El pintor de la vida privada

Vermeer, el maestro de la luz y del color

963px Johannes Vermeer   Het melkmeisje   Google Art Project (1)

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Rijksmuseum

Cuando de Johannes Vermeer se trata todo en sus cuadros es luz y color. No en vano, la luz es color y el color, luz. Sobre estos dos elementos, el artista holandés ideó historias serenas, sosegadas y pulidas en sus pinturas, que 350 años después de haber sido creadas continuan teniendo un poderoso efecto en nosotros. La obra completa del maestro de Delft se compone de apenas 36 pinturas, repartidas por 18 museos y colecciones privadas de todo el mundo. Aún así, en los últimos tres siglos había sido imposible reunirlas bajo un mismo techo, hasta que el Rijksmuseum de Amsterdam ha logrado en una histórica retrospectiva juntar 28 de estas obras maestras en un montaje que nos acerca al mundo de Vermeer, su trabajo, su vida privada, su entorno social y las ambiciones del artista, y nos sumerge en el mundo de calma e intimidad de personajes anónimos como La lechera o La joven de la perla y rincones olvidados de su ciudad natal, que hacen que el tiempo se detenga.

Te mostramos algunos de los cuadros que se consideran obras maestras de Vermeer y que se pueden ver en la exposición de la capital holandesa:  

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La próspera ciudad de provincias

Patricio de la Parra Kuri

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Una próspera ciudad del norte

La muestra inicia el recorrido en la ciudad natal del artista, Delft, con lo que sea quizá el paisaje urbano más famoso del siglo XVII holandés, la Vista de Delft proveniente del Mauritshuis de La Haya. La interacción de luz y sombra, el impresionante cielo nublado y los sutiles reflejos en el agua convierten este cuadro en toda una obra maestra.

Callejuelas y rincones

Patricio de la Parra Kuri

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Callejuelas y rincones

Cerrando un poco más el foco descubrimos El callejón, uno de los rincones en los que el artista sin duda hacía su vida. Vermeer no representa una gran avenida o edificios imponentes, tan solo una sencilla vista de un barrio de Delft. Los edificios de ladrillo rojo están ajados por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento, una mujer cose en el umbral de su casa, otra lava la colada y una pareja parece buscar algo en el suelo, la belleza de la cotidianidad.

Rijksmuseum

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Un paisaje actual

Mucho se ha especulado sobre la localización exacta del lugar, pero la respuesta definitiva no ha llegado hasta el siglo XXI. Analizando datos del mapa y el padrón de Delft hay un lugar que coincide a la perfección con la pintura. Allí vivían la madre y la tía del pintor, que tenía un negocio de venta de tripas en la casa de la derecha. Los edificios originales probablemente fueron demolidos porque estaban en ruinas y los que vemos en la actualidad fueron levantados en el siglo XIX, aún así, la similitud es sorprendente.

Vida cotidiana

Patricio de la Parra Kuri

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Vida cotidiana

Vermeer era un maestro del momento íntimo, sosegado, callado y absorbente. Al pasar de las vistas de la ciudad a los interiores caseros, viajamos entre lo sagrado y lo profano. Desde la vida doméstica y momentos de intimidad, hasta la devoción religiosa. La encajera se dedica a hacer encaje de bolillos, absorta por completo en su trabajo en esta pieza de mínimo formato procedente del Louvre.

Patricio de la Parra Kuri

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Amor por la música

En muchas de las escenas de Vermeer, la música tiene un gran protagonismo, lecciones, ejercicios o prácticas en la intimidad, como la de esta melancólica Mujer joven sentada ante el virginal.

Patricio de la Parra Kuri

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Un momento muy íntimo

En una de las salas de la exhibición hay una obra que cuelga sola de una de las paredes, en ella alguien ha descorrido una cortina de tonos verdes, al hacerlo nos ha dado acceso a una escena a la que en realidad no hemos sido invitados. En un salón vemos a una chica leyendo muy concentrada el final de una carta. En la pared del fondo la imagen de un cupido nos da una pista del tema de la carta.

Las ventanas de Vermeer

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Las ventanas de Vermeer

La joven se ha acercado a la ventana para tener mejor luz. Las ventanas juegan un papel primordial en la obra de Vermmer. El vago reflejo de la chica es atrapado en los vidrios emplomados de la ventana abierta. Es imposible no preguntarse con gran curiosidad, qué dice la carta. Y nos encontramos escrutando la expresión facial de la chica para saber cuál es su reacción. ¿Está triste, melancólica? ¿Son buenas noticias o el anuncio del fin de una relación?

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Patricio de la Parra Kuri

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Secretos epistolares

Y es que las cartas, como la música, juegan un papel importantísimo en la obra de Vermeer para crear un ambiente intimista. Una joven escribe una carta junto a su criada, como no, alumbrada por la luz solar que penetra por la ventana de la habitación. 

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Patricio de la Parra Kuri

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Misterios cotidianos

No por ser intimo o familiar la escena deja de tener un toque de drama, algo de misterio, un enigma en la escena. Hay cosas que nunca podremos saber, conversaciones que no escuchamos, pensamientos que se escapan mirando la luz a través de la ventana.

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Patricio de la Parra Kuri

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Voyeurismo

Vermeer nos convierte en voyeurs que no podemos dejar de mirar (espiar) a sus personajes. Haciéndonos culpables de una curiosidad malsana que a veces es descubierta. Detalle de La lección de música interrumpida, del Museo Frick de Nueva York.

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Patricio de la Parra Kuri

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"La lechera", la vida cotidiana según Vermeer

En otro punto, una mujer sirve leche y prepara una canasta de pan. Está sola en la cocina junto a, cómo no, una ventana por la que penetra la luz que inunda la sala. La pared lisa del fondo subraya su soledad.

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Detalles infinitos

En Vermeer las paredes blancas, nunca son blancas. Esta tiene diferentes degradaciones de grises, grietas, sombras, raspaduras de yeso, y en este caso un clavo desnudo sobresale de la pared iluminada por la luz del día proyectando su sombra arriba de la cabeza de la mujer. Su obra esta plagada de detalles que solo van revelándose después de un rato de estar frente a la obra. 

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Imagen evocadora

El artista logra que podamos escuchar el sonido de la leche vertida y oler el pan recién horneado. En este momento y en este espacio tan doméstico y privado en la cocina de una casa que no es la nuestra y que sin embargo tiene algo de familiar, la imagen apela a nuestros recuerdos del sonido que se hace al verter la leche y el olor a pan caliente que todos hemos vivido.

Un maravilloso trampantojo

Patricio de la Parra Kuri

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"La joven de la perla", un maravilloso trampantojo

Vermeer juega con nosotros y manipula nuestro ojo en cada pintura, enfoca y desenfoca objetos en las escenas, pasa por alto algunas cosas, para poner otras en primer plano. El artista no deja nada al azar; cada centímetro de la obra esta cuidadosamente pensado y ha calculado detenidamente cuál será nuestra reacción. ¿Quién es la chica de la perla? Su rostro, incluso la joya que da nombre al retrato parecen a medio terminar. Todo forma parte del juego de pinceladas de Vermeer para crear las imágenes en nuestro cerebro.