Àlex Sala
Periodista especializado en Arte e Historia del Arte
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Esta semana La Venus del espejo de Diego Velázquez ha sido noticia no por su indudable calidad estética o pictórica, sino por ser la última "víctima" de los grupos activistas que luchan contra el cambio climático. Dos activistas atacaron la pintura expuesta en la National Gallery de Londres para protestar contra las licencias de exploración petrolera y de gas en Reino Unido propinándole varios martillazos.
Ni si quiera ha sido este el primer atentado contra la pintura, que ya sufrió una agresión previa hace poco más de 100 años. La Venus del espejo es una de las pinturas más singulares de Velázquez –el único desnudo que se conserva del artista– y durante dos siglos fue una obra casi clandestina que cambió de manos diversas veces. ¿Por qué el genio sevillano ejecutó esta rareza en su obra y en el catálogo pictórico de la España católica de la época, que censuraba este tipo de imágenes "indecentes"? ¿Para quién realizó tan "osado" encargo? ¿Quién se esconde tras los rasgos borrosos de la modelo reflejados en el espejo? Su biografía ajetreada ha dotado a La Venus del espejo del halo enigmático que la hace tan atractiva.