Hace más de cien años, en marzo de 1918, el USS Cyclops, un gran barco de abastecimiento de la marina de Estados Unidos, calificado por la prensa como una "mina de carbón flotante", debería de haber atracado en el puerto de Baltimore, en Maryland, tras su partida de Brasil. Con una tripulación compuesta por 309 hombres y con sus bodegas repletas de una pesada carga de manganeso, un mineral utilizado para la fabricación de munición, el Cyclops, con sus 165 metros de largo por veinte de ancho, considerado el mayor buque de carga de la armada estadounidense en esa época, desapareció en aguas del Atlántico, en la zona conocida como "Triángulo de las Bermudas", sin dejar rastro. A día de hoy su paradero sigue siendo un enigma a pesar de las arduas tareas de búsqueda que se han llevado a cabo durante años, sin éxito alguno. En palabras del explorador submarino James Delgado: "En términos de pérdida de vidas y tamaño del barco, es probablemente el último gran misterio que queda por resolver".
"La mina flotante"
Construido en Filadelfia, el USS Cyclops estaba diseñado para transportar 10.500 toneladas de carbón, pero, en su último viaje, el navío había sido cargado con casi 11.000 toneladas de mineral de manganeso, mucho más denso y pesado que el carbón. En 1918, el Cyclops fue reconvertido en barco de guerra y colaboró como unidad de apoyo para las tropas desplazadas en Francia durante la Primera Guerra Mundial, y en su cubierta se instalaron varias ametralladoras de gran calibre.
El USS Cyclops estaba diseñado para transportar 12.500 toneladas de carbón, pero, en su último viaje, el navío había sido cargado con nada más y nada menos que 10.000 toneladas de mineral de manganeso, mucho más denso y pesado.

Imagen del USS Cyclops tomada alrededor del año 1913.
Foto: PD
El 9 de enero de 1918, al Cyclops se le asignó una nueva misión que lo llevó hasta las costas brasileñas para abastecer de carbón a los buques británicos que operaban en el Atlántico Sur. A su llegada a Río de Janeiro, y tras descargar el carbón, realizar algunas operaciones de mantenimiento y llenar los depósitos de combustible, el buque se volvió a hacer a la mar el 15 de febrero. Pero había un problema: la gran cantidad de manganeso que se almacenaba en sus bodegas, algo que a todas luces pareció excesivo a la tripulación. Tras hacer una parada técnica en Salvador de Bahía, el barco volvió a zarpar el 20 de febrero rumbo al puerto de Baltimore, en Estados Unidos. A pesar de que un informe del comandante George Worley, al mando del buque, indicaba que el motor de estribor tenía un cilindro roto y que no funcionaba correctamente, la junta de inspección que lo revisó recomendó que el barco partiera sin dilación y pusiera rumbo a los Estados Unidos para ser reparado. La idea inicial era que el barco navegase sin hacer escalas, pero al final, el 3 de marzo, el Cyclops realizó una parada no programada en Barbados ¡a 1.800 millas náuticas! (unos 3.300 kilómetros aproximadamente).
El viaje final
El Cyclops volvió a hacerse a la mar el 4 de marzo, aunque algunos rumores apuntan a que fue avistado casi una semana después por un petrolero llamado Amolco cerca de Virginia (aunque más tarde tal afirmación sería negada por el capitán de la embarcación). Sea como fuere, el Cyclops nunca llegaría a su destino. Cuando quedaban unos cuatro kilómetros para atracar en el puerto de Baltimore, el barco simplemente dejó de emitir señales, y a día de hoy aún no se sabe cuál fue su destino, aunque existen informes que indican que el 10 de marzo estalló una violenta tormenta justo en la zona por la que navegaba el Cyclops. Algunos investigadores sugieren que su desaparición se debió a una cadena de desgracias: la sobrecarga, los problemas con el motor y el mal tiempo. Tras una extensa investigación naval llevada a cabo por la marina norteamericana se acabó concluyendo lo siguiente: "Se han propuesto muchas teorías, pero ninguna que dé cuenta satisfactoriamente de su desaparición". De hecho, una misteriosa desaparición que no sería la única de un buque de su clase: años después, los hermanos gemelos del Cyclops, el Proteus y el Nereo, desaparecerían de un modo similar en 1941, en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial.
Cuando quedaban unos cuatro kilómetros para atracar en el puerto de Baltimore, el barco dejó de emitir señales, y a día de hoy aún no se sabe cuál fue su destino.
Pero ¿qué le ocurrió realmente al Cyclops? El periodista de investigación de BBC Radio 4 Tom Mangold ha señalado que el manganeso es un mineral mucho más denso que el carbón y que por lo tanto tenía mucho más espacio para moverse en el interior de las bodegas, incluso cuando estas se hallaban completamente cargadas. Otro de los problemas que Mangold sugirió durante su investigación fueron las cubiertas de las cajas que contenían el manganeso, que eran de lona por lo que al mojarse el mineral pudo deshacerse y licuarse. Por su parte, el contralmirante George van Deurs afirmó que la posible corrosión causada por el mineral en las bodegas pudo afectar a las vigas del buque y que estas pudieron haberse partido por ese motivo. Asimismo, el barco operaba con un solo eje debido a un cilindro agrietado, lo que dificultaba aún más su maniobrabilidad. Tom Mangold también apuntó en su investigación que este tipo de carga (el manganeso) era nueva para la tripulación y no supieron cómo colocarla. Además, azotado por vientos de hasta 74 kilómetros por hora, el Cyclops pudo ser golpeado sucesivamente por olas gigantescas, lo que acabaría provocando más tensión en el barco y, en consecuencia, su hundimiento.
¿Conspiración?
Una de las teorías que planean sobre la desaparición del Cyclops recae en la persona del comandante del buque, el capitán George Worley. Este había nacido en Alemania y había entrado en Estado Unidos irregularmente en 1878. En 1898 cambió su nombre, Johan Frederick Wichmann, por el de Worley en honor a un amigo suyo que también fue marinero. Durante el tiempo que había permanecido de forma ilegal en el país, Worley se había presentado para el puesto de capitán de barco y estuvo al mando de varios buques mercantes (incluso se ha dicho que alguna vez había transportado opio de manera ilegal). En todo caso, en lo que sí coinciden todas las fuentes es en que Worley tenia una carácter muy agresivo y que llegó a someter a su tripulación a castigos muy severos.
Durante el tiempo que había permanecido de forma ilegal en el país, Worley se había presentado para el puesto de capitán de barco y estuvo al mando de varios buques mercantes (incluso se ha dicho que alguna vez había transportado opio de manera ilegal).

Fotografía del USS Cyclops tomada en 1911.
Foto: PD
El día de la partida del barco desde Río de Janeiro, el oficial encargado de subir a bordo y colocar correctamente la carga de manganeso en las bodegas se hallaba confinado y la tarea tuvo que ser llevada a cabo por un marinero sin experiencia. Sea como fuere, el barco partió con sobrecarga, y eso es lo que los investigadores creen que podría haber sido la causa del desastre. Otra de las acusaciones que se han hecho contra Worley tiene relación con sus posibles simpatías hacia el bando alemán en el conflicto. El hecho de que casi todos sus amigos fueran de origen germano lo hicieron sospechoso de estar en connivencia con el enemigo para quedarse con el barco. Durante la travesía, a bordo del Cyclops viajaba el cónsul general de Río de Janeiro, el cual era odiado tanto o más que el capitán Worley por sus evidentes simpatías hacía los alemanes. Hay investigaciones que afirman que podría haber sido el propio cónsul, en colaboración con Worley, quien entregara el barco al enemigo, aunque nunca se ha podido demostrar este extremo. Lo cierto es que nunca se halló el paradero del Cyclops y jamás se ha podido esclarecer la causa de su posible hundimiento, que algunos atribuyen también al ataque de un submarino alemán. El caso es que a día de hoy, más de cien años después de su desaparición, el misterio del Cyclops sigue aún muy vivo.