Tras la llegada de Napoleón y su comisión de sabios a Egipto, en 1789 –con la consiguiente difusión de la egiptomanía por toda Europa debido a la publicación de La descripción de Egipto, una magna obra en más de treinta volúmenes donde se recogían las maravillas naturales y monumentales del país del Nilo–, el país del Nilo pasó a ser un destino muy codiciado por viajeros y exploradores en busca de aventuras.
Asimismo, el desciframiento de la escritura jeroglífica gracias a la piedra de Rosetta, hazaña llevada a cabo por el francés Jean-François Champollion en 1822, devolvería la voz a esta antigua cultura después de milenios de un silencio abrumador.
Egipto: el primer gran destino turístico
Miles de investigadores, aventureros, artistas y curiosos empezarán a recalar en Egipto con la intención de conocer su pasado y contemplar en primera persona los vestigios de la que empezaba a revelarse como una de las civilizaciones más fascinantes de la historia. Artistas como el británico David Roberts, que viajó a Egipto en 1838, nos muestran a estos primeros viajeros del siglo XIX contemplando con arrobo las ruinas de templos y colosos cubiertos parcialmente por la inmisericorde arena del desierto.
Poetas, escritores y pintores acudirán en tropel a visitar Egipto antes que los primeros turistas, que irán llegando después en pequeños grupos y más tarde de forma masiva. Egipto se convertirá ya en la segunda mitad del siglo XIX en uno de los primeros grandes destinos turísticos del mundo. Y eso es en gran parte mérito de un hombre que en seguida se dio cuenta del potencial del país para el turismo organizado: el británico Thomas Cook, considerado el "padre" del turismo.

Las pirámides de Giza. Grabado de David Roberts perteneciente al volumen II de 'Egipto y Nubia'. 1848.
Las pirámides de Giza. Grabado de David Roberts perteneciente al volumen II de Egipto y Nubia. 1848.
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El pórtico del templo de Edfú cubierto por la arena. Grabado de David Roberts perteneciente al volumen I de 'Egipto y Nubia'. 1846.
El pórtico del templo de Edfú cubierto por la arena. Grabado de David Roberts perteneciente al volumen I de Egipto y Nubia. 1846.
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Miles de investigadores, aventureros, artistas y curiosos empezarán a recalar en Egipto con la intención de conocer su pasado.
Uno de los hechos fundamentales que marcaría un antes y un después en el desarrollo del turismo en Egipto sería la apertura del canal de Suez en 1869. Este acontecimiento supuso que ese mismo año, la agencia de viajes fundada por Thomas Cook comenzase a vender viajes organizados desde Londres a El Cairo. Un año después, en 1870, Cook publicará la primera guía turística de Egipto. En ella, del mismo modo que en las guías actuales, se daba al viajero (sobre todo británico y de clase media) consejos prácticos, direcciones y datos útiles para su periplo. Pero Thomas Cook no se estableció solo en Egipto. La primera agencia de viajes del mundo organizará asimismo viajes a otros lugares del Imperio británico, como China, India o el mar Rojo.
El largo viaje hasta El Cairo
El incipiente desarrollo del turismo organizado en Egipto se vio potenciado por la construcción de lujosos hoteles, como el mítico Winter Palace en Luxor o el famoso Mena House de El Cairo. El viaje, además, se vería facilitado por el desarrollo de los barcos de vapor y por la comodidad que representaba para el potencial turista que una agencia de viajes se hiciera cargo de todos los trámites y la logística que implicaba un viaje de estas características. Una verdadera aventura para la época.
De hecho, el gran mérito de Cook fue la creación de una serie de elementos relacionados con el viaje que han perdurado hasta la actualidad: un itinerario impreso para los clientes (1845), contratos con proveedores locales (1846), excursiones facultativas con guías (1846), los pagos retrasados a los proveedores al regreso del cliente (1850), el bono de hotel (1867) y el famoso traveller's check.

Fotografía coloreada del hotel Winter Palace de Luxor tomada hacia principios del siglo XX.
Fotografía coloreada del hotel Winter Palace de Luxor tomada hacia principios del siglo XX.
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El incipiente desarrollo del turismo organizado en Egipto sería el detonante también de la construcción de lujosos hoteles.
En los inicios del turismo, la mejor ruta a Egipto, y también la más barata, era la que atravesaba Europa en tren hasta Brindisi, en Italia, y desde allí continuaba en barco de vapor hasta Port Said, en Egipto. Cook ofrecía este viaje por un precio muy ajustado, y sus oficinas siempre estaban llenas de gente. La agencia proponía también excursiones por Egipto para los británicos que iban de camino hacia la India y el Extremo Oriente. Así, podían hacer una escala en el país del Nilo para visitar sus monumentos antes de llegar a su destino final. Y es que en Egipto Thomas Cook brindaba a los viajeros lo que sabía que estos buscaban: exotismo, comodidad y algo no menos importante: seguridad. Para ello la compañía contaba con su propia flota de barcos de vapor para hacer cruceros por el Nilo, con todo tipo de lujos y comodidades.
El barco era un medio de transporte cómodo y rápido, y servía como base de operaciones perfecta para que los turistas pudiesen desembarcar y realizar sus visitas a templos y tumbas. Después, estos podían regresar a sus confortables camarotes para relajarse y descansar. Cook anunciaba sus cruceros como "Exclusivos Cruceros fluviales por el Nilo con la autorización del Jedive". Los precios de sus viajes a El Cairo desde Londres eran de 80 libras en primera clase y de 75 libras en segunda. El precio incluía una estancia de quince días en hoteles europeos y de diez días en hoteles egipcios, así como los traslados. También estaban incluidos el alquiler de burros o camellos, los guías y el pago de porteadores.

Viajeros bajan del vapor Masr, de la agencia de viajes Thomas Cook, prestos a continuar su viaje a lomos de mulas. Grabado. 1882.
Viajeros bajan del vapor Masr, de la agencia de viajes Thomas Cook, prestos a continuar su viaje a lomos de mulas. Grabado. 1882.
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Retiro invernal
Hacia 1880, el turismo en Egipto se encontraba en plena expansión y Thomas Cook mantenía el monopolio casi exclusivo de los viajes organizados al país del Nilo. Cualquiera que quisiera viajar allí lo haría casi con total seguridad con la agencia británica, que dominaba el tráfico de cruceros por el Nilo. Por aquella época, Cook organizaba 742 cruceros anuales hasta el mes de marzo, que representaba el final de la temporada de invierno y el comienzo de la estival. De hecho, casi todos los turistas viajaban a Egipto durante el invierno buscando un clima más benigno que el de sus países y huían del calor asfixiante del país africano en verano. Por otra parte, la temporada alta se extendía desde octubre a abril, y se aconsejaba realizar el crucero por el Nilo entre noviembre y diciembre ya que el río todavía no cubría la isla de Filé y podía visitarse el templo de Isis.
La agencia, cada vez más importante, disponía también de un libro de firmas que se ofrecía a todos los pasajeros de postín que visitaban Egipto con ella. En él aparecen consignadas las rúbricas de algunos miembros de la realeza y la nobleza británicas y de otros países europeos, además de las de comerciantes, artistas, empresarios, varios maharajás, el arzobispo de Canterbury y políticos como el premier británico Richard Chamberlain, Cecil Rhodes o escritores famosos como Rudyard Kipling.

El Ramsés III, uno de los barcos de vapor de Thomas Cook que realizaban cruceros por el Nilo. Imagen de 1910.
El Ramsés III, uno de los barcos de vapor de Thomas Cook que realizaban cruceros por el Nilo. Imagen de 1910.
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Hacia 1880, el turismo en Egipto se encontraba en plena expansión y Thomas Cook mantenía el monopolio casi exclusivo de los viajes organizados al país del Nilo.
A comienzos del siglo XX, incluso antes del descubrimiento de la tumba de Tutankhamón en 1922, Egipto se consolidará ya como el gran destino turístico por excelencia. En 1903, el profesor norteamericano W. Dunning tras un viaje a Egipto escribió lo siguiente: "Egipto se ha convertido en la actualidad en el gran resort de invierno del mundo. La naturaleza le ha proporcionado el mejor clima invernal y sus gentes construyeron hace muchos siglos los grandes templos y tumbas que hoy atraen al visitante y agradan e instruyen al viajero educado. En los primeros siglos de nuestra era (estos monumentos) eran ya más antiguos de lo que son ahora nuestras catedrales, y numerosos viajeros griegos y romanos venían a verlos y admirarlos. En la Edad Media, y hasta el viaje de Napoleón, viajar a Egipto no resultaba nada cómodo ni estaba de moda. Pero con la llegada del ejército francés en 1798, comenzó una nueva era para los turistas y los investigadores. Una bandada de sabios acompañaron al ejército, y nosotros estamos en deuda con ellos por el interés que ellos despertaron y por la gran oportunidad de información que aportaron".

Turistas occidentales sentados sobre unas estatuas en un templo egipcio. Fotografía tomada hacia 1900.
Turistas occidentales sentados sobre unas estatuas en un templo egipcio. Fotografía tomada hacia 1900.
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el auge de los cruceros por el nilo
Pero sería, como ya hemos apuntado, el descubrimiento de la tumba de Tutankhamón por el egiptólogo británico Howard Carter en 1922 lo que daría un impulso definitivo al turismo en Egipto. En los años veinte y treinta del siglo XX, los turistas ricos y de clase media, europeos y estadounidenses, empezaron a viajar a Egipto masivamente en tours organizados. Estos paquetes incluían el viaje en tren (en coche cama) o en barco de vapor desde diferentes puertos europeos hasta Alejandría o Port Said; el hotel, normalmente de lujo; el viaje en tren desde Alejandría o Port Said hasta Asuán (en la primera catarata), y el crucero por el Nilo.
En aquellos años, la empresa Thomas Cook disponía de oficinas en El Cairo, Alejandría, Port Said, Luxor, Asuán e incluso en Jartum (Sudán). En sus folletos describía con todo lujo de detalles las condiciones del viaje: "Desde Inglaterra, el viajero debe hacer el viaje completo por mar, o puede también utilizar una de las rutas transcontinentales más cortas. Desde los principales puertos europeos hay frecuentes comunicaciones en vapor con Port Said y Alejandría. El viaje por mar puede ocupar más tiempo que cualquiera de las rutas transcontinentales y significa entre 9 y 12 días de viaje en mar, contra dos a cinco por tierra".

Las calles de la ciudad portuaria de Port Said, en el norte de Egipto. A la derecha, un cartel anuncia la compañía Thomas Cook.
Las calles de la ciudad portuaria de Port Said, en el norte de Egipto. A la derecha, un cartel anuncia la compañía Thomas Cook.
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Sería el descubrimiento de la tumba de Tutankhamón por el egiptólogo británico Howard Carter en 1922 lo que daría un impulso definitivo al turismo en Egipto.
Egipto no ha dejado nunca de estar de moda. Con la llegada de los vuelos comerciales a lo largo de todo el siglo XX y principios del XXI, el turismo no ha hecho más que aumentar. Actualmente recibe millones de visitantes cada año. Antes de la llegada de la pandemia, concretamente en 2019, Egipto llegó a recibir trece millones de turistas. Pero el encanto del país no disminuye para el potencial viajero: los descubrimientos arqueológicos que no dejan de sucederse en el país y la próxima apertura del Gran Museo Egipcio junto a las pirámides de Giza seguro que contribuirá a incrementar exponencialmente el número de visitantes, que no han dejado de acudir masivamente a uno de los lugares del planeta que más ha fascinado y sigue fascinando a viajeros y turistas.