Abel G.M.
Periodista especializado en historia y paleontología
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Venecia está de celebración: no cada día se cumplen 1600 años. La tradición veneciana sitúa el nacimiento de la ciudad el 25 de marzo del año 421 d.C., cuando tres cónsules de Padua fueron enviados a la laguna Véneta para buscar un emplazamiento seguro para un puerto comercial y, en el transcurso de su misión, colocaron la primera piedra de la iglesia de San Giacomo de Rialto.
Esta fecha nace de los relatos del gran incendio de Rialto en 1514, en uno de los cuales figura que “solo quedó en pie la iglesia de san Giacomo de Rialto, que fue la primera iglesia edificada en Venecia el 421 a día 25 de marzo, como se lee en nuestras crónicas”. Pero en realidad, el nacimiento de la ciudad fue un proceso gradual y esta fecha responde más a la tradición que a una verdadera fundación.
La tradición veneciana sitúa el nacimiento de la ciudad el 25 de marzo del año 421 d.C., pero esta fecha responde más a la tradición que a una verdadera fundación
Un largo nacimiento
En sus orígenes, la laguna Véneta había sido un refugio temporal para escapar de las hordas bárbaras que atacaron el Imperio Romano de Occidente en el último siglo de su existencia. Los habitantes de ciudades cercanas se refugiaban en las islas por dos motivos: porque allí no había nada de valor que saquear y porque los invasores, que viajaban a caballo, no podían adentrarse en la laguna. Sin embargo, una vez que el peligro se había alejado muchos regresaban a sus casas, o a lo que quedase de ellas.
Así fue hasta un episodio particularmente devastador: la llegada de los hunos de Atila a mediados del siglo V. El gran número de poblaciones que fueron víctimas de sus ataques -en especial Aquilea en el año 452- provocó una llegada masiva de refugiados a la laguna que, viendo como la situación en tierra firme no mejoraba, decidieron establecerse de forma permanente en aquellas islas. Ese se puede considerar el inicio de una ciudad propiamente dicha con todo lo que ello comportaba: hacer de las islas un lugar apto para vivir a largo plazo, drenar terrenos y asegurar los cimientos de los edificios.
En el año 466, los representantes de las comunidades de la laguna se reunieron en Grado para consituir un sistema de autogobierno conjunto
En el año 466, los representantes de las comunidades que se habían formado en las diversas islas se reunieron en Grado, en la parte oriental de la laguna, para consituir un sistema de autogobierno conjunto mediante tribunos elegidos anualmente por cada una de las comunidades. Hasta ese momento no se podía hablar todavía de una ciudad en sentido completo sino de un cúmulo de varios centros habitados: la elección de un órgano político que las representara a todas era el último paso de la constitución de Venecia como ciudad.

Rialto
Desde su constitución como ciudad, Venecia tuvo diversos centros políticos repartidos entre las islas de la laguna. A partir del año 812 la capital se situó en la isla de Rivoalto (Rialto), a la que era difícil acceder si no se conocían los canales.
Foto: iStock (Rudolf Ernst)
La emancipación
Durante otros tres siglos, la historia veneciana estuvo ligada estrechamente a los acontecimientos del continente: al oeste las sucesivas oleadas de pueblos bárbaros y al este la potencia del Imperio Bizantino, que se apoderó de parte del territorio itálico incluyendo los territorios de la laguna Véneta. Situada en los límites del imperio, Venecia siguió gozando de una notable autonomía y prosperando gracias al comercio y a su industria naval.
Sin embargo, las diferencias con la corte imperial se acentuaron progresivamente debido a las políticas económicas y religiosas de los emperadores bizantinos, así como a las prácticas no siempre honestas de los gobernadores designados por estos. En el año 742 los venecianos obtuvieron de Constantinopla el derecho de elegir a su propio gobernador o doge, aunque este aún debía lealtad al emperador.
La emancipación veneciana fue un proceso gradual, a medida que la ciudad se desligaba de sus obligaciones hacia Constantinopla
La emancipación veneciana, igual que su nacimiento, fue un proceso gradual al que resulta difícil asignar una fecha concreta. A medida que crecía la ciudad y con ella su riqueza, Venecia se sintió cada vez más una aliada del Imperio Bizantino que una parte del mismo, empezó a acuñar su propia moneda y obtuvo mayores exenciones tributarias por sus actividades comerciales. Gradualmente, la ciudad fue desligándose de sus obligaciones hacia Constantinopla.
Si hay que buscar un punto de ruptura este sería seguramente el año 803, cuando los mandatarios venecianos reconocieron a Carlomagno como Emperador de Occidente, contrariando al emperador bizantino Nicéforo I y afirmando así que, a partir de entonces, serían solamente ellos los que decidirían su destino.