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Un búnker de la Alemania nazi, sólidamente construido a partir de agosto de 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, está en venta por 155.000 libras esterlinas (unos 175.000 euros) en la costa oeste de Guernsey, una isla situada en el canal de la Mancha, entre Francia y Gran Bretaña. "Se trata de una oportunidad emocionante y única de adquirir un pedazo de la historia de Guernsey", asegura la agencia inmobiliaria Swoffers, aclarando que "con los permisos apropiados podría convertirse en un chalé vacacional diferente".
Las islas del canal de la Mancha, ocupadas por la Wehrmacht en 1940, fueron el único territorio británico ocupado por la Alemania nazi. La fortificación de estas islas formó parte del Muro Atlántico, un gigantesco proyecto de los nazis para impedir una invasión del continente europeo desde Gran Bretaña y por parte de los Aliados. El control de las islas del canal de la Mancha se convirtió en una obsesión para Hitler y por eso se empleó una enorme cantidad de hormigón para protegerlas.
"El propósito principal del búnker era proteger a las tropas en caso de bombardeo u otro tipo de ataque previo a una invasión. Había una habitación en la que los hombres permanecían a la espera, aunque es posible que tuvieran alojamientos más confortables en las casas vacías de las cercanías", explica a National Geographic Paul Bourgaize, uno de los coordinadores de Festung Guernsey, un grupo dedicado a la investigación y protección de las fortificaciones alemanas de la isla de Guernsey. El búnker no sufrió daños porque el temido ataque de los Aliados finalmente no se produjo. Una frase en alemán pintada en el muro donde estaba el teléfono dice lo siguiente: "La paciencia trae rosas".
El búnker está ubicado frente a la playa y en la parte trasera incluye dos campos de unos 8.000 m². La zona de entrada tiene dos puertas, una en cada lado, que conducen a una sola puerta que estaba blindada, a través de la cual se accede a una habitación que tenía una ducha. A continuación había un dormitorio con literas para doce hombres y una estufa para calentar el ambiente y la comida. A mano derecha se abre una habitación que tenía un sistema de ventilación para purificar el aire en caso de un ataque con gas y una trampilla de evacuación que permitía escapar a través de un túnel hasta la superficie.
"En 1948, una vez finalizada la guerra, se utilizaron las partes metálicas de los búnkeres como chatarra. A partir de ahí no hay mucha información sobre el uso del búnker, pero probablemente fue usado como almacén por el propietario del terreno", concluye Bourgaize.