La fama tras el desastre

Las vidas truncadas del Titanic: las historias de los sobrevivientes

Cuando el Titanic se hundió la madrugada del 15 de abril de 1912, unas 1.500 personas perdieron la vida. Sin embargo, hubo alrededor de 700 supervivientes, algunos de los cuales llegaron a ser bastante famosos.

El hundimiento del RMS Titanic la noche del 14 al 15 de abril de 1912 se cobró las vidas de unas 1.500 personas. Algo más de 700 pudieron escapar en los botes salvavidas, de las cuales seis murieron en las horas siguientes. Según el informe de la Comisión de Comercio Británica, la gran mayoría de las víctimas eran miembros de la tripulación (696) y pasajeros de tercera clase (528), mientras que las muertes fueron muchas menos en la segunda y la primera clase (167 y 123, respectivamente), también porque el número de pasajeros en dichas clases era bastante menor.

El del Titanic fue el peor desastre marítimo acontecido hasta entonces en condiciones de paz, aunque no el mayor en términos absolutos: durante la Segunda Guerra Mundial, los submarinos soviéticos hundieron el Wilheim Gustloff y el Goya, dos barcos alemanes, causando unas 8.000 y 6.000 víctimas mortales, respectivamente. Pero sin duda es el más famoso por el aura de leyenda que rodeaba al navío que fue calificado de “casi insumergible” y que naufragó nada menos que en su viaje inaugural.

Pero más allá de cifras, la leyenda del «barco de los sueños» se ha cimentado sobre miles de páginas de literatura y horas de cine que han recreado las historias de pasajeros y tripulantes. Como la de Frederick Hoyt, que después de meter a su esposa en un bote se lanzó al agua en la dirección en la que éste se alejaba, nadó hasta él y fue rescatado. Los supervivientes quedaron marcados por la experiencia. Hubo al menos siete suicidios, aunque ninguno directamente relacionado el Titanic, y la tragedia persiguió a otros, como Helen Bishop: el hijo del que estaba embarazada durante el viaje falleció pocos días después de nacer; un año más tarde, ella sufrió un accidente de coche al que sobrevivió milagrosamente, pero murió más tarde tras sufrir una caída mientras visitaba a unos amigos.

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Foto: Titanic Collection / Album

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Joseph Bruce Ismay

Las vidas de los supervivientes del Titanic estuvieron en muchos casos marcadas por el recuerdo de aquella tragedia, empezando por Joseph Bruce Ismay, presidente de la White Star Line, la naviera que había dado vida al Titanic. Viajaba a bordo del barco y sobrevivió a su hundimiento, pero a causa de esto se convirtió en el blanco de todas las críticas. El Reino Unido llevó a cabo una comisión de investigación sobre el desastre en el que Ismay fue absuelto, considerando que había ayudado a muchos pasajeros a embarcar en los botes salvavidas y que solo subió al último cuando consideró que ya no podía hacer nada más.

Sin embargo, la prensa – especialmente la estadounidense – lo señaló como uno de los máximos responsables del desastre y vivió el resto de su vida entre la depresión y el ostracismo. Un amigo de la familia dijo que “continuamente se atormentaba con especulaciones inútiles sobre cómo habría sido posible evitar el desastre”, a pesar de que evitó hablar del tema durante el resto de su vida. En 1936, durante una reunión de Navidad, uno de sus nietos – que desconocía que había estado involucrado en la tragedia – le preguntó si alguna vez había naufragado; Ismay, rompiendo el silencio que había mantenido durante más de 20 años, le respondió: “Sí, una vez estuve en un barco que se creía insumergible”. Murió al año siguiente, 1937, a los 74 años.

Foto: Bridgeman / Aci

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Margaret Brown, la “insumergible Molly”

Margaret Brown fue seguramente la pasajera más célebre del Titanic, en parte debido a que su vida inspiró un musical de Broadway y una película de Hollywood. Esta pasajera de primera clase era una nueva rica americana que dedicaba su fortuna a la filantropía y al activismo. En la noche del hundimiento, ayudó en las tareas de evacuación antes de subir a un bote y más tarde intentó que este volviera al Titanic para recoger a más gente, pero el oficial a cargo del bote se negó. Tras ser rescatados por el Carpathia, ayudó a distribuir mantas y comida entre los supervivientes.

Después del accidente, Brown fundó un Comité de Supervivientes para recaudar dinero destinado a ayudar a los pasajeros de segunda y tercera clase a rehacer sus vidas, económicamente y con una red de apoyo: de esa voluntad inquebrantable, así como de su amplio activismo, en favor de los derechos de las mujeres y los trabajadores y de la educación de los niños, nació su apodo “la insumergible Molly”. Su labor no se quedó en América y tras la Primera Guerra Mundial viajó a Francia para contribuir a los esfuerzos de reconstrucción del país tras el conflicto, por lo que se le concedió la Legión de Honor francesa, el reconocimiento más importante que concede el país galo. Murió en 1932 a los 65 años.

Foto: Alamy / Aci

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Michel y Edmond Navratil y Margaret Bechstein Hays

Michel y Edmond Navratil, de 4 y 2 años respectivamente, fueron los únicos niños rescatados por el Carpathia sin un pariente o tutor legal, por lo que se les conoce como “los huérfanos del Titanic”, aunque en realidad viajaban con su padre, al que no se le permitió embarcar en los botes. Margaret Bechstein Hays, una pasajera de primera clase, se hizo cargo de ellos en Nueva York hasta que se pudo localizar a su madre en Francia.

Edmond murió en 1953, pero Michel vivió hasta 2001, con 92 años, siendo uno de los supervivientes más longevos del desastre y el último de sexo masculino. Tenía recuerdos vagos del Titanic, como estar jugando con su hermano en cubierta – viajaban en segunda clase – y el momento en que les hicieron subir en un bote. Fue también uno de los pocos supervivientes del naufragio en ver la película Titanic de James Cameron en 1997. Por su parte, Margaret murió en 1956 a los 68 años.

Foto: Bridgeman / Aci

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Madeleine Astor

Madeleine Talmage Force pudo subir a un bote y salvarse, al contrario que su marido.

Foto: Bridgeman / Aci

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Frederick Fleet

Frederick Fleet era uno de los vigías de servicio la fatídica noche en que el Titanic se hundió. Fue él quien vio el iceberg y dio la alarma, algo que pagaría muy caro puesto que fue visto como sospechoso por no haber estado lo bastante atento. La realidad, sin embargo, fue muy distinta: como  declaró en las investigaciones oficiales, si él y su compañero hubieran tenido binoculares a su disposición, podrían haber visto el peligro mucho antes.

Después del suceso siguió trabajando en navegación marítima y terminó sirviendo en el Olympic, el hermano mayor del Titanic, durante los años 20 y 30. Sin embargo, nunca se recuperó totalmente de la tragedia que había vivido y en los últimos años de su vida cayó una depresión crónica, que se acentuó con su precaria situación económica y finalmente con la muerte de su mujer en diciembre de 1964. Al cabo de pocos días se ahorcó en el jardín de su casa, a los 77 años.

Eva Hart

Foto: CC

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Eva Hart

Eva Hart tenía 7 años cuando embarcó en el Titanic y 91 cuando murió, en 1996. Fue la última superviviente con recuerdos de la tragedia en morir. Recordaba que tras el impacto con el iceberg, su padre salió de su camarote de segunda clase para ver qué había ocurrido y, cuando regresó, sin decir palabra las hizo subir a ella y a su madre de inmediato a cubierta. “Nos hizo subir a un bote y me dijo que fuese una buena chica y no soltara la mano de mi madre. Entonces me di cuenta de que él no venía con nosotros y de que no volvería a verle.” También les dio su abrigo, en cuyo bolsillo se encontraba la única carta conservada escrita a bordo del barco el día del hundimiento, y que en 2014 se vendió en subasta.

Hart recuerda oír la orquesta del barco tocando el himno Cerca de ti, Señor, en los momentos finales del Titanic. “Vi hundirse ese barco. No cerré los ojos. No me dormí. Lo vi, lo escuché y nadie podría olvidarlo. Puedo recordar los colores, los sonidos, todo... Lo peor que puedo recordar son los gritos. Parecía como si una vez que todos se hubieran ido, ahogados, el mundo entero se detuviera. No había nada, solo ese silencio terrible y mortal en la noche oscura con las estrellas en lo alto”.

Después de ser rescatadas por el Carpathia, Eva y su madre regresaron a Gran Bretaña. La niña continuó teniendo pesadillas de aquella noche hasta la muerte de su madre en 1928. Eva tenía solo 23 años y decidió entonces enfrentarse a sus miedos embarcándose en un barco y encerrándose en su camarote durante cuatro días hasta que dejó de tener pesadillas. Falleció en 1996 a la edad de 91 años, siendo una de las últimas supervivientes del Titanic en morir.

Violet Constance Jessop

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Violet Constance Jessop

Al contrario que Margaret Brown, Violet Constance Jessop se ganó su título de “Señora insumergible” por una razón muy explícita: no solo sobrevivió al accidente del Titanic, sino también a los de sus naves hermanas: el hundimiento del Britannic en 1916 durante la Primera Guerra Mundial y a un choque a bordo del Olympic en 1911. Por ese motivo se le dio también el apodo poco halagüeño de “Reina de los barcos hundidos”, aunque el incidente del Olympic no terminó en desastre.

Violet tenía 24 años cuando embarcó en el Titanic como azafata y, en la noche del hundimiento, se le ordenó subir a la cubierta para ayudar en las tareas de salvamento antes de subir ella misma a un bote salvavidas. Al empezar la Primera Guerra Mundial se unió a la Cruz Roja Británica y fue asignada al Britannic, la más joven del trío de naves hermanas, que había sido reconvertida en un barco hospital. El barco se hundió en noviembre de 1916 en el Mar Egeo al topar con una mina acuática: Violet sobrevivió de nuevo, aunque sufrió una herida grave en la cabeza. Ni siquiera esto le impidió regresar al mundo de la navegación marítima hasta su jubilación en 1950. Murió en 1971 con 83 años.

Además, tiene una de las historias más curiosas e inquietantes relacionadas con el Titanic. Después de su jubilación, una noche recibió una llamada de una mujer que le preguntó si, la noche del hundimiento, había llevado a un bebé en el bote salvavidas. Violet respondió que así era, y la mujer añadió: “Yo era ese bebé”, rió y colgó. Su amigo y biógrafo John Maxtone-Graham le dijo que probablemente era alguien que le quería gastar una broma, pero Violet aseguró que nunca había contado esa historia a nadie.

Charles Lightoller

Foto: CC

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Charles Lightoller

Como segundo oficial del Titanic, Charles Lightoller fue el miembro de la tripulación de rango más alto que sobrevivió al desastre, ya que tanto el capitán Edward Smith como el primer oficial William Murdoch se hundieron con el barco. Fue además, en cierta manera, responsable del alto número de víctimas ya que siguió al pie de la letra el protocolo de dejar embarcar solo a mujeres y niños en los botes, solamente con los hombres necesarios para manejarlos.

En las investigaciones oficiales del accidente fue uno de los testimonios más importantes, como el máximo oficial que había sobrevivido y por lo tanto quien podía dar más detalles sobre las condiciones que propiciaron el hundimiento. Se mostró muy crítico con los responsables de la investigación americana, diciendo que les faltaban conocimientos en materia de navegación marítima para juzgar el incidente; pero hizo numerosas recomendaciones que contribuyeron a mejorar la seguridad en el futuro, como calcular el número de botes en función del número de pasajeros en vez del tonelaje del barco, enviar a los barcos datos en tiempo real sobre avisos de icebergs o hacer obligatorio que siempre hubiera un oficial de comunicaciones en todos los barcos para recibir rápidamente señales de ayuda.

Gracias a estas aportaciones, Lightoller pudo continuar en servicio con la White Star Line antes de ser reclutado como oficial en la Primera Guerra Mundial, durante la cual logró diversos ascensos hasta el rango de comandante y fue condecorado. Irónicamente, después de que el conflicto terminara fue cuando su pasado como oficial del Titanic empezó a suponer una traba en su carrera. Tras retirarse, escribió una autobiografía titulada El Titanic y otros barcos, que se volvió bastante popular hasta que la compañía Marconi de telecomunicaciones lo demandó y exigió su retirada, puesto que en el libro Lightoller atribuía parte de la responsabilidad del hundimiento a los oficiales de comunicaciones de esta compañía. Murió en 1952 a los 78 años.

Para saber más

The steamship Titanic RMG BHC3667

El Titanic, la historia completa del naufragio

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