Personaje singular

Cesare Lombroso, a la caza del criminal nato

Este médico italiano desarrolló a finales del siglo XIX una polémica teoría según la cual los criminales eran individuos «atávicos» o primitivos que había que erradicar.

Cesare Lombroso, por Anton Maria Mucchia (1910). Museo Lombroso, Turín.

Cesare Lombroso, por Anton Maria Mucchia (1910). Museo Lombroso, Turín.

Cesare Lombroso, por Anton Maria Mucchia (1910). Museo Lombroso, Turín.

Foto: Bridgeman / ACI

En la segunda mitad del siglo XIX, la expansión de las ciudades industriales trajo aparejados problemas sociales de todo tipo: explotación laboral, escasez de vivienda, insalubridad... Y también el crecimiento de la criminalidad. La prensa se llenaba diariamente de sucesos a veces truculentos, los propietarios se sentían amenazados y los políticos no dudaban en agitar el miedo al delincuente para justificar la máxima severidad penal contra asesinos, violadores y ladrones, y poner fuera de circulación a aquellos individuos que perturbaban el orden público.

En esa atmósfera de tensión, la ciencia intervino para investigar las causas de la criminalidad. Hoy en día se sabe que al comportamiento criminal de una persona contribuyen factores ambientales, económicos y sociales, y también se sabe que la tendencia a delinquir no es algo fijado a priori en el patrimonio genético de nadie. En resumen, no nacemos criminales, sino que nos convertimos en criminales.

En cambio, a finales del siglo XIX, en pleno dominio del positivismo, los estudiosos adoptaron una óptica distinta. Se preguntaban cuáles eran las características físicas que hacían a los delincuentes tan «diferentes» del resto, qué provocaba sus comportamientos violentos y cuáles eran los factores biológicos que contribuían a «formar» un delincuente. El científico que mejor representó esa corriente de pensamiento en Europa fue el italiano Cesare Lombroso.

Cronología

Cráneos, racismo y crimen

1835

Cesare Lombroso nace en el seno de una familia acomodada de origen judío, en la ciudad italiana de Verona.

1858

Se licencia en Medicina en la Universidad de Pavía, tras haber estudiado también en las de Padua y Viena.

1870

Al examinar el cráneo del bandolero Giuseppe Villella concibe su teoría de la criminalidad como un «atavismo».

1876

Publica El hombre delincuente, donde expone sus tesis sobre el origen del criminal.

1909

Fallece en Turín tras escribir más de treinta libros.

Médico y patriota

Marco Ezechia Lombroso, llamado Cesare, nació en Verona en 1835. Asistió sin muchas ganas a la escuela primaria y a partir de los 15 años siguió sus estudios en casa. Luego estudió en las universidades de Padua y Viena, y se graduó en Medicina en la Universidad de Pavía con una tesis sobre el cretinismo en Lombardía, una patología debida a un defecto de funcionamiento de la glándula tiroides que provocaba alteraciones físicas y mentales.

Lombroso vio señales de «razas inferiores» en los cadáveres de criminales que estudiaba.

En 1859, al estallar la guerra entre Italia y Austria por el dominio de Lombardía, se enroló como médico de campaña, lo que le dio experiencia en el tratamiento de amputaciones y heridas de guerra. En 1863 fue destinado a Calabria, acompañando a las tropas encargadas de reprimir el bandolerismo del sur de Italia. Lombroso aprovechó estas misiones para realizar investigaciones antropológicas siguiendo el método de la frenología, el estudio de la conformación del cráneo para determinar las facultades mentales y los rasgos de carácter de las personas, desarrollada por el médico alemán Franz-Joseph Gall a inicios de siglo.

En Calabria, Lombroso tuvo campo «para medir craneológicamente a miles de soldados italianos y recoger muchos cráneos y cerebros», según rememoró él mismo. Más tarde, sus hijas aseguraron que su intención era diseñar un mapa antropológico de Italia: «Había adquirido tal práctica del tipo étnico con estas mediciones que conocía a primera vista no sólo si un individuo era del norte o del sur de Italia, sino de pueblos limítrofes de la región de la Basilicata o de Calabria, de Apulia o del Napoletano».

Busto modelado (98) por uno de los pupilos de Lombroso a partir del cadáver de un delincuente expuesto en el Museo Lombroso.

Busto modelado (98) por uno de los pupilos de Lombroso a partir del cadáver de un delincuente expuesto en el Museo Lombroso.

Busto modelado (98) por uno de los pupilos de Lombroso a partir del cadáver de un delincuente expuesto en el Museo Lombroso.

Foto: Marco Secchi / Getty Images

La marca del criminal

Después de abandonar el ejército, en 1867 fue nombrado profesor de psiquiatría en la Universidad de Pavía y más adelante asumió el cargo de director del manicomio de Pesaro. En 1870, hizo lo que él mismo consideró como el descubrimiento fundacional de la antropología criminal. Mientras realizaba la autopsia del cuerpo del bandolero calabrés Giuseppe Villella, quedó muy sorprendido por una particularidad de su cráneo, que presentaba una hendidura en la base y un segmento dilatado de la médula espinal.

Aquello le recordó la anatomía de algunas «razas inferiores» de Bolivia o de Perú, que había estudiado en un libro donde se argumentaba que las razas humanas se distinguían entre sí por el mayor o menor grado de evolución respecto a su ancestro común, el mono, con los negros como raza inferior y los blancos como la más elevada.

A sus ojos, el cráneo de Villella estaba emparentado con una raza humana inferior, así como con «tipos inferiores de monos, roedores y pájaros». Para Lombroso, fue una revelación: «De repente me pareció ver, destacado y claramente iluminado, como una extensa llanura bajo un sol llameante, el problema de la naturaleza del criminal, que reproduce en épocas civilizadas las características no sólo de los salvajes primitivos, sino de tipos inferiores cada vez más cercanos a los carnívoros». En su opinión, los criminales como el bandolero Villella sufrían una malformación innata que los situaba en un estadio de desarrollo físico y psicológico inferior al de las personas civilizadas.

Tatuajes de un preso por asesinato, recogidos por Cesare Lombroso.

Tatuajes de un preso por asesinato, recogidos por Cesare Lombroso.

Tatuajes de un preso por asesinato, recogidos por Cesare Lombroso.

Foto: Getty Images

La teoría del atavismo

Lombroso resumió esta teoría en el concepto de «atavismo», la regresión de la persona a una vida primitiva próxima a la de un animal salvaje. De este modo, observando los signos de degeneración o atavismo, Lombroso podía situar a los individuos en una hipotética escala evolutiva en la que las clases medias blancas europeas ocuparían el punto más alto.

En 1876, Lombroso se convirtió en docente de medicina legal e higiene pública en la Universidad de Turín, y ese mismo año publicó su obra más conocida: El hombre delincuente, «el estudio directo, somático y psíquico del hombre criminal», según sus propias palabras. Introdujo también en el mundo científico el concepto de «delincuente nato», aplicable a individuos corrompidos por anomalías físicas y mentales –«organizadas para mal»– que «ya no parecen nuestros semejantes, sino bestias feroces».

Lombroso fue profesor de Medicina en la Universidad de Pavía. En la imagen, el teatro anatómico de esta institución.

Lombroso fue profesor de Medicina en la Universidad de Pavía. En la imagen, el teatro anatómico de esta institución.

Lombroso fue profesor de Medicina en la Universidad de Pavía. En la imagen, el teatro anatómico de esta institución.

Foto: DEA / AGE Fotostock

De su teoría antropológica, Lombroso extraía importantes conclusiones prácticas para la lucha contra la criminalidad. Por ejemplo, a sus ojos estaba plenamente justificada la pena de muerte para los «delincuentes natos» condenados por delitos de sangre, así como para los miembros de bandas organizadas –como mafiosos y bandidos– y para aquéllos que ponían en peligro la seguridad del Estado: «Afirmar que esta pena va contra las leyes de la naturaleza es fingir que se ignora que está escrita con caracteres demasiado claros en su libro». Según la lógica darwinista seguida por Lombroso, la pena capital sólo aceleraría la selección natural, liberando a la sociedad de los «no adaptados».

En cambio, para los crímenes «menos odiosos» y para los «delincuentes habituales», Lombroso recomendaba la segregación a perpetuidad en islas lejanas y la condena a trabajos forzados, ya que, «más que de ellos mismos, deberíamos preocuparnos de su utilización». Para delitos menores recomendaba diferentes penas extracarcelarias, destinadas a conseguir la curación del delincuente, la compensación por los daños ocasionados y en general, a «defender a la sociedad de estos elementos perturbadores».

Legado polémico

Las teorías de Lombroso sobre el delincuente nato y el atavismo dominaron el Primer Congreso Internacional de Antropología Criminal, celebrado en Roma en 1885. Especialistas de muchos países, sobre todo de Estados Unidos, Rusia y Alemania, se mostraron receptivos a sus ideas. Pero Lombroso también tuvo detractores, sobre todo en Francia.

En el segundo Congreso de Antropología Criminal celebrado en París en 1889, el médico Alexandre Lacassagne y el sociólogo Gabriel Tarde introdujeron factores ambientales –la pobreza, el alcoholismo, una familia desestructurada...– que explicaran el fenómeno de la criminalidad mejor que la herencia genética, una idea que terminaría por imponerse a la visión antropológica italiana.

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Disputa por una cabeza

El cráneo de Villella expuesto en el Museo Cesare Lombroso de Turín.

El cráneo de Villella expuesto en el Museo Cesare Lombroso de Turín.

El cráneo de Villella expuesto en el Museo Cesare Lombroso de Turín.

Foto: Museo di Antropologia Criminale Cesare Lombroso. Universidad de Turín / Roberto Goffi.

El cráneo de Giuseppe Villella, expuesto junto a muchos otros en el Museo Cesare Lombroso de Turín, ha sido motivo de una disputa judicial los últimos años. En 2012, un tribunal dispuso su devolución a Calabria para que fuera sepultado en su lugar de origen. Pero la sentencia fue revocada en los dos juicios siguientes en atención al interés científico e histórico de la pieza.

Un «racista científico» del siglo XIX

Influido por la teoría evolucionista de Darwin, Lombroso contribuyó a la formación del «racismo científico» y a otorgarle un infundado crédito intelectual. En su obra El hombre blanco y el hombre de color (1871) defendía que la «raza negra» descendía directamente del mono. En su opinión, el intelecto de los negros «se detiene y se rebobina en una simiesca y estúpida movilidad». Esta raza habría evolucionado en la amarilla, luego la blanca y finalmente la de los europeos americanos, «una verdadera nueva raza» que se encontraría en la cúspide de su teoría.

El misógino

Dibujo de Lombroso del tatuaje de una prostituta.

Dibujo de Lombroso del tatuaje de una prostituta.

Dibujo de Lombroso del tatuaje de una prostituta.

Foto: Album

En su libro La mujer delincuente, la prostituta y la mujer normal (1893), Lombroso afirma que las «delincuentes natas» son menos frecuentes a causa de la inferioridad femenina. Una idea misógina que se debería, según la historiadora Mary S. Gibsonn, a su angustia por el avance del feminismo.

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Este artículo pertenece al número 201 de la revista Historia National Geographic.