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El gabinete Porfirio Diaz
Después haber desarrollado una carrera política y militar notable durante sus años de juventud, Porfirio Díaz asumió la presidencia de México por primera vez en 1876, y de nuevo en diciembre de 1884. Los treinta años que se mantuvo en el poder se conocen como el Porfiriato y se caracterizan por el progreso en ámbitos como las comunicaciones y otras infraestructuras básicas para el país, como la red de escuelas, pero sobre todo por la deriva hacia un régimen totalitario y represivo en el que se acabó convirtiendo su gobierno. En la imagen se puede ver dictador reunido junto con su gabinete a principios del siglo XX. La chispa que prendió la llama de la revolución fueron las elecciones de 1908, en las que Díaz consiguió encarcelar al principal candidato Francisco Ignacio Madero.
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Madero, nuevo presidente
Con Madero todavía encarcelado, las elecciones dieron la victoria de nuevo a Porfirio, pero Madero consiguió escapar a Estados Unidos y desde allí llamó al pueblo a levantarse en armas y organizó los primeros pasos de la revolución. El nuevo proceso electoral de 1911 convirtió en presidente a Francisco Ignacio Madero y ahora fue Porfirio Díaz quien finalmente partió al exilio. El gobierno de Madero inició el mandato entre mucha tensión política pero restableciendo la Constitución, los derechos básicos y los principios democráticos. En esta imagen se puede ver al líder mexicano en el centro flanqueado por otros líderes del ejecutivo.
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Una Decena trágica
Pronto las tensiones entre los líderes revolucionarios –como Emiliano Zapata o Pascual Orozco– y Madero se materializaron en un nuevo levantamiento contra el gobierno. El general escogido para sofocarlo fue Victoriano Huerta, quien acabó alzándose contra el propio Madero: es la conocida como Decena trágica, es decir, los 10 días que tuvieron entre el 9 y el 19 de febrero de 1913. En esta fotografía se puede a ver a varios soldados del bando sublevado defendiendo una posición. El asesinato de Madero puso fin a aquellas sangrientas jornadas el 22 de febrero, Huerta se había alzado como nuevo presidente.
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Pancho Villa y la revolución en el norte
Desde ese mismo año, los líderes revolucionarios Pancho Villa y Venustiano Carranza se estaban reorganizando en el norte del país para hacer frente a Huerta. La fotografía muestra a Pancho Villa a lomos de su caballo entrando en la localidad de Ojinaga, en el norte de México, en enero de 1914. Debido a su presión, a la pésima situación económica del nuevo gobierno y al abandono del apoyo norteamericano, Victoriano Huerta abandonó la presidencia en junio de 1914. A pesar de que podía parecer que esto allanaba el camino hacia los objetivos de la revolución, en realidad nuevas tensiones estaban aflorando entre los líderes revolucionarios.
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Zapata entre sus hombres
Emiliano Zapata (arriba, junto a sus hombres durante la Revolución) fue otro de los líderes destacados del movimiento revolucionario mexicano. En noviembre de 1911 presentó su célebre Plan de Ayala, mediante el que pretendía llevar a la práctica la máxima de ‘la tierra para quien la trabaja’. Tras la renuncia de Huerta se celebró la convención de Aguascalientes, donde se nombró presidente interino a Eulalio Gutiérrez y se certificó descontento de Carranza, que quedó enfrentado a los otros líderes revolucionarios. Por su lado, Villa y Zapata continuaron con su propia revolución y en diciembre de 1914 hicieron su entrada en Ciudad de México.
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Los líderes en Ciudad de México
Esta icónica imagen de la Revolución mexicana muestra a Villa en el centro y a Zapata a la derecha tras la llegada a Ciudad de México, ambos ocupando las sillas presidenciales. Fue allí donde se firmó el Pacto de Xochimilco: sus hostilidades contra Carranza, quien se consideraba el presidente legítimo, se hacían así oficiales. Sin embargo, México seguía inmerso en una situación económica y política muy inestable. Carranza se consideraba a sí mismo el presidente legítimo y utilizó los apoyos con los que contaba para promulgar una nueva Constitución en 1917 que aprobó medidas como la jornada laboral de 8 horas, el salario mínimo o la capacidad de expropiación de tierras por parte del Estado.
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El sangriento final de la Revolución
Tras acceder a la presidencia y llevar a cabo las primeras medidas, Carranza –a quién se puede ver sentado en la silla presidencial– continuó la lucha contra Villa y Zapata, y se había marcado otro objetivo muy claro. No se fiaba de los líderes revolucionarios y trazó un plan para acabar con ellos. Engañó a Zapata haciéndole creer que le citaba para reunirse y lo mató a balazos en abril 1919. Apenas un año después, él mismo caería asesinado mientras dormía a manos del general Rodolfo Herrero, pues aunque llevaba desde 1917 como presidente en ningún momento dejaron de existir las revueltas internas que trataban de derrocarle. Por su parte, Pancho Villa, aunque había vivido apartado de la vida pública y había depuesto las armas en 1920, cayó víctima de una emboscada que también acabó con su vida en 1923. Se cree que el asesinato se perpetró por orden del entonces presidente Álvaro Obregón, quien a su vez también fue asesinado ya en 1928. Su sucesor en el cargo fue Plutarco Elías Calles, cuyo partido gobernó México durante los siguientes 60 años.