Milagrosamente conservados

Los papiros de un oficial romano en Egipto

En 1893, unos traficantes de antigüedades pusieron a la venta ochenta papiros con las cartas y otros documentos de un oficial romano que vivió en Egipto en el siglo IV.

Carta dirigida a Abinaeo

Carta dirigida a Abinaeo

Carta dirigida a Abinaeo por un oficial que le informa del arresto del responsable de la recaudación de las cuotas de cereal. Biblioteca Británica.

British Library / Album

En las últimas décadas del siglo XIX, una sucesión de hallazgos en Egipto conquistó la atención de los estudiosos y del público en general. No se trataba de tumbas con espléndidos tesoros, ni de templos con relieves o pinturas desconocidas, sino de papiros que se habían conservado milagrosamente durante más de dos milenios. Tras algunos hallazgos aislados, en 1877 se descubrió en la zona de El Fayum, cien kilómetros al sur de El Cairo, una gran cantidad de papiros que fueron adquiridos por el coleccionista austríaco Theodor Graf. Veinte años más tarde, dos jóvenes investigadores, Bernard Grenfell y Arthur Hunt, enviados por la Universidad de Oxford, realizaron el que fue, quizás, el hallazgo más sensacional: los miles de fragmentos de papiro que aparecieron en un antiguo vertedero de la ciudad de Oxirrinco, más al sur de El Fayum.

Cronología

Papeles egipcios

1881

Theodor Graf compra miles de papiros hallados en la región de El Fayum.

1893

Unos traficantes de antigüedades ponen a la venta los papiros de Flavio Abinaeo.

1897

Se descubren en Oxirrinco miles de papiros de los siglos I-VI d.C.
en griego y latín.

1948-1950

La excavación del fuerte de Dionisias no halla restos
de papiros de época romana.

Excavación furtiva

Entre ambos descubrimientos salió a la luz otro conjunto de papiros de un valor también excepcional. No se conoce su procedencia exacta; tan sólo que en 1893 unos traficantes de antigüedades egipcias de El Fayum pusieron a la venta un grupo de ochenta papiros que fueron adquiridos casi en su totalidad por los agentes del Museo Británico y de la Biblioteca Universitaria de Ginebra, las instituciones donde se conservan hoy en día. El análisis de los documentos mostró que todos estaban relacionados con Flavio Abinaeo, un oficial de caballería romano del siglo IV d.C. que estuvo al mando de una guarnición romana en Egipto.

Lista con 19 nombres

Lista con 19 nombres

Lista con 19 nombres, seguidos de cantidades de aceite de oliva de primera calidad.

British Library / Album

Los papiros de Abinaeo emergieron como resultado de una excavación furtiva. Seguramente fue obra de lugareños que usaban el adobe de las construcciones de la Antigüedad como fertilizante y que descubrieron el interés que despertaban entre los estudiosos europeos los papiros que habían logrado sobrevivir en la aridez del Bajo Egipto. Por ello, la primera pregunta que se planteó fue de dónde provenían los documentos. A primera vista, la respuesta era obvia: el fuerte de Dionisias, en El Fayum, del que Abinaeo fue comandante durante casi diez años. Sin embargo, una expedición que se llevó a cabo en 1898 con el fin específico de localizar papiros en Dionisias resultó totalmente infructuosa. El mismo resultado dio la excavación sistemática del fuerte por un equipo franco-suizo entre los años 1948 y 1950.

Contratos y tributos

Una vez descartado el fuerte de Dionisias, la hipótesis más plausible era que los papiros procedieran de Filadelfia, una ciudad de la misma región fundada en época helenística. En ella tenía varias propiedades Nonna, la mujer de Abinaeo. Se cree que este último se instaló allí tras ser licenciado, llevándose consigo toda su correspondencia personal.

Tras retirarse del ejército, se cree que Abinaeo se trasladó a Filadelfia con su archivo personal

El archivo de Abinaeo está constituido por diferentes tipos de documentos. Por ejemplo, encontramos catorce listados relacionados con el cobro de impuestos, probablemente de la annona, un tributo en especias que contribuía al sustento del ejército. También figuran varios contratos: en uno de ellos, un soldado vende dos vacas a Abinaeo; en otro, un veterano se compromete a pagar los gastos derivados del ascenso de su hijo a oficial, y en un tercer contrato, Nona, la mujer de Abinaeo, compra dos esclavos «libres de epilepsia y lepra», según garantiza el vendedor en el documento.

Fuerte romano de Ain Umm

Fuerte romano de Ain Umm

Fuerte romano de Ain Umm Labakha, en la frontera de Egipto con Libia, similar al que comandó Abinaeo en el siglo IV.

C. Sappa / DEA / Getty Images

Cartas a Abinaeo

Los documentos más numerosos son las cartas, algunas enviadas por el mismo Abinaeo y otras, mucho más numerosas, remitidas por múltiples corresponsales: miembros del ejército, familiares o incluso un esclavo doméstico llamado Palas, que en una misiva le pedía unas ovejas para su mujer y a cambio se comprometía, enigmáticamente, a no volver a separarse de él «como al principio».

Carta dirigida a Abinaeo

Carta dirigida a Abinaeo

Carta dirigida a Abinaeo en la que el remitente le recomienda a un sobrino suyo.

British Library / Album

La mayoría de las cartas tratan temas relacionados con el ejército. Muchas incluían peticiones dirigidas a Abinaeo. Por ejemplo, un oficial le solicitaba que se le proporcionara una escolta armada, mientras que un sacerdote cristiano le pedía que le prestara redes para atrapar a las gacelas que estaban destrozando los cultivos de su aldea. En este último caso, el clérigo acompañó su petición con el regalo de una piel de hiena, probablemente para «estimular» la buena predisposición de Abinaeo.

Los documentos más numerosos son cartas que recibía Abinaeo de familiares, militares o esclavos

Varias cartas están relacionadas con los soldados de Abinaeo. Así, otro sacerdote cristiano le solicitaba el perdón para un desertor, mientras que un particular se quejaba por el comportamiento del soldado Atenodoro, que se dedicaba a agredir a los habitantes
de una aldea cuando estaba borracho
. En otro papiro, una madre solicitaba que se le concedieran cinco días de permiso a su hijo.

Denuncias

Otro conjunto de cartas denunciaba delitos, la mayoría de las veces robos. Se mencionan cuatro robos de ovejas, uno de cerdos y otro de ropa. En una carta, un particular denunciaba que había recibido una paliza cuando reclamaba una deuda; uno de los acusados era hijo del funcionario que gobernaba la aldea donde vivían los implicados.

Mosaico nilótico

Mosaico nilótico

Mosaico nilótico. Museo Arqueológico de Praeneste-Palacio Barberini, Palestrina.

DEA / Album

Los papiros también permiten reconstruir la carrera militar de Abinaeo. Sabemos que durante las tres primeras décadas de servicio, Abinaeo militó en una unidad de arqueros a caballo acantonada en la provincia egipcia de la Tebaida, en la que alcanzó el rango de ducenarius, equivalente al de centurión. Su carrera dio un vuelco hacia el año 336, cuando fue escogido para escoltar a una embajada de blemios –nómadas del sur de Egipto– a la corte imperial de Constantinopla, capital del Imperio romano de Oriente. Recompensado con el título honorífico de protector, escoltó a los blemios en su viaje de regreso. En 339 fue nombrado prefecto o comandante de una unidad de caballería fronteriza, y desde 342 fue comandante de la fortaleza de Dionisias.

Hacia 345 el general Valacio lo expulsó del cargo, tal vez para situar en él a uno de sus protegidos, pero un año mas tarde Abinaeo recuperó su puesto, no se sabe si por intercesión del emperador, Constancio II, o por la muerte de Valacio en un accidente de caza. A partir de 351 ya no se conservan papiros, y si tenemos en cuenta que para entonces Abinaeo debía de rondar los 65 años, lo más probable es que se licenciase y que, como se ha indicado, se instalase en Filadelfia con su mujer, sus esclavos y el archivo de papiros que siglos después saldría de nuevo a la luz.

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La Papirología

Retratos de Bernard Grenfell

Retratos de Bernard Grenfell

Retratos de Bernard Grenfell (izquierda) y Arthur Hunt.

Bridgeman / ACI

los británicos Grenfell y Hunt hallaron en Oxirrinco miles de papiros resecos y enrollados. Para poder leerlos idearon un método por el que los «rehidrataban» con tampones humedecidos y luego separaban las hojas sin dañarlas. Después seguía la no menos ardua tarea de descifrar los textos.

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Contra los fertilizantes

La implantación de la agricultura moderna en Egipto trajo consigo el empleo masivo de fertilizantes. Entre éstos se contaba el llamado sebakh, una materia orgánica obtenida de la descomposición de los ladrillos de adobe que se habían fabricado en la Antigüedad mezclando arcilla y paja. La extracción de estos ladrillos se convirtió en una lucrativa actividad para los campesinos egipcios, pero de esta manera se arrasaron numerosos restos arqueológicos. Al principio, la denuncia de estas prácticas por el Servicio de Antigüedades Egipcias pesó muy poco frente a la postura de las autoridades, permisiva con esta práctica, y la extracción de sebakh no se prohibió hasta la década de 1930.

Este artículo pertenece al número 223 de la revista Historia National Geographic.