Hallazgo en Yucatán

Un tesoro hallado en la costa de Yucatán que iba destinado a la clase alta española

El Instituto Nacional de Antropología e Historia de México revela el hallazgo de un tesoro del siglo XVIII que se hundió junto con el barco que lo transportaba

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Foto: Javier Hinojosa, INAH

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Dragón con esmeraldas y diamantes

Pequeña figura de dragón con 14 esmeraldas y dos diamantes.

Foto: cortesía de Roberto Junco, SAS-INAH

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Hallazgo sin precedentes

Se trata de un hallazgo sin precedentes en la arqueología subacuática de México.

Foto: cortesía de Roberto Junco, SAS-INAH

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Piezas de oro

Una zona de arrecifes fue el infausto destino de una pequeña embarcación mercante que naufragó con más de 300 piezas de oro.

Foto: Javier Hinojosa, INAH

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Oro y esmeraldas

Joyería de oro y esmeraldas del siglo XVIII.

Foto: Javier Hinojosa, INAH

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Cruces, rosarios y relicarios

Objetos vinculados a ritos religiosos: cruces, rosarios y relicarios.

Foto: Javier Hinojosa, INAH

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Grabados

Pieza de oro con grabados.

Foto: Javier Hinojosa, INAH

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Decoraciones florales

Piezas de oro con decoraciones florales.

Foto: Javier Hinojosa, INAH

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Anillos de oro

Anillos de oro, posiblemente realizados en la antigua Antequera, en el estado de Oaxaca.

Foto: Javier Hinojosa, INAH

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321 piezas de oro

En total se han recuperado 321 piezas de oro.

Foto: cortesía de Roberto Junco, SAS-INAH

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Hallazgo accidental

El hallazgo de las piedras preciosas se produjo de manera accidental en 2014.

Foto: Javier Hinojosa, INAH

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Pieza de oro

Pieza de oro finamenta labrada.

Foto: Javier Hinojosa, INAH

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Anillos

Las piezas probablemente se iban a comercializar en España.

Foto: Javier Hinojosa, INAH

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Oro y esmeraldas

Anillos de oro con incrustaciones de esmeraldas.

Foto: Javier Hinojosa, INAH

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Tesoro del siglo XVIII

Tesoro del siglo XVIII hallado bajo las cristalinas y someras aguas que se extienden alrededor de la península de Yucatán.

Una serendipia: un hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual. Así ha sido descrito el hallazgo por su descubridor, el investigador Roberto Junco Sánchez, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien encontró en 2014 un cargamento de joyas coloniales en la costa de Yucatán, un hallazgo sin precedentes en la arqueología subacuática de México, mientras buscaba los restos de un pecio del siglo XIX.

Bajo las cristalinas y someras aguas que se extienden alrededor de la península de Yucatán, a una profundidad de entre 2 y 5 metros, Junco Sánchez vislumbró las primeras piezas del cargamento extraviado de un barco que naufragó en el siglo XVIII, en época anterior al que estaba buscando y delimitando. El tesoro, formado por más de 300 piezas de oro, posiblemente iba destinado a las españolas y españoles acaudalados, pero terminó hundiéndose junto con el barco que lo transportaba, probablemente debido a las fuertes corrientes que confluyen en el litoral yucateco, una zona de arrecifes convertida en un gran cementerio de embarcaciones. El cargamento de joyas, uno de los principales atractivos del recién inaugurado Museo de Arqueología Subacuática Fuerte de San José el Alto, en Campeche, fue revelado el pasado viernes por el INAH.

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Esta sería la reconstrucción de los hechos: el tesoro, formado por esmeraldas de los territorios de Nueva Granada (la actual Colombia) y joyería en oro posiblemente realizada en el estado mexicano de Oaxaca, fue cargado en un pequeño barco mercante (del que nada queda), que zarpó de Veracruz con rumbo a La Habana, el puerto de destino antes de emprender el largo viaje hacia España; pero la embarcación encalló debido a las fuertes corrientes y se fue a pique. Los arqueólogos subacuáticos han podido recuperar 321 piezas en oro, desde anillos, hebillas y mondadientes hasta rosarios, medallas, cruces y cadenas. En total se han recuperado 74 esmeraldas incrustadas y destaca la figura de un pequeño dragón con 14 esmeraldas y dos diamantes, además de otros dragoncillos con cuatro esmeraldas en los ojos y en el lomo.

Destaca la figura de un pequeño dragón con 14 esmeraldas y dos diamantes

"Estas joyas iban destinadas a la clase alta, que era la que podía adquirirlas y ostentarlas, por ejemplo tenemos artefactos para la limpieza dental como una importante colección de mondadientes. Las joyas también nos hablan del valor de los ritos religiosos a través de la cantidad de rosarios, cruces y relicarios. Los anillos con decoraciones de florituras y corazones revelan aspectos del cortejo, mientras que los broches y hebillas señalan la etiqueta del siglo XVIII", comenta Junco Sánchez, el subdirector de Arqueología Subacuática del INAH.