Hoy nos embarcamos hacia Tierra del Fuego, en el extremo más austral de Argentina, para descubrir las sociedades cazadoras-recolectoras que habitaron la región.
En el capítulo de hoy conoceremos las sociedades cazadoras recolectoras de Tierra del Fuego, indagaremos en sus formas de vida, en cómo se relacionan con su entorno y lo que es más fascinante: en sus peculiares formas de organización social. A través de estas formas, tendremos la oportunidad de abordar nuestras propias problemáticas. Es decir, responderemos a la afamada cuestión de: ¿qué podemos aprender de otras sociedades para replantear nuestro futuro?
Averiguaremos cómo el equipo de investigadores de nuestro proyecto utiliza el Big Data para hacer sus análisis. Y no solo eso, sino que también veremos cómo, para entender mejor a estos grupos de cazadores-recolectores, desarrollan simulaciones sobre sus sociedades a través de la técnica de la modelización basada en agentes.
Además, tendremos la fortuna de poder navegar, al menos de forma imaginaria, en el HMS Beagle, el barco que capitaneó FitzRoy y en el que navegó un tal Charles Darwin ¿nos suena verdad? Venid a embarcamos en la aventura de un nuevo capítulo de “Desenterrando el pasado”.
Antes de averiguar más sobre estas sociedades conozcamos un poco mejor al equipo de investigadores e investigadoras que llevan a cabo el proyecto. Dicho proyecto está encabezado por: Miriam Álvarez, Iván Briz y Nelida Pal. Para este capítulo contaremos con el testimonio de Iván Briz.
Iván es arqueólogo y etnohistoriador. Lleva diez años como investigador del Centro Austral de Investigaciones científicas del CONICET y actualmente también es investigador del programa María Zambrano del departamento de Historia y Arqueología de la Universidad de Barcelona.
El proyecto que nos ocupa hoy es financiado íntegramente por la fundación Palarq aunque se desarrolla en coordinación y colaboración con el CONICET, que aporta infraestructura básica. Ahora que ya conocemos un poco más el proyecto y a nuestros investigadores, zambullámonos en las heladas aguas de uno de los lugares más recónditos de la tierra. Porque hoy, señoras y señores, nos dirigimos hasta el fin del mundo. Bueno, “el fin del mundo” según nuestras “leyendas” occidentales, pero las gentes de Tierra del Fuego nos dirían que no se trata del fin del mundo, si no del inicio de todo.
Y ya que estamos empezando, veamos dónde exactamente: nos encontramos en la isla más grande del archipiélagode Tierra del Fuego (literalmente llamada Isla Grande) concretamente en la costa atlántica de dicha isla. Y decimos la costa atlántica porque aquí confluyen tres océanos distintos: el atlántico sur, el pacífico y el antártico. Al punto donde nos hallamos se lo conoce como Canal Beagle.
Aquí el clima es subpolar, y, aunque no es tan frío como en latitudes similares en el norte, digamos que no es un clima de sandalias y bañador, si no más de anorak y botas. De hecho, aquí, en el canal Beagle en verano no es extraño que haya una nevada de uno o dos días.
Hemos llegado a este lugar tan inhóspito para averiguar más sobre las sociedades cazadoras-recolectoras de la región cuya historia se remonta varios miles de años. En concreto, a lo que se conoce como holoceno tardío, que comprende los últimos 1.500 o 2.000 años. Sin embargo, se sabe que ha habido presencia de población en la isla desde alrededor de hace 11.800 años, grosso modo. Y ahora que nos hemos situado en el tiempo, nos enfrentamos a la pregunta de rigor: ¿Qué son las sociedades cazadoras-recolectoras? Son sociedades que viven de la caza y de la recolección (inesperado ¿verdad?) Pues no solo eso:
“Son grupos que socialmente pueden ser más o menos grandes, pero se articulan en pequeños subgrupos con una alta movilidad y que se caracterizan por una explotación de los recursos existentes disponibles, siempre bajo la premisa de la no sobreexplotación”.
Así funcionan las sociedades cazadoras-recolectoras
Esto de la sobreexplotación es particularmente importante porque, de hecho, es uno de los rasgos más definitorios y característicos de este tipo de sociedades: esta dinámica constante de gestión-explotación de los recursos, siempre intentando no sobreexplotarlos para que se produzca una regeneración natural y que estos sigan estando disponibles en esa zona.
La clave para todo esto es la alta movilidad. Claro, si yo me asiento en un lugar determinado y comienzo a explotar los recursos de esa zona, pronto descubriré que estos no se regeneran a la velocidad que yo necesitaría, y tendré que ir a buscar mi sustento mucho más lejos. Es por ello por lo que estas sociedades no se asientan por largos periodos de tiempo y se hallan en constante movimiento. Podríamos decir, incluso, que la no sobreexplotación de los recursos sería el primer mandamiento de las sociedades cazadoras-recolectoras. Y para ilustrar esto, oigamos una anécdota:
El viento, salado y frío nos silva en los oídos, el mar ligeramente embravecido nos salpica el rostro con sus heladas gotas. Nos hallamos a bordo del HMS Beagle, el bergantín de la Marina real británica capitaneado por Robert FitzRoy. Compartimos viaje con un joven teólogo algo fracasado, llamado Charles Darwin, y estamos regresando a Tierra del Fuego, donde, como suele hacerse en esta época, hemos secuestrado a gente fueguina para llevarla a nuestra patria de origen: Inglaterra.
El viaje transcurre bastante tranquilo, pero esta calma no va a durar mucho. Poco antes de llegar a costas británicas, uno de los hombres de la tripulación caza a un animal marino, una hembra. Entonces, uno de los jóvenes fueguinos que van a bordo, a quién nosotros conocemos como Jimmy Button, pero que en realidad en su lengua se llama “Orundeliko”, monta en cólera. No entendemos qué le sucede, pero él, indignado, nos explica que jamás debe cazarse una hembra, que las hembras son el futuro, sin ellas no habrá más animales que comer, y, por si fuera poco, ahora como castigo deberá atraparnos una tormenta.
Volviendo al tema que nos atañe, ¿qué más sabemos de estas sociedades? Iván nos ilustra:
“Son sociedades que no tienen grandes disimetrías sociales, sí que tienen esa diferenciación de roles en función del sexo o del género. Y la accesibilidad tanto a los recursos como en general todas las dinámicas sociales es igualitaria”.
En el archipiélago fueguino existen una serie de sociedades, que son la gente Yagán, la gente Haush, la gente Selk’nam y la gente Kawésqar. ¿Y qué sabemos de cada una de ellas?
“La gente Kawaskar y la gente Yagan, son gente ultra especializadas en la explotación de recursos marinos, tanto que su mundo social se articula en base al mar y en base a la tecnología náutica. Disponen de canoas, disponen de piraguas, y su movilidad se basa en moverse por el mar explotando los recursos marinos. Evidentemente que también a la noche van desembarcan, arman sus viviendas en la costa; viven en la costa, explotan el bosque, hacen fuego con leña que recogen en el bosque, es evidente.
Pero su movilidad social y su espacio social es sobre todo marino. Por contra, el grupo haux y el grupo Shelnam son gente que no dispone de tecnología náutica, viven en el interior de la isla y en las costas de la isla, y en las zonas de interior están ultra especializadas estas personas en explotar recursos del interior, mientras que en las zonas de costa se produce una economía mixta, de explotación tantp de recursos litorales como de recursos terrestres”.
El equipo de investigadores lleva recabando datos en la zona de Tierra del Fuego desde 2005, y, en base a estos datos empezaron a perfilar una línea de trabajo concreta. Iván nos la explica:
“Nos surgió un interés sobre cuáles eran las dinámicas de gestión (yo soy profundamente contrario a la idea de adaptación). de gestión de los cambios climáticos que había habido en el pasado por parte de estas sociedades. A partir de ahí, desde hace unos cinco seis años, implementamos toda una serie de líneas de trabajo para identificar oscilaciones climáticas en el extremo sur del atlántico, en el atlántico sur, y ver cuáles son las dinámicas de innovación social que estos grupos sociales iban implementando frente a esas oscilaciones, que algunas eran más o menos potentes, pero todas tienen incidencia tanto a nivel económico como social”.
Antes de proseguir, averigüemos por qué Iván dice ser contrario a la idea de adaptación:
“Como especie, nuestra gran herramienta evolutiva ha sido la diversidad. Eso nos ha permitido tener muchísimas diferentes opciones para no sólo enfrentar situaciones de crisis si no generar contextos de innovación. Y por eso no me gusta la idea automaticista del adaptacionismo. No somos una especie que se adapte a las condiciones, somos una especie que modifica mediante innovación las condiciones. Y la prueba es el calentamiento global. Independientemente de esa idea, que puede parecer muy buena y yo creo que lo es, también tiene una parte negativa. Es muy importante tener en cuenta ¿para qué? Innovamos a nivel tecnológico en el siglo XIX, fue fantástico, es la maravillosa revolución industrial. Miramos a dónde nos ha llevado la dinámica de extractivismo ilimitado, con ahí sí, unos recursos limitados que son los del planeta."
Esta es, sin duda, una cuestión que deberíamos plantearnos seriamente y de forma acuciante: ¿Para qué necesitamos avanzar más tecnológicamente? Porque, de hecho, nuestra solución, y digo nuestra para referirme al mundo occidental, es siempre una solución tecnológica.
¿Que ya no puedo seguir utilizando combustibles fósiles para mantener mi forma de vida? Pues busco una nueva forma de mantenerla a través de una nueva tecnología. Pero, ¿nos hemos planteado si puede haber otra forma de enfrentarnos a las problemáticas que nos van surgiendo? Pues bien, con el ánimo de responder a estas cuestiones nuestro equipo de investigadores se ha aproximado a las formas de organización de estas sociedades cazadoras, pescadoras y recolectoras. Y para estudiarlas, cuentan con fuentes de diversa índole: la arqueológica, la etnohistórica, y la paleo climática.
La cuestión paleoclimática es de vital importancia, puesto que es necesario conocer las oscilaciones climáticas que se han desarrollado en el Holoceno medio y tardío para poder indagar en cómo estas sociedades les hicieron frente. Pero, ¿cómo pueden nuestros investigadores averiguar cuándo y cómo fueron estos cambios climáticos?
Pues estudiando el mar, porque los ecosistemas marinos son muy sensibles a las oscilaciones climáticas. En concreto desarrollan estos estudios mediante dos formas distintas, por un lado, gracias a unos yacimientos arqueológicos marinos de origen antrópico, es decir, creados por la acción humana, llamados concheros. Estos concheros, como su nombre indica, son acumulaciones de cáscaras de moluscos. En este caso concreto son lapas y mejillones. Y es en sus cáscaras donde puede recuperarse mucha información. Iván nos da más detalles:
“Que la huella de la ratio isotópica que nos está hablando de cuáles son las condiciones climático-ambientales del mar en ese momento queda fijada en ese mejillón. Cuando yo lo recupero a nivel arqueológico puede utilizarlo para reconstruir las condiciones paleoclimáticas del momento en que murió ese animal”.
Y, por otro lado, mediante el análisis de las redes tróficas del mar. Esto es: gracias al estudio de los restos de fauna marina que consumían estas sociedades fueguinas.
“Cuando a lo largo del tiempo ves cambios en las especies pueden estar asociados, son asociables a modificaciones de las condiciones necesarias para esas especies a nivel de su biotopo, del ámbito en el que pueden existir. Hay peces que necesitan más salinidad, menos salinidad, temperatura más alta, temperatura más baja. En función de cómo van variando las especies que aparecen en los yacimientos en los concheros, podemos identificar cambios climáticos también en las condiciones del mar".
La cooperación como eje social
A raíz de sus investigaciones, el equipo ha podido sacar varias conclusiones. Una de las más curiosas es la de las dinámicas de cooperación de las sociedades fueguinas. Iván nos cuenta más:
“Algo que es muy importante, muy característico de las sociedades cazadoras recolectoras: el sharing. Es decir: “tengo un excedente de comida, lo comparto, aunque sea con gente que no conozco”. ¿por qué? Porque son mecanismos, llamémosle de seguridad social, donde todo excedente de comida que no lo voy a aprovechar, que se va a malgastar, (algo muy característico del mundo occidental capitalista consumista) le va a llegar a una persona que quizá no tiene comida. Con la cual cosa si entre todas las personas mantenemos esta red social de cooperación, todas las personas estamos garantizando que, en caso de necesidad, tienes una válvula de seguridad que es la cooperación social comunitaria”.
Y a la práctica, ¿cómo se traducen estas dinámicas de cooperación en hechos concretos? Pues resulta que las fuentes etnológicas hablaban a nuestros investigadores de muchas normas distintas para compartir. Por ejemplo: para la sociedad Yagán, cuando una ballena aparecía varada en la arena era obligatorio hacer una señal de humo característica para provocar una reunión de gente y que entre todos y todas compartiera esa ballena; para que se la comieran colectivamente. Si eso no se cumplía, había un castigo. ¿Y qué nos indica que haya un castigo? Pues que seguramente habría gente que no cumplía con dicha norma. Aunque vale la pena decir que hay que echarle mucho estómago para comerse una ballena solo.
Iván y el resto del equipo trabajan a nivel Big Data, y no solo porque manejan una gran cantidad de datos, si no por la complejidad de estos. Han utilizado también metodología Machine Learning de aprendizaje automático con árboles de clasificación automática, para analizar las dinámicas de interacción de los diversos grupos de Patagonia sur y Tierra del Fuego.
A través de esta tecnología desarrollaron una simulación para poner a prueba el ejemplo anterior de la norma de la ballena, para saber si esa norma tenía un buen funcionamiento dentro de la sociedad Yagán. Así crearon un mundo virtual donde varaban o no ballenas, y colocaron una población x de gente, donde la mitad de la gente inicialmente era partidaria de cooperar y compartir la ballena y la otra mitad era partidaria de comerse ellos solos la ballena.
Una vez se hubo lanzado, la simulación tenía una rutina de desarrollo, como si fuera un mundo real, donde cada una de estas personas, llamadas agentes, tenía una dinámica de autoaprendizaje. Es decir, a la persona que compartía la ballena le subía el prestigio social, a la que no cooperaba y se comía la ballena, pero no la pillaban, le subía la salud ligeramente, porque estaba mejor alimentada, pero a la que no cooperaba y era pillada, se le penalizaba y decrecía su prestigio social. ¿Y cuál fue el resultado? Iván nos lo cuenta:
“¿Y qué pasaba? Que ante ese dilema la gente tiene que tomar decisiones, y en función de su propia experiencia, de su aprendizaje, es lo mismo que hacemos nosotros, tomas la siguiente decisión. Esto cuando es teoría de juegos evolutiva, que lo repetíamos pues algo que fuese matemáticamente significativo, unas 10.000 veces, descubrías que progresiva y paulatinamente, la gente iba cambiando y se iba imponiendo la norma social de la cooperación ¿por qué? Porque era increíblemente beneficiosa, era mucho más beneficiosa que intentar comértelo tú solo, por el riesgo del castigo, y, porque en realidad tu siempre salías más beneficiado, más beneficiada, si esa norma social estaba reforzada, y sólo hay una forma de reforzar una norma social y es practicándola”.
Y por eso nos juntamos en Navidad, para reforzar estos lazos sociales. Así que estas prácticas de refuerzo no son tan lejanas. El equipo de investigadores tiene ahora entre manos el modelado de otra simulación, esta vez sobre las gentes Kawésqar. En el caso de las gentes Kawésqar, no esperan a que la ballena vare, si no que la van a cazar, aún sabiendo el peligro que ello comporta.
LAS PREGUNTAS DE "DESENTERRANDO EL PASADO"
Pero, para saber los resultados de este modelado aún tendremos que esperar un tiempo. Mientras tanto, pasemos a las preguntas de Desenterrando el Pasado
Empezaremos preguntando: ¿Por qué elegiste tus estudios?
“Yo estaba haciendo 8º de EGB y en el libro de ciencias sociales había una explicación de nada, una página, de qué era la arqueología. Había un recuadro de un dibujo de una excavación arqueológica, donde se veía una excavación y explicaba para qué servía la arqueología. Y me pareció absolutamente fascinante que en realidad lo que es nuestro presente contenía parte del pasado. Entonces en aquel momento lo que me fascinó era eso, que es que claro, yo miraba por la ventana de mi aula y yo veía bosque y tal y decía: “claro, es que por aquí antes caminó gente y quizá hay cosas de esa gente todavía aquí”. Y era una forma de ese convivir con el pasado dentro del presente. Y eso me fascinó. A partir de mi presente yo puedo, ni que sea parcialmente, conocer a gente que ya no existe, que vivió en el pasado”.
Verdaderamente fascinante esta conexión entre el pasado y el presente, y esta posibilidad de los arqueólogos de poder entablar diálogos con esas personas que habitaron la tierra antes que nosotros. Vayamos ahora con la última pregunta: ¿Cómo crees que tu investigación puede ayudarnos a repensar nuestro futuro como especie?
“El pasado humano es la única base de datos, la única información que tenemos de las opciones que la gente, la humanidad, hemos sido capaces de crear en determinados momentos. De nuestra capacidad de innovación, de nuestra capacidad de acuerdo, también de nuestra capacidad de conflicto y de generación de crisis, ¿eh? No caigamos en el “buenismo”, ¿de acuerdo? ¿Qué es lo que pretendemos con el proyecto con la fundación Palarq? Pues algo muy sencillo, que es: reconocer en ese pasado nuestro, de nuestra especie, de la humanidad, nuestra capacidad para innovar generando soluciones a una situación de crisis. Y eso es completa, y absoluta y directamente linkable a nuestra gravísima situación de crisis actual”.
Hasta aquí el capítulo de hoy, creo que en esta aventura hemos descubierto que buscar nuevas formas de aproximarnos a nuestras problemáticas actuales en el pasado de nuestra especie nos puede traer muy gratas sorpresas.
Tal vez en las formas de vida de gentes de otros momentos y lugares, hallemos inspiración y ayuda, para encontrar, en el presente, el mejor camino posible. De momento, esperemos que Iván y el resto del equipo sigan haciendo descubrimientos tan fascinantes sobre estas sociedades cazadoras-recolectoras y sus formas de organización social.