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Foto: Cordon Press
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4 de noviembre de 1922: un escalón prometedor
Tras más de 10 años de excavaciones en el Valle de los Reyes, el equipo liderado por Howard Carter y financiado por Lord Carnarvon estaba a punto de deshacerse. El noble inglés había abandonado toda esperanza cuando Carter le pidió una última oportunidad, justamente la que les cambió la vida a los dos. En aquellos días de gracia, un miembro del equipo de Carter encontró el primer escalón de lo que prometía ser una escalera de descenso en el lugar donde se tomó esta imagen con un miembro del equipo posando en ella. Después de las excavaciones de los siguientes días, se desenterraron más escalones de lo que posteriormente se reveló como la entrada a la tumba de Tutankamón.
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La antecámara 3.000 años después
Lechos reales, un trono dorado, restos de carros y un revoltijo depositado en un 'desorden organizado' es lo que encontraron Carter y su equipo al acceder a la primera estancia de la tumba de Tutankamón. Se hallaba tras un corredor y dos puertas de acceso, y el arqueólogo, que accedió a ella el 26 de noviembre, la bautizó como la Antecámara. En su diario describió el revoltijo de tesoros como «una extraña y prodigiosa mezcla de objetos preciosos y extraordinarios amontonados unos sobre otros». En esta misma estancia descubrió una entrada que conducía a otra pequeña sala también repleta de piezas y objetos que fue bautizada como Anexo.
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Extracción de piezas
Aunque todavía no se había llegado hasta el final de la tumba ni se habían abierto todas las cámaras, a finales de noviembre de 1922 la cantidad de piezas y objetos recuperada era sencillamente espectacular, de modo que al mismo tiempo que progresaba la excavación se procedía a la extracción de piezas desde el interior. Al final de la excavación completa de la tumba se habían desenterrado un total de 5.400 objetos y piezas. En la imagen se puede ver a un miembro del equipo de Carter cargando un busto que se cree pudo ser un maniquí, encontrado en la Antecámara, con el arqueólogo en el extremo derecho de la fotografía. La repercusión del descubrimiento hizo que muchos medios y periodistas se desplazaran hasta el lugar para cubrir la noticia.
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Una tumba sellada, imperturbada
Este fascinante descubrimiento inauguró una nueva era de la arqueología, en gran parte gracias a Howard Carter y sus meticulosos métodos. Cada paso de la excavación se llevaba a cabo con mucho detenimiento de modo que los trabajos se iban alargando y no llegaron a la puerta de la cámara funeraria hasta febrero de 1923. Tras encontrarse con las dos famosas estatuas a tamaño real de los guardianes que custodiaban la entrada a la tumba, esta imagen apareció ante un entusiasmado equipo. Parecía que la puerta conservaba el sello que certificaba que el descanso de Tutankamón no había sido perturbado durante los últimos 3.000 años.
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Febrero de 1923: cara a cara con el faraón
Tras la puerta sellada se abrió la cámara funeraria del faraón. En su interior, lo que pudieron ver Arthur Pecky, Callender y Howard Carter -en la imagen, agachado delante de la puerta abierta– fue una estancia casi completamente ocupada por cuatro grandes capillas que protegían un gran sarcófago en cuyo interior descubrieron los tres ataúdes que, finalmente, sacaron a la luz la ansiada momia de Tutankamón.
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Un hallazgo mediático
Gran parte del trabajo de análisis y catalogación de las piezas se realizaba en el interior de las cámaras donde se iba encontrando. En este caso, se puede ver a las dos estatuas a tamaño real de los guardianes de la tumba del faraón. Una de ellas todavía en su ubicación original, a un lado de la puerta de la cámara funeraria, y la otra siendo cuidadosamente preparada para su extracción y traslado. De pie, junto a Howard Carter, se cree que estaba Lord Carnarvon. El aristócrata inglés había vendido la exclusiva del descubrimiento al periódico londinense The Times. Además de los lucrativos beneficios que el diario le pagaba por la venta de los textos y fotos a terceros, así el equipo evitaba la tediosa tarea de atender a los medios para explicar todos y cada uno de los detalles de la excavación.
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La ingeniería para alcanzar la momia
Uno de los momentos más delicados del examen de los ataúdes fue la extracción de estos del enorme sarcófago de piedra en el que estaban albergados. Arthur Callender, un amigo de Carter e ingeniero, inventó un sistema de poleas como el que se puede ver en la imagen y que permitieron extraer las pesadas cajas de manera delicada y sin dañarlas. En la fotografía había quedado a la vista el segundo ataúd, tras el tercero se hallaba la momia de Tutankamón coronada por su célebre máscara funeraria. Muchas de las piezas estaban bañadas o recubiertas de oro, pero el último ataúd era de oro macizo y pesaba 110 kilos.
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Apertura del sarcófago
Carnarvon acudió para la apertura de la cámara funeraria, pero no pudo ver la del sarcófago, pues murió a causa de una sepsis dando alas a las teorías de la maldición del faraón. Carter siguió adelante, pero las autoridades egipcias cada vez se inmiscuían más en los trabajos de excavación y Carter detuvo la investigación como medida de protesta. La excavación estuvo parada hasta 1925, cuando se reanudaron los trabajos y por fin se procedió a la apertura del sarcófago, de los ataúdes y al desvendaje de la momia, un proceso que se alargó hasta siete días y que fue supervisado por dos expertos anatomistas que aparecen en la imagen justo a la izquierda de Carter: el Prof. Douglas Derry y el Dr. Saleh Bey Nandi. Merece la pena destacar la importancia de las fotografías de Harry Burton, quien en 1922 era considerado el fotógrafo arqueológico más importante del mundo. Gracias en parte a sus evocadoras imágenes, el descubrimiento y la excavación se convirtieron en un acontecimiento mediático mundial.
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Repercusión internacional
El magnífico hallazgo y toda la épica que lo rodeó atrajo el interés mundial. Por un lado supuso el renacimiento de un sentimiento de orgullo nacional egipcio por su glorioso pasado, y por el otro despertó un renovado interés internacional por el mundo del antiguo Egipto. Esto tuvo un efecto inmediato en el sector turístico del país, que vivió un auge sin precedentes. Con la perspectiva del tiempo, el fenómeno se ha llegado a describir como la 'Tutmanía'.