Un impactante descubrimiento

¿Cómo vivían los esclavos en Pompeya?

Los trabajadores del Parque Arqueológico de Pompeya han descubierto nuevos datos sobre los esclavos, como la existencia de distintas jerarquías de poder.

Villa de Civita Giuliana

Villa de Civita Giuliana

Calcos de yeso de algunos muebles que contenía la habitación donde se alojaban los esclavos en la villa de Civita Giuliana.

Parco Archeologico di Pompei

En la villa rural de Civita Giuliana, a unos 600 metros de Pompeya, los arqueólogos del Parque Arqueológico han realizado un impactante descubrimiento: una estancia de 16 metros cuadrados amueblada con dos camas, dos pequeños armarios y varios recipientes de cerámica. Según los investigadores, la habitación perteneció a unos esclavos de la villa y ha aportado datos muy interesantes sobre cómo vivían las clases más bajas en la antigua Roma. En el interior de las vasijas se han hallado huesos de roedores, lo que evidenciaría que las condiciones de higiene y salubridad eran nefastas. Por otra parte, la diferencia en la calidad de los dos lechos pondría de manifiesto una jerarquía social entre los propios esclavos. De hecho, según los investigadores, «los propietarios de la villa podrían haber ofrecido a algunos esclavos ciertos privilegios para atarlos más estrechamente a la villa, con el fin de tenerlos como aliados en la vigilancia de los demás». 

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Lecho

Lecho

En la imagen, el lecho de tipo grabatus, más sencillo e incómodo, localizado en la habitación de los esclavos en Civita Giuliana. 

Parco Archeologico di Pompei

Los dos lechos que contenía la llamada «habitación A» han sido recuperados gracias a la técnica del vaciado, que consiste en rellenar con yeso el hueco que deja la materia orgánica, en este caso la madera, al descomponerse bajo las capas de ceniza volcánica. Lo que ha sorprendido es la diferencia entre las dos camas. Una de ellas (grabatus) no tenía colchón, sino tan solo un entramado de cuerdas entrelazadas entre varias tablas de madera. La otra, una cama spalliera, era bastante más confortable (y más cara), tenía colchón y en la ceniza volcánica aún se aprecia parte del color rojo con el que se había pintado.

Este artículo pertenece al número 238 de la revista Historia National Geographic.