Edición aniversario

20 objetos que explican la historia

Existen muchas formas de contar la historia, y aquí proponemos una de ellas: explorarla a partir de 20 objetos de todos los tiempos, cada uno de los cuales habla de un aspecto de nuestro pasado.

Gabinete de curiosidades

Gabinete de curiosidades

Gabinete de curiosidades. Domenico Remps es el autor de este óleo, que muestra un gabinete de curiosidades con todo tipo de objetos de la familia Médicis. Siglo XVII. Museo del Taller de las Piedras Duras, Florencia.

AKG / Album

Un útil prehistórico de piedra, una moneda de Alejandro Magno, una lámpara romana de aceite, un estuche del siglo XVII con todo lo necesario para fumar en pipa, la fabulosa corona de diamantes de Catalina de Rusia, el primer ordenador Macintosh… ¿Qué tiene en común esta lista tan variada de objetos? A primera vista, absolutamente nada. Pero un arqueólogo o un antropólogo nos explicaría que todos estos elementos pertenecen a la «cultura material», concepto que incluye todos los productos materiales de la actividad humana.

 

La televisión llega a casa

La televisión llega a casa

La televisión llega a casa 

Fundada en 1928, en EE. UU., la empresa Motorola produjo en la década de 1950 aparatos de televisión como el de este anuncio, emblemático del estilo de vida estadounidense.

Alamy / ACI

En este sentido, cualquier objeto ha sido creado para un uso específico, de modo que ilumina un aspecto de la sociedad que lo creó: el trabajo, la economía, el ocio, la política o la religión. Los objetos, pues, nos explican la historia: son el testimonio de la forma en que las mujeres y los hombres de una época concreta vivieron y se relacionaron. Y este es el propósito de nuestra selección: asomarnos, en las páginas que siguen, a lo que nos explican 20 objetos sobre la historia de la humanidad, desde el Paleolítico hasta nuestros días. 

Un objeto puede esconder múltiples dimensiones de la historia. Tomemos, por ejemplo, la máquina de escribir, creada por Christopher Sholes y comercializada en 1874, en Estados Unidos. Respondía a la necesidad de empresas y profesionales liberales de agilizar la comunicación, ahorrando tiempo de escritura y facilitando la lectura. Pero su difusión tuvo otros efectos menos evidentes. Se convirtió en el corazón de un nuevo espacio de trabajo: la oficina, y favoreció la emancipación económica de la mujer con el trabajo de mecanógrafa. Más tarde, el teclado QWERTY inventado por Sholes fue adoptado por los ordenadores que sustituyeron a las máquinas de escribir. 

 

Siglo XIX 

Siglo XIX 

Siglo XIX 

Modelo de la máquina de escribir Remington de 1874, con solo letras mayúsculas.

SSPL / AGE Fotostock

La oficina alumbró un nuevo tipo de trabajador que ya no era el proletario de la fábrica, y cuya vida se transformó a raíz del crecimiento económico que vivió Occidente entre el final de la segunda guerra mundial y la crisis del petróleo de 1973. Participando de la prosperidad general, los miembros de este grupo social pudieron acceder a bienes de consumo que facilitaron su vida diaria, como la lavadora o la nevera, y otros que ampliaban extraordinariamente sus perspectivas de ocio, como el coche o la televisión.

 

Siglo XIX

Siglo XIX

Siglo XIX 

El disco nació en 1887, y el estándar de 78 revoluciones por minuto se extendió en 1905. En la imagen, disco editado hacia 1907 por un sello de la discográfica Victor Company. 

Michel Urtado / RMN-Grand Palais

La difusión masiva de estos dos últimos objetos conllevó cambios extraordinarios, unos más perceptibles que otros. Si el automóvil modificó irremediablemente el aspecto de las ciudades y el paisaje, la televisión hizo lo propio en los domicilios, en cuyo comedor pasó a ocupar el lugar de privilegio antes reservado al cabeza de familia. Mientras, las habitaciones de los adolescentes se habían convertido en un refugio donde los jóvenes podían aislarse de los padres y consolarse o soñar escuchando discos con la música de sus cantantes predilectos. Los hogares y las familias cambiaban bajo el impulso de la modernidad, y de ese cambio, camo de tantos otros, fueron actores y testimonio los más diversos objetos. 

Josep Maria Casals. Director de Historia National Geographic.

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Prehistoria

1. el bifaz rojo

 

Bifaz Excalibur

Bifaz Excalibur

Bifaz Excalibur, hallado en 1998 y de 400.000 años de antigüedad. Museo de la Evolución Humana, Burgos.

SPL / AGE Fotostock

La fabricación de herramientas y todo tipo de objetos es lo que nos define como seres humanos. Esa capacidad permitió a nuestros antepasados prehistóricos emigrar desde África hasta el Próximo Oriente, Europa y Asia, y adaptarse a multitud de entornos. Este bifaz, denominado Excalibur (en referencia a la legendaria espada del rey Arturo), es uno de los útiles creados por los primeros humanos, y forma parte de una tradición que comenzó hace aproximadamente 1,6 millones de años. Es una herramienta versátil, obtenida al tallar una piedra por sus dos caras (de ahí el nombre de bifaz), y servía para multitud de tareas, desde descarnar animales hasta cortar tubérculos. Pero Excalibur no es un bifaz como cualquier otro. El contexto en el que se encontró le confiere una singularidad especial. Fue hallado en el interior de la Sima de los Huesos, en el yacimiento de Atapuerca, donde aparecieron los restos humanos de al menos 28 Homo heidelbergensis, datados hace unos 400.000 años. Se trata de un lugar aislado y profundo –una cavidad al pie de un pozo de 13 metros–, de modo que los cuerpos de esos homininos tuvieron que ser trasladados hasta allí expresamente. Estas circunstancias, unidas a la calidad excepcional de la talla del bifaz y al material de que está hecho (una cuarcita roja veteada muy poco frecuente en la zona), hacen pensar en un objeto de gran significado simbólico; tal vez sea la más antigua ofrenda funeraria conocida.

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Final del Neolítico

2. casa de mesopotamia

 

Vivienda en Siria

Vivienda en Siria

Maqueta de vivienda hallada en Salamiyya (Siria), y fechada en el III milenio a.C. Museo Nacional, Alepo.

Erich Lessing / Album

En el IV milenio a.C., diferentes lugares del mundo conocieron lo que se ha bautizado como «revolución urbana»: el surgimiento de importantes núcleos de población estables, las ciudades, que trajeron consigo un cambio radical en la vida de la humanidad. Fue la culminación del Neolítico, un proceso iniciado miles de años atrás con la domesticación de plantas y animales en los valles fértiles de grandes ríos como el Nilo en Egipto, el Indo en la India o el Wei en China. En Mesopotamia, la tierra entre los ríos Tigris y Éufrates, el progreso de la agricultura y la ganadería permitió abastecer a grandes asentamientos, de forma que las primeras ciudades aparecieron en esa región antes que en cualquier otro lugar. Esta maqueta de vivienda, hecha de arcilla, muestra una casa semejante a las de los habitantes acomodados de la ciudad de Ur hacia 1800 a.C., descritas por el arqueólogo Leonard Woolley, su excavador. Se edificaban con el material constructivo más abundante de Mesopotamia, la arcilla, en forma de adobes o ladrillos sin cocer; los muros se rebozaban con barro y asfalto o se encalaban para protegerlos de la humedad. Sus ventanas eran estrechas para mantener la casa fresca en verano y caliente en invierno, y los techos planos estaban hechos con vigas de palmera y capas alternas de esteras de caña y barro. Estas primeras ciudades eran centros de poder político y religioso, y por ello contaban con construcciones como palacios, templos o los zigurats, estructuras escalonadas que dominaban el paisaje urbano.

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Mesopotamia

3. La tablilla del diluvio

 

Tablilla del Diluvio

Tablilla del Diluvio

Detalle de la Tablilla del Diluvio, hallada en el palacio de Assurbanipal en Nínive. Siglo VII a.C. Museo Británico, Londres.

British Museum / Scala, Firenze

Esta pequeña tablilla de arcilla, de apenas 15 cm de altura, fue encontrada en la ciudad asiria de Nínive (en el actual Irak) a mediados del siglo XIX, y cuando su contenido fue revelado al mundo causó una enorme conmoción. La tablilla, en escritura cuneiforme, contaba una historia conocida de sobra: un hombre recibe el encargo de su dios de construir una embarcación para salvar a su familia y a todas las especies animales, antes de que un gran diluvio borre la humanidad de la faz de la Tierra. La similitud con la historia bíblica de Noé era asombrosa, pero este objeto, conocido como la Tablilla del Diluvio, databa del siglo VII a.C. y, por tanto, precedía en 400 años a la versión más antigua conservada de la Biblia. En una época en que las teorías de Darwin estaban sacudiendo el mundo, este descubrimiento representó para algunos una grieta más en los fundamentos del cristianismo; para otros, en cambio, probó que el relato bíblico se basada en hechos verídicos. Pero la importancia de la Tablilla del Diluvio va mucho más allá de su significado religioso: por primera vez, la escritura –que había aparecido en esta misma parte del mundo con fines económicos y administrativos– se utilizaba para contar una historia. La tablilla es parte de la Epopeya de Gilgamesh, un poema épico que narra las aventuras de Gilgamesh, rey de Uruk, en su búsqueda de la inmortalidad, y representa la obra literaria más antigua del mundo.

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Antiguo Egipto

4. La Paleta de Narmer

 

Paleta de Narmer

Paleta de Narmer

Anverso de la Paleta de Narmer, descubierta en 1898 en Hieracómpolis. Hacia 3100 a.C. Museo Egipcio, El Cairo.

Erich Lessing / Album

Antes de los primeros faraones, Egipto era un país dividido. Al sur se extendía el Alto Egipto, formado por la estrecha franja del río Nilo, mientras que, al norte, los ramales del Delta formaban el territorio del Bajo Egipto. Las dos regiones se nutrían de las riquezas aportadas por las crecidas del Nilo, pero la tierra fértil era escasa, y los recursos, limitados. Entre numerosos conflictos, hacia el año 3100 a.C. el sur acabó dominando al norte. Esta paleta de esquisto, conocida como Paleta de Narmer, cuenta precisamente la historia de esa conquista que dio lugar al Egipto unificado. En su anverso vemos a Narmer, considerado el primer soberano de la dinastía I, con todas las insignias del faraón: la corona blanca del Alto Egipto, la barba postiza y la cola de toro en el faldellín. Aparece representado como la figura de mayor tamaño, con el brazo derecho alzado blandiendo una maza y agarrando la cabellera del enemigo derrotado. Simboliza el triunfo del orden sobre el caos, y a partir de este momento todos los faraones egipcios serían representados de la misma forma: Ptolomeo XII, que reinó más de treinta siglos después, se hizo representar así en el pilono del templo de Edfu. En el reverso de la paleta, la representación de Narmer con la corona roja del Bajo Egipto lo confirma como el unificador de las Dos Tierras, mientras que los cuerpos de diez enemigos decapitados dejan claro que el proceso se llevó a cabo por medios violentos.

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Grecia Clásica

5. Casco de un hoplita

 

Casco de bronce

Casco de bronce

Casco corintio en bronce datado entre 500 y 475 a.C., la época de las guerras médicas, entre griegos y persas. 

Album

El casco corintio es el más icónico de todos los cascos griegos y el más reconocible de todos los de la Antigüedad clásica. Toma su nombre de la ciudad estado de Corinto, aunque se utilizó en todo el mundo helénico. Su popularidad se debió a que ofrecía una protección completa de la cabeza y el cuello, garantizada por la robustez que le confería el hecho de estar fabricado de una sola lámina de bronce. Junto con la coraza y las grebas, el casco formaba parte de la panoplia, el armamento que los hoplitas griegos portaban en el campo de batalla y que pagaban ellos mismos, puesto que eran ciudadanos que participaban en la guerra para defender su ciudad. Eran soldados de infantería pesada. Provistos de lanza, espada corta y escudo (el hoplon, que da nombre al hoplita), luchaban en una formación cerrada conocida como falange, en la que cada soldado protegía con su escudo al compañero de su izquierda, formando un muro infranqueable. La superioridad de la falange hoplítica quedó demostrada en las batallas de Platea (479 a.C.) y Maratón (490 a.C.). En ellas, las oleadas de guerreros del Imperio persa, por entonces en la cima de su poder, no pudieron romper la defensa colectiva de los griegos, liderados por Esparta y Atenas.
El triunfo de los hoplitas garantizó la supervivencia de la cultura griega y de su estructura política durante siglos, y simbolizó para los griegos la superioridad de los ciudadanos libres en armas sobre el despótico poder del soberano persa.

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Helenismo

6. Moneda de Alejandro

 

Tetradracma de Alejandro Magno

Tetradracma de Alejandro Magno

Alejandro Magno, en un tetradracma de plata acuñado por Lisímaco de Tracia en Éfeso. 305-281 a.C. 

Album

Alejandro Magno es uno de los líderes militares más famosos de todos los tiempos: en diez años, el rey de Macedonia protagonizó una serie de campañas que se cuentan entre las más formidables de la historia, sometiendo Grecia y conquistando Egipto y el Imperio persa. Su efigie aparece aquí en un tetradracma de plata acuñado en Éfeso (en la actual Turquía), en una de las primeras monedas que representan la imagen de un gobernante. Así empezó una tradición que ha perdurado hasta nuestros días. Pero ¿por qué esta tradición surgió tres siglos después de la invención de la moneda? La clave es entender que Alejandro no fue representado como un hombre, sino como un dios, con lo que su imagen se inscribía en la frecuente representación de motivos religiosos en las monedas.
En su cabeza destacan los cuernos de carnero que eran un atributo del dios Zeus-Amón, a quien el rey consideraba su verdadero padre, una creencia que vio confirmada tras su visita al oráculo de aquel dios en Siwa. La deificación comenzó al poco de su muerte, como ejemplifica esta moneda acuñada entre los años 305 y 281 a.C. por el rey Lisímaco de Tracia. General y compañero de Alejandro, Lisímaco heredó parte de su imperio. Al utilizar esta imagen, Lisímaco quiso enfatizar su posición como sucesor de Alejandro y legitimar de este modo su propio reinado. Es la misma razón por la que hoy en día podemos encontrar a presidentes americanos en los billetes de dólar o a Winston Churchill en el billete de cinco libras.

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Roma Imperial

7. Lámpara de aceite romana

 

Lámpara de aceite

Lámpara de aceite

Lámpara de aceite datada en época imperial, entre 175 y 225 d.C. Museo Británico, Londres.

Scala, Firenze

El circo era un elemento imprescindible en la vida de los antiguos romanos: cualquier ciudad que se preciara tenía uno, y no había otro más impresionante que el circo Máximo de Roma; era el edificio lúdico más grande de todo el Imperio, con un aforo de 250.000 personas. Este útil de uso cotidiano logra condensar toda la actividad del circo Máximo en un pequeño espacio. Se trata de una lámpara de aceite fechada entre los años 175 y 225 d.C., y que representa una carrera de carros, el espectáculo que más apasionaba a los romanos. En ella aparecen todos los elementos de una carrera de cuadrigas, carros tirados por cuatro caballos. En el centro vemos los cuatro carros que compiten; corresponden a las cuatro facciones del circo: roja, azul, blanca y verde. La escena se completa con la espina (el muro en el centro del circo al que daban vueltas los carros, decorado con estatuas y obeliscos), el público en las gradas y las puertas de las carceres, las cocheras de los carros. Estas lámparas consistían en un depósito con un agujero por donde se vertía el aceite y otro por donde se introducía la mecha que ardía al empaparse de aceite. Se fabricaron en masa por todo el Imperio. Primero se daba forma a la arcilla con un molde y luego se cocía; estaban decoradas con todo tipo de motivos, ya fuesen religiosos, costumbristas o sexuales. El artesano Saeculo, cuyo nombre aparece estampado en la base de la lámpara, estaba especializado en imágenes de gladiadores y carreras de carros.

 

Bajo imperio

8. sarcófago paleocristiano

 

Sarcófago

Sarcófago

Sarcófago labrado hacia 350, procedente de las catacumbas de Domitila. Museo Pío Cristiano, Roma.

Scala, Firenze

A partir del siglo II d.C. se percibe un cambio de tendencia en las prácticas funerarias del mundo romano, con el abandono progresivo de la incineración en favor de la inhumación. Fue entonces cuando se difundió entre los cristianos pudientes la práctica de enterrarse en cementerios colectivos, las catacumbas,
y en sarcófagos decorados con escenas bíblicas y alegorías
de su fe como este, procedente de las catacumbas de Domitila en Roma. Data de mediados del siglo IV y está decorado con relieves que representan escenas de la pasión de Cristo. A la izquierda, el Cireneo carga con la cruz de Cristo y este es coronado con la corona de espinas (que aquí es una corona de piedras preciosas, como la de un monarca). En las dos escenas de la derecha, vemos el prendimiento de Jesús, que aparece junto a un soldado romano, y a Pilato lavándose las manos. El elemento que más destaca del conjunto es la cruz central coronada por un crismón, el monograma de Cristo formado por la superposición de las letras griegas X (ji) y P (rho), las dos primeras de la palabra Cristo en griego.
El crismón fue el símbolo adoptado por Constantino, el primer emperador romano cristiano, antes de la batalla victoriosa del puente Milvio sobre su rival Majencio en el año 312. Desde entonces, y tras el edicto de Milán de 313 que proclamó la libertad de culto en el Imperio, los cristianos pudieron vivir su fe en libertad, como nos recuerda este sarcófago, labrado unos años después de la muerte de Constantino.

Los reinos bárbaros

9. lámina de agilulfo 

 

Lámina de bronce

Lámina de bronce

Lámina de Agilulfo, en bronce dorado. Hacia inicios del siglo VII. Museo Nacional del Bargello, Florencia.

Scala, Firenze

 

El pueblo germánico de los lombardos estuvo asentado largo tiempo en las fronteras romanas y no jugó un papel relevante en la caída del Imperio romano de Occidente, en el siglo V. Pero desde el siglo VI, los lombardos emergieron con fuerza: irrumpieron en Italia, donde, tras hacer frente a las fuerzas de Bizancio (el Imperio romano de Oriente, que había sobrevivido a los bárbaros), crearon un reino que perduró más de dos siglos, hasta sucumbir a manos de Carlomagno. Esta lámina de bronce dorado fue producida por orfebres lombardos en torno al siglo VII y correspondería al frontal de un casco. Representa la coronación del rey lombardo Agilulfo (590-616), que aparece sentado en el trono con cabello largo y barba en punta, siguiendo la tradición bárbara. Lo flanquean dos soldados y dos victorias aladas que portan en cada mano una cornucopia y un estandarte con la inscripción latina Victoria. La representación de una corona en cada extremo de la lámina debe de aludir a que Agilulfo reivindicaba su autoridad sobre los lombardos, pero también sobre los dominios bizantinos en Italia. A diferencia de otros pueblos germánicos, como los visigodos en Hispania o los francos en la Galia, el reino lombardo nunca logró el control total de la antigua provincia romana de Italia. Con sus elementos germánicos y clásicos, la lámina ejemplifica la integración de elementos culturales romanos y bárbaros en los reinos que sucedieron a Roma.

La expansión del Islam

10. monedas de abd al-malik

 

Monedas de oro

Monedas de oro

Monedas de oro acuñadas por el califa Abd al-Malik en Damasco, en  696-697. Museo Británico, Londres.

Scala, Firenze

 

Estas monedas de oro representan un momento trascendental en la historia del mundo islámico: la sustitución de imágenes por fragmentos del Corán. Fueron acuñadas por Abd al-Malik, quinto califa de la dinastía omeya (685-705 d.C.), y son iguales en tamaño y peso,pero completamente diferentes en su diseño. Tras la muerte de Mahoma, el islam se había expandido por el Próximo Oriente y el norte de África con una rapidez asombrosa, tanto que en muchos territorios la población seguía utilizando las monedas de los gobiernos anteriores. Abd al-Malik reconoció rápidamente la importancia de las monedas como distintivos de autoridad y mandó acuñar nuevas piezas basadas en el diseño de los antiguos sólidos áureos de Bizancio, con la efigie del emperador. En el anverso de la primera moneda (imagen de la izquierda), el califa sustituye al emperador bizantino, y aparece ataviado con los ropajes tradicionales árabes portando una espada, mientras que, en el reverso (en el centro), la cruz bizantina se ha sustituido por una columna coronada por un orbe. La siguiente moneda (a la izquierda, su anverso) se acuñó tan solo un año después de la primera, y en ella la efigie del califa ha desaparecido por completo. La sustitución de la imagen del gobernante por versículos del Corán enfatizaba la idea de que el Imperio islámico estaba regido por Dios y no por los hombres. Con ello se ponía fin en el Próximo Oriente a la tradición instaurada mil años antes por Alejandro Magno.

El mundo feudal

11. el tapiz normando de bayeux

 

Tapiz

Tapiz

Escena del Tapiz de Bayeux, confeccionado entre 1066 y 1082. Museo del Tapiz de Bayeux, Bayeux.

RMN-Grand Palais

El 14 de octubre de 1066 cambió el destino de Inglaterra. En una batalla épica, los invasores normandos derrotaron al último rey anglosajón de Inglaterra. Los vencedores inmortalizaron su victoria en el tapiz de Bayeux: un bordado de casi 70 m de largo y unos 50 cm de ancho, que narra los eventos que llevaron hasta ese momento decisivo como si se tratara de una película. La historia comienza en 1064, cuando Eduardo el Confesor, rey de Inglaterra, le pide al conde Haroldo, su cuñado, que marche a la corte del duque Guillermo de Normandía (descendiente de vikingos) para ofrecerle la sucesión al trono inglés. A su llegada, Haroldo jura fidelidad a Guillermo y le ofrece su apoyo como nuevo heredero. Pero en 1066, tras la muerte del rey Eduardo, Haroldo incumple su promesa y se proclama rey. Es entonces cuando Guillermo, al mando de un ejército de 8.000 hombres, cruza el canal de la Mancha para invadir Inglaterra. El 14 de octubre los dos ejércitos chocan cerca de la localidad de Hastings. Al caer el día, Haroldo yace muerto en el campo de batalla y sus hombres se baten en retirada. El tapiz es una ventana abierta a la época en que cristalizó el feudalismo: nos ofrece información sobre los castillos, las armaduras e incluso la comida de la época, pero el elemento que más destaca es la caballería (Guillermo llevó a mil caballeros consigo). El guerrero a caballo condensaría durante siglos los valores militares, sociales y espirituales del Occidente medieval.

El ocaso de la Edad Media

12. El primer cañón 

 

Artillero

Artillero

Artillero disparando un ca��ón en el manuscrito Bellifortis, de Konrad Kyeser. Hacia 1402. Universidad de Gotinga.

Album

A principios del siglo XV, el ingeniero alemán Konrad Kyeser realizó esta miniatura, que muestra a un artillero disparando un cañón de mano montado sobre una horquilla. Aparece en el Bellifortis, el primer tratado de tecnología militar totalmente ilustrado, y constata el empleo de uno de los inventos más novedosos en ese campo: la artillería. La irrupción de la pólvora en los campos de batalla de Europa dio paso a una verdadera revolución, cambiando por completo unas tácticas militares que se habían mantenido inalteradas durante siglos. Sin embargo, los primeros cañones no eran todo lo efectivos que podríamos esperar. Estas nuevas armas todavía se encontraban en su infancia y eran propensas a estallar repentinamente, causando amputaciones o incluso la muerte a quienes las manejaban. Aun así, podían llegar a tener un efecto abrumador sobre la moral de un ejército enemigo. La presencia de varios cañones tronando y escupiendo fuego sobre las cabezas de los combatientes era suficiente para desmoralizar a los soldados más disciplinados. Con el tiempo, la artillería alcanzó un nivel de precisión y devastación aterrador. Esto significó el fin de la hegemonía de la caballería, que ya no impondría su ley sobre el terreno. Napoleón Bonaparte, que empezó su carrera militar como artillero, constató el poder de la artillería en una famosa máxima: «Dios está del lado que tiene la mejor artillería».

El Renacimiento

13.  libro impreso

 

Epístolas

Epístolas

Ejemplar de De ratione conscribendi epistolas, de Erasmo, impreso en 1522 y censurado por un inquisidor en 1747.

Prisma / Album

Durante gran parte de la historia no se conoció otra forma de reproducir textos que la copia de manuscritos. Esta labor se concentró en los monasterios, y la reproducción de un libro como la Biblia podía llevar años de trabajo a los copistas. Sin embargo, tal situación cambió prácticamente de la noche a la mañana con la invención de la imprenta de tipos móviles hacia 1450. El alemán Johannes Gutenberg (fallecido en 1468) había dado con un sistema novedoso: se componían páginas enteras combinando pequeñas letras talladas en metal (los tipos móviles), que luego se estampaban con tinta en un papel para producir copias exactas. Esta operación permitía reproducir textos de forma mecánica con una rapidez y a una escala nunca antes vistas. Pero no todos dieron la bienvenida a este acceso sin precedentes a la cultura. A la Iglesia católica le preocupó especialmente la difusión de obras publicadas por los partidarios de la Reforma protestante en el norte de Europa, que habían encontrado en la imprenta un poderoso aliado. Por ello, a mediados del siglo XVI se organizaron listas de libros prohibidos con la intención de proteger la fe católica de textos considerados inmorales o teológicamente inaceptables. Entre los autores más censurados estaba Erasmo de Róterdam (1466-1536), considerado simpatizante protestante. Sobre estas líneas aparece un ejemplar de su obra De ratione conscribendi epistolas, publicado en Basilea en 1522 y censurado por la Inquisición.

La economía global

14. Estuche para fumar en pipa

 

Estuche de pipa

Estuche de pipa

Estuche con dos pipas de arcilla montadas en plata y un atacador de hueso. Hacia 1617. Colección Wallace, Londres. 

Wallace Collection, London, UK / Bridgeman / ACI

El objeto que vemos en la imagen es uno de los primeros sets para fumar tabaco; data de finales del siglo XVI y consiste en una bolsa de cuero para guardar tabaco que contiene dos cazoletas con sus respectivas boquillas, además de un atacador de hueso en forma de dedo para presionar el tabaco en la pipa. Se ha sugerido que perteneció a Walter Raleigh, un marino y corsario al servicio de la reina Isabel I de Inglaterra y a quien, entre otras hazañas, se le atribuye haber popularizado el tabaco en Inglaterra. La versión más extendida es que lo trajo por primera vez en 1586 de uno de sus viajes a Virginia y lo empezó a consumir con frecuencia en la corte. Pero no todos debían de estar acostumbrados a esta extraña práctica, pues, según cuenta la leyenda, el sirviente de Raleigh le tiró un cubo de agua por encima al verle fumar en pipa por primera vez, creyendo que estaba en llamas. Probablemente la historia es apócrifa, pero subraya la llegada de nuevos productos de América que, a partir del siglo XVII, inundaron los mercados de Europa: el tabaco, el azúcar, el café y el cacao. Los europeos no tardaron en volverse adictos a ellos y su demanda creció, dando lugar a un comercio transatlántico basado en la esclavitud de los africanos trasladados a América para producir esos bienes. Apenas cien años después de la llegada de Raleigh a América, la colonia de Jamestown, en Virginia, ya producía más de 11.000 toneladas anuales de tabaco con destino a Europa.

15. la corona de catalina de rusia

 

Corona de Catalina II de Rusia

Corona de Catalina II de Rusia

Corona imperial de Catalina II de Rusia, obra de Jérémie Pauzié. 1762. Armería del Kremlin, Moscú. 

Fine Art / Album

El 22 de septiembre de 1762, Catalina II fue coronada emperatriz de todas las Rusias en la catedral de la Dormición del Kremlin. Había llegado a Rusia 18 años atrás, siendo apenas una adolescente, para casarse con el futuro zar Pedro III. El matrimonio fue un fracaso, pero Catalina enseguida se ganó las simpatías del pueblo, adaptándose rápidamente a la cultura y la religión rusas. En junio de 1762, con el apoyo de la aristocracia y del ejército, dio un golpe de Estado contra su marido –que murió ocho días después en extrañas circunstancias– y se proclamó emperatriz. Así comenzó el largo y próspero reinado de Catalina II, cuyos contemporáneos bautizaron como «la Grande». Su coronación marca la creación de los principales atributos del poder imperial de la monarquía rusa. Entre ellos destaca la corona imperial, manufacturada por el joyero suizo Jérémie Pauzié en un tiempo récord, apenas dos meses. Tiene forma de mitra y está compuesta por casi 5.000 diamantes, 74 perlas naturales y una gran espinela de 398 quilates. A pesar de los esfuerzos del joyero por hacerla ligera, acabó pesando 2 kg. Desde su creación fue testigo de los actos y las ceremonias más trascendentales del Imperio: se utilizó en todas las coronaciones, incluida la del último zar en 1896. Esta joya fastuosa, símbolo de la autocracia zarista, sobrevivió a la Revolución bolchevique de 1917 y hoy puede contemplarse en la Armería del Kremlin junto con otros tesoros de los Románov, la última dinastía imperial rusa.  

La revolución francesa

16. Escarapelas DE LA REVOLUCIÓN

 

Escarapelas

Escarapelas

Escarapelas con lemas revolucionarios. 1789-1799. Museo de Historia Alemana, Berlín.

AKG / Album

Los materiales empleados en la fabricación de estos objetos no podrían ser más humildes ni ofrecer mayor contraste con la suntuosa corona de Catalina II. Son tres cocardes, escarapelas compuestas por una cinta de color azul, blanco y rojo plisada, y cuyo interior se reserva para un mensaje revolucionario. El origen de esta escarapela tricolor se remonta a los albores de la Revolución francesa. En julio de 1789, la burguesía de París, enfrentada a la Corona, temía tanto el ataque de las tropas de Luis XVI como los crecientes desórdenes callejeros. Para defenderse del ejército y protegerse de un estallido social, sus representantes decidieron formar una milicia ciudadana, siguiendo el ejemplo de otras ciudades de Francia. Dado el carácter improvisado de la medida, la nueva fuerza no disponía de uniformes y como elemento identificativo se optó por una escarapela azul y roja, los colores de la ciudad de París. El marqués de Lafayette, comandante de la Guardia Nacional –como se llamó la nueva milicia–, les añadió el blanco, color tradicional de la monarquía francesa. Tras la toma de la Bastilla, la escarapela tricolor se convirtió en el símbolo de la Revolución; quienes la portaban en sombreros y solapas apoyaban el derrocamiento del Antiguo Régimen y aspiraban a establecer un nuevo orden. Tan profunda fue esta identificación, que sus colores se convirtieron en los de la bandera de la nueva República y en símbolo de la oposición al absolutismo en toda Europa.

La sociedad de masas

17. Periódico de 1905

 

Le Petit Parisien

Le Petit Parisien

Portada del suplemento ilustrado de Le Petit Parisien publicado el 15 de marzo de 1908.

Stefano Bianchetti / Bridgeman / ACI

El siglo XIX fue indiscutiblemente el siglo de la prensa,el primer medio de comunicación de masas, que dio origen a la opinión pública. Las primeras publicaciones semejantes a lo que consideramos la prensa moderna aparecieron en Francia a finales del siglo XVIII, pero eran caras, doctrinarias y de alto nivel intelectual. Sin embargo, a mediados del siglo XIX, el aumento de la tasa de alfabetización entre la población y la mejora general del nivel de vida crearon las condiciones idóneas para el surgimiento de publicaciones dirigidas a las clases populares. Periódicos como Le Petit Journal, Le Matin o Le Petit Parisien revolucionaron el mercado con un nuevo concepto: publicaciones a un precio irrisorio –como los cinco céntimos de franco de Le Petit Parisien (el equivalente a unos minutos de trabajo)– y sin una clara ideología política. El éxito no se hizo esperar, y solo en París aparecieron más de 80 medios diferentes. A partir de la década de 1890, las ventas de periódicos alcanzaron cotas inimaginables con el lanzamiento de los suplementos ilustrados: publicaciones dominicales con páginas a todo color que ofrecían noticias de actualidad, principalmente del extranjero, pero sobre todo noticias sensacionalistas: catástrofes, naufragios, accidentes mineros, crímenes… cuanto más morbosos, mejor. En 1914, Le Petit Parisien podía presumir de ser el periódico con la tirada más grande del mundo: cada día vendía en Francia 1,5 millones de ejemplares.

La Europa totalitaria

18. Aparato de radio del tercer Reich

 

Aparato de radio

Aparato de radio

Volksempfänger o «receptor del pueblo» modelo VE 301 DYN con caja de baquelita, fabricado en 1938.

Alamy / ACI

En la década de 1930, el Partido Nacional Socialista Alemán liderado por Adolf Hitler fue el primero que utilizó la radio como medio de masas para influir sobre todo un país. Nadie mejor que Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Tercer Reich, supo ver las oportunidades que ofrecía este nuevo medio de comunicación. Su objetivo fue convertir la radio, entonces un privilegio únicamente al alcance de los sectores pudientes, en un bien de consumo de masas con el que poder llevar la voz del Führer a todos los rincones de Alemania. Para ello encargó al ingeniero Otto Griessing el diseño de un receptor que tuviera un precio asequible y fuera fácil de producir en grandes cantidades. El resultado fue el Volksempfänger («receptor del pueblo»), presentado por primera vez en la Feria Internacional de Muestras de Berlín de 1933. El dispositivo costaba 76 marcos y solo podía sintonizar emisoras locales, una ventaja añadida para el régimen, que no aprobaba la escucha de emisoras extranjeras. En 1938 se lanzó una versión de menor tamaño a un precio todavía más bajo: 35 marcos, el equivalente a una semana de trabajo. En el de la imagen, fabricado aquel año, se aprecia un águila con la esvástica a cada lado del dial. Aunque la industria alemana siguió produciendo otro tipo de radios, los Volksempfänger fueron los más populares. Tanto es así que, en 1941, dos tercios de los hogares alemanes disponían de un receptor desde el que escuchar música, programas de entretenimiento... y la propaganda del Estado.

Treinta años dorados

19. Un utilitario: el seiscientos

 

Seat 600

Seat 600

Un Seat 600 producido en la década de 1960. Fue el automóvil español más popular de la época.

Andreas Poertner / AGE Fotostock

En todos los países europeos hay un coche emblemático que simboliza la expansión del consumo asociada al crecimiento económico entre 1945 y 1973: en Francia, el Citroën 2CV; en el Reino Unido, el Mini; en Alemania, el Volkswagen Escarabajo. En España es el Seat 600,que protagonizó la transformación de un país rural en otro urbano y se convirtió en icono del desarrollismo de la década de 1960. El primer Seiscientos salió de la fábrica de la Zona Franca de Barcelona en 1957; no era el primer vehículo fabricado por Seat, pero acabó por convertirse en el más popular. Era pequeño (pesaba unos
600 kg) y de formas redondeadas, y alcanzaba una velocidad máxima de 95 km/h. Por primera vez, la naciente clase media española podía adquirir un utilitario con el que moverse libremente por el país, pasar el fin de semana en la playa o ir en verano al pueblo. Las primeras ventas superaron todas las previsiones de Seat, y en pocos meses la acumulación de pedidos llevó a una lista de espera de cinco años. El éxito inicial continuó con el lanzamiento de varios modelos, entre ellos el 600 D, para muchos el modelo de Seiscientos por excelencia, o el 600 L, considerado el más «español» de todos, ya que no tenía un equivalente de Fiat (la marca automovilística italiana que aportó la tecnología). En 1973, después de 16 años y más de 750.000 unidades fabricadas, se detuvo su producción. Para entonces, el Seiscientos ya había contribuido a transformar España y había marcado a más de una generación.

La revolución tecnológica

20. EL PRIMER ORDENADOR PERSONAL

 

Ordenador Macintosh 128K

Ordenador Macintosh 128K

Ordenador Macintosh 128K, comercializado en 1984. Colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Scala, Firenze

El 22 de enero de 1984, durante un descanso de la Super Bowl (la liga estadounidense de fútbol americano), la CBS emitió un impactante anuncio dirigido por Ridley Scott en el que se anunciaba que dos días después Apple presentaría el producto que rompió el virtual monopolio del gigante de la informática IBM. Se trataba del Macintosh 128K, cuyas características eran muy superiores a las de sus competidores. Tenía forma de cubo, una pantalla de 9 pulgadas en escala de grises y 128 Kb de memoria RAM. Venía además con teclado y ratón, aunque lo más destacable eran las capacidades gráficas de la máquina. Hacía uso de una interfaz gráfica de usuario que hoy cualquiera de nosotros podría reconocer, compuesta por iconos y carpetas que se abrían en forma de ventana y se podían arrastrar o lanzar a la papelera de reciclaje a conveniencia. Fue un paso de gigante frente al sistema de comandos y las pantallas negras y verdes por entonces imperantes. El primer Mac se comercializó satisfactoriamente, pero no fue un éxito de ventas, quizá por su elevado precio (2.495 dólares). Sin embargo, revolucionó para siempre el mundo de la informática al ser el primer ordenador pensado para un consumo masivo, con una interfaz fácil de utilizar y que no exigía conocimientos previos de informática. Supuso, en esencia, la introducción del concepto de ordenador personal que todos nosotros conocemos y utilizamos.  

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Este artículo pertenece al número 238 de la revista Historia National Geographic.