El reino de Kanu’ul o de la Serpiente fue uno de los más poderosos de todo el territorio maya. Situado en el centro de la península de Yucatán, muy cerca de la actual frontera con Guatemala, su capital se hallaba en un lugar que los contemporáneos llamaban Ox Te’ Tuun y que hoy conocemos como Calakmul, un término maya que significa «dos pirámides juntas» y hace referencia a las dos construcciones más visibles aún hoy de la antigua ciudad, la Estructura I y la Estructura II. Esta última, de 40 metros de altura, representa la «gran montaña» sobre la que se fundó la ciudad en el siglo V a.C.
Durante el siglo VII y la primera mitad del siglo VIII d.C., en particular bajo el soberano Yuknoom el Grande y su heredero y sucesor, Yuknoom Yich’aak K’ahk’, conocido como Garra de Jaguar, Calakmul alcanzó el momento de mayor esplendor. En ese tiempo, la ciudad trabó importantes relaciones políticas con otros reinos menores y controló las rutas comerciales que recorrían de norte a sur y de este a oeste las actuales tierras de México y Guatemala.
Cronología
Ciudad renacida
909
Última inscripción en Calakmul. La ciudad debió de ser abandonada posteriormente.
1931
Un trabajador chiclero encuentra las ruinas de Calakmul en medio de la selva.
1975
Eric von Euw emprende el registro de las inscripciones de Calakmul.
1993
Ramón Carrasco asume la dirección del Proyecto Arqueológico Calakmul.
Calakmul, la gran potencia de la Serpiente, cosechó victoria tras victoria en las guerras intestinas contra su eterno rival, Tikal, pero su suerte cambió en agosto de 695, cuando Garra de Jaguar encaminó sus huestes contra el rey Jasaw Chan Kawiil de Tikal. Los textos, aunque lacónicos, no dejan lugar a dudas sobre lo que ocurrió: «Fueron derrotados el pedernal y el escudo de Garra de Jaguar».
Engullida por la selva
En los siglos sucesivos, el reino de la Serpiente y otras poderosas ciudades entraron en declive debido a las guerras entre reinos, la pérdida de legitimidad del poder político y religioso y las sequías, y terminaron por ser abandonadas. La última inscripción en Calakmul fue realizada en el año 909 por algún escriba del reino de la Serpiente. Después, aquella ciudad antaño gloriosa fue devorada por la selva.
Calakmul permaneció oculta durante diez siglos. Pese a la atracción y el interés que las ciudades mayas habían despertado desde el siglo XVIII entre exploradores europeos y americanos, el antiguo centro maya no volvió a la luz hasta hace 90 años, gracias a Cyrus Longworth Lundell, un biólogo norteamericano que trabajaba para una compañía dedicada a la explotación del chicle, un sector que se había desarrollado en el estado mexicano de Campeche desde finales del siglo XIX. En 1931, cuando Longworth Lundell recorría la región, algunos jornaleros lo llevaron hasta una ciudad maya inmersa en la selva. Sin él saberlo se encontraba ante lo que fue uno de los reinos de mayor esplendor de la cultura maya.
En la década de 1960, los saqueadores cortaron con sierras muchas estelas de Calakmul.
El hallazgo fue comunicado a Sylvanus G. Morley, director del proyecto de investigación de la Carnegie Institution of Washington en Chichén Itzá. A la cabeza de una primera expedición, Morley quedó impactado ante la magnitud y la relevancia de la ciudad y sus monumentos esculpidos. En 1934 se organizó una nueva expedición, en esta ocasión comandada por Karl Ruppert y John H. Dennison, quienes elaboraron los primeros planos detallados del lugar.

Estela de Calakmul.
Estela de Calakmul. Museo Arqueológico de Campeche, Fuerte de San Miguel.
Foto: Witold Skrypczak / Alamy / ACI
Pese al impacto de Calakmul en estos primeros exploradores y en las autoridades mexicanas, su exploración se abandonó y sólo quedó en la memoria de los chicleros. En las décadas de 1960 y 1970, la codicia de los coleccionistas hizo que la ciudad, aislada y protegida sólo por la selva, sufriera un importante saqueo. Muchas de las estelas talladas con retratos de reyes mayas engalanados el día de su entronización fueron cortadas con sierra eléctrica; hoy, en la plaza de la Estructura, los visitantes sólo ven unos monolitos lisos, con grafitos de turistas.
El renacimiento
En 1975, Eric von Euw, especialista en escritura jeroglífica maya, realizó el primer registro de las inscripciones y las imágenes de los monumentos, pero no sería hasta 1982 cuando comenzaron las excavaciones sistemáticas, dirigidas por el arqueólogo William Folan.
Unos años más tarde, en 1993, el arqueólogo Ramón Carrasco se hizo responsable del Proyecto Arqueológico Calakmul. Bajo su dirección, un equipo de arqueólogos, restauradores y múltiples especialistas ha ido revelando que en los siglos VII y VIII Calakmul contaba con pirámides pintadas, edificios monumentales incluidos dentro de otros, palacios, estelas, enterramientos de reyes y reinas con imponentes ajuares y una gran cantidad de textos escritos que relatan la historia de los soberanos de la ciudad.
Las excavaciones de las últimas décadas han permitido conocer el desarrollo urbanístico de Calakmul y han revelado secretos insospechados de sus principales monumentos. Uno de los hallazgos más notables ha sido el de un conjunto de pinturas murales con escenas de reyes, sacerdotes y mujeres. Gracias a que quedaron enterradas poco después de su creación han aparecido en un excelente estado de conservación.
Garra de Jaguar
Asimismo, en 1997 se encontró, en el interior de la Estructura II, una tumba de características excepcionales. Un cuerpo masculino envuelto con piel de jaguar y diferentes tejidos descansaba en un ataúd o sarcófago de madera, pintado con varios colores y con jeroglíficos inscritos. El sarcófago tenía una estructura abovedada, siguiendo el modelo de las cuevas con bóveda de caños que están en el interior de la gran pirámide. Entre los objetos había una máscara funeraria de jade y varias vasijas lujosas, entre ellas las tan famosas vasijas del llamado «estilo códice». Sin embargo, el objeto más útil para conocer al personaje que allí descansaba desde hacía mas de 1.300 años fue un plato en cuyo borde se había escrito el nombre del propietario: Yich’aak K’ahk’, Garra de Jaguar.

Tumba de garra de jaguar.
Tumba de garra de jaguar tal como se exhibe en el Museo Arqueológico de Campeche, Fuerte de San Miguel.
Foto: Witold Skrypczak / Age Fotostock
Actualmente el patrimonio de Calakmul está protegido por el ejército mexicano contra los saqueadores. Como reconocimiento a sus maravillas, desde 2014 la antigua ciudad maya de Calakmul y la biosfera tropical que la arropa figuran como Bien Mixto (cultural y natural) en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.
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Tesoro oculto

Ramón Carrasco ante el friso de la Subestructura II-C de Calakmul.
Ramón Carrasco ante el friso de la Subestructura II-C de Calakmul.
Foto: Kenneth Garrett
En el interior de la Estructura II se ha encontrado una subestructura más antigua, en la que destaca un friso modelado en estuco con la deidad de la lluvia en el centro. Por debajo se accedía a una cueva artificial donde los primeros reyes mayas realizaban ritos.
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El ajuar de un rey

Máscara de jade.
Foto: David Coventry / NG Image Collection

Pectoral de jade.
Foto: AKG / Album

Vaso funerario.
Foto: Jean Pierre Courau / Bridgeman / ACI
La tumba 4 de la Subestructura II-B de Calakmul contiene los restos del gobernante Yuknoom Yich’aak K’ahk’, Garra de Jaguar.
El cuerpo del rey, tendido y envuelto en una mortaja, iba acompañado por un rico ajuar, en el que destacaba una máscara de jade que se colocó sobre un hombro del cuerpo amortajado. Dos piezas de ajuar funerario procedentes de otros enterramientos reales de Calakmul: un pectoral de jade (el símbolo en forma de T significa ik, es decir, «aire» o «viento») y un vaso funerario.
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Pinturas desveladas
Construida en el siglo VII, la Subestructura I-4 de Calakmul, llamada también Pirámide de las Pinturas, estaba formada por cuatro escalinatas.
En las esquinas se decoraron varios paneles con pinturas murales. Las escenas muestran a mujeres amasando y preparando alimentos y a hombres nobles y sacerdotes bebiendo atole o comiendo tamales de maíz. Al cabo de 30 o 40 años se levantó otra pirámide sobre la anterior, que fue tapada con sumo cuidado y quedó oculta hasta su descubrimiento por los arqueólogos en 2004.
Este artículo pertenece al número 228 de la revista Historia National Geographic.