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Desde los primeros viajes de los fenicios en el siglo VIII a.C., la bahía del Portitxol ha servido de fondeadero natural para infinidad de naves que se acercaban a la costa de Xàbia (Alicante). El rastro de esta actividad ha emergido gracias a una investigación de arqueología subacuática que ha descubierto, en las profundidades de la bahía, abundantes materiales cerámicos y metálicos y, sobre todo, una gran cantidad de anclas, de tipos y épocas muy diversas. Los arqueólogos Alejandro Pérez, Jordi Blázquez y Ximo Bolufer han desvelado además algunos de los hallazgos excepcionales obtenidos en la campaña de 2020, como un cepo de plomo fenicio que se encuentra actualmente en proceso de estudio y que puede ser una pieza única en el mundo. Además de excavar este yacimiento junto al de la isla del Portitxol, está previsto crear un parque arqueológico sumergido y realizar una recreación virtual del sitio.
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Según Jaime Molina, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Alicante, en la bahía del Portitxol existe la concentración de anclas más importante del Mediterráneo peninsular. Éstas son de tipos y períodos muy diversos. Aunque las más destacadas son las romanas, se encuentran también anclas rudimentarias talladas en piedra, las más antiguas, así como otras bizantinas e incluso algunas ligadas a la civilización andalusí, muy presente en el territorio.
Este artículo pertenece al número 208 de la revista Historia National Geographic.