Misterios y curiosidades del antiguo Egipto

De la tumba al museo, el complejo traslado de los tesoros de Tutankamón

El traslado de los miles de objetos que componían el ajuar funerario de Tutankamón hasta el Museo Egipcio de El Cairo fue una tarea titánica que implicó a muchas personas y que requirió de un proceso minucioso y detallado. Desde la documentación, fotografiado, registro y restauración de cada una de las piezas, hasta el cuidadoso embalado y el trabajoso traslado de las cajas en vagonetas hasta el barco que, Nilo arriba, las iba a llevar a su destino final.

Un grupo de obreros egipcios trasladan con vagonetas las cajas cargadas de objetos desde la tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes hasta el Nilo.

Un grupo de obreros egipcios trasladan con vagonetas las cajas cargadas de objetos desde la tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes hasta el Nilo.

Un grupo de obreros egipcios trasladan con vagonetas las cajas cargadas de objetos desde la tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes hasta el Nilo.

Foto: PD

A pesar de su relativamente pequeño tamaño, la tumba de Tutankamón dio a los arqueólogos una ingente cantidad de trabajo. De hecho, la sepultura se hallaba atestada de objetos de todo tipo y tamaño, muchos de ellos auténticos tesoros artísticos. Howard Carter, su descubridor, se sintió abrumado ante el trabajo que tenía por delante, una tarea que le llevaría nada más y nada menos que diez años.

Y es que en la tumba de Tutankamón se registraron oficialmente 5.398 objetos, cada uno de los cuales fue metódicamente documentado, registrado y tratado. El meticuloso proceso que seguían Carter y su equipo consistía en otorgar a cada pieza un número de referencia, a continuación se fotografiaba in situ (tarea que llevaba a cabo el fotógrafo de la expedición, Harry Burton) y se le abría una ficha con una breve descripción. En algunos casos, Carter realizaba incluso algún detallado dibujo. 

Para saber más

Algunos de los muebles descubiertos por Carter en el Anexo. Museo Egipcio, El Cairo.

Carter y el dilema de cómo despejar el Anexo de la tumba de Tutankamón

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Una cuidadosa clasificación

De este modo se creó un archivo formado por tarjetas marcadas con números consecutivos (desde el 1 al 620, con letras usadas para las subdivisiones). Una vez señalada la posición de los objetos en el interior de la tumba, en un plano, cada uno de ellos era trasladado al laboratorio de conservación instalado en la cercana tumba de Seti II. Allí, Burton los volvía a fotografiar, se registraban y se restauraban. 

Una vez señalada la posición de los objetos en el interior de la tumba, cada uno de ellos era llevado al laboratorio.

Concretamente, Carter numeró los objetos del siguiente modo: del 1-3 fuera de la tumba y en la escalera; el 4 primera puerta; del 5-12 pasadizo; el 13 segunda puerta; del 14-170 Antecámara (el 28 se refiere a la entrada sellada de la Cámara funeraria); el 171 bloqueando el Anexo; del 172-260 Cámara funeraria (el número 256 es la momia del faraón); del 261-336 Tesoro, y del 337-620 Anexo.

Un trabajador traslada una de las piezas de la tumba bien protegida ante la atenta mirada de Arthur Callender.

Un trabajador traslada una de las piezas de la tumba bien protegida ante la atenta mirada de Arthur Callender.

Un trabajador traslada una de las piezas de la tumba bien protegida ante la atenta mirada de Arthur Callender.

Foto: Cordon Press
Howard Carter y Arthur Callender envuelven cuidadosamente uno de los guardianes de la tumba del faraón para su traslado al laboratorio.

Howard Carter y Arthur Callender envuelven cuidadosamente uno de los guardianes de la tumba del faraón para su traslado al laboratorio.

Howard Carter y Arthur Callender envuelven cuidadosamente uno de los guardianes de la tumba del faraón para su traslado al laboratorio.

Foto: Cordon Press

El mismo egiptólogo describe así en su libro sobre el descubrimiento el complejo sistema de catalogación usado por el equipo: "Cada uno de los objetos principales había recibido su propio número de registro en la misma tumba, pero al repasarlos en el laboratorio hubo que establecer una compleja numeración secundaria. Un cofre, por ejemplo, podía contener cincuenta objetos, cada uno de los cuales había de poder ser identificado en un momento determinado y lo conseguíamos por medio de letras del alfabeto o una combinación de las mismas. Era necesario un cuidado constante para no separar estos objetos menores de sus etiquetas de identificación, especialmente en casos que requerían un prolongado tratamiento.

A menudo ocurría que las partes que componían un solo objeto, esparcidas por la tumba, habían recibido dos o más números, y en este caso había que hacer referencias a todos ellos en las notas. Las fichas, una vez completas, se archivaban en unos cajones y al terminar la campaña teníamos reunida en ellos la historia completa de cada objeto de la tumba".

Para saber más

Callender y Carter extraen uno de los lechos funerarios descubiertos en la Antecámara de la tumba de Tutankamón.

El equipo de Howard Carter en la excavación de la tumba de Tutankamón

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El peligroso traslado

Tras el registro de los objetos en el laboratorio llegaba otra dificultosa fase del proceso: el traslado de todas estas valiosas piezas a El Cairo. Cada elemento era cuidadosamente embalado, con guata o tela, para su protección durante el largo viaje Nilo arriba. De hecho, las cajas de transporte habían sido fabricadas especialmente para este fin. Cada una de ellas estaba forrada de algodón y, cuando ya contenían su valioso cargamento, eran colocadas en unas vagonetas que las transportaban desde el Valle de los Reyes hasta la orilla del río, donde esperaba el barco que debía llevarlas hasta la capital.

Cada elemento era cuidadosamente embalado para su protección durante el largo viaje Nilo arriba.

Uno de los lechos funerarios es preparado para ser introducido en una caja.

Uno de los lechos funerarios es preparado para ser introducido en una caja.

Uno de los lechos funerarios es preparado para ser introducido en una caja.

Foto: Cordon Press

Desde la tumba en el valle hasta el río no había muchos kilómetros, pero debido a la fragilidad de los objetos y a la escasez de raíles (era necesario desmontar el carril por donde había pasado el último vagón para volver a montarlo) el convoy que transportaba las cajas tardaba unas quince horas aproximadamente en realizar su recorrido. El penoso proceso era llevado a cabo por una cincuentena de obreros, bajo un sol abrasador.

Trabajadores egipcios en el exterior de la tumba de Tutankamón.

Trabajadores egipcios en el exterior de la tumba de Tutankamón.

Trabajadores egipcios en el exterior de la tumba de Tutankamón.

Foto: Cordon Press

El propio Carter narra así la experiencia: "A la orilla del río nos esperaba un barco de vapor enviado por el Departamento de Antigüedades, pero entre el laboratorio y el río había una distancia de nueve kilómetros de mal camino, con curvas difíciles y desniveles peligrosos. Se nos ofrecían tres medios de transporte: camellos, tracción humana y vagonetas tipo Décauville y decidimos que este último era el que agitaría menos las cajas.

Así, pues, las cargamos en varias vagonetas, y la tarde del 13 de mayo estuvimos dispuestos a empezar nuestro viaje, valle abajo, el mismo camino que los objetos habían recorrido, en circunstancias tan distintas, tres mil años antes".

Para saber más

Este grabado en color recrea de un modo idealizado el descubrimiento de la tumba de Tutankamón por lord Carnarvon y Howard Carter. Stefano Bianchetti.

Lee los diarios de Carter sobre el hallazgo de Tutankamón

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Nilo arriba hasta El Cairo

Como hemos visto, una vez el preciado cargamento llegaba a la orilla del río, se cargaban las cajas en el barco de vapor que iba a transportar el tesoro del faraón hasta su nuevo emplazamiento, el Museo Egipcio de El Cairo. Solo hubo una excepción. Tanto la hermosa máscara de oro como el ataúd de oro macizo que contenía la momia real viajaron en tren, custodiados por un grupo armado de soldados. Se consideró que su rango era superior al resto de piezas y por ello merecían un trato especial.

La máscara de oro y el ataúd de oro macizo viajaron en tren, custodiados por un grupo armado de soldados.

Finalmente, a medida que los objetos iban llegando al museo cairota recibían un número específico en el registro de entrada de la institución, el journal d'entrée (el primero en llegar fue un baúl pintado lleno de ropa, el número 21 de Carter, que recibió el número JE61467 en el museo).

La famosa máscara de oro de Tutankamón es una de las piezas estrella de la exposición sobre los tesoros del faraón en el Museo Egipcio de El Cairo.

La famosa máscara de oro de Tutankamón es una de las piezas estrella de la exposición sobre los tesoros del faraón en el Museo Egipcio de El Cairo.

La famosa máscara de oro de Tutankamón es una de las piezas estrella de la exposición sobre los tesoros del faraón en el Museo Egipcio de El Cairo.

Foto: Cordon Press

Desde entonces, todos estos maravillosos objetos han sido la gran atracción turística del museo, y dentro de poco serán los protagonistas estrella del nuevo Gran Museo que está a punto de inaugurarse en la meseta de Giza. Mientras tanto, la momia más famosa del mundo descansa bien protegida del ataque de los elementos y del inexorable avance del tiempo en su famosa tumba del Valle de los Reyes.