En 1827, la Regencia de Argel estaba gobernada por un aventurero otomano llamado Hussein. Había servido como artillero en el ejército otomano hasta que a causa de diversas intrigas e insidias en las que se vio envuelto tuvo que exiliarse a Argel, donde progresó rápidamente. En 1815 ya era jefe de la caballería y encargado de recaudar impuestos. En 1818, el Consejo o Diwan que regía Argel le escogió como sucesor del difunto dey, el gobernante vitalicio de la ciudad.
El 29 de abril de 1827, con motivo de la fiesta del fin del Ramadán, el dey Hussein recibió a los representantes diplomáticos extranjeros en la ciudad, incluyendo a Pierre Deval, cónsul general francés. La situación era muy tensa porque Alexandre Deval, sobrino de Pierre y cónsul francés en Bona, estaba fortificando las instalaciones comerciales francesas y el dey temía que los franceses estuvieran planeando anexionarse el lugar. Además, en 1796 los franceses habían comprado trigo argelino a través de dos comerciantes judíos, y 30 años después aún no lo habían pagado. Tras diversas negociaciones, en 1826 el principal de la deuda más los intereses habían quedado reducidos de los 14 millones de francos iniciales a sólo siete, pero el dinero seguía sin llegar.
El dey volvió a plantear el tema al cónsul Deval, pero éste respondió denunciando una acción de piratería de los argelinos contra dos buques de los Estados Pontificios. El dey sospechaba que Deval y los mercaderes estaban confabulados para no pagar nunca, y se quejó de que el monarca francés no respondiese a sus cartas. Deval replicó que un rey de Francia no respondía a un hombre como él. Entonces Hussein abofeteó al cónsul con su espantamoscas.
El Gobierno francés exigió una disculpa por el bofetón y al no obtenerla ordenó el bloqueo naval de Argel. Esta medida se prolongó durante tres años, pero causó más daños al comercio francés que a los argelinos, que lo burlaban fácilmente. El Gobierno francés intentó negociar con Hussein, pero éste, enardecido, respondió cañoneando el barco que traía el mensaje.
Expedición de escarmiento
La reacción francesa fue enviar una expedición de castigo, una más de las muchas que los países occidentales habían lanzado contra aquella plaza del norte de África. Desde el siglo XVII, la ciudad de Argel fue bloqueada, bombardeada o asaltada más de quince veces por España, Francia, Gran Bretaña, Dinamarca, Holanda, Nápoles, Portugal y Estados Unidos. El objetivo de estas operaciones era combatir la piratería argelina, una amenaza constante para la navegación por el Mediterráneo y hasta por el Atlántico. Algunas ofensivas cristianas conseguían tratados de paz y liberaciones de cautivos, pero la reiteración de expediciones demuestra que nunca se lograban resultados duraderos.
El mariscal Bourmont llegó ante Argel con una armada de más de cien navíos de guerra
Aunque en 1830 la piratería argelina seguía siendo un problema serio, el gobierno francés tenía otras razones para intervenir en la región. El rey Carlos X, viendo que su régimen autoritario se volvía cada vez más impopular, buscaba un golpe de efecto para apuntalar su poder. Además, la crisis diplomática con la Regencia de Argel había llegado a un callejón sin salida, de manera que tenía sentido hacer algo drástico. Por ello, se decidió enviar una expedición a gran escala, integrada por 464 transportes y 103 navíos de guerra. La flota partió el 16 de mayo de 1830 al mando del mariscal Bourmont con 37.000 soldados a bordo, incluyendo 3.800 jinetes y 186 cañones. Los españoles y los piamonteses quisieron unirse a la expedición, pero fueron rechazados porque para los franceses se trataba de una operación de prestigio.

Retrato del conde de Bourmont, obra de Joseph Chabaud.
Retrato del conde de Bourmont, obra de Joseph Chabaud.
Bridgeman / ACI
En vez de atacar directamente Argel, los franceses desembarcaron el 14 de junio a 25 kilómetros al oeste, siguiendo un plan trazado por Napoleón en 1808. Hussein envió contra ellos entre 30.000 y 40.000 guerreros, sumando jinetes de las tribus, milicias locales y unos 5.000 jenízaros, supuestamente la fuerza más efectiva.
Los argelinos, confiados en su número, decidieron librar batalla campal en Staoueli, el 19 de junio, cuando los franceses sólo habían logrado desembarcar unos 20.000 hombres. La batalla fue encarnizada y los argelinos pelearon con método, buscando siempre el punto débil del despliegue francés, pero la organización francesa era muy superior y les cubría la artillería naval. Todos los ataques argelinos fueron rechazados. Al final murieron unos 4.000 argelinos por menos de 60 franceses.
El dilema del vencedor
Hubo otros combates en días sucesivos, pero pronto estuvo claro quién iba a ganar la guerra. El 4 de julio los franceses destruyeron las principales fortificaciones de Argel. La ciudad, ya indefensa, se rindió el 5 de julio, lo que no impidió que fuera saqueada por la soldadesca. El dey Hussein y su familia se exiliaron pocos días después. El mariscal Bourmont, por su parte, impuso un empréstito forzoso de cien millones de francos y se apoderó de las tierras y los bienes del gobierno de la Regencia, incluyendo instituciones educativas y caritativas.
Mientras tanto, el 26 de julio había estallado en Francia la revolución que derrocó a la monarquía absolutista de Carlos X para sustituirla por la monarquía constitucional de Luis Felipe de Orleans. ¿Qué iba a hacer el nuevo Gobierno francés, formado por ministros que habían sido muy críticos con la expedición argelina? Durante los siguientes cuatro años la política francesa en Argelia permaneció en la ambigüedad: ¿Había que devolver el territorio al Imperio otomano, a condición de que esta vez ejerciese un verdadero control y suprimiese la piratería?¿Era mejor anexionarse algunos enclaves costeros para impedir que resurgiese la piratería y controlar el resto a través de caudillos adictos? ¿O bien simplemente había que conquistar todo el país?

La casbah de Argel es la parte de la antigua ciudad
La casbah de Argel es la parte de la antigua ciudad que escapó a las reformas urbanas de las autoridades coloniales francesas.
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Realista convencido, Bourmont se negó a reconocer el nuevo régimen, por lo que fue relevado al frente de las fuerzas de Argel. El nuevo comandante, Bertrand Clausel, un veterano de las campañas napoleónicas, empezó a reclutar tropas nativas, los llamados zuavos, y asignó tierras a colonos europeos en la llanura de Mitidja, cerca de Argel. Clausel tampoco descuidó acumular tierras para su enriquecimiento personal, lo que llevó a su destitución a principios de 1831.
La anexión
Se sucedieron otros tres gobernadores, todos ellos con políticas que se contradecían entre sí, hasta que el 22 de julio de 1834, el Gobierno francés decidió anexionarse Argelia.
Hasta entonces, muchos argelinos se habían engañado a sí mismos pensando que los cristianos volverían a marcharse y todo volvería a ser como antes, piratería incluida. La noticia de que la presencia cristiana pretendía ser permanente, sumada a la brutalidad ya exhibida durante la ocupación, las usurpaciones de tierras y la mala fe mostrada reiteradamente hicieron que los argelinos endurecieran su resistencia bajo el mando de líderes consagrados como Ahmed Bey ben Mohamed Sherif en Constantina, al este, y, sobre todo, del joven Abd el-Kader al oeste. Sus gestas acabarían siendo legendarias, pero no lograron cambiar el destino del país: convertirse en una colonia de Francia durante más de un siglo, hasta recobrar la independencia en 1962.
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La afrenta del dey de Argel
El incidente que provocó la guerra tuvo lugar ante todo el cuerpo diplomático, pero existen varias versiones sobre cómo ocurrió. Una versión exculpatoria sostiene que el dey golpeó a Deval con su espantamoscas por accidente, pero entonces no se comprende por qué no se disculpó. En otra, más verosímil, el dey abofeteó tres veces a Deval porque le ordenó abandonar la sala y éste se negó

Grabado que representa el golpe dado por Hussein a Deval con un espantamoscas. 1846.
Grabado que representa el golpe dado por Hussein a Deval con un espantamoscas. 1846.
White Images / SCala, Firenze
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Trofeos de guerra
Las tropas francesas volvieron con un rico botín en el que se incluían obras de valor simbólico: estandartes, las llaves de Argel y muchos cañones. El Estado argelino reclama hoy la devolución de uno de estos cañones, llamado Baba Merzoug.

Bandera argelina tomada en 1830. Museo del Ejército, París.
Bandera argelina tomada en 1830. Museo del Ejército, París.
Emilie Cambier / RMN-Grand Palais
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La larga conquista
En 1834, cuando el gobierno francés decidió anexionarse Argelia, únicamente estaban ocupadas las ciudades de Argel, Orán, Bona y Bugía, con sus alrededores. Ocupar el resto del Atlas argelino necesitó trece años de guerra contra la resistencia tenaz dirigida por Abd el-Kader, y tras su capitulación no se consiguió asegurar el resto del territorio hasta 1905. Por tanto, la conquista supuso 75 años de luchas continuas en las que los franceses emplearon métodos de extraordinaria brutalidad. En 1843, el general Montagnac escribía: «Estamos en el centro de la región quemando, matando, saqueándolo todo».

Defensa francesa del fuerte de Mazagran en 1840. Le Petit Journal, 1896.
Defensa francesa del fuerte de Mazagran en 1840. Le Petit Journal, 1896.
Alamy / ACI
Este artículo pertenece al número 223 de la revista Historia National Geographic.