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Construido junto al Olympic y al Gigantic (que posteriormente pasó a llamarse Britannic), este barco prometía ser insumergible y así lo destacaron algunos periódicos de la época. Sin embargo, la noche del 15 de abril de 1912, cuando hacía apenas 3 horas que había zarpado del puerto de Southampton, el Titanic colisionó contra un iceberg y se sumergió en las profundidades del océano Atlántico, convirtiéndose en el naufragio más famoso de la historia.
Todavía a día de hoy, después de más de 100 años, la tragedia sigue rodeada de misterio. Y esa incertidumbre sobre lo que sucedió realmente aquella noche empezó a causar una tremenda curiosidad a partir de la localización de los restos del transatlántico en 1985. Desde entonces, se han producido numerosos documentales y películas, como Titanic (1997) de James Cameron, y también se han realizado expediciones turísticas para visitar el naufragio, que se encuentra a unos 600 kilómetros de la costa canadiense, y a una profundidad de 4.000 metros, aproximadamente.
Aunque su gran popularidad acapara por completo la atención del mundo, lo cierto es que no es el único naufragio que ha habido en la historia. El mar es hermoso, y desde tiempos inmemoriales ha servido al ser humano como fuente de alimentación y como medio para explorar la Tierra, pero también es un lugar peligroso, en el que un pequeño fallo puede costar la vida. Y estas historias lo demuestran.