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El 19 julio de 1545 la flota de guerra británica perdía a su buque insignia, el Mary Rose, hundido en aguas del Canal de la Mancha mientras se disponía a atacar a los barcos franceses que trataban de invadir Gran Bretaña.
Sus restos descansaron en el lecho oceánico hasta que fueron reflotados en 1982. Las casi 20.000 piezas recuperados han sido objeto de múltiples estudios, el último de ellos, publicado en la revista Journal of Synchrotron Radiation, ha analizado fragmentos de la cota de malla de uno de los soldados, y ha concluido que el latón con el que estaba fabricada era de muy alta calidad.
Una aleación pura
Las piezas son tres pequeños anillos, de aproximadamente 1 cm de diámetro cada uno, y han sido analizados usando la última tecnología de rayos X en las instalaciones del Laboratorio Europeo de Radiación de Sincrotrón (ESRF) de Grenoble por por científicos de las universidades de Warwick y Gante. Los resultados han revelado que estaban fabricados con una aleación muy pura, compuesta de un 73% de cobre y un 27 % de zinc.

Las tres piezas analizadas mediante tecnología de rayos X de última generación.
Crédito: Universidad de Gante
Para los investigadores, se trata de una fundición sorprendentemente moderna, que indica el alto nivel de desarrollo de la producción de latón y de la técnica del trefilado (esto es, reducir un metal a un fino alambre) alcanzados en época de los Tudor.
La aleación del latón de las piezas estudiadas contenía un 73% de cobre y un 23% de zinc.
El estudio descubrió también minúsculas trazas de metales pesados como plomo o mercurio en la superficie de los anillos, pero los científicos creen que no formaban parte de la aleación, sino que se habrían transferido de las herramientas usadas para fraguarlos o se depositaron en los eslabones en el fondo marino.
Otra conclusión que ha permitido extraer este exhaustivo estudio es la procedencia del latón, importado de Ardenas y fabricado en Isleworth. Así mismo, el análisis químico corroboró que los diferentes métodos utilizados para prevenir la corrosión habían permitido su correcta conservación fuera del agua durante las últimas tres décadas.

Laboratorio del ESRF en Grenoble donde se ha realizado el estudio.
Foto: Adriaens Sabbe
La joya de la Corona
Construido entre 1509 y 1511, el Mary Rose era una poderosa arma bélica que disponía de entre 60 y 80 cañones y transportaba a medio millar de tripulantes. Se cuenta que era el navío preferido preferido de Enrique VIII, que emprendió una renovación de su flota para combatir el poderío naval francés.
El Mary Rose era el buque de guerra preferido de Enrique VIII, que emprendió la renovación total de la flota inglesa.
El propio Mary Rose se vio involucrado en tres campañas contra Francia, teniendo un papel destacado en la victoria frente a la Armada francesa en la batalla de Saint-Mathieu (1512). El buque insignia inglés naufragó durante la batalla del Solent, cuando trataba de contener la invasión francesa a la isla de Wight, frente a la ciudad de Southampton, en la costa sur de Inglaterra.
Hundido en cuestión de minutos
La tarde del 19 de julio de 1545, el navío se hundió cuando una ráfaga de viento hizo inclinar el barco durante un giro. Las troneras de los cañones permanecían abiertas y el agua comenzó a entrar por ellas e inundó el barco, que se hundió en cuestión de minutos. De los casi 500 hombres a bordo, no sobrevivieron más de 35.

Los restos del Mary Rose expuestos en el museo dedicado al pecio en Southampton.
Crédito: PA Wire/Press Association Images/Cordon Press
El Mary Rose es el único navío de guerra inglés que se conserva del siglo XVI y sus restos son en la actualidad la pieza central del museo dedicado al buque, a su historia y al día a día de sus tripulantes. Gracias a los análisis de ADN se ha sabido que la gran mayoría no eran ingleses e incluso se ha llegado a realizar reconstrucciones faciales a partir de sus esqueletos. Un conocimiento que avanza a medida que las tecnologías modernas nos permiten conocer nuevos datos del barco y de los hombres que se hundieron con él.