuario del dios en Karnak hasta el templo de Luxor. En la Bella Fiesta del Valle, que tenía lugar durante el segundo mes de la estación de la cosecha o shemu, a inicios del verano, Amón visitaba los templos funerarios de los reyes en la orilla occidental, y finalizaba su recorrido en el de Hatshepsut. Era una celebración dedicada a los difuntos y a su reencuentro con los vivos.

El faraón en la barca sagrada

El faraón en la barca sagrada

El faraón en la barca sagrada. Tutmosis II, esposo de la soberana y padre del faraón Tutmosis III, guía la barca de Amón. Relieve grabado en una piedra reutilizada de la capilla Roja de Hatshepsut.

Foto: Alamy / ACI

Durante los ritos, las barcas del faraón y de los dioses Amón, Mut y Khonsu cruzaban el Nilo desde Karnak hasta la orilla occidental. Una vez allí, a través de una red de canales, visitaban todos los templos conmemorativos de los faraones difuntos, la mayoría levantados tras el reinado de Hatshepsut. Vivos y muertos se reunían y estrechaban sus lazos mediante rituales y banquetes.

El homenaje de los súbditos

El homenaje de los súbditos

El homenaje de los súbditos. Representación de la diosa Hathor, con sus características orejas de vaca, en la capilla del templo de Deir el-Bahari dedicada a esta divinidad.

Foto: Scala, Firenze
Capilla de la diosa Hathor

Capilla de la diosa Hathor

Capilla de la diosa Hathor. El templo de Hathsepsut estaba dedicado, entre otras divinidades, a Hathor. En la imagen se ve el exterior de la capilla consagrada a esta deidad, que conserva algunos capiteles hathóricos, es decir, con la representación de la cabeza de la diosa.

Foto: Wolfgang Kaehler / Alamy / ACI

Cuando la procesión llegaba al primer patio del templo de Hatshepsut, la comitiva emprendía el camino ascendente por las distintas rampas, haciendo paradas rituales en los santuarios situados a izquierda y derecha del templo. Los sacerdotes llevaban en andas la barca con la imagen del dios hasta el santuario de Amón, donde la depositaban sobre una especie de altar. Luego, la imagen de Amón era llevada a la segunda sala del santuario, donde el rey la purificaba con incienso y bolas de natrón, una sal natural empleada en la momificación. Por último, la estatua era conducida a la sala más recóndita del santuario, donde se celebraban los rituales más secretos, y al día siguiente regresaba a Karnak.

Sarcófago de Hatshepsut

Sarcófago de Hatshepsut

Sarcófago de cuarcita de Hatshepsut descubierto por Howard Carter en la tumba K20 del Valle de los Reyes, en 1903. El sarcófago fue reutilizado para el padre de la reina, Tutmosis I.

Foto: Museum of Fine Arts, Boston / Scala, Firenze

Tras su muerte, Hatshepsut cayó en un olvido deliberado. Su sucesor, Tutmosis III –que durante una veintena de años había tenido que compartir el poder con la soberana, su tía–, ordenó que se derribaran estatuas, monumentos y representaciones de la reina faraón. No obstante, su templo de Millones de Años siguió brillando en la orilla occidental del Nilo, y acogiendo cada año la fiesta más espléndida de la necrópolis tebana.

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La procesión de la diosa Hathor

Hatshepsut hizo construir en su templo de Deir el-Bahari una capilla dedicada a Hathor, diosa con forma de vaca en cuyo honor se realizaba una espléndida procesión que atravesaba el Nilo con barcos cargados de imágenes y ofrendas. Este festival se representó en un relieve de la capilla de Hathor, dividido en cuatro registros. El superior muestra barcos largos, con un número considerable de tripulantes que reman de pie. Se cree que los emblemas de la diosa Hathor y de la reina Hatshepsut estaban ocultos en los templetes dispuestos sobre la cubierta, tapados con cortinajes, (1). Los registros segundo y tercero muestran los navíos que componían la escolta de los dos barcos principales. Ambos llevan en la cubierta sendos tronos (2), destinados a la soberana, que no fue representada en la escena. De hecho, el lugar que ocuparía Hatshepsut en ellos lo ocupa un gran abanico. El registro inferior representa un desfile de soldados que llevan diversos tipos de armas –hachas, escudos, lanzas–, así como ramas de árboles, abanicos y estandartes, alguno de los cuales indica que pertenecen a la guardia del faraón (3). Al final aparecen varios soldados nubios armados con una especie de hacha y acompañados de un león (4).

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Mirra, especias y animales

Árbol de mirra

Árbol de mirra

Árbol de mirra representado en un relieve del llamado pórtico del Punt, en el templo de Deir el-Bahari.

Foto: Kenneth Garrett

En el pórtico de la segunda terraza del templo de Deir el-Bahari se labraron unos espléndidos relieves que representan la expedición enviada por Hatshepsut al país del Punt en los años 8 y 9 de su reinado, y que ofrecen la mejor descripción de la geografía, la fauna, la flora y los habitantes de este enigmático territorio, tal vez situado en el cuerno de África.

La expedición alcanzó Punt navegando por las costas del mar Rojo. Llegados a su destino, los egipcios se proveyeron de marfil, canela, incienso, cosméticos, pieles de pantera y otros productos exóticos, como los árboles de mirra que luego plantaron en el templo y que aparecen en los relieves mencionados, en los que Hatshepsut entrega el cargamento al dios Amón a modo de ofrenda.

Este artículo pertenece al número 221 de la revista Historia National Geographic.

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